WILFREDO CANCIO ISLAy FRANCES ROBLES Raúl Castro ha vivido la mayor parte de su vida unos pasos detrás de su hermano Fidel. Lo siguió en las batallas en las montañas contra la dictadura de Fulgencio Batista en los años 50, y durante casi cinco décadas ha sido el segundo hombre en el partido comunista y el régimen cubanos. Pero en momentos cuando Raúl Castro cumple su primer año en una posición por delante de su hermano enfermo, su reputación de organizador eficiente que desdeña el ampuloso estilo de gobernar de Fidel Castro parece servirle bien en la dirección de un país empantanado en innumerables dificultades. Además de reducir considerablemente los largos discursos y mítines políticos, Raúl, de 76 años, ha lanzado una gama de nuevos proyectos e ideas para tratar de mejorar la deprimida economía. Sobre todo, se le acredita haber mantenido la estabilidad en la isla desde que Fidel Castro enfermó. Sin embargo, no parece haber podido sacudirse completamente de su imagen de segundón. Sus pronunciamientos sobre la necesidad de reformas económicas parecieron perder fuerza alrededor de marzo, después que Fidel Castro se recuperó parcialmente y comenzó a escribir artículos cuya interpretación sugería límites a las reformas. ''La lista de lo que no sucedió en Cuba en los últimos 12 meses es mucho mayor de lo que realmente ocurrió'', declaró un ex embajador de Cuba ante las Naciones Unidas, Alcibíades Hidalgo, quien también fue jefe de despacho de Raúl y desertó en el 2002. ``Para describir este año... yo usaría esta frase: Fidel Castro, mejor; Cuba, igual''. ''O esta otra: Fidel Castro dejó el timón pero permanece de ancla de la nave'', agregó. Fidel Castro cedió ''temporalmente'' a su hermano sus responsabilidades oficiales el 31 de julio del 2006, alegando que una operación intestinal le impedía trabajar. Aunque la salud del gobernante aparentemente ha mejorado --cumplirá 81 años en agosto--, no hay señales de que pueda retornar a ejercer el extraordinario poder que otrora tuvo. Por primera vez en 48 años, la semana pasada faltó al acto del 26 de julio. ''Los últimos 12 meses han sido un ejemplo extraordinario de la madurez de nuestro pueblo, de la firmeza de principios, la unidad, la confianza en Fidel y el Partido, y particularmente en el propio pueblo'', expresó Raúl Castro en el acto oficial por el 54 aniversario del ataque al Cuartel Moncada. ``Ha sido necesario hacer ajustes y posponer cosas, y no descartamos que haya más en el futuro''. De hecho, el gobernante interino ha dedicado el último año a trabajar discretamente en los cambios que pudieran salvar al sistema comunista cubano tras la muerte de su carismático fundador. Raúl Castro ha pagado la voluminosa y atrasada deuda del gobierno con los pequeños agricultores, y ha aumentado el precio que los productores reciben por la leche y la carne con el propósito de incentivar la producción. También ha habido cierto nivel de debate público e incluso críticas a la situación del país, sin mayores repercusiones para el régimen. En los primeros seis meses al mando del gobierno nombró cuatro ministros, promovió a un aliado a la dirección del único sindicato del país y en dos ocasiones ofreció negociar con Estados Unidos. También exhortó a debatir temas delicados y alentó a los periodistas a denunciar la corrupción estatal y la indisciplina social. En momentos que el país sobrevive en lo fundamental gracias a la corrupción, se exhorta a la población a trabajar y no robarle al Estado. También ha hablado de tratar de mejorar la inversión extranjera --que ha disminuido en los últimos cuatro años-- y modificó las normas aduanales para permitir la importación de enseres domésticos, aparatos de DVD y piezas para automóviles. ''Estas cosas le han aliviado la vida a muchas personas'', comentó Philip Peters, un experto en temas cubanos del Instituto Lexington, un grupo de estudio con sede en Virginia. ``[Raúl Castro] hace cosas como ésas, que generan resultados modestos pero no cambian las reglas del juego''. Pocos analistas esperan reformas profundas del gobernante interino, al menos mientras su hermano esté vivo. ''[Raúl Castro] le teme a la sombra de su hermano, siempre ha sido así; de manera que está sentado en su escritorio tratando de resolver los problemas discretamente'', aseguró Teo Babún, un asesor de negocios que estudia la economía cubana. ``Quizás eso es lo que Cuba necesita, menos palabras y más hechos. Pero la gente va a tratar de verlo como un líder, y no estoy seguro deque pueda jugar ese papel''. El rechazo de Raúl Castro al estilo de liderazgo carismático de su hermano es tan fuerte que no se ha presentado ni siquiera una vez en la Mesa Redonda, el programa de debate noticioso más importante del país. En los últimos 12 meses sólo pronunció nueve discursos y no asistió a ninguno de los mítines organizados por el gobierno contra Luis Posada Carriles --acusado de terrorismo por el gobierno cubano-- frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. ''Raúl es uno de los hombres menos conocidos de la revolución'', afirmó Lissette Bustamante, una periodista cubana que disfrutó de una relación cercana a los círculos de poder en la isla antes de desertar en 1992. ``Siempre ha sido el segundón, en las sombras, el hombre gris''. Aunque muchos recuerdan su mano dura en la represión política durante sus casi cinco décadas como ministro de las Fuerzas Armadas, también se le conoce como un organizador y administrador muy efectivo, el hombre pragmático que soluciona las cosas. ''Cuando lo conocí como estudiante [de la Universidad de La Habana], siempre fue discreto, no exhibicionista'', señaló el comentarista radial Max Lesnik, un partidario de la normalización de las relaciones entre EEUU y Cuba. ``Todos pronosticaron que en el momento que Fidel abandonara el escenario, Raúl no tendría las condiciones para mantener el país funcionando. Pero sucedió lo contrario, completamente lo opuesto''. El último año también ha sido significativo para Raúl Castro personalmente. El mes pasado, Vilma Espín, con quien estuvo casada 48 años figura prominente de la revolución y máxima activista por los derechos de la mujer en la isla, falleció tras una larga enfermedad. Su hija Mariela ha emergido como una especie de portavoz familiar de los Castro sobre la salud de su tío. Fidel Castro declaró al escritor francés Ignacio Ramonet que desde hace mucho consideraba a su hermano la persona ''con la mayor autoridad y experiencia'' para dirigir al país en su ausencia. ''Ha sido un educador, un constructor de hombres, con mucha ecuanimidad y seriedad'', indicó Castro en el libro de Ramonet, Biografía a dos voces. ``El es la persona que, incluso hoy, tiene la mayor autoridad, y la gente ha depositado su confianza en él''. Aunque los expertos concuerdan en que la sucesión del poder de Fidel a Raúl Castro --los funcionarios cubanos prefieren calificarlo de ``continuación''-- ha resultado sin contratiempos, no ha sido palpable para el pueblo cubano, que se expresa todavía con escepticismo y desconfía sobre la posibilidad de un cambio real. ''No ha habido cambios estructurales ni políticos dentro del régimen. Todo lo que ha ocurrido es una modificación de estilo y un reajuste en la élite de poder... Es un año terrible, quizás el peor en mucho tiempo'', declaró el historiador cubano Rafael Rojas, quien salió de la isla en 1991 y ahora es profesor visitante de la Universidad de Columbia. ``Hay una crisis general de expectativas''. Larisa, una costurera de Sancti Spíritus, en el centro del país, comentó que su casa está tan deteriorada como antes y que su pensión no le alcanza para vivir. No importa que sea Fidel o Raúl Castro el que gobierne la isla, esta viuda de 72 años tiene que seguir cosiendo para sobrevivir. ''No me hable de quién es el que gobierna'', expresó en una entrevista por teléfono. ``La vida es la misma rutina: inventar, sobrevivir, estirar el dinero. Aquí no se han movido ni las hojas''. wcancio@elnuevo herald.com frobles@MiamiHerald.com |