Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Conociendo Cuba 
 CANCION L..A 
 FIDEL CASTRO.. 
 Fotos de FIDEL 
 Los participantes más activos 
 PROCLAMA AL PUEBLO DE CUBA 
 
 
  Herramientas
 
General: ----LOS "PROGRES...."
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: alvermesalir  (Mensaje original) Enviado: 04/10/2007 15:45
JUEVES 4 de OCTUBRE de 2007
         

4/10/2007

Lo que nos pasa
Los "progres"


Ser "progresista" en tiempos de extendida nihilidad significa preferir la tiranía a la libertad, coquetear impunemente con Castro, Chávez o Morales, al tiempo que se denigra a la democracia del propio país. Ser "progresista" hoy significa preferir una derrota del ejército nacional si así se ganan unas elecciones en un escenario de pacifismo fuertemente inducido. Ser "progresista" significa afirmar que el Partido Republicano de Estados Unidos es un peligro para la democracia americana, como hace la señora Clinton.


    Esta sería la versión "progre" de la firma de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos... La historia reinventada... y la desmemoria histórica. Eso es la progresía.


Por Marcos S. Alvarez
 
No nos duelan prendas en abominar del integrismo político, aun del nacido entre nosotros mismos, y si hay que prevenirse de los “excesos” liberales de Ayn Rand, por ejemplo, hagámoslo sin pesar, porque no se trata de mantenerse perezosamente fieles a unos principios, sino de comprobar sin descanso si esos principios siguen siendo adecuados en la hora actual. En cualquier caso, el espíritu liberal no es lo que se pone aquí en juego, sino su real funcionamiento. Irrenunciable sólo es la libertad; lo demás, séale acomodado de la mejor manera posible.
Nosotros pensamos que ese espíritu, el liberal, con ser nuclear y prioritario en la vida de una sociedad abierta, necesita ser completado, y todavía atemperado, por el espíritu homólogo del más lúcido conservatismo. Porque, como señaló Russell Kirk en un luminoso libro de ensayos, The Politics of Prudence, el conservatismo se caracteriza precisamente por las complementarias virtudes políticas del sentido de la realidad, la prudencia y la desconfianza hacia las ideologías. Por eso pudo escribir el gran escritor colombiano Nicolás Gómez Dávila que “los que defienden las revoluciones citan discursos; los que las acusan citan hechos”. 
Pero no se trata sólo de medir nuestros pasos y de prevenir toda extralimitación, sino de darse cuenta de que el progresismo actual, nuestro más conspicuo oponente político en Occidente, carece de los frenos y equilibrios que tan bien definen la mentalidad liberal-conservadora. Es más, cuando parecía que la derrota de 1989 iba a inaugurar un tiempo nuevo, en el que algunos incluso preludiaron la paz perpetua y el fin de la historia, la realidad de los hechos ha venido a dar la razón a quienes prefieren contemplar las cosas humanas en su insistencia y en su invariable regularidad. Todo ha vuelto por sus fueros, sólo las formas han cambiado, por cierto, en un sentido muy poco favorable para la ética, pero también para la estética. 
Porque el progresismo ha resurgido con más fuerza si cabe después de ese fracaso, y dada su habitual desmemoria histórica, su moral de circunstancia y su casi nulo control de los propios impulsos, se ha vuelto a convertir en un serio peligro para la libertad. A lomos del nihilismo rampante que impregna la vida de occidente desde la Ilustración, hoy vemos aparecer figuras detestables, y sin embargo aplaudidas por un público cada vez más enajenado, como George Soros o Michael Moore, un clown y un tiburón de las finanzas, cada uno en su papel en pro de la causa antiliberal, según aconseja la división del trabajo “social” de la secta que los amamanta.
Vivimos una época hegeliana, donde la dialéctica de las cosas augura fatalmente cualquier posibilidad, por terrible que sea. Un gran antihegeliano, Soren Kierkegaard, nos previno de que la humanidad podía estar adentrándose en lo que él llamaba el estadio estético de la vida, el más degradado de la existencia humana (los otros son el metafísico y el religioso, hoy prácticamente desaparecidos del horizonte de las sociedades occidentales.) Y no se olvide que la fealdad, y no sólo la belleza, es también un componente estético, y que la fealdad no sólo se ha instalado entre nosotros, sino que se le rinde culto. Hoy sólo un extraterrestre vería al rey desnudo, es decir, vestido, porque nadie podrá negar que el clown se complace no sólo en abrazar las peores causas contra la libertad sino en revolcarse en la indignidad de su propia presencia indumentaria. Todo un signo de lo que decimos, una llamativa manifestación, entre otras muchas, del nihilismo que nos corroe.
Y si la estética es signo y presencia del nihilismo y de su fuerza entre nosotros, la ética y la lógica no se escapan a su funesto influjo. Así podemos comprobar, como enseñaban los tópicos de la vieja retórica, que vivimos en una especie de “mundo al revés”, donde un adalid de las finanzas más parasitarias, con poder para arruinar personas, empresas y aun países enteros, ¡se nos presenta como defensor de la igualdad y la justicia! Gracias a Dios, la siniestra organización que él alimenta, Move.On, y que se permitió insertar un gran anuncio en el New York Times para insultar a un patriota, el general Petraeus (o Betray-us, jugando con la homofonía que se han inventado para calificarle de traidor) ha recibido una recusación formal del Congreso de los Estados Unidos. Una pálida consolación, pero que permite albergar la esperanza de que el mal no prevalecerá, por mucho dinero y mala fe que lo respalden.
Ser progresista en tiempos de extendida nihilidad significa, por ejemplo, preferir la tiranía a la libertad, coquetear impunemente con Fidel Castro, Hugo Chávez o Evo Morales, al tiempo que se denigra a la democracia del propio país, como hacen algunos irresponsables del mundo del cine, tal vez porque así nutren su insaciable afán de notoriedad. Ser progresista hoy significa preferir una derrota del ejército nacional si así se ganan unas elecciones en un escenario de pacifismo fuertemente inducido. Ser progresista significa afirmar que el Partido Republicano es un peligro para la democracia americana, como hace la señora Clinton sin que se ponga a levitar alborotadamente todo el mobiliario de la Casa Blanca… 
Pero el progresismo no prevalecerá. Entre otras cosas porque ni aun con el ingente y sostenido esfuerzo que despliegan desde hace décadas consiguen doblegar a una importantísima parte de la ciudadanía, inmune a su influencia cuando todo parecía indicar la definitiva derrota. Y es que si no fuera por el dinero, el poder y la propaganda, ¿qué sería de ellos? Cuando llegaron los comunistas chinos, la gente escapaba, por centenares de miles, a Hong Kong. Y de Florida no se sabe de nadie que arriesgue la vida para refugiarse en Cuba. Michael Moore u Oliver Stone tampoco lo hacen, que siempre vuelven a casa. Será porque en el fondo no se creen ni las ideas que dicen profesar. Pero si la hipocresía y la mendacidad no son precisamente causa de vergüenza en tierra de progresistas, al menos son, para los que defendemos la causa de la libertad, un índice de su insania. Y también de su debilidad. No lo olvidemos.
 


Primer  Anterior  2 a 3 de 3  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: alvermesalir Enviado: 04/10/2007 19:54
Sin comentarios...
 
Más que para decir....¡BUENISIMO  ARTICULO!!!

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: matilda Enviado: 04/10/2007 19:55
El artículo te parecerá "muy bueno" Alverme y coincidimos es "muy bueno" ya que permite observar para donde se gira la rueda.....
 
 
Cuba y las elecciones en Estados Unidos, por Jorge Lezcano Pérez
Cubarte/ inSurGente.- “(…) En marzo de 1885, José Martí escribía un profundo y detallado artículo para el periódico La Nación: “Es recia y nauseabunda, una campaña presidencial en los Estados Unidos.” (…) “Una vez nombrados en las Convenciones los candidatos, el cieno sube hasta los arzones de las sillas”. (…) “Se vuelcan cubos de lodo sobre las cabezas. Se dan tajos en el vientre y por la espalda. Se creen legítimas todas las infamias. El que inventa una villanía eficaz se pavonea orgulloso.(…) ...unos y otros, donde gobernaban, gobernaban con iguales abusos, por ser ambos tajos de un mismo pueblo… “en ninguna cuestión capital se diferenciaban, sino que se dividían de igual manera. (…)”


Tan pronto el Consejo de Estado convocó a elecciones generales en Cuba el presidente George W. Bush formuló declaraciones públicas en contra de las mismas en vano intento de descalificarlas; incluso expresó su decisión de hablar con el Papa Benedicto XVI del “deseo de Cuba de ser libre”, “no hay que hablar de quienes gobiernan sino de elecciones libres”, afirmó.

En la emisora Radio- Miami, de la Florida, en su sección El Duende, al hablar del programa electoral de la candidata Hillary Clinton se expresó lo siguiente:

“La prohibición de los viajes humanitarios a la Isla de los cubanos residentes en Estados unidos, se ha convertido en tema de discusión en la campaña presidencial norteamericana desde que uno de los candidatos, el senador Demócrata de la raza negra por el Estado de Illinois, Barak Obama, se pronunciara a favor del levantamiento de las restricciones a esos viajes, impuestas por la administración Republicana del presidente Bush.

Ni corta ni perezosa, la ex primera dama Hillary Clinton salió a la palestra para señalar que ella sí respaldaba las restricciones de viajes a la Isla, coincidiendo en eso con los tres republicanos que aspiran a suceder a Bush en la Casa Blanca”

Pero el tema Cuba en las campañas electorales de los Estados Unidos para elegir al presidente de la Nación más poderosa del mundo no representa una novedad; es más bien una constante que se repite cíclicamente y solamente adopta diferentes variables atendiendo a situaciones coyunturales internas o de acuerdo a las circunstancias internacionales del momento.

Las mezquinas armas que se utilizan para denigrar a nuestro país y las falsedades que caracterizan el discurso electorero que se emplea para atacar a la nación cubana con el objetivo de conquistar votos, no solo revela en cada ocasión la obsesiva y tradicional política estadounidense de apoderarse de Cuba, sino que forma parte del método de vale todo que distingue las elecciones norteamericanas.

En marzo de 1885, José Martí escribía un profundo y detallado artículo para el periódico La Nación.

Entre las tantas cosas comentadas por nuestro Apóstol que mantienen total vigencia en las elecciones norteamericanas de hoy se encuentran las referencias siguientes: “Es recia y nauseabunda, una campaña presidencial en los Estados Unidos.” (…) “Una vez nombrados en las Convenciones los candidatos, el cieno sube hasta los arzones de las sillas.” (…) “Se vuelcan cubos de lodo sobre las cabezas. Se dan tajos en el vientre y por la espalda. Se creen legítimas todas las infamias. El que inventa una villanía eficaz se pavonea orgulloso”.

En fecha tan lejana como 1854, James Buchanan, candidato a la presidencia de los Estados Unidos, desarrolló su campaña electoral situando la compra de Cuba como principal argumento en su plataforma. En su manifiesto de Ostenden; quedó expresada su propuesta de la manera siguiente:

“Los Estados Unidos deben comprar a Cuba por su proximidad a nuestras costas, porque pertenecía naturalmente a ese grupo de Estados de los cuales la Unión era la providencial casa de maternidad, y porque la Unión no podría nunca gozar de reposo hasta que Cuba estuviese dentro de su frontera”.

Y aunque dicha compra no se llevó a cabo, tal propuesta contribuyó a que Buchanan ganara las elecciones.

Con estos antecedentes no cuesta mucho trabajo entender el por qué, 153 años después, Cuba está nuevamente como tema en las elecciones presidenciales estadounidenses, y de manera especial en el Estado de la Florida.

Antes de explicar como es tratado el tema Cuba por los Estados Unidos en la actual campaña electoral, es indispensable recordar el decisivo papel que jugaron los cubano-americanos que controlan la ciudad e integran las organizaciones terroristas de Miami en la “elección” de George W. Bush en el año 2000. Por supuesto que el hecho de que la mafia de Miami se empleara a fondo, utilizando las ilegales acciones que escandalizaron al mundo, para que Bush fuera finalmente designado presidente de la poderosa Nación norteamericana por la Corte Suprema, obedeció a las grandes promesas que el candidato del Partido Republicano les hiciera referidas a las medidas que adoptaría, una vez electo, con el objetivo de destruir a la Revolución Cubana. De esa manera arreciar el bloqueo contra nuestro país, incrementar el financiamiento a los grupúsculos de mercenarios que organizan y financian dentro de Cuba, y aumentar los fondos para Radio y TV Martí, entre muchas otras, fueron piezas claves del discurso electoral de Bush y del Partido Republicano.

Las declaraciones del presidente George W. Bush, el 10 de octubre de 2003, cuando al hablar en acto público expresó: “El régimen cubano no va a cambiar por su propia iniciativa, pero Cuba tiene que cambiar”, anunciaron anticipadamente el tono agresivo y amenazador que tuvo el tema Cuba en la campaña electoral presidencial 2004.

Como prueba fehaciente de ello, el presidente norteamericano, George W. Bush, dijo el 12 de enero de 2004, “que había que trabajar por una transición rápida en Cuba”, y el miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Lincoln Díaz Balart, declaró en el propio mes de enero que “En Cuba se impone el magnicidio”, refiriéndose a su convicción de que el presidente Fidel Castro debía ser asesinado.

No obstante estas claras evidencias de la manipulación del tema Cuba en la política interna norteamericana, el anuncio hecho el 6 de mayo de 2004 por el gobierno norteamericano sobre las nuevas medidas para recrudecer aún más su política agresiva y hostil contra Cuba y la declaración del presidente Bush al anunciar de que el objetivo era “acelerar el día en que Cuba sea libre”, daría el tono definitivo de cómo nuestro país sería tratado en la campaña electoral de los republicanos. Los 59 millones de dólares que EEUU dedicaría en los dos años siguientes para financiar las acciones dirigidas a la destrucción de la Revolución Cubana, representaron sin dudas, un extraordinario botín para que se movilizaran los cubano-americanos integrantes de las organizaciones terroristas de Miami y la extrema derecha republicana, como lo hicieron, para lograr la reelección de Bush.

Expresión de que esa aberrante política mantiene plena vigencia en la actualidad, es lo publicado el pasado mes de agosto del presente año en el Nuevo Herald, de Miami, en artículo que presenta las opiniones de tres candidatos presidenciales de cada partido sobre Cuba.

Los candidatos fueron escogidos a partir de los resultados favorables que alcanzaron en una encuesta de Gallup realizada del 4 al 6 de junio de 2007.

RUDY GIULIANI

Republicano, 46 por ciento

Cuando era alcalde de Nueva York, se ganó los corazones de miles de cubanos al bautizar la calle frente a la delegación de Cuba ante las Naciones Unidas con el nombre de ''Esquina de Hermanos al Rescate'' en honor al grupo de aviadores que fueron derribados por aviones de combate cubanos en 1996. En su reciente visita a Hialeah prometió, que de ser presidente, no levantaría el embargo ni las restricciones a los viajes. ''Castro es un asesino. Lo sé y nunca lo olvidaré. Lo mismo es su hermano, lo sé y nunca lo olvidaré'', dijo.

JOHN MCCAIN

Republicano, 31 por ciento

Bajo su gobierno, el embargo a Cuba continuaría. Sólo se levantaría si el régimen de Cuba se compromete a: liberar a los prisioneros políticos sin condiciones, legalizar los partidos políticos y los sindicatos, permitir la libertad de expresión en los medios y programar elecciones libres.

FRED THOMPSON

Republicano, 13 por ciento

Tuvo que aclarar un pronunciamiento en junio en el que criticó la inmigración de cubanos sugiriendo que representaban una amenaza terrorista. ''No me imagino que ellos vengan a traer saludos de Castro. Estamos viviendo en la era de las maletas bombas'', afirmó. Al día siguiente, corrigió. Dijo que se refería a ''espías cubanos'' y en un esfuerzo por congraciarse con la comunidad cubanoamericana, agregó: ''Mientras que la dictadura comunista ha sido una tragedia para Cuba, Estados Unidos ha sido de alguna manera y, por lo menos, el beneficiario. Uno de esos beneficios es la presencia de la maravillosa artista cubanoamericana Gloria Estefan. Ella escribió una canción que se titula No hay mal que por bien no venga’’. Agregó que ``la tiranía de Castro le ha dado a Estados Unidos una de las grandes comunidades del Hemisferio Occidental''.

HILLARY CLINTON

Demócrata, 59 por ciento

Se opone al levantamiento del embargo hasta que la democracia no eche raíces en la Isla. Criticó fuertemente los comentarios de Thompson sobre los inmigrantes cubanos asegurando que el candidato ''aparentemente no tiene experiencia en la Florida o en cualquier lugar'' y ''no conoce cubanoamericanos''. Calificó a su contrincante Obama como ''irresponsable e ingenuo'' por decir que se reuniría con el jefe de Estado de Cuba y de otros gobiernos enemigos de Estados Unidos.

JOHN EDWARDS

Demócrata, 35 por ciento

Considera a Castro un ''brutal dictador''. Favorece los viajes a Cuba y ha criticado las restricciones impuestas por el gobierno de Bush. Estuvo de acuerdo con Obama en cuanto a una unión con los jefes de Estado de Cuba y Venezuela, aunque advirtió que antes de hacerla se debe adelantar un trabajo diplomático para que el encuentro no sea utilizado con fines propagandísticos. En cuanto al embargo ha dicho: ``Yo respaldo las sanciones que ataquen el régimen de Castro pero que ayuden al pueblo inocente de Cuba''.

BARACK OBAMA

Demócrata, 33 por ciento

Dijo que se reuniría, sin precondiciones, con el jefe de Estado de países renegados como Cuba, Siria, Venezuela y Corea del Norte. ''Lo haría y la razón es la siguiente: la noción de que alguien no hable con países es de alguna manera castigarlos, lo que ha sido el principio diplomático que ha guiado este gobierno, es ridículo''. Se opone al levantamiento del embargo. Junto con otros congresistas, firmó el año pasado una carta dirigida al Departamento del Tesoro para protestar por las restricciones a los viajes de grupos religiosos a Cuba.

Cuanta razón tenía el Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí, cuando al igualar los propósitos y fines de los partidos republicanos y demócratas, expresó:

(…) ...unos y otros, donde gobernaban, gobernaban con iguales abusos, por ser ambos tajos de un mismo pueblo… “en ninguna cuestión capital se diferenciaban, sino que se dividían de igual manera”.



Fuente: Cubarte


 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados