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General: JUSTICIA E HIPOCRECIA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: matilda  (Mensaje original) Enviado: 12/12/2006 12:16
Detrás del golpe contra Allende y de la dictadura de Pinochet que vino a salvar a Chile del "caos  comunista" estuvieron (como en Argentina y en otros países) el Departamento de Estado y los mismos bancos y transnacionales que hoy controlan el sistema económico productivo de Chile con democracia y elecciones.
Pinochet, como Videla en Argentina o Stroessner en Paraguay, fueron piezas de un dispositivo militar destinado a terminar con la militancia revolucionaria setentista   (los llamados "subversivos") dentro de una disputa por aéreas de influencia que mantenía  EEUU con la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría.
Pinochet y los dictadores militares de la doctrina de seguridad nacional que se formaban en la Escuela de las Américas y se reportaban al Comando Sur de EEUU, cumplieron para el Imperio norteamericano (represión militar de por medio) el mismo papel de "gerentes de enclave"
 
La conspiración en Chile por parte  del gobierno estadounidense del presidente Richard Nixon empezó antes del golpe y sobre todo antes de la llegada al poder del socialista Salvador Allende.
El 15 de septiembre de 1970, Nixon ordenó a la CIA el inicio de una intervención encubierta en Chile para impedir que Allende asumiera tras ser elegido democráticamente diez días antes.
Aquel día, en presencia del secretario de Estado Henry Kissinger, que todavía está vivo, Nixon dio órdenes explícitas de "salvar a Chile" y puso a disposición diez millones de dólares, según las notas manuscritas del entonces director de la CIA, Richard Helms, que participaba en la reunión.
Menos de tres años después, un agente secreto de la CIA, Jack Devine, enviaba el 10 de septiembre un mensaje a la sede de su organización en las afueras de la capital estadounidense, para avisar que el golpe estaba en camino.
"El atentado golpista tendrá lugar el 11 de septiembre", explicó. "En esta acción están implicados el Ejército, las Fuerzas Aéreas, la Armada y los carabineros", añadió, demostrando que la CIA ya estaba al tanto de que todas las fuerzas iban a levantarse el día siguiente contra Allende.
Tras el golpe, Kissinger aseguró oficialmente a la prensa estadounidense que la CIA "estuvo envuelta en grado mínimo, en 1970, y desde entonces nos hemos mantenido alejados por completo de cualquier plan golpista", a pesar de que su gobierno acababa de lograr el derrocamiento que buscaba desde tres años.
En cambio, el teniente coronel Patrick Ryan, jefe de la sección de marina del grupo militar estadounidense destacado en Chile, se mostraba mucho más eufórico y no dudó en presentar el 11 de septiembre como "el día del destino" para los chilenos, como lo señaló Kornbluh en su libro.
"Ahora que vuelven a ser un verdadero país en libertad, no parece haber obstáculos infranqueables ni problemas imposibles de resolver. Tal vez progresen de un modo lento, pero lo harán en calidad de hombres libres que aspiran a alcanzar objetivos que redundarán en beneficio de Chile", recogen los archivos estadounidenses.
Desde que se hizo con el poder, Pinochet contó con el apoyo de Washington. En junio de 1976, el dictador y Kissinger se reunieron en Chile, al margen de la Asamblea General de la OEA, celebrada en Santiago, a pesar de los crímenes perpetrados desde el golpe.
La red represiva de la llamada "doctrina de seguridad nacional" que guiaba el accionar de las dictaduras sudamericanas de la década del 70- fue articulada por el Pentágono y el Departamento de Estado conjuntamente con los regímenes de varios países de la región, fue la ejecutora de miles de asesinatos, torturas o desapariciones de militantes combativos de izquierda que luchaban para cambiar el sistema capitalista que hoy controla Chile con democracia y elecciones.
Pinochet no fue un "genocida demente" sino un instrumento de un proceso de represión militar salido  de las entrañas del Departamento de Estado norteamericano, y motorizado principalmente por el cerebro imperialista de Henry Kissinger, quien, según se desprende de los propios documentos desclasificados de la época, fue el motorizador principal de los golpes militares de Pinochet en Chile y de Videla en la Argentina.
Eran tiempos de plomo y de represión sangrienta e indiscriminada al "comunismo subversivo internacional" de la Guerra Fría, simbolizado principalmente en la Revolución Cubana ( no es paradójico?) y en la Unión Soviética que peleaba por aéreas de influencia con el imperio yanqui en la región.
En los 80, salvo en Colombia, los militares de la "seguridad nacional" ya habían terminado con la izquierda revolucionaria y la resistencia armada en América Latina, había desaparecido la URSS como punto de referencia logística y organizativa de los movimientos revolucionarios, y Washington resolvió imponer un orden regional basado en el pacifismo, la democracia y los derechos humanos.

Pero fuera del maquillaje democrático (del formalismo del estado de derecho y del régimen electivo-parlamentario), Washington y las transnacionales capitalistas siguieron ejerciendo el control sobre los recursos estratégicos y el sistema económico-productivo de los países mediante la asociación con las elites de poder y las clases políticas locales, quienes se reservan para sí los controles ejecutivos, parlamentarios y judiciales del Estado.
De tal manera, que del gerenciamiento militar del dominio imperial se pasó al gerenciamiento civil del mismo, sin alterar para nada el proceso de control económico por medio del cual los bancos y empresas transnacionales continuaron transfiriendo recursos y ganancias a EEUU y a las metrópolis capitalistas.
El mismo establishment de poder que juzgaba  a Pinochet antes de su muerte, fue cómplice de su dictadura y del golpe de Estado que derrocó al gobierno de Allende, y que  luego logró encaramarse en la estrategia de dominio con urnas y democracia.
Viejo y decrépito, odiado y condenado socialmente  por "genocida y corrupto", el "Chacal del Pacífico" murió a los 91 años de edad, mientras el sistema de dominio imperial-capitalista que lo perpetuó en el poder y luego lo defenestró, sigue vivito y coleando  (por ahora)en América Latina.
 
JUSTICIA E HIPOCRECÍA

Tras su muerte la mayoría de la llamada "comunidad internacional" coincide en que su fallecimiento "sella la impunidad" del ex dictador. PERO NO CONCURRIRAN MASIVAMENTE A HOMENAJEARLO,NI EN SU CUMPLEAÑOS NI EN SU FUNERAL.
Pero otros fueron más allá y pidieron que siga siendo juzgado aún de muerto. Tal es el caso del  juez de instrucción de la Audiencia Nacional española, Baltasar Garzón, quien desencadenó la detención de Pinochet en Londres en 1998, quien dijo en la Cadena Ser que las acciones judiciales iniciadas en España y Chile contra el ex dictador "deben continuar" porque las "víctimas, no lo fueron sólo de Pinochet sino también de otros militares y no militares".
Casa Blanca (Escuela de hipocrecía)
"La dictadura de Augusto Pinochet en Chile representó uno de los periodos más difíciles en la historia de esa nación. Nuestros pensamientos hoy están con las víctimas de su régimen y con sus familias...Felicitamos al pueblo de Chile por construir una sociedad basada en la libertad, el imperio de la ley y el respeto por los derechos humanos".
Departamento de Estado
"Reconocemos que el general Pinochet fue una figura altamente controversial que será juzgado por el pueblo chileno en todos los aspectos de su trayectoria. Los chilenos respondieron al gobierno de Pinochet reafirmando sus compromisos con la democracia, el pluralismo, una economía abierta y compromisos internacionales. Aplaudimos a Chile por su exitosa transición democrática y su fuerte promoción de los derechos humanos. La lealtad del pueblo chileno, su voluntad de mirar con franqueza al pasado, y su compromiso con un futuro brillante para todos los ciudadanos, le ha merecido el respeto del mundo".
Reino Unido (otro que se destaca )
La ministra británica de Asuntos Exteriores, Margaret Beckett, indicó que "sabemos de la muerte del general Pinochet y queremos rendir tributo al destacado progreso que Chile ha conseguido en los últimos 15 años como una democracia abierta, estable y próspera".
Y por fin uno que dice la verdad!!!

Margaret Thatcher se mostró "profundamente entristecida" por la muerte del ex general chileno. La ex mandataria no emitirá un comunicado formal, pero enviará sus condolencias a la familia de Pinochet
.
La Historia ,como siempre ,coloca a cada quién en su lugar.
 
(fuente: IAR Noticias)

Mati



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: talita7194 Enviado: 14/12/2006 19:30
SANCIONAN Y EXPULSAN DEL EJERCITO AL NIETO DE PINOCHET POR CONTAR FABULAS.....
 
Se cierra una era en Chile: dura sanción al capitán Augusto Pinochet Molina
Expulsan del ejército al nieto de Pinochet

Fue dado de baja tras el discurso que pronunció en el funeral del ex dictador, en el que reivindicó el golpe militar de 1973

SANTIAGO, Chile.- En medio de una fuerte controversia nacional, y tras la presión política que ejerció la presidenta Michelle Bachelet, el ejército chileno dio ayer de baja al capitán Augusto Pinochet Molina, nieto del fallecido ex dictador Augusto Pinochet.

Pinochet Molina había pronunciado un discurso de claro contenido político durante el funeral de su abuelo, anteayer, en la Escuela Militar.

Entre otras cosas, dijo que el ex dictador "fue un hombre que derrotó en plena Guerra Fría al modelo marxista que pretendía imponer su modelo totalitario no mediante el voto, sino más bien derechamente por el medio armado".

Esto molestó, pero lo que enfureció a la clase dirigente chilena y preocupó a los altos mandos militares fue cómo denostó al Poder Judicial: "Mi abuelo tuvo que ver cómo su mujer y su familia eran vejados por jueces que buscaban más renombre que justicia", en alusión a los procesos judiciales por corrupción y violación de los derechos humanos que se le siguen al ex dictador.

La presidenta Bachelet estudió el escenario durante un día y finalmente ayer, en una conferencia de prensa, puso presión sobre los mandos militares, únicos habilitados para sancionar al capitán Pinochet Molina.

"En la ceremonia institucional [por la muerte de Pinochet], un oficial, saltándose la línea de mando, sin autorización para hablar, irrumpió expresando opiniones políticas en contra de un poder del Estado y de sectores de la sociedad chilena. Esto constituye una falta gravísima. Estamos seguros de que el ejército sabrá hacer lo que corresponde."

Aclaró, inmediatamente, que era sólo su opinión y que no pensaba hablar del tema con el comandante en jefe del ejército, Oscar Izurieta. Un presidente, sin embargo, siempre habla desde su papel institucional.

Bachelet aprovechó la oportunidad política para referirse a la muerte de quien marcó la vida chilena durante los últimos 34 años: Augusto Pinochet. "Simboliza la partida de un referente de las divisiones, el odio y la violencia que sufrió el país."

La jefa del Estado chileno, que estuvo detenida durante la dictadura pinochetista y luego partió al exilio, desestimó luego que la desaparición física del ex líder fuera a abrir una nueva etapa en Chile. "Yo creo que la nueva etapa que ha vivido el país empezó el año 1990, cuando reconquistamos la democracia", dijo la mandataria, y agregó: "Los dolores y los sentimientos persisten por mucho tiempo".

Con la razón

Finalmente, consintió a su ministro del Interior, Belisario Velasco, quien había opinado que Pinochet pasaría a la historia como "un clásico dictador de derecha que se enriqueció ilícitamente". La presidenta sostuvo que Velasco "habló con la razón".

Así, el clima político aparecía demasiado espeso aquí en Chile. Todo junto, se trataba de la muerte del ex dictador, de las reacciones políticas, de las críticas presidenciales y de los incidentes entre militantes pinochetistas y antipinochetistas que dejaron 145 detenidos en tres días de movilizaciones callejeras, pero también de las palabras desubicadas de un capitán del ejército.

La posibilidad de que un militar en actividad pudiera realizar acciones políticas sin la reacción de la dirigencia podía volvérsele en contra al gobierno. Pinochet Molina había pasado por encima de sus mandos naturales, y eso, para el reglamento militar, es "una falta grave", según coincidieron Bachelet e Izurieta.

Además, la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, representante del gobierno en el funeral del ex dictador, había reclamado una sanción para Pinochet nieto.

El presidente del Partido Socialista, Camilo Escalona, calificó de "inconcebible" el discurso y añadió que "la participación en política es lo que distingue a un ejército republicano y democrático de otro que no lo es". La diferencia no resulta menor para un país que sólo en 1990 salió de una feroz dictadura.

Finalmente, un abogado especialista en derechos humanos, Hugo Gutiérrez, presentó una denuncia judicial contra Pinochet Molina por "sedición impropia e incumplimiento de los deberes militares", y solicitó una pena de cárcel.

Desconfianza gubernamental

En ese contexto, desde temprano, Izurieta aclaró que su subordinado más famoso sería sancionado por haber incurrido en "una falta grave". No dijo, sin embargo, qué sanción le correspondería.

A un militar que comete "una falta grave", justamente, le corresponde desde una amonestación hasta la baja. Tamaña amplitud despertó la desconfianza del gobierno. Al rato, casualmente, Bachelet apareció en la conferencia de prensa en la que cuestionó al nieto de Pinochet.

Por la mañana, el hijo de Pinochet y padre de Pinochet Molina, Augusto Pinochet Hiriart, dejó entrever que su hijo había pedido la baja dos días antes de pronunciar el discurso en el funeral del ex presidente, pero el ejército negó cualquier presentación de quien aquí ya es conocido como Pinochet III.

Así las cosas, con la presión política, con los diarios que hablaban del "polémico discurso" y con los programas políticos de TV que debatían minuto a minuto el acto de indisciplina del nieto de Pinochet, por la tarde el general Izurieta anunció que se encontraba en marcha el proceso de baja a su capitán díscolo.

La ministra Blanlot se apresuró a ratificar el despido con su firma, tal como lo exigen las normas. Y así el apellido Pinochet quedó fuera de la cotidianidad militar chilena.

La turbulencia política que se había desatado tras el funeral del ex presidente, inmediatamente, pareció aquietarse.

Por José Ignacio Lladós
Enviado especial



 
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