Cuando hace 100 años Carlos Marx y Federico Engels definieron al socialismo como “la autoemancipación de los trabajadores”, se referían a éstos como sujetos revolucionarios, no por ser los más explotados de la sociedad, sino por su labor productiva de riquezas bajo este sistema.
La idea fue defendida por la izquierda durante décadas y fue cuestionada por ser trampolín del desarrollo económico utilizado por la clase obrera en Rusia.
Hoy, en pleno siglo XXI, los últimos vestigios del programa comunista fueron cortados de tajo por medidas capitalistas que han abierto la ventana de las carencias, el retroceso, la pobreza y marginación social.
El 4 de agosto, los diputados de la Duma aprobaron de forma histórica un proyecto legislativo que sustituye las prestaciones sociales gratuitas por mayores salarios, decisión que termina de tajo con las reminiscencias del socialismo logradas a lo largo de siete décadas y que han sufrido alteraciones hasta este mes, en el que los incentivos para los trabajadores dejaron de valer.
La iniciativa gubernamental fue llevada al parlamento a inicios de julio pasado y durante su discusión tuvo amplio rechazo popular, pues de aprobarse cesarían las actuales prestaciones gratuitas que actualmente disfrutan casi 30 millones de rusos.
El proyecto, que entraría en vigor en enero del 2005, propone sustituir esos beneficios por ingresos extras.
La ley elimina privilegios para jubilados y otros sectores vulnerables de la población, como transporte público gratuito, descuentos en pago de servicios comunales y atención médica, entre otros.
La norma afecta a minusválidos, madres solteras, familias numerosas, veteranos de guerra y de la catástrofe nuclear de Chernobil y a los jóvenes sin medios para pagar sus estudios.
APERTURA. Con la entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial se precipitó la crisis del régimen. Las pérdidas de guerra y la falta de comida agudizaron el descontento popular. En enero de 1917, en Petrogrado, un Consejo obrero (Soviet) elegido por trabajadores, soldados y la Duma (Parlamento) formaron un nuevo gobierno. En febrero, Nicolás II abdicó mientras los Soviets se multiplicaban. El gobierno alemán autorizó el pasaje por territorio alemán de un grupo de bolcheviques, encabezado por Lenin, con la esperanza de desestabilizar el poder de Rusia.
Entre el 25 de octubre y el 7 de noviembre, Lenin dirigió una insurrección obrera que derrocó al gobierno dirigido por el Zar (que fungía como jefe de Estado) e instauró la primera república socialista. A comienzos de 1918 los bolcheviques disolvieron la Asamblea Constituyente, en la cual tenían la mayoría los Socialistas Revolucionarios (SR).
A partir de este momento el gobierno soviético (Consejo de Comisarios del Pueblo) aprobó la paz “sin anexiones ni indemnizaciones”, la abolición de la propiedad privada de la tierra y su entrega a los campesinos, la nacionalización de la banca, el control obrero de las fábricas, la creación de una milicia y de los tribunales revolucionarios, la abolición de privilegios de clase y del derecho de herencia, la separación entre la iglesia y el estado y la igualdad de derechos para hombres y mujeres.
En sus inicios incentivos y beneficios de garantía para el desarrollo en sociedad de obreros, estudiantes y campesinos fueron implantados para beneficio social, sin embargo estos factores con el tiempo serían modificados hasta su casi desaparición
Entrado 1985, Mijaíl Gorbachov asumió la secretaría general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) e inició drásticos cambios. La llamada glasnost (transparencia) política y la perestroika (reestructura), proclamada en abril como única alternativa al sistema de administración autoritaria, vino a deformar la idea del socialismo en Rusia, reavivando así el tema de la autonomía de las nacionalidades.
La reforma económica, la apertura al capital extranjero y el retorno al libre mercado fueron lentos debido a la resistencia del aparato dirigente del PCUS.
En junio de 1991, Yeltsin es electo presidente de Rusia. Tras un golpe de Estado frustrado, en agosto, el PCUS fue disuelto después de haber ejercido el poder político durante más de 70 años, con lo que se iniciaba el cierre de una página histórica del socialismo.
En 1997 y tras una larga ausencia, Yeltsin, quien sería intervenido quirúrgicamente, regresa en marzo de 1997 a sus funciones y reformula su gabinete y lanza un programa de largo alcance de recorte de gastos del estado y de privatizaciones, deformando con ello el plan marcado por el socialismo.
DEGRADACIÓN. El caótico pasaje a una economía de mercado lesionó los aparatos de producción, desmanteló los sistemas de protección social y facilitó el ascenso de las mafias (en ese año el 73 por ciento del sector bancario estaba bajo su control; uno de sus negocios más lucrativos era el tráfico de material nuclear).
En septiembre de 1998, con el voto de comunistas, nacionalistas y algunos liberales, Evguenni Primakov fue nombrado canciller. En el plano internacional, la popularidad de Primakov opacó a Yeltsin, por lo que en mayo de 1999 fue sustituido por Sergei Stepashin, quien finalmente fue reemplazado por Vladimir Putin en agosto.
El 31 de diciembre de 1999 Yeltsin renunció sorpresivamente, dejando el gobierno en manos de Putin. Los comicios anticipados, celebrados el 26 de marzo de 2000, le dieron la victoria en la primera rueda a Putin, con el 52.9 por ciento de votos, dejando en segundo lugar al candidato comunista Gennadi Zyuganov, con el 29.2 por ciento, de sufragios, en unos comicios marcados por las irregularidades.
CARENCIAS. Ya con la agonía del socialismo, sin aplicación y en el letargo, durante el periodo 1992-2000, las estadísticas oficiales definían que uno de cada tres rusos vivía en condición de pobreza, que la jubilación promedio había caído por debajo del nivel mínimo de subsistencia y que más del 60 por ciento de los pensionistas estaban en la zona de riesgo.
En algunos sectores, como agricultura, salud, educación y la producción intelectual, la proporción de pobres llegaba a casi el 60 por ciento.
La producción agrícola cayó al 41 por ciento entre 1992 y 1998 y actualmente sigue en picada.
En Ucrania y Rusia cerca de 40 millones de hombres y mujeres viven bajo una economía natural, esto es, de la venta de sus cosechas, su pesca o su caza, lo que representa volver al régimen precapitalista.
[ Mario D. Camarillo Cortés ]
uando hace 100 años Carlos Marx y Federico Engels definieron al socialismo como “la autoemancipación de los trabajadores”, se referían a éstos como sujetos revolucionarios, no por ser los más explotados de la sociedad, sino por su labor productiva de riquezas bajo este sistema.
La idea fue defendida por la izquierda durante décadas y fue cuestionada por ser trampolín del desarrollo económico utilizado por la clase obrera en Rusia.
Hoy, en pleno siglo XXI, los últimos vestigios del programa comunista fueron cortados de tajo por medidas capitalistas que han abierto la ventana de las carencias, el retroceso, la pobreza y marginación social.
El 4 de agosto, los diputados de la Duma aprobaron de forma histórica un proyecto legislativo que sustituye las prestaciones sociales gratuitas por mayores salarios, decisión que termina de tajo con las reminiscencias del socialismo logradas a lo largo de siete décadas y que han sufrido alteraciones hasta este mes, en el que los incentivos para los trabajadores dejaron de valer.
La iniciativa gubernamental fue llevada al parlamento a inicios de julio pasado y durante su discusión tuvo amplio rechazo popular, pues de aprobarse cesarían las actuales prestaciones gratuitas que actualmente disfrutan casi 30 millones de rusos.
El proyecto, que entraría en vigor en enero del 2005, propone sustituir esos beneficios por ingresos extras.
La ley elimina privilegios para jubilados y otros sectores vulnerables de la población, como transporte público gratuito, descuentos en pago de servicios comunales y atención médica, entre otros.
La norma afecta a minusválidos, madres solteras, familias numerosas, veteranos de guerra y de la catástrofe nuclear de Chernobil y a los jóvenes sin medios para pagar sus estudios.
APERTURA. Con la entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial se precipitó la crisis del régimen. Las pérdidas de guerra y la falta de comida agudizaron el descontento popular. En enero de 1917, en Petrogrado, un Consejo obrero (Soviet) elegido por trabajadores, soldados y la Duma (Parlamento) formaron un nuevo gobierno. En febrero, Nicolás II abdicó mientras los Soviets se multiplicaban. El gobierno alemán autorizó el pasaje por territorio alemán de un grupo de bolcheviques, encabezado por Lenin, con la esperanza de desestabilizar el poder de Rusia.
Entre el 25 de octubre y el 7 de noviembre, Lenin dirigió una insurrección obrera que derrocó al gobierno dirigido por el Zar (que fungía como jefe de Estado) e instauró la primera república socialista. A comienzos de 1918 los bolcheviques disolvieron la Asamblea Constituyente, en la cual tenían la mayoría los Socialistas Revolucionarios (SR).
A partir de este momento el gobierno soviético (Consejo de Comisarios del Pueblo) aprobó la paz “sin anexiones ni indemnizaciones”, la abolición de la propiedad privada de la tierra y su entrega a los campesinos, la nacionalización de la banca, el control obrero de las fábricas, la creación de una milicia y de los tribunales revolucionarios, la abolición de privilegios de clase y del derecho de herencia, la separación entre la iglesia y el estado y la igualdad de derechos para hombres y mujeres.
En sus inicios incentivos y beneficios de garantía para el desarrollo en sociedad de obreros, estudiantes y campesinos fueron implantados para beneficio social, sin embargo estos factores con el tiempo serían modificados hasta su casi desaparición
Entrado 1985, Mijaíl Gorbachov asumió la secretaría general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) e inició drásticos cambios. La llamada glasnost (transparencia) política y la perestroika (reestructura), proclamada en abril como única alternativa al sistema de administración autoritaria, vino a deformar la idea del socialismo en Rusia, reavivando así el tema de la autonomía de las nacionalidades.
La reforma económica, la apertura al capital extranjero y el retorno al libre mercado fueron lentos debido a la resistencia del aparato dirigente del PCUS.
En junio de 1991, Yeltsin es electo presidente de Rusia. Tras un golpe de Estado frustrado, en agosto, el PCUS fue disuelto después de haber ejercido el poder político durante más de 70 años, con lo que se iniciaba el cierre de una página histórica del socialismo.
En 1997 y tras una larga ausencia, Yeltsin, quien sería intervenido quirúrgicamente, regresa en marzo de 1997 a sus funciones y reformula su gabinete y lanza un programa de largo alcance de recorte de gastos del estado y de privatizaciones, deformando con ello el plan marcado por el socialismo.
DEGRADACIÓN. El caótico pasaje a una economía de mercado lesionó los aparatos de producción, desmanteló los sistemas de protección social y facilitó el ascenso de las mafias (en ese año el 73 por ciento del sector bancario estaba bajo su control; uno de sus negocios más lucrativos era el tráfico de material nuclear).
En septiembre de 1998, con el voto de comunistas, nacionalistas y algunos liberales, Evguenni Primakov fue nombrado canciller. En el plano internacional, la popularidad de Primakov opacó a Yeltsin, por lo que en mayo de 1999 fue sustituido por Sergei Stepashin, quien finalmente fue reemplazado por Vladimir Putin en agosto.
El 31 de diciembre de 1999 Yeltsin renunció sorpresivamente, dejando el gobierno en manos de Putin. Los comicios anticipados, celebrados el 26 de marzo de 2000, le dieron la victoria en la primera rueda a Putin, con el 52.9 por ciento de votos, dejando en segundo lugar al candidato comunista Gennadi Zyuganov, con el 29.2 por ciento, de sufragios, en unos comicios marcados por las irregularidades.
CARENCIAS. Ya con la agonía del socialismo, sin aplicación y en el letargo, durante el periodo 1992-2000, las estadísticas oficiales definían que uno de cada tres rusos vivía en condición de pobreza, que la jubilación promedio había caído por debajo del nivel mínimo de subsistencia y que más del 60 por ciento de los pensionistas estaban en la zona de riesgo.
En algunos sectores, como agricultura, salud, educación y la producción intelectual, la proporción de pobres llegaba a casi el 60 por ciento.
La producción agrícola cayó al 41 por ciento entre 1992 y 1998 y actualmente sigue en picada.
En Ucrania y Rusia cerca de 40 millones de hombres y mujeres viven bajo una economía natural, esto es, de la venta de sus cosechas, su pesca o su caza, lo que representa volver al régimen precapitalista.
Con el colapso de la economía resurgió el trueque primitivo, las fábricas pagan a sus trabajadores con las mercancías que producen. Los trabajadores se ven obligados a vender en las esquinas pepinos en vinagre, búlgaros, calcetines o cualquier otra cosa para poder alimentar a sus familias.
En marzo de 2004, Putin fue reelecto presidente con un porcentaje superior al 70 por ciento de votos y definió como objetivos de su gobierno el crecimiento económico y la reducción en 12 por ciento, los niveles de pobreza.