Washington-- En Estados Unidos existe la costumbre de preguntar la opinión política a toda persona que se destaca en la vida. Los más parcos en sus expresiones políticas son los deportistas y los más expansivos son los artistas. Luego, obviamente por motivos publicitarios, la prensa reproduce la opinión de los entrevistados.
Algunas veces los periódicos hacen notar, tal vez con malvado deleite, lo que piensan estas luminarias de las pantallas y vida pública. Generalmente, sus comentarios son frívolos y carentes de profundidad, pero indiscutiblemente atraen la curiosidad por ser personas famosas.
Es divertido observar las opiniones de muchas de estas personas. Los artistas suelen, generalmente, identificarse con un pensamiento público de izquierda y con una actuación en sus finanzas personales de extrema derecha económica. Hablan en forma socialista e invierten y viven de manera conservadora capitalista. Pero, en esto no son la excepción del mundo liberal de las limusinas.
Sigo la práctica, para conocer algo del verdadero sentir de las personas, de poner atención a cómo estas viven y manejan sus finanzas personales. Esto da una idea más exacta de sus creencias íntimas. Tú eres lo que tu cuenta bancaria y tu estilo de vida reflejan. Dejo aparte lo que las personas dicen, para poner atención a lo que hacen financieramente.
El dirigente negro estadounidense Jesse Jackson es un populista trabajador de la floreciente industria de la pobreza, la negritud y los desposeídos. En su vida privada es otra cosa. Sus hijos se educaron en las más exclusivas escuelas blancas de la capital estadounidense, codeándose con los niños de los millonarios y asistiendo a las fiestas infantiles de la burguesía capitalista nacional. En honor a Jackson, aunque él no se puede decir que inventó el proxenetismo de la pobreza, ha sido un innovador al relacionarla con la negritud y elevarla de la iglesia de barrio a la política nacional.
Jesse quien recibe ingresos, que nunca ha publicado de millones de dólares, viaja en primera clase, se hospeda en habitaciones de extremados lujos en hoteles, gasta miles de dólares en suntuosas cenas y viste carísimos trajes. Es poseedor de buena fortuna y tiene varias casas en la nación. Este reverendo de iglesia desconocida como buen proxeneta de la pobreza invierte su dinero en la forma más capitalista que existe. Ahora Jackson está encontrando oposición en los grupos más educados negros que se están dando cuenta que su política de "apartheid" político nacional los está separando del resto de la nación.
Muchos curiosos del tema étnico me preguntan si hay un dirigente tipo Jackson entre los hispanos. Mi respuesta negativa es una invitación a la pregunta por qué. Simplemente, entre los dirigentes hispanos no ha prosperado la política o corriente segregacionista.
Jane Fonda, otra izquierdista de gran fama, es dueña de grandes negocios de centenares de millones de dólares. Nació y se crió en gran fortuna. Se casó con otro "millonario socialista", Ted Turner, y se da el lujo de apoyar a los comunistas de Vietnam. Como buena actriz repite fielmente líneas de pensamientos ajenos con convencimiento y presteza. Habla de los pobres del mundo, conocidos de tercera mano por escritores que emplea, y al final de sus charlas se dirige apresuradamente a cobrar los cheques recibidos por su proxenetismo de farándula.
Tengo que aclarar la aparente contradicción de los términos millonarios socialistas. Esta es una vieja tradición europea de las clases ricas inglesas y alemanas, recordemos a Carlos Marx. Las clases burguesas–ricas-- tenían como entretenimiento idear complejos esquemas para repartir las riquezas ajenas. Este entretenimiento pasó al continente americano. Los empresarios estadounidenses después de asegurarse económicamente por cualquier medio, recordemos la familia Kennedy de Boston, empleaban sus riquezas para asegurarles un futuro político a sus hijos. Estos últimos alternan la política socialista con la "alta sociedad" mientras invierten sus fortunas en empresas super capitalistas. Recordemos la alianza de John, Robert y Ted Kennedy con el líder campesino sindicalista méxicoamericano César Chávez.
Robert Redford, apuesto y talentoso actor y director de cine, multimillonario legendario hace tertulias socialistas. Disfruta de la compañía de dirigentes y simpatizantes comunistas en las lujosas habitaciones de sus residencias.
Fidel Castro, el más grande actor de la televisión del siglo XX, es poseedor de una de las más grandes fortunas personales del planeta. Es tan rico que de su fortuna privada presta dinero a interés bancario al gobierno cubano, quién él dirige, cuando lo necesita. En caso opuesto a sus amigos proxenetas estadounidenses, Castro se da el lujo de no reportar sus finanzas a la Sección de Rentas Internas del Departamento del Tesoro. Todo en torno a Fidel es secreto. No se sabe quién es su esposa. A cuánto asciende su fortuna. Se sabe que sus hijos asistieron a las escuelas más exclusivas de Cuba; que tiene infinidad de residencias; que disfruta de avión, helicópteros, yates y una flota de lujosos automóviles europeos; que sus amantes viven lujosamente, pero nada trasciende al público cubano. Castro es un millonario y dictador muy privado. ¿De dónde sale el dinero de Castro? Indudablemente del erario público. Pero, a diferencia de los caudillos tradicionales que se han responsabilizados con el latrocinio. Los millonarios socialistas han definido el juego de otra forma conveniente. Para los que quieran ahondar más sobre este tema les recomendamos que estudien a los nuevos millonarios de Rusia y otros países que formaron el mundo socialista. O, a los actuales millonarios cubanos con bases en Canadá y países europeos.
Pudiera seguir enumerando las contradicciones entre el hacer y hablar de este exclusivo club de millonarios actores, pero aburriría. ¿Cómo piensan y sienten verdaderamente estos proxenetas de la pobreza y el socialismo? En realidad es irrelevante lo que digan. En la práctica, que es lo que cuenta, son acérrimos capitalistas que han encontrado un jugoso entretenimiento y trabajo: criticar al capitalismo y vivir majestuosamente de la pobreza.
Conclusión errada: hay que ser millonario para alentar a pobres y negros a que continúen en la pobreza.
FIN
Marcelo Fernandez Zayas