Actualmente ejerce la presidencia de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), responsabilidad que suma a la de ser secretario Adjunto de la UTPBA. Periodista en actividad, Juan Carlos Camaño habla sobre las preocupaciones de los trabajadores de prensa latinoamericanos, los medios alternativos de comunicación y los embates del sistema contra todo lo que apunte a organizar la lucha social.
OM.: ¿Qué puntos de contacto hay entre las preocupaciones de un periodista, por ejemplo, mexicano o panameño y uno de la Argentina?
JCC.: El punto de contacto es que todos son explotados intelectualmente, materialmente y que en los últimos años los niveles de precarización de los periodistas se han incrementado. La mayoría de los periodistas de la región latinoamericana cobran un salario promedio por el cual tienen que pelearse palmo a palmo con aquello que los organismos oficiales determinan que es la canasta básica para vivir. Todas esas son algunas de las condiciones que los iguala y mucho. También, a raíz de la lucha de resistencia, comparten la búsqueda de herramientas de comunicación alternativa, fenómeno que comienza a recobrar fuerza en todos lados.
OM.: ¿La FELAP contiene a estos medios alternativos?
JCC.: La Federación hace años insiste en el valor de construir una prensa alternativa y tiene una cantidad importante de Miembros Asociados que pertenecen a medios alternativos. En el último Congreso de la FELAP, la comisión de trabajo más numerosa fue la de Medios Alternativos y ahora vamos camino a un gran Encuentro con compañeros de Latinoameica y el Caribe. Lo alternativo no nace espontáneamente, es una búsqueda de instrumentos en el plano social, cultural, económico, político y de la comunicación para decir verdades que se ocultan. Lo alternativo es parte de la lucha por la democracia informativa, parte de la lucha política por la justa distribución de la riqueza. Por lo que decimos: no hay democracia informativa sin democracia económica.
OM.: ¿Hay un resurgimiento de los medios alternativos?
JCC.: El esfuerzo de que se conozcan las ideas de aquéllos que construyen o intentan construir una alternativa social o política, dio lugar a que se reciclen instrumentos de comunicación que en los últimos diez años habían sido poco utilizados. Hubo una época de auge en los 70 de la prensa alternativa, luego declinó. Ahora se advierte que si no tenemos nuestra propia prensa no participamos del debate de ideas, y si no participamos del debate de ideas, estamos fuera de la lucha de clases, que, aunque se la niegue en el discurso, existe en la realidad.
OM.: ¿Los medios alternativos, atendiendo el alto grado de concentración mediática, no tienen un límite?
JCC.: No tienen límite, como no lo tiene la concentración, las fusiones o las megafusiones, que en algún momento estallarán porque son muchos los capitalistas que también son expulsados del propio sistema de acumulación de rentabilidad. Pero lo otro, lo alternativo y alterativo, tampoco tiene límite, porque sería como ponerle un límite a la lucha en la historia por la transformación de la sociedad. Se cuentan por miles de millones los que no tienen trabajo, o son analfabetos, o contrajeron sida, los excluidos del consumo, los hambrientos. ¿Cómo se resuelve esto? El capitalismo no lo resuelve, lo acrecienta. ¿Por qué privarnos entonces de construir una alternativa? ¿Y por qué privarnos de hacerlo en el campo de la comunicación?
OM.: ¿Por qué un periodista medio debería interesarse por pertenecer a la FELAP?
JCC.: Que hoy un periodista se piense contenido en una organización es una dificultad no exclusiva de este gremio. El hombre organizado es una forma de garantizar a través de la historia la concreción de determinados objetivos, de manera social. En los últimos años hubo una prédica arrasadora contra la importancia de estar organizado. Sin embargo, el sistema posee organizaciones que imponen condiciones al resto del mundo en áreas tales como el comercio, la industria, el campo financiero y la represión a los que se oponen a una forma de acumulación que se asienta sobre la base del cadáver de la mayoría de la sociedad. Todo eso está organizado. Lo que hay que pensar es cómo se organiza lo que se le opone y organizarlo: hacer lo que hacemos, sin renunciar jamás.
OM.: ¿Cómo deberían llegar las organizaciones a este periodista medio?
JCC.: Es complicado, porque lo que predomina en los medios de comunicación es la prédica de que toda organización no sirve de nada, la política es mala palabra, el sindicalismo también es mala palabra. Entonces, ¿por qué un periodista medio, un trabajador querría estar organizado si previamente no asume una conciencia del valor de estar organizado? Por periodista medio entiendo aquel que tiene un trabajo -en este caso fundamentalmente intelectual-, va todos los días a trabajar, tiene las mismas preocupaciones que el resto de los trabajadores y de los desocupados, gana un salario y depende de él para sobrevivir y alimentarse. Organizaciones como la FELAP crean condiciones para que ese trabajador, ese periodista, se sienta parte activa de una construcción que excede el campo de la corporación. Sería absurdo que -por ejemplo- la FELAP no hablara de periodismo y comunicación, pero más absurdo sería que hablara sólo de eso y no tratara de entenderse con problemas de índole política, económica, social y cultural porque si parcializamos la lucha, la tenemos perdida de antemano.
OM.: ¿Cuáles son las tareas a afrontar por la Felap en esta etapa?
JCC.: La FELAP sufre la desaparición física de Luis Suárez, su anterior presidente, un intelectual comprometido con la lucha y la organización de los periodistas. Digo, la FELAP está en una situación de tránsito y debe atravesarla amparándose en su historia, no sólo por respeto a la figura del compañero Luis, sino por respeto a la historia de todos los que construyeron la FELAP. No hacerlo sería atentar contra la línea de principios que le dieron vida como organización de periodistas. Nosotros somos parte de esa construcción y por eso tenemos la obligación de lograr que cada vez mayor cantidad de compañeros puedan participar en nuestras organizaciones no sólo en defensa de la profesión, sino en defensa de la vida.
OM.: -¿Es volver a discutir el compromiso de los intelectuales con la sociedad?
JCC: -Hay intelectuales que se excluyen solos de todo tipo de aporte colectivo, consideran que las organizaciones les ponen un corset a su desarrollo intelectual y no alcanzan a ver que cuanto más lejos están de la lucha social, más cercanos están a los sectores dominantes, a los responsables máximos de este mundo inhumano. El divagar solo, en un mundo tan agresivo, puede instalarte en una zona neutra y en algún momento tenés que plantearte de qué lado estás. En una hora tan crucial para la humanidad no hay lugar para los neutrales. Ni se debe andar exacerbando el culto al individualismo.
OM.: ¿Esto incluye a cómo se participa en la FELAP?
JCC.: La FELAP nunca abogó por un periodismo elitista. Es una de las cosas que la enaltece. Apunta a una construcción con todos los profesionales de la prensa. Claro que hay intelectuales que no tienen la mínima intención de participar orgánicamente de ninguna lucha. Son intelectuales veleidosos. El intelectual que juega a analizar todo sin aportar a construir colectivamente, es tolerable para el sistema, que sin embargo, se preocupa cuando aparecen formaciones alternativas que luchan de manera organizada.