Y el enemigo no es otro sino el que vive en el país que la tropa ocupa... ¡Qué amabilidad por parte de la ONU permitir que sean ellas las primeras!
Cada vez que nos dan la noticia de una nueva regla sobre cómo hacer la guerra, se echa uno a temblar. Pues no hace más que agravar, en perjuicio del más débil, las condiciones en que las dos fuerzas que hoy día se enfrentan son siempre por definición miserablemente asimétricas. Empezamos por que se está llamando âguerraâ a lo que no son más que aplastamientos relámpago que dejan reductos de resistencia. Luego, a los que atacan desde esos reductos el benévolo les llama insurgentes y el fascista, terroristas.
En efecto, cada novedad normativa es un disparate o un insulto al sentido común.
Apliquemos el asunto de la defensa y ataque en el plano individual, y se comprenderá mejor lo que quiero decir:
Veo merodeando a un tipo en la cercanía de mi casa. ¿Qué hago? Pues sin haber leído un solo manual sobre autodefensa, espero a que se acerque un poco más y vierto sobre él un balde de aceite hirviendo por si está pensando en robarme. Luego me entero de que llevaba allí dos horas porque esperaba a su novia que al final no se presentó... Pero a mí no me hizo falta haber leído a Von Clausewitz ni el Arte de la Guerra de Sun Tzu. Le tiré el balde de aceite y en paz. A esto le llaman âautodefensa preventivaâ que ha sustituído a la âlegítima defensaâ
La legítima defensa me exigía cerciorarme de si el merodeador esperaba a alguien o se proponía entrar a la fuerza en mi casa. Para esto tenía que esperar yo a tener algún indicio. Por ejemplo que hurgase en la cerradura de mi puerta. Ahora no. Ahora basta que me caiga mal. Lo que hizo el tanque que disparó a José Couso. El sargento que estaba al frente del carro vio un reflejo en un balcón y le vino bien pensar que era un mosquetón que le apuntaba...
Pero es que además el problema real en los casos a que se refiere la novedad no está sólo en eso. El problema es más hondo. Está en que lo que pretende esa norma es proteger al ocupante metido en casa ajena de sus posibles y frecuentes desmesuras de muerte. Pues bien, esto es lo que tiene de "novedad" la autodefensa preventiva. El invasor queda habilitado automáticamente a permanecer en otro país que no es el suyo, y a atacar, no a contraatacar, a los habitantes del país en que se encuentra.
En una palabra, la ONU ha autorizado a los solュdados esュpaテアoles en el Lテュbano a que tiren el balde de aceite...
Pero por más que quieran hacernos ver que la primera potencia se civiliza con palabras, más nos convencen de que cada día se barbariza más. Porque la "autodefensa preventivaâ es cosa del imperio. Un imperio que se ríe en las barbas del Derecho de gentes, que se rie del trato debido a los prisioneros de guerra, de los acuerdos que prohiben armas como el agente naranja, el napalm o el fósforo blanco... todas esas que usa el campeón como nosotros el jabón.
Ya sé que las tropas españolas no van a una zona que haya sido ocupada oficialmente por la primera potencia. Pero todos sabemos de qué hablamos. Todos sabemos de la repercusión que tales normas tienen en el comportamiento de las tropas y de las policías de todos los países, y de dónde vienen esos siniestros placets...
¿Cuánto falta para que todo este orden de cosas caótico salte por los aires? Esperemos que sea pronto. Pero será, cuando el imperio se derrumbe. ¿Y cuándo ocurrirá?, cuando, como todo lo descomunal, estalle por dentro por falta de dinero para pagar a sus levas. Como le ocurrió al Imperio Romano y otros.