El 12 de septiembre de 2006, la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) publicó una carta abierta “en respuesta a sus detractores” que denuncian su falta de imparcialidad, la financiación que reciben de Estados Unidos y su agenda política sumamente similar a la de la Casa Blanca. El objetivo de este correo es demostrar que RSF no se pronuncia políticamente cuando estigmatiza a algunos países. Otra vez, las explicaciones de RSF son poco convincentes, contradictorias y salpicadas de mentiras [1].
El intento de esclarecimiento comienza irónicamente por una toma de posición política muy clara contra el gobierno de La Habana, en perfecta línea con la posición de Washington: “Cuba es una dictadura”, asesta el comunicado que acusa a Fidel Castro de “infligir a su pueblo la autocracia y la represión”. No obstante, RSF se presenta como una asociación apolítica únicamente interesada por la “defensa de la libertad de prensa” [2].
RSF va más lejos: “¿Acaso eligen los cubanos a su presidente y parlamento? No”. Esta afirmación perentoria ilustra la singular ignorancia de RSF en cuanto al sistema político de la isla del Caribe. En vez de machacar con la anticuada retórica de la extrema derecha cubana heredera de la época de Batista, la organización parisina haría mejor en echar un ojo a la Constitución del país. Aprendería más sobre el sistema electoral cubano y no proferiría semejantes disparates que deben de hacer sonreír a los numerosos periodistas y diplomáticos extranjeros instalados en La Habana y que ya han asistido a elecciones. Pero frecuenta de manera tan asidua a los nostálgicos de la Cuba prerrevolucionaria, que se encuentran en las administraciones en Washington o en el seno de las organizaciones de exiliados de Miami, que ha asimilado su discurso [3].
“¿Tienen derecho a criticar abiertamente a los que los gobiernan? Tampoco”, afirma RSF [4]. Ahí también la acusación no es creíble. Basta con mirar la prensa francesa e internacional para darse cuenta de lo contrario. Ningún grupo de disidentes en el mundo dispone de un espacio mediático más importante que la disidencia cubana. Además, las invectivas contra el gobierno cubano no faltan. Por ejemplo, el opositor Oswaldo Payá acusa regularmente a las autoridades de los peores crímenes posibles e imaginables: “En Cuba, hay desaparecidos [...]. Hay más de veinte niños asesinados”, afirmó varias veces a la prensa internacional. Sin embargo, no ha pasado ni un minuto en la cárcel [5].
De la misma manera, la disidencia organizó un congreso en La Habana el 20 y 21 de mayo de 2005. Los Estados Unidos y la extrema derecha de origen cubano de Florida financiaron íntegramente ese congreso. Varios periodistas y diplomáticos extranjeros asistieron, entre ellos James Cason, el antiguo jefe de la Sección de Intereses en La Habana. El propio presidente Bush envió un mensaje vídeo a los opositores en el que afirmaba que “la ola de la libertad se está extendiendo a través del mundo, y en un día próximo, alcanzará las costas cubanas”. Los asistentes aplaudieron calurosamente el discurso del inquilino de la Casa Blanca, gritando “¡Viva Bush!”. En cualquier país del mundo, esos individuos hubieran sido arrestados y enjuiciados por asociación con una potencia extranjera. No obstante, la justicia cubana no ha molestado a ninguno de ellos [6].
RSF presenta a Oswaldo Payá como un “socialdemócrata” y lo cita como ejemplo. Omite señalar que éste apoyó abiertamente el golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez en una carta abierta en abril de 2002. También se olvida de recordar que está íntimamente vinculado a los diplomáticos estadounidenses presentes en Cuba, así como a los grupúsculos extremistas de Florida [7].
RSF sigue afirmando que “23 periodistas” están encarcelados. Para la organización parisina, basta con que cualquier cubano, atraído por el jugoso negocio de la disidencia, escriba tres líneas contra su gobierno para conseguir el título de “periodista independiente”. Poco importa que entre estos “23 periodistas” sólo uno, Oscar Elias Biscet, sea graduado de una escuela de periodismo. Poco importa que ninguno de ésos haya ejercido el oficio de periodista antes de integrar la oposición. Poco importa que ésos hayan sido condenados por la justicia cubana por delitos de derecho común –recibieron fondos de una potencia extranjera, Estados Unidos– que no tienen nada que ver con su estatuto de “periodista” [8].
Además, los propios documentos oficiales de Estados Unidos, tales como la ley Torricelli de 1992, la ley Helms Burton de 1996 y el informe de la “Comisión de Asistencia por una Cuba Libre” de mayo de 2004 estipulan que hay un presupuesto destinado a la fabricación de una oposición interna en Cuba. El plan de 2004 prevé una suma de 50 millones de dólares para ello. En cuanto a las últimas medidas contra Cuba que tomó el presidente George W. Bush el 10 de julio de 2006, prevén incluso “entrenar y equipar a periodistas independientes de la prensa escrita, radiofónica y televisiva en Cuba”, y la extraordinaria suma de 80 millones de dólares se destina, entre otros, a alcanzar este objetivo. ¿Acaso puede RSF, honradamente, ignorar esta realidad? [9].
RSF confiesa finalmente que Washington la subvenciona mediante la National Endowment for Democracy (NED), organismo creado por el gobierno de Ronald Reagan con el fin de promover la agenda de la Casa Blanca en el mundo. Pero intenta minimizar la importancia de la suma que percibió y explica que está únicamente “destinada a [las] acciones en el continente africano y no americano” [10].
RSF reconoce también que recibe una financiación del Center for a Free Cuba, una organización de extrema derecha cuyo objetivo es derrocar al gobierno cubano. Incluso pretende que nunca ha ocultado estas subvenciones de las que se beneficia desde 2002. Eso es falso pues éstas no aparecen en las cuentas de 2002 y 2003. RSF omite también señalar que el director de este organismo es un tal Franck Calzón. En el pasado, fue uno de los presidentes de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) que, como acaba de declarar José Antonio Llama, uno de sus antiguos directores, está gravemente implicada en el terrorismo contra Cuba [11]. ¿Por qué RSF esconde esta realidad a la opinión pública? ¿Cómo RSF puede aceptar dinero de un antiguo miembro de una organización terrorista?
RSF recusa “la acusación de ensañamiento con Cuba” y afirma que no es de ninguna manera “el obligado ideológico de los que [la] financian”. En este caso, ¿por qué la organización se reunió con el embajador especial de la administración Clinton para los asuntos cubanos, Stuart Eizenstat, en 1996 en París? ¿Por qué atacó la embajada de Cuba en Francia el 24 de abril de 2003? ¿Por qué organizó un evento en el Teatro del Rond Point de París, bajo el eslogan político “Cuba sí, Castro no”, en septiembre de 2003? ¿Por qué esta organización se reunió con representantes de la extrema derecha cubana de Florida el 16 de enero de 2004 para firmar acuerdos y crear un comité al cual Robert Ménard, secretario general de RSF, pertenece? [12].
Del mismo modo, ¿por qué lanzó campañas mediáticas difundiendo mensajes publicitarios (en la prensa escrita, en la radio y en la televisión) destinados a disuadir a los turistas de que viajaran a Cuba, como lo estipula el plan de Bush de mayo de 2004? ¿Por qué oculta el hecho de que es la única organización citada como ejemplo en el mismo plan en la página 20? ¿Por qué el único vínculo en la portada de su sitio trinlingüe concierne Cuba mientras que, según sus propios criterios, China es la mayor cárcel del mundo para periodistas? ¿Por qué el único país contra el cual Robert Ménard exigió sanciones de la Unión Europea es Cuba? ¿Por qué el texto que acompaña la “clasificación de la libertad de prensa” de 2003 está enteramente enfocado en Cuba con el título “Cuba, penúltimo, antes de Corea del Norte”? [13].
Pero el tratamiento reservado a Cuba no es más que la punta del iceberg. En efecto, la agenda política de RSF va más allá del simple caso de Cuba. Por ejemplo, RSF sólo se ha acordado tarde –cinco años después– del caso del periodista de la cadena de televisión qatarí Al Jazeera, Sami Al-Haj, y únicamente después de que se publicaran varios artículos estigmatizando este “olvido”. Ahora, la organización reconoce que éste fue arrestado “bajo falaces pretextos de colusiones con Al Qaeda”. “Por no saber si Sami Al-Hak había sido arrestado por su cualidad de periodista y por falta de información sobre él, RSF ha esperado antes de llevar a cabo otras acciones”, afirma el comunicado [14].
Entonces, RSF ha necesitado una investigación de cinco años para descubrir que Sami Al-Haj había sido arrestado, secuestrado y torturado sólo por su condición de periodista. Quizás sea la razón por la que el periodista sudanés ha desaparecido de los informes de 2004 y 2005 en los que RSF enumera a todos los periodistas encarcelados en todos los rincones del planeta. En cambio, RSF no tardó ni un instante para tener la certeza de que el gobierno cubano encarcelaba a “periodistas” [15].
Además no es la primera vez que RSF da muestras de complacencia para con las exacciones que se cometen contra los periodistas de Al Jazeera que, otra coincidencia sin duda, se encuentra en la lista negra de Estados Unidos a causa de sus reportajes que muestran los crímenes de los soldados estadounidenses en Iraq y Afganistán. En septiembre de 2003, Taysser Alouni fue arrestado en España por simples sospechas de vínculos con Al Qaeda. Consultado sobre ese tema, Robert Ménard se limitó a declarar que los periodistas no se encontraban allende las leyes y... nada más [16].
RSF reconoce que su “silencio” en cuanto a Sami Al-Haj era “culpable” y que su “toma de palabra es una confesión de esta culpabilidad”. Mediante este mea culpa, RSF quiere hacer creer que el caso de Al-Haj no era sino un desafortunado “olvido” que, incluso si duró cinco años, no tiene nada que ver con el hecho de que éste sea detenido por el ejército estadounidense [17].
En este caso, ¿por qué RSF permanece silenciosa en cuanto a Bilal Hussein, un periodista y fotógrafo iraquí de la agencia de prensa Associated Press (AP), encarcelado por las tropas de ocupación desde el 12 de abril de 2006 en Iraq, o sea desde hace más de cinco meses? A Bilal Hussein se le acusó de representar una amenaza para la seguridad y se le encarceló, pero hasta hoy no se ha presentado ningún cargo contra él, no se ha mostrado ninguna prueba y todavía no lo han llevado ante un juez. [18].
Los dirigentes de AP han rechazado las acusaciones. Afirmaron que su fotógrafo nunca estuvo en contacto con la resistencia iraquí y exigieron pruebas. “Queremos que prevalezca la ley. Debe ser enjuiciado o liberado. La detención indefinida no es aceptable. Hemos llegado a la conclusión de que todo esto es inaceptable en virtud de la ley iraquí, de las Convenciones de Ginebra o de cualquier procedimiento militar”, declaró Tom Curley, presidente de AP. En realidad, Bilal Hussein fue arrestado a causa de las fotos que tomó en Ramadi y Fallujah, que muestran las masacres que cometió el ejército del Presidente Bush, según su abogado Badie Arief Izzat [19]. ¿Por qué semejante mutismo por parte de RSF?
¿Cómo RSF puede tener credibilidad frente a este nuevo “olvido”, que concierne, una vez más, a un periodista arrestado por Estados Unidos? ¿Cómo puede tener credibilidad cuando al mismo tiempo, el 18 de septiembre de 2006, se apresura a denunciar la detención de un “periodista de 21 años” en Cuba, sin investigación previa y sin saber por qué las autoridades procedieron a su arresto? Además, RSF confiesa que no tiene la menor idea de las razones que llevaron a Ahmed Rodríguez Albacia a la detención. Para RSF, no hay que discutir: se trata de Cuba entonces seguramente fue arrestado por su condición de “periodista” [20].
Pero no es suficiente para RSF. Dos días después, el 20 de septiembre de 2006, condena “con firmeza la detención arbitraria de Odelín Alfonso”, sin tener tampoco la menor idea de las razones que ocasionaron el arresto. Aquí no hace falta una investigación previa y no hay duda alguna: su condición de “periodista” es el principal motivo de su detención, según RSF. Poco importa el hecho de que Odelín Alfonso esté remunerado por el sitio de extrema derecha de origen cubano Cubanet, él mismo subvencionado por los Estados Unidos mediante la USAID y la NED. Incluso RSF está obligada a admitir esta realidad y reconoce que Odelín Alfonso es “el corresponsal de Cubanet”, sin desde luego informar al público sobre lo que es realmente este sitio [21].
¿Cómo puede RSF pretender mostrar una apariencia de credibilidad vista la manera en que trató el asesinato del periodista español José Couso y de su colega ucraniano Taras Protsyuk por los soldados estadounidenses en Bagdad? [22]. ¿Cómo puede ser creíble cuando hace la apología de la invasión de Iraq afirmando que “el derrocamiento de la dictadura de Sadam Husein puso término a treinta años de propaganda oficial y ha abierto una era de libertad nueva, llena de esperanzas e incertidumbres, para los periodistas iraquíes”? [23] ¿Qué decir cuando agrega que “para los medios iraquíes, decenios de privación total de libertad de prensa llegaron a su fin con el bombardeo del Ministerio de Información, el 9 de abril en Bagdad”? [24]. ¿Quién puede creer todavía en la objetividad de RSF? ¿Quién puede pensar todavía que RSF defiende “la libertad de prensa” y no tiene ninguna agenda política?
Haití, bajo la presidencia de Jean-Bertrand Aristide, también fue el blanco de RSF. Cuando éste fue derrocado por un golpe de estado que orquestaron Francia y Estados Unidos, RSF aplaudió calurosamente con ambas manos el golpe de fuerza titulando ruidosamente: “La libertad de prensa recuperada: una esperanza a mantener” [25].
A veces, la organización parisina lleva la torpeza hasta a designar abiertamente a los países que están en su lista negra: “RSF se ‘ensaña’ con otros regímenes como el iraní, el chino, el de Zimbaue o el bielorruso”, precisa el comunicado. ¿Otra coincidencia? Son exactamente los mismos países que se encuentran en el punto de mira de Washington. Esta vez, RSF ni siquiera lo niega [26].
Venezuela y el presidente Hugo Chávez, aborrecido por la administración Bush, han sido también unos de los blancos privilegiados de RSF. Durante el golpe de Estado de abril de 2002, Robert Ménard se guardó de denunciar el papel principal que desempeñaron los medios privados opuestos al Presidente democráticamente electo. Después, RSF ha multiplicado los informes tendenciosos contra el gobierno bolivariano presentando, por ejemplo, el arresto de un periodista, que era culpable de estafa y desvío de fondos públicos, como una violación de la libertad de prensa [27].
Esta última acusación fue la gota que colmó el vaso y suscitó una reacción del gobierno venezolano:
“La detención del periodista Gustavo Azócar, acusado de delitos comunes de estafa y desvíos de fondos públicos cometidos en el año 2000 en perjuicio de la lotería de Táchira, alborotó a la jauría internacional pagada por Bush para difamar al pueblo y al gobierno democrático de Venezuela.
La organización ‘Reporteros sin Fronteras’, financiada por los servicios de inteligencia estadounidenses, a través del National Endowment for Democracy (NED), ha manifestado su ‘preocupación’ por este caso de justicia ordinaria. Con el concurso de la oposición golpista venezolana, sus empresas de comunicación y el presunto delincuente, pretenden convertirlo en un atentado contra la libertad de prensa [...].
Al igual que el gobierno Bush, sus servicios secretos, sus organizaciones de fachada y sus lacayos criollos, ‘Reporteros sin Fronteras’ ha comenzado sus operaciones para el próximo sabotaje mediático contra la Revolución Bolivariana” [28].
Para este caso preciso, RSF utilizó el mismo procedimiento que había elaborado en 2003 con los “periodistas cubanos” que consiste en convertir asuntos penales en violaciones de la libertad de prensa [29].
Por otra parte, ¿cómo creer que RSF se interesa por la “defensa de la libertad de prensa”, sabiendo que jamás se ha dignado a ocuparse del caso de Mumia Abu-Jamal, el periodista negro que sufre en las mazmorras estadounidenses desde hace un cuarto de siglo por haber denunciado en sus reportajes la violencia policial contra las minorías? ¿Por qué RSF no acusa Estados Unidos de poner trabas a la libertad de prensa al prohibir a los periodistas cubanos que ejerzan su profesión en su territorio, mientras que numerosos medios estadounidenses tienen antenas permanentes en La Habana?
Por fin, la financiación de RSF suscita numerosos interrogantes. La organización pretende sacar el 48% de su presupuesto (2003) de las ventas de calendarios y álbumes fotográficos. Así, 1.984.853 euros provendrían sólo de estas ventas. El calendario o el álbum fotográfico cuestan 8 euros, o sea RSF llegaría a vender 248.106 ejemplares al año, o sea cerca de 680 al día, 365 días al año. ¿Cómo creer semejante sandez? [30].
CONTINUA...