WILFREDO CANCIO ISLA
El Nuevo Herald
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AP
Padre José Conrado Rodríguez.
El operativo de represión política emprendido por fuerzas gubernamentales en una popular parroquia de Santiago de Cuba el pasado martes, constituye el mayor acto de violencia policial contra la Iglesia Católica durante el régimen de Fidel Castro, denunciaron personalidades eclesiásticas y activistas de derechos humanos de la isla.
''Fue una pachanga terrorista'', declaró ayer José Conrado Rodríguez, párroco de la iglesia de Santa Teresita de Jesús. ``La policía entró a patadas en el templo y yo salí a pedir explicaciones: ¿qué está pasando aquí, cómo es posible este acto de violencia, es esto un ejemplo de las relaciones entre la Iglesia [Católica] y el gobierno cubano?''
José Conrado, conocido por sus posiciones críticas frente al gobierno cubano, calificó lo sucedido de ''acto de profanación'', considerando que los hechos ocurrieron dentro del recinto religioso.
El sacerdote contó telefónicamente que los agentes policiales irrumpieron en el templo con gases lacrimógenos, golpeando e insultando a un pequeño grupo de personas que se hallaban allí.
''Me quedé sin palabras'', relató. ``¿Quien ha visto esto en una iglesia? No hay ninguna justificación, no puedo aceptarlo''.
Al menos unos 15 activistas fueron arrestados por las autoridades, aunque anoche sólo siete no habían sido aún liberados, según Elizardo Sánchez, presidente de la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
El hecho fue denunciado por Sánchez como ''una orgía de violencia ciega''. Su organización pidió de inmediato una exhaustiva pesquisa gubernamental y exhortó a las autoridades a ``no alentar ni permitir acciones premeditadas de brutalidad policial contra la ciudadanía.
''No recuerdo un incidente similar de profanación en una iglesia en los 48 años de este gobierno'', recalcó el activista.
El Arzobispo de Santiago de Cuba, Monseñor Dionisio García Ibáñez, dijo que fue ``un hecho desafortunado que no debería repetirse nunca más''.
''Esto es algo a lo que no estamos acostumbrados, a que la policía uniformada entre a los predios de la iglesia'', expresó García Ibáñez, quien se dirigió de inmediato a los funcionarios de la Oficina de Asuntos Religiosos y a las autoridades del gobierno provincial de Santiago de Cuba.
Una reunión entre el arzobispo y las autoridades santiagueras fue fijada para hoy.
Aunque hasta el cierre de esta edición la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC) no había emitido una declaración oficial, un vocero de esa institución dijo por vía telefónica que considera el incidente como ``algo inusual y lamentable''.
De acuerdo con José Conrado y otros testigos contactados por El Nuevo Herald, los acontecimientos se desencadenaron en la tarde del martes, cuando una veintena de disidentes marcharon --vestidos de negro-- desde la Alameda Michelsen hasta la iglesia de Santa Teresita, al otro extremo de la ciudad.
Los manifestantes iban a asistir a la misa por el Día de Santa Bárbara en la parroquia de Santa Teresita, con el propósito de que se mencionara la situación de Gerardo Sánchez Ortega, quien permaneció detenido desde el 29 de noviembre en La Habana tras encabezar un acto disidente a favor de la autonomía univesitaria y la libertad de expresión.
Sánchez Ortega fue enviado el martes en tren rumbo a Santiago de Cuba, pero las autoridades lo bajaron finalmente ayer en el poblado de San Luis para conjurar un acto de bienvenida que le preparaban sus seguidores en la terminal provincial de ferrocarriles.
El martes antes de salir a la calle, el grupo había participado en un ayuno en la casa de Sánchez Ortega. Algunos de los manifestantes usaban calcomanías con el lema ``Yo no coopero con la dictadura''.
La marcha opositora hasta la iglesia de Santa Teresita fue seguida por agentes de Seguridad del Estado, vestidos de civil. Mientras, 20 carros policiales y unas 700 personas se congregaron en los alrededores del edificio para repudiar a los activistas que habían logrado entrar al salón parroquial.
Fue entonces cuando un teniente coronel y otros oficiales de la Seguridad del Estado abrieron por la fuerza una puerta y penetraron en el templo con actitud desafiante.
Informado sobre los sucesos, el arzobispo García Ibánez llegó hasta allí para respaldar a los feligreses y oficiar una misa.
Varios activistas y vecinos de Santiago de Cuba consideran que el incidente fue resultado de una decisión precipitada de las autoridades locales, sin una orden dictada por el máximo nivel gubernamental.
Sin embargo, Elizardo Sánchez piensa que ``en Cuba nada sucede por casualidad''.
''Estamos viviendo un repunte de la represión en medio de una situación interna muy tensa'', indicó el activista. ``El gobierno está realmente preocupado por el creciente auge de manifestaciones públicas en vísperas del Día de los Derechos Humanos [10 de diciembre]''.
La arremetida policial contra la parroquia santiaguera recuerda un hecho similar ocurrido en abril de 1966, cuando agentes gubernamentales penetraron en la Iglesia de San Francisco de Asís en La Habana para capturar a un fugitivo. En ese operativo armado también fue hecho prisionero el padre Miguel Angel Loredo, quien cumplió 10 años de prisión política antes de marchar al exilio en 1984.
Anoche Loredo recordó que la irrupción de las fuerzas policiales en su parroquia habanera tuvo características parecidas a lo ocurrido el martes en Santiago de Cuba.
''Entraron con armas largas y pistolas, fue una operación tremendamente violenta'', comentó el sacerdote franciscano en conversación telefónica desde Nueva York.
El suceso de este martes ocurre tres meses después de protestas estudiantiles en la Universidad de Oriente y el Instituto Politécnico ''Julio Antonio Mella'' de Santiago de Cuba, las cuales movilizaron a agentes de Seguridad del Estado para controlar la situación.