El flamante premio Nobel de la Paz, el ex vicepresidente de los EEUU, Al Gore.
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No me extrañaría que pidan una cantidad similar a los colegios de Haití o de Somalia.
Un documental que, si de verdad su precursor estaba tan interesado por difundir y tanto ayuda a concienciar del grave problema del cambio climático –al fin y al cabo le han dado el Premio Nobel por eso- podría estar disponible en Internet y verlo desde todos los colegios sin tener que comprar ni el dvd ni los derechos, y de paso también cualquier otro ciudadano. O algo tan sencillo como emitirlo en la televisión pública en horario escolar en lugar de Gran Hermano y que los colegios, y de paso quien quiera, simplemente enciendan la televisión por indicación de los responsables educativos.
Si nuestro sistema social está tan preocupado por el cambio climático y el documental es tan bueno podrían regalarlo con el periódico en lugar de unos tenedores torcidos, una película de acción o un reloj publicitario.
Le han dado el Premio Nobel a un tipo que ha hecho un documental que se supone que nos conciencia de un gran problema que nos afecta a todos, pero que lo vende en lotes de treinta mil por 580.000 euros. Además es que, según la legislación imperante y los criterios decididos por el autor del vídeo y su productora asociada, el ciudadano que se baje ese documental mediante el emule no sabemos si terminará concienciado del cambio climático, pero estará cometiendo un delito y condenado penalmente. Ni interés social del documento ni nada, la policía se llevará detenido a un inmigrante que se le ocurra vender copias piratas de La verdad incómoda en la Gran Vía madrileña. De forma que por hacer un documental y venderlo en remesas de 580.000 euros te dan un Premio Nobel, pero por difundirlo en la calle a dos euros te meten en la cárcel.
Han concedido el Premio Nobel de la Paz a una persona por hacer un reportaje de gran interés público pero que, por razones comerciales y empresariales, no puede estar disponible en Youtube, ni en otra web de acceso gratuito, ni compartir por las redes P2P, ni emitirse por las televisiones públicas, ni venderse copias caseras en la calle porque estaría violando las leyes del comercio, que, al parecer, están por encima del interés social de un documental que convirtió en Nobel a su autor.
He llegado a la conclusión de que, una de dos, o el Premio Nobel es sólo una buena operación de marketing para vender dvd's, o en el capitalismo tiene mayor interés pagar los derechos de propiedad del documental que difundir el supuesto contenido social que advierte y sensibiliza del cambio climático. Aunque, pensándolo bien, quizás sean las dos cosas (ANC-UTPBA).