¿Inmigrantes ilegales simplemente?
Reynold Rassí
Se ha perdido ya la cuenta de las ocasiones en que nuestro país ha alertado a las autoridades norteamericanas sobre quiénes son realmente algunos de los que en balsas o lanchas de traficantes llegan a las costas de Miami o que intentan hacerlo y son devueltos a Cuba. Decenas de veces en las mesas redondas de la Televisión han sido expuestos los datos sobre los antecedentes de un buen número de inmigrantes ilegales que en el momento de la salida no están incorporados a ninguna actividad laboral, son elementos antisociales y muchos de ellos buscados por la justicia por tener causas pendientes.
Por esa razón escogen esta vía y casi en su totalidad nunca han realizado trámites legales, porque según han expresado ellos mismos, saben que no son "elegibles" y, por tanto, la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba no les otorgará visas, y entonces acuden a las llamadas ventajas de la asesina Ley de Ajuste Cubano y a los "cantos de sirenas" de la extrema derecha miamense. La historia se repite. Y solo expondremos dos casos de los últimos días.
El 18 de agosto fueron devueltas 25 personas por el Servicio de Guardacostas norteamericanos que habían sido interceptadas en alta mar. De ellos, 19 eran hombres, de los cuales siete tenían antecedentes delictivos, procesados por diferentes causas.
Dos días después, el 20, fueron devueltos igualmente dos grupos: uno que salió en balsa rústica el 12 de agosto por la zona de Alderete, en Cárdenas, integrado por 10 personas de Jagüey Grande, Matanzas, y otro que partió desde Sandino, también en balsa, con 12 pinareños de diferentes municipios de esa provincia.
De los 10 matanceros, todos hombres, cinco habían sido devueltos anteriormente por salidas ilegales, y siete procesados (tres cumplieron sanciones en prisión) por hurto y sacrificio de ganado, robo con fuerza y otros delitos.
Entre los de Pinar del Río, siete de los 11 hombres devueltos (había una mujer) fueron juzgados por distintas actividades delictivas y cuatro de ellos estuvieron en prisión por hurto y sacrificio de ganado mayor, hurtos varios, robo con fuerza, lesiones en las personas y otras causas.
Pero no todos son iguales ni emigran por la misma causa. Las razones son distintas.
Juan Manuel Hernández Romero, tiene 20 años y reside en San Juan y Martínez, Pinar del Río: "Salimos en una balsa rústica, hecha con neumáticos y madera, y llevamos velas y remos. Yo no tengo nada contra este país, me iba pensando en mejorar económicamente y vivir mejor. Aunque había buen tiempo, hacía mucho aire y la balsa casi se vira. A mi alrededor vi algunos tiburones. Tras dos días en el mar, ya casi sin comida ni agua, fuimos interceptados por un Guardacostas norteamericano. El viaje de esta forma es muy peligroso. Es un serio riesgo y no vale la pena jugarse la vida."
Con estos dos últimos grupos —en lo que va de año— han sido devueltas a nuestro país 487 personas por el Servicio de Guardacostas norteamericano, y 17 por la base naval de Guantánamo.
No importa el peligro que corran los inmigrantes ilegales ni las condiciones morales de los que serán recibidos por la sociedad estadounidense, porque la Ley de Ajuste Cubano solo persigue fines políticos para la mafia de Miami y la extrema derecha del gobierno norteamericano.