Que en una tiranía no existe un verdadero periodismo es de todos sabido, y el que ose ejercerlo, fuera de las estrictas e inviolables normas dictadas por ella, es sacado de “circulación” de forma inmediata. Cuba y Venezuela tienen los principales problemas en materia de libertad de expresión y así lo reconoció Rafael Molina Morillo, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
En Miami se celebrará, a partir de mañana 12 de octubre, la 63 Asamblea General de la SIP, evento que se extenderá hasta el martes 16. Uno de los principales asuntos que se debatirá y que generará más polémica será la falta de libertad de expresión en países como Cuba y Venezuela. El caso de Cuba, según explicó el Sr. Molina en entrevista concedida a EFE, “es el caso más negativo que podemos encontrar en el continente, con más de una veintena de periodistas presos por sus ideas y por su trabajo, sin que valgan los llamados de organizaciones internacionales”.
El filósofo y gran matemático griego Pitágoras estimaba que «el que habla, siembra; el que escucha, recoge» y el pueblo cubano, desde hace 48 años, sólo ha podido recoger lo que ha sembrado un tirano. La cosecha ha sido sangrienta, tanto odio inyectado en la sociedad cubana sólo ha podido traer penurias y tristezas; la tierra ha quedado tan desértica que son sólo los inversores extranjeros sin escrúpulos los que ven una oportunidad de regenerarla y volverla a hacer fértil, y para ello cuentan con el privilegio de tener a su disposición de una mano de obra maniatada por un estado que viola las normas más elementales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Pero el problema tiene una causa más profunda. Que empresas occidentales renuncien a la ética y se confabulen con una dictadura para aprovecharse del trabajador cubano, no detendrá la aridez. Lo importante e imprescindible es que puedan hablar otros, de que siembren otros. Los periodistas encarcelados en Cuba se dedicaban a eso, a sembrar ideas de libertad, de respeto a los derechos humanos.
El régimen de La Habana en estos momentos necesita del “capital”, ese mismo “capital” que tanto odiaba cuando tenía una potencia como la antigua URSS que lo subvencionaba. Pero una tiranía tiene prioridades; la primera, su supervivencia, por lo que destinan los recursos a lo que creen más importante: la represión. No es bueno que los gobiernos democráticos empiecen a darle oxigeno a la dictadura, ya sea por tratados de colaboración o por condonación de deuda, sin exigir algo a cambio.
La liberación de presos de conciencia no puede bastar - aunque será muy bien recibida - si con ello se siguen manteniendo las mismas razones por las que esos mismos hombres decidieron empezar a hablar, opinar libremente y por la que han sufrido cárcel. Poco o nada se habrá hecho.
Exigir una prensa libre e independiente dentro de Cuba ha de ser una premisa, una condición indispensable para empezar a creer realmente que en la Isla hay posibilidades de un verdadero cambio. Mientras esto no ocurra, el pueblo cubano no tendrá cosecha útil, nunca obtendrá democracia, sólo seguirá recogiendo, gracias al periodismo oficial de sus represores, la violación de sus derechos más elementales.