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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: RudolfRocker1  (Mensaje original) Enviado: 25/03/2007 23:15
Gigantescos beneficios empresariales durante el primer año de Michelle Bachelet

 

En el primer año de la administración Bachelet la concentración económica continuó profundizándose. Las diez empresas con mayores ganancias en el ranking 2006 de las sociedades que entregan sus resultados a la Superintendencia de Valores aportaron un 60% de las utilidades y aproximadamente un 71% del aumento en los resultados en comparación con 2005. El listado fue encabezado por Minera Escondida con utilidades por U$S 5.325 millones, en un año en que el precio del cobre alcanzó niveles particularmente elevados. Los consorcios cupríferos privados fueron grandes beneficiarios del momento particularmente alto en la cotización del metal rojo, que les permitió en no pocos casos recuperar la totalidad de la inversión efectuada desde que comenzaron sus explotaciones en el país, un buen número de ellas durante los gobiernos de la Concertación. Minera Escondida obtuvo un 30% de las ganancias totales y un 65% del incremento global registrado, mostrando así la relevancia del cobre en la economía chilena y las fuertes utilidades de los consorcios cupríferos. En general, las utilidades crecieron respecto a 2005 en un 43%.

Codelco alcanzó en 2006, a su vez, utilidades ascendentes a U$S 9.214,6 millones, un 88% superior al año anterior. La empresa estatal traspasó el total de sus excedentes, con excepción del limitado monto que se le permitió reinvertir, los cuales se transforman mayoritariamente en superávit fiscal o en adquisiciones de armamentos para las FFAA. Codelco representa aproximadamente un 30% de la producción de la gran minería, mostrando así indirectamente los elevados montos captados por el capital privado en este sector que explica el otro 70%. La ley reservada del cobre originó U$S >



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De: RudolfRocker1 Enviado: 26/03/2007 00:35
25-03-2007
Entrevista con James Petras: ¿La izquierda es la izquierda?

Perla Franco
Claridad

James PetrasSe autodefine como marxista heterodoxo. Prefiere combinar el conocimiento de la historia, la cultura, los conflictos de clases y la política. Pero más allá, le interesa la fortaleza que genera la solidaridad entre los seres humanos. Cree que el intercambio humano es lo que da fortaleza para seguir adelante en la lucha ideológica, sobre todo en estos tiempos en que el mercado, la globalización y el neoliberalismo intentan acabar con los que menos tienen. Siente satisfacción al reconocer que más allá de la lucha política el compartir detalles comunes de todos, alegrías, y por qué no, fiestas y hasta uno que otro trago de vez en cuando, ayuda a fortalecer el arduo camino que representa la lucha por la justicia social.

“Eso es importante porque a veces nos sentimos cansados de la lucha política ideológica y cuando uno se mira en el espejo dice: ‘debemos continuar’; y uno recuerda las luchas y personas con quien uno estaba compartiendo victorias y derrotas y eso fortalece el sentido de continuar en la lucha”.

Habla James Petras, un sociólogo nacido en Boston, hijo de inmigrantes griegos. Gran conocedor de las luchas sociales en todo el mundo, testigo de desigualdades sociales y de los efectos nefastos del capitalismo y el imperialismo. Conoce el palpitar de la América Latina desde los grupos de base y las luchas populares. Con él conversamos en entrevista exclusiva cuando llegó a Puerto Rico recientemente a dictar varias conferencias bajo el tema El futuro de las relaciones de América Latina y los Estados Unidos. De él escuchamos controvertibles opiniones sobre los nuevos gobiernos de América Latina, la lucha de clases, las luchas populares, los liberales confundidos con izquierdistas y el futuro de las políticas neoliberales en la región y, por supuesto, su impresión de Puerto Rico.


Usted tiene una visión muy crítica de los nuevos gobiernos de América Latina que algunos han catalogado entre izquierdas radicales y nueva izquierda. ¿Qué cree de Bachelet en Chile; Correa en Ecuador, Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia, Lula en Brasil, Tabaré en Uruguay; de la situación de Cuba y de López Obrador en México, que estuvo cerca de ganar las elecciones como parte de estos nuevos gobiernos? ¿Cómo visualiza esos nuevos gobiernos?

“Creo que la izquierda ha perdido su papel, ha perdido criterios. Entendemos la izquierda como una política que aumenta los gastos estatales, que fortalece el poder del estado en la economía, que rechaza las prácticas de libre comercio, que aumenta los salarios, (que emplea) las inversiones públicas en servicios sociales, que revierte las privatizaciones que perjudican el país, eso como algunos criterios. Si aplicamos eso, lo que la gente llama la izquierda, a quién podemos considerarlo así.

“(En el caso de) Lula, éste apoya la privatización, rechaza la reforma agraria, está financiando las grandes plantaciones de soja de agroexportadores. ¿En qué sentido es izquierdista entonces? Uno dice, bueno, porque era un obrero antes, pero hace 30 años. Pero chico, alguien que era sindicalista, que ha pasado 25 años como funcionario de un partido, que dentro de ese partido cada vez más se ha derechizado, que ha pactado con el Fondo Monetario, ¿como podríamos considerarlo de izquierda por el hecho de que en una época era metalúrgico, dirigente sindical? La gente cambia, especialmente al entrar a la lucha electoral. Hay un proceso de resocialización donde se aprenden nuevos valores.

“En el caso del Partido Socialista de Bachelet (en Chile) no tiene nada, absolutamente nada que ver con (el ex presidente socialista Salvador) Allende. (Ahora) son los capos del libre comercio con Estados Unidos. Mandan tropas a Haití donde masacran al pueblo haitiano, junto con Lula, con Evo Morales, que tienen tropas en Haití. ¿En qué sentido entonces es esa una política antiimperialista, si están colaborando con la ocupación de Norteamérica que derrocó a Aristide?

“Yo creo que la izquierda revolucionaria está presente en varios países: en las FARC en Colombia, en sectores del Movimiento sin Tierra en Brasil, sectores sindicales y campesinos en Bolivia que están exigiendo la expulsión de multinacionales, la nacionalización, expropiación, porque Morales ha confundido al mundo con su frase nacionalización pero no expropiación, es un juego de palabra. Porque nacionalización históricamente significa la expropiación de una empresa y pasarla de manos privadas al estado y lo que hace Evo Morales es simplemente aumentar los impuestos que pagan y han comprado algunas acciones que antes eran los fondos de pensiones para compartir con los sectores petroleros y con las grandes transnacionales. No han expropiado ninguna empresa ni de gas, ni de petróleo y mucho menos entre las grandes plantaciones y latifundios. Categóricamente dijo que no iba a expropiar empresas productivas.”


¿Cambió Evo Morales de lo que era antes de llegar al poder y lo que es ahora en el poder?

“Primero cambió cuando se puso a ser electoralista. Porque hay dos caminos. Aceptó la institucionalidad pero manteniendo un discurso crítico al capital, a los imperialistas y la derecha. Después, cuando casi ganó las elecciones presidenciales, que las perdió por un estrecho margen, se derechizó más. Empezó a subordinar la lucha de masas a sus aspiraciones de ser presidente. Eso se empezó a ver con las insurrecciones. Evo Morales no participó en ninguna de las insurrecciones. En febrero de 2003 no tomó parte del levantamiento. Mucho menos en octubre que derrocaron las masas a Sánchez de Losada. Evo estaba en Ginebra en un congreso de parlamentarios. Volvió en el último momento cuando la insurrección era exitosa y utilizó su autoridad para imponer al vicepresidente de Sánchez de Losada, Carlos Mesa, quien era un liberal. En la última insurrección que tumbaron a Mesa, a pesar de la resistencia de Evo Morales, interviene Morales y consigue que otro liberal, el presidente de la Corte Suprema, (de apellido) Rodríguez, sea presidente transitorio. Cuando éste llegó al poder fue más que evidente que era un liberal progresista bajo mucha presión de las masas. Pero incluso si quieres, como reformista, Evo lo que dio fue migajas. Por ejemplo, aumentó el salario mínimo en un 10 por ciento, mientras que en la campaña electoral dijo que iba a duplicarlo. Los maestros lo que recibieron fue un aumento real de cinco por ciento.”

¿Cómo ve el caso de Ecuador?

“Yo no confío demasiado en (el presidente Rafael) Correa. Primero, por los nombramientos de su gabinete. Segundo, porque después de denunciar la deuda externa, al siguiente día vuelve a pagarla al Fondo Monetario. Después dice que va a echar la base norteamericana en Manta, pero dice que al acuerdo todavía (le quedan) dos años. Es como un cangrejo. Después dice que va a crear la Constituyente pero, cómo va a montar la constituyente si los espacios para elegir son los mismos que las elecciones parlamentarias; es decir, los movimientos sociales no van a presentar candidatos y va a ser un espacio donde la misma politiquería electoral va a meter sus candidatos. Y además, Correa pactó con Lucio Gutiérrez, que era un vende patria. Entonces, con estos indicadores, debemos mirar con mucha cautela en vez de decir que forma parte de una nueva ola. Sabemos que hay movimientos indígenas, sindicalistas, petroleros, electricistas que apoyan a Correa, pero hay que ver en qué grado las presiones de estos sectores influyen sobre su política de gobierno.”


¿Es similar el caso en Uruguay?

“Ese es un gobierno puramente liberal. (El presidente) Tabaré Vázquez y (el ministro de economía) Daniel Astore. Astore desde años quería colaborar con los partidos burgueses de derecha y firmaron (con ellos) un contrato en acuerdo con Estados Unidos sobre garantías de inversión y de comercio.

“Creo que la izquierda pragmática es Cuba y Venezuela, que han tenido un estado de bienestar social, una economía mixta y una posición critica al imperialismo norteamericano. Yo lo llamo pragmático porque ya Cuba ha invitado a España, los israelitas y a medio mundo que quiera compartir inversiones allí.”


¿Se refiere a las empresas de inversión mixta?

“Sí. En lo avícola Cuba está compartida con China, en Turismo con España, en lo cítrico con Israel, que tiene plantaciones grandes allí. Incluso el ex jefe de la Mosad (servicio de inteligencia israelí) es dueño de una plantación cítrica importante.

“Y (refiriéndose a Chávez) quiere balancear la faja del Orinoco que antes estaba totalmente bajo Exxon, Texaco, ahora quiere ser su socio, compartir 50-50 con ellos la exportación de petróleo. Y fíjate, antes de Chávez el impuesto sobre el petróleo era dos por ciento. Después de Chávez subieron a 15 por ciento hace tres años. Hace un año lo subió a 33 por ciento y ahora con su nueva política Chávez se está preparando para nacionalizar la mitad, compartir esa explotación del petróleo con las multinacionales. (Considera eso una progresión positiva). Está volviendo a aumentar el poder del estado sobre la economía.”


¿Es entonces Venezuela el único país que va hacia la izquierda?

“Sí, creo que es el único. Los demás se quedan con el modelo neoliberal del pasado, en algunos casos profundizándolo.”


En Nicaragua; ¿qué opinión le merece la vuelta de Daniel Ortega en alianza con la derecha?

“Con los contras de aliados y en la vicepresidencia con el Obispo Ovando, el más reaccionario y antimujer del mundo, aprobaron una ley antiaborto peor a la que existía con Somoza y Violeta Chamorro. Es una ley que incluso prohíbe el aborto en caso de violación y hasta cuando sea para salvar la vida de la mujer.”


En el caso de El Salvador, que recientemente celebrara los 15 años de los acuerdos de paz en medio de una serie crisis social, ¿qué cree?

“Después que depusieron las armas yo estuve allá conversando con dirigentes populares y lo que me contaban era que durante la lucha armada los gobiernos no se atrevían a aprobar legislación antilaboral porque tenían miedo de que los guerrilleros se juntaran con los obreros. Pero después que el farabundismo (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional/ FMLN) bajó las armas y entraron al Parlamento, han aprobado leyes antisindicales que facilitan el despido de obreros.

“Yo creo que el farabundismo era un esfuerzo político electoral para construir un estado de bienestar social, ni más ni menos. Schafik (Jorge Handall, uno de los líderes del FMLN) me contaba que no había una perspectiva de socialismo, que había que modernizar al país, mejorar la productividad y se molestó cuando yo le pregunté que ante la modernidad de los capitalistas del país, ¿qué iban a tener frente a ellos; algunos beneficios sociales? Yo creo que Schafik a final de cuentas convirtió su discurso radical en un discurso de bienestar social.

“Yo hablaba con mucha gente que votó por el farabundismo y todavía están en la espera de ver los cambios que le prometieron. Todavía están pendientes porque les dicen que (los del FMLN) no tienen la presidencia (del país), no tienen mayoría en el Congreso y tienen que esperar no sé cuantos años, para elegir ‘nuestro gobierno’. Mientras, desde la paz han salido cientos de miles de salvadoreños del país porque no aguantan más, que los debates parlamentarios rinden muy poco.”


¿Dónde ubicamos a Evo Morales?

“Creo que por las poderosas presiones de masa insurreccionales hay que ver cómo va a terminar el asunto, porque ya permitió que la derecha, que estaba muy desprestigiada y debilitada, volviera a reorganizarse en Santa Cruz. Evo Morales está entre la insurrección y la reacción. Dice que va a expropiar empresas si no cumplen con los acuerdos. Luego dice a la oligarquía que amenaza al separatismo que va a movilizar al pueblo para golpearlos. Entonces, hay un doble discurso. Primero depende de Europa para ayuda: Zapatero, Francia. Incluso no tiene ningún problema con que Estados Unidos todavía esté financiando la erradicación de coca, aunque han bajado ese financiamiento. Hubo un momento en que Evo empezó a hablar en contra de la erradicación de los cocaleros y Estados Unidos se enfadó y le bajaron el financiamiento. La última cifra que tenía de ese financiamiento era de unos 40 ó 50 millones porque era de unos 80 millones pero la bajaron. Y recibe el apoyo de Venezuela, de los médicos cubanos. Su política es muy ecléctica. Se quedó en el pacto con los países liberales en el pacto Andino cuando Chávez renunció porque bajaron las barreras para las multinacionales norteamericanas y cuando dijo que eso era un trampolín para los yanquis entrar en Venezuela renunció.”


¿Qué futuro le ve usted a las políticas neoliberales que efectivamente se han ido aplicando en toda América Latina de una u otra forma, una manera sutil de abrir más esa brecha entre ricos y pobres?

“Los precios de materias primas han subido a precios internacionales récord. Hierro, petróleo, cobre, estaño, plomo han tocado el techo. Las exportaciones de hojas, de granos, maíz, han subido al techo, por varias razones. Primero, es que China es un proceso tan dinámico que ha subido los precios. El níquel, Cuba tiene ingresos récord por la venta de níquel. Le están tocando $38,000.00 por tonelada, insólito en toda la historia. Entonces gobiernos liberales tienen enorme liquidez ahora, han cosechado grandes ingresos. Eso da por ejemplo a Kirchner un dinamismo de 8% por año de crecimiento y a partir de eso puede suavizar algunas de las contradicciones, particularmente con la pequeña burguesía, en Buenos Aires. Se da esta política de transacciones y negociaciones, entonces estos paliativos por la coyuntura internacional se están fusionando actualmente para bajar la temperatura política en las confrontaciones con el neoliberalismo que practican estos gobiernos. Algunos practican con más astucia y otros con menos. Kirchner mucho más vivo que Lula. Lula ha pasado cinco años de casi estancamiento a pesar de pagar la deuda externa de doscientos mil millones de dólares que le entregó a los bancos. Doscientos mil millones de dólares en poco más de cinco años. Cuarenta mil millones de dólares por año. Cuando hay 50 a 55 millones de personas bajo la línea de pobreza, –con un estimado conservador, yo creo que mucho más– estamos en una situación en la que el neoliberalismo queda desprestigiado, incluso el discurso de los practicantes neoliberales es criticar el neoliberalismo. Daniel Ortega en el Foro Sao Paolo y los demás critican el neoliberalismo. Pero es un fantasma, cuando están entregándose las empresas.

“Hay mucha demagogia. Por eso digo, Evo Morales dice que vamos a nacionalizar y cuando lo analizas en la práctica no hay ninguna expropiación. ¿Qué significa nacionalización? Incluso en el petróleo, cuando uno examina las privatizaciones que hicieron, 51 por ciento fue a las empresas extranjeras. Los fondos de pensiones Bolivianas eran dueñas de 49 o 48 por ciento. Cuando llega al poder Evo Morales transfiere las acciones de los fondos de pensiones al gobierno. Después compra un cuatro por ciento de las empresas para tener una asociación compartida pero el cuerpo directivo de las empresas nacionalizadas sigue en manos de los gerentes de las transnacionales. Entonces hay muchos problemas de manipulación del lenguaje, de cosas folclóricas culturales. Evo va al carnaval, participa. Habla idioma indígena. Lula va al carnaval y participa. Llora con los niños pobres, etc.”


¿Dónde ve entonces la esperanza?

“En mi opinión, hay grandes movimientos de masas en América Latina que no han sido derrotados. Pero esta gran ola que surgió entre 1999 a 2003, que tumbó gobiernos en Argentina, los golpistas en Venezuela, neoliberales en Bolivia, Ecuador, el surgimiento de los sin tierra en Brasil, esta gran ola está en retroceso después que subieron estos políticos de centro derecha. La gente confunde el periodo de los levantamientos populares de los años 2000-2003 con los gobiernos actuales que aprovecharon esa coyuntura y disfrazaron la derecha más rancia de Rúa, de Sánchez de Losada, entre otros, los más podridos de la vieja derecha, y surgió una derecha más pragmática, más populista.

“Por ejemplo, Lula tiene un programa de cupones como tiene Estados Unidos aquí (en Puerto Rico), cupones para los más pobres, unos $30 dólares al mes para comprar comida, alimentando unos 10 millones de familias pero no ha generando empleos. Utilizó los mecanismos del estado para montar una máquina electoral y les dio los resultados electorales que vimos. Los sectores que más recibieron cupones fueron los que mayormente votaron por él. Sectores que eran baluartes de la derecha se fueron con Lula. Pero no hizo reforma agraria. No aumentó los salarios de los más pobres, pero sí tienen cupones y sobreviven y sienten aprecio por el patrón Lula.”


¿Sigue estando la esperanza en los movimientos sociales que usted mencionaba?

“Absolutamente.”


¿En esa base del pueblo que no está en el poder en estos momentos, que la reprimen, que la quieren aplastar…?

“Sí. Estuve en Brasil con el sector público, que es el sector más combativo contra Lula, porque le bajó las pensiones 30%. Incluso los fiscalizadores pagaron mi pasaje. Es el sector más privilegiado de la administración pública, pero golpeado por Lula. Y Lula, con mucha demagogia, dice que tiene el coraje de atacar las pensiones del sector público. Ningún otro gobierno anterior tenía el coraje de atacarlos. Fíjate entonces, este sector, quemaron sus tarjetas en una manifestación en Brasilia y estuve con ellos escuchando, discutiendo, eran gente socialdemócrata, ellos eran la base de Lula y de repente están formando una nueva confederación más clasista.

“Y lo mismo en Argentina, es cierto que Kirchner coactó un sector. Pero hay muchas huelgas de médicos y muchas huelgas del sector público, los desocupados están exigiendo. Entonces la lucha continua no es insurreccional, pero siguen. Tengo un programa de radio cada semana en Montevideo y allá, a pesar de que Tabaré Vázquez está invitando a Bush, los sindicalistas, disidentes y otros sectores populares están montando y presionando el sindicalismo oficial a participar en una gran marcha en contra de Bush invitado por su propio gobierno.

“También en Bolivia. Un pueblo con gran conciencia está en la espera. Defienden a Evo todavía porque odian a los racistas blancos de Santa Cruz, que tratan no sólo de explotarlos sino de humillarlos. Entonces defienden a Evo contra la derecha pero también están presionando y criticando a Evo para arrancar el motor de cambios. Entonces me invitan al Congreso de Sociólogos de Bolivia a abrir la conferencia, que saben que mi posición es muy crítica de Evo Morales. A mí me afecta la altura entonces envié mi ponencia para que alguien la leyera en la inauguración.

“Lo mismo pasa en Ecuador. Lo que estoy diciendo es que la gente con quien tal vez no están completamente de acuerdo en algunas cosas pero están abierto a dialogar, los dirigentes indígenas Cholangas, otras personas en la industria petrolera, sindicatos, me invitan, no son ciento por ciento comprometidos. Correa para ellos es un instrumento para montar la lucha.

“A pesar del retroceso desde el periodo anterior, ningún movimiento social de éstos ha sufrido una derrota histórica, quiero decir una derrota que desarticule su tejido. Ninguno. Ni Argentina, ni Brasil, ni en Bolivia, ni en Ecuador. Están intactos y en el momento que empieza el retroceso profundo, ya van a lanzarse otra vez. Yo confío más en los movimientos sin ser muy aséptico con cualquier líder. A algunos los apoyo y critico, pero mantengo una visión de que el proceso puede avanzar más con mayor energía.

“Yo por ejemplo apoyo a Chávez en las medidas positivas pero falta mucho. Hay mucha corrupción y él reconoce la corrupción en los partidos que lo apoyan. Por eso quiere formar un nuevo partido…, quiere una nueva dinámica. En eso creo que es correcto y apoyo toda la política exterior de Chávez en relación con Irak, Irán, Puerto Rico, Haití. Pero él solo apoyó a Haití, sólo Chávez atacó la invasión de Haití. Los demás supuestamente izquierdistas, pregúntale a esta gente qué dicen. ¿Por qué están masacrando haitianos? ¿Por qué no dicen que el mando está en manos de brasileños? ¿Que el oficial político de Naciones Unidas Gabriel Valdez, es chileno de Bachelet? ¿Y por qué Bachelet está machacando los mapuches en el sur de Chile, presos políticos?”


Noticia original:
http://claridadpuertorico.com/cms/index.php?option=com_content&task=view&id=26&Itemid=1


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: RudolfRocker1 Enviado: 26/03/2007 00:36
América Latina: cuatro bloques de poder

James Petras

En América Latina hay cuatro bloques de naciones que contienden, contrariamente al dualismo simplista con que la Casa Blanca y la mayoría de la izquierda describen el proceso. Cada uno de ellos representa diferentes grados de acomodo u oposición a las políticas e intereses estadunidenses, que dependerán de cómo defina o redefina Estados Unidos sus intereses según las nuevas realidades.

La izquierda radical incluye a las FARC en Colombia, sectores de los sindicatos y los movimientos campesinos y barriales en Venezuela; la confederación obrera Conlutas y sectores del Movimiento sin Tierra en Brasil; sectores de la Confederación Obrera Boliviana, los movimientos campesinos y las organizaciones barriales en El Alto; sectores del movimiento campesino-indígena de la Conaie en Ecuador; los movimientos magisteriales e indígena-campesinos en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, México; sectores de la izquierda campesino-nacionalista en Perú; sectores de los sindicatos y desempleados en Argentina. Es un bloque político heterodoxo, disperso, fundamentalmente antimperialista, que rechaza cualquier concesión a las políticas socioeconómicas neoliberales, se opone al pago de la deuda externa y en general respalda un programa socialista o nacionalista radical.

La izquierda pragmática incluye al presidente Hugo Chávez en Venezuela, a Evo Morales en Bolivia y a Fidel Castro en Cuba. A una multiplicidad de grandes partidos electorales y a los principales sindicatos y uniones campesinas en Centro y Sudamérica: los partidos electorales de izquierda, el PRD en México, el FMLN en El Salvador, la izquierda electoral y la confederación obrera en Colombia, el Partido Comunista chileno, la mayoría en el partido parlamentario nacionalista peruano Humala, sectores de los líderes del MST en Brasil, el MAS en Bolivia, la CTA en Argentina y una minoría del Frente Amplio y la confederación obrera en Uruguay. Incluida está la gran mayoría de los intelectuales latinoamericanos de izquierda. Este bloque es "pragmático" porque no hace un llamado a la expropiación del capitalismo ni al rechazo de la deuda ni a ruptura alguna de relaciones con Estados Unidos.

En Venezuela los bancos privados, nacionales y extranjeros, ganaron una tasa de más de 30 por ciento entre 2005 y 2007. Menos de uno por ciento de las más enormes propiedades de tierra fue expropiado para otorgarle títulos a los campesinos desposeídos. Las relaciones del capital con la mano de obra siguen inclinando la balanza en favor de las empresas y los contratistas. Venezuela y el presidente Alvaro Uribe de Colombia han firmado varios acuerdos de cooperación económica y de seguridad de alto nivel. Mientras promueve una mayor integración latinoamericana, Chávez busca una "integración" con Brasil y Argentina, cuya producción y distribución de crudo son controladas por corporaciones multinacionales europeas e inversionistas estadunidenses. Aunque Chávez reprocha el intento estadunidense de subvertir el proceso democrático en Venezuela, el país provee 12 por ciento de las importaciones totales de crudo a Estados Unidos, es dueño de 12 mil gasolineras Citgo en Estados Unidos y de varias refinerías. El sistema político de Venezuela es muy abierto a la influencia de los medios masivos privados, apabullantemente hostiles al presidente electo y al Congreso. Hay organizaciones no gubernamentales financiadas por Estados Unidos, una docena de partidos y una confederación de sindicatos actuando en pro de los planificadores estadunidenses. Casi todos los funcionarios y miembros del Congreso que están en favor de Chávez se montaron en su carroza política más por intereses personales que por lealtad populista. El pragmatismo de Venezuela es un campo muy lucrativo para los inversionistas estadunidenses, suministra energía de modo confiable y crea alianzas con Colombia, principal cliente de Estados Unidos en América Latina.

La retórica y el discurso radical de Chávez no corresponden con las realidades políticas. Si no fuera por la intransigente hostilidad de Washington y sus tácticas de continua confrontación y desestabilización, Chávez parecería moderado. Es obvio que sectores de las grandes empresas se quejen del incremento en pagos por regalías, dividendos de ganancias e impuestos. Washington pinta a Chávez cual si fuera un "peligroso radical" porque compara su política con la de los previos regímenes clientelares de Venezuela en los años 90. Pero si tomamos los pronunciamientos de política exterior de Chávez con una pizca de sal, asumimos el cambio en el ambiente internacional acaecido entre 2000 y 2007 y sus limitadas reformas en asistencia social, impuestos y otras, de hecho Estados Unidos está ante un radical pragmático que puede acomodar.

Lo mismo se aplica a la política hacia Cuba y Bolivia. Cuba ha establecido lazos diplomáticos con casi todos los clientes y aliados de Estados Unidos en América Latina. Explícitamente le tendió la mano diplomática a Uribe, rechaza la izquierda revolucionaria de las FARC en Colombia y respalda en público a neoliberales como Lula da Silva de Brasil, Néstor Kirchner de Argentina y Tabaré Vázquez en Uruguay, además de firmar un amplio espectro de acuerdos de adquisición con grandes exportadores estadunidenses de alimentos. Cuba brinda servicios de salud gratis (y entrenamiento a miles de médicos y educadores) en un gran número de regímenes clientes de Estados Unidos, de Honduras a Haití y Pakistán. Abrió la puerta a inversionistas extranjeros de cuatro continentes en todos sus principales sectores de crecimiento. La paradoja es que mientras Cuba profundiza su integración al mercado capitalista mundial en la emergencia de una nueva clase de elites orientadas al mercado, la Casa Blanca incrementa su hostilidad ideológica. Esta postura extremista se emprende también con el régimen de izquierda pragmática de Morales en Bolivia, cuya "nacionalización" no ha expropiado ni expropiará ninguna empresa extranjera. Uno de sus principales propósitos es estimular los acuerdos comerciales entre la elite de las agroempresas de Bolivia con Estados Unidos.

El tercero y más numeroso de los bloques políticos en América Latina lo constituyen los neoliberales pragmáticos: el Brasil de Lula y la Argentina de Kirchner. Muchos son los imitadores de estos regímenes entre las filas de la oposición liberal de izquierda en Ecuador, Nicaragua, Paraguay y otros lados. Kirchner y Lula defienden su paquete completo de privatizaciones legales, semilegales e ilegales. Ambos prepagaron sus obligaciones oficiales de deuda y buscan estrategias de crecimiento mediante la exportación de minerales y productos agrícolas, e incrementaron las ganancias empresariales y financieras restringiendo sueldos y salario.

Hay también diferencias. La estrategia en favor de la industria de Kirchner condujo a una tasa de crecimiento que duplica la lograda por Lula; redujo el desempleo en 50 por ciento, lo cual contrasta con el fracaso de las políticas de empleo de Lula. En Argentina, el ambiente de inversión para empresarios y banqueros es favorable para la consecución de ganancias. Sus principales diferencias con Washington derivan de las negociaciones en torno a un acuerdo de libre comercio. Mayores oportunidades de comercio global y una posición mercantil más fuerte les otorga una posición más fuerte al negociar. Ni Lula ni Kirchner respaldarán el intento militar estadunidense de derrocar o boicotear a Chávez, porque trabajan conjuntamente aumentando lucrativas inversiones y proyectos de petróleo y gas. Reconocen la naturaleza básicamente capitalista del régimen de Chávez aun cuando rechacen la mayor parte de su radical discurso antimperialista. Ambos presidentes diversifican sus socios comerciales y buscan acceder a mercados en China y Asia.

Washington no es hostil con Argentina y tiene una relación amistosa de trabajo con Brasil, pero no logró extender su influencia a ellos por su renuencia a entender estos regímenes de libre comercio "nacionalista". Que Kirchner se empeñe en lograr acuerdos negociados, inversiones reguladas, recolección de impuestos y renegociaciones de la deuda es visto como "nacionalista", "izquierdista" y casi intolerable. Washington se preocupa de que las políticas de libre comercio de Lula exijan que Estados Unidos ponga fin a sus subsidios y cuotas agrícolas, como lo hace Brasil. Pero con tal de defender a sus empresas agrícolas no competitivas, Washington sacrifica en su extremismo la posibilidad de entrar a gran escala y largo plazo al sector industrial y de servicios de Brasil.

El cuarto bloque político son los regímenes, partidos y asociaciones de elite neoliberales doctrinarios, que siguen al pie de la letra los dictados de Washington. Es el régimen de Felipe Calderón en México, que se prepara para privatizar las lucrativas empresas petrolera y eléctrica. Es el régimen de Michelle Bachelet en Chile, perenne exportador de minerales y productos agrícolas, la Centroamérica exportadora de fruta tropical y plena de maquiladoras. Colombia, que recibe 5 mil millones de dólares en ayuda militar estadunidense desde finales de los 90. Perú que por más de 20 años ha privatizado toda su riqueza mineral, gobernado ahora por Alan García, otro cliente de Estados Unidos.

Según Washington y los ideólogos de derecha un "populismo radical" barre la región, simplificando una compleja realidad para servir a sus propios intereses. Lo que hay es un cuadrángulo de fuerzas que compiten y se confrontan en América Latina.

Washington insiste que la influencia subversiva de Venezuela y Cuba debilita su posición en América Latina. Un factor mucho más importante es el aumento generalizado de los precios de bienes de consumo, lo que significa mayores entradas por exportación a la región. Entonces, los países latinoamericanos dependen menos de las "condiciones" del FMI para allegarse préstamos, lo que limita aún más la influencia estadunidense. Mayor liquidez significa poder contar con préstamos comerciales sin recurrir al Banco Mundial. Los expansivos mercados de Asia, en particular el aumento de la inversión asiática en las industrias extractivas latinoamericanas, erosiona aún más el apalancamiento mercantil estadunidense en la región. Ante la caída de su propia economía en 2007, es probable que Estados Unidos reduzca sus inversiones y comercio con América Latina. En otras palabras, tiene menos margen de maniobra sobre izquierdistas y neoliberales pragmáticos que en los 90. Mal etiquetar a lo regímenes y exagerar grado y clase de la oposición conduce a la exacerbar los conflictos. Persistir en la actitud de lograr acuerdos de libre comercio a escala continental mediante concesiones no recíprocas es perder la oportunidad de lograr tratos comerciales.

Esto es efecto de una configuración ultraconservadora por parte de los planificadores estadunidenses y sus principales asesores.

Washington describe burda y malamente la realidad latinoamericana, lee incorrectamente el contexto regional e internacional actual, pero los intelectuales de izquierda exageran el radicalismo o la realidad revolucionaria de Cuba y Venezuela. Pasan por alto la contradictoria realidad y sus acomodos pragmáticos con los regímenes neoliberales. Con muy poca perspicacia histórica, continúan creyendo que neoliberales pragmáticos como Lula, Kirchner y Vázquez son "progresistas", y los agrupan junto con izquierdistas pragmáticos como Chávez, Castro y Morales. En ocasiones caracterizan a los partidos y a los regímenes según sus pasadas identidades políticas izquierdistas y no según sus actuales políticas elitistas de libre comercio y exportación de agrominerales.

La izquierda debe encarar el hecho de que pese a que el poder estadunidense declinó, se recupera y avanza desde que las rebeliones de masas derrocaron a sus clientes en 2000-2002. Quedaron en la nada las esperanzas de la izquierda en que la victoria de antiguos partidos políticos electorales de centroizquierda revirtiera las políticas neoliberales de sus predecesores. Redefinir la conversión de izquierdistas en neoliberales pragmáticos cual si fuera algo progresista o creara un contrapeso al poderío estadunidense, es ingenuo y confunde aún más.

El declive de la influencia estadunidense en América Latina no es lineal: una abrupta caída fue seguida de un repunte parcial. Ningún ascenso sostenido de la izquierda radical sale al paso de este descenso en influencia. Los ganadores reales son los izquierdistas y neoliberales pragmáticos, que llegaron el poder ante la retirada de los neoliberales doctrinarios y la favorable coyuntura expansiva de las condiciones del mercado mundial.

Traducción: Ramón Vera Herrera



 
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