Se sabe mucho acerca de George W. Bush. No esconde sus vínculos con varias redes terroristas globales. Se deja fotografiar con cabecillas del terror como Tony Blair, el ex jefe de la KGB rusa Vladimir Putin y Ariel Sharon. Blair, como han señalado los expertos, domina el norte de la isla de Irlanda por la fuerza de las armas. Las fuerzas armadas de Putin han masacrado a miles de musulmanes en Chechenia. Sharon es notorio por sus ataques contra los palestinos, como el infame ataque terrorista contra Sabra y Chatila, dos campos de refugiados cerca de Beirut, Líbano. Todo mundo sabe que gran parte de las armas que utiliza Sharon (aviones de ataque, tanques, balas, etc.) las proporciona y financia la red de terror de Bush.

Varios expertos han descrito a George Bush como "un hombre blanco que cree que es dios". Espera que sus enemigos, incluso países enteros, tiemblen de miedo ante sus palabras, se arrastren ante su poderío y obedezcan sus mandamientos. Sale en la televisión, en videos cuidadosamente preparados, para exhortar a sus partidarios a realizar actos de violencia contra los que ha denominado "enemigos" e, irónicamente, "terroristas". "Están con nosotros o con ellos", es su mantra constante.

El fanatismo religioso es un elemento importante del carácter de George Bush. Según los eruditos religiosos, Bush practica una variedad sumamente rígida de cristianismo; se sabe que tiene lazos con círculos fundamentalistas de ideas misteriosas. Se dice que una vez le sostuvo a su madre que los que no son cristianos están destinados al infierno. Cada vez que manda soltar una bomba o disparar un arma pide la bendición de Dios y dice que es una labor "de Dios". Contra la lógica más elemental, dice que pequeños grupos de células humanas microscópicas tienen los mismos derechos que seres humanos adultos, menos los seres humanos que él mismo ha denominado "incivilizados", por supuesto. Piensa que un tratamiento médico tan simple como el aborto es tan horrible que si un médico lo menciona a una paciente, puede sufrir graves consecuencias financieras.

Como comandante en jefe de la mayor red terrorista del mundo, George W. Bush continúa una larga tradición familiar de negocios sucios, trampas e intrigas gubernamentales, que empezó con su abuelo, el senador Prescott, y continuó con su padre, George Bush Sr. El padre operó muchos años como cabecilla terrorista, dirigió la red clandestina conocida como la CIA y luego subió al centro de mando público de esa red (conocido como la "Casa Blanca"). Durante los años 80, George Bush Sr. reclutó a narcotraficantes latinoamericanos, ricos financieros mesorientales, escuadrones de la muerte centroamericanos y espías estadounidenses para maniobras clandestinas contra Nicaragua. Durante esa época, forjó una red narco-terrorista que llevó cocaína a Estados Unidos para financiar sus operaciones en Centroamérica. También despachó las "fuerzas armadas" de su red terrorista contra la población de Panamá e Irak. Esos ataques devastaron el ambiente, destruyeron la economía y mataron a centenares de miles de personas.

Inicialmente, George W. Bush Jr. no demostró aptitudes para la labor del padre. Rodeado de riqueza y privilegios, sucumbó a la vida de los ricos e incompetentes. Arruinó un par de compañías petroleras, pero en el proceso se embolsilló millones (unos amigos ricos de su padre lo ayudaron) y luego especuló con acciones de compañías petroleras poco antes de que su padre lanzara la operación terrorista "Tormenta del desierto". Ganó millones de dólares cuando vendió una parte de un equipo de béisbol que había recibido casi como regalo y que ahora vale $70 millones. Le gustaba festejar, emborracharse y meter cocaína, excesos que supuestamente terminaron a la edad de 40 años. Debido a su árbol familiar y su riqueza, pasó a ser el señor del estado de Texas. Ahí se vieron las primeras señales de su potencial como asesino global: mandó ejecutar a más de 130 presos. Nada impidió que el verdugo hiciera su trabajo, ni la inocencia, la culpabilidad ni la justicia.

En esa misma época, bajo la influencia de extremistas religiosos y políticos, como Jerry Falwell, Oral Roberts y Ralph Reed, George W. Bush forjó la filosofía conocida como "conservadurismo compasivo". Un experto explicó que un aspecto central de esa filosofía es que los pobres tienen la culpa de su pobreza y carecen de valores espirituales. Armado con esa filosofía anticuada, y con sus conexiones familiares, George W. Bush se postuló a cabecilla de la red terrorista estadounidense. Con un montón de dinero y un conteo sospechoso de votos en la Florida (donde su hermano manda la parada), George W. Bush logró entrar a la supersecreta "Oficina ovalada".

Una vez conquistado el poder, se dedicó a reunir un consejo de mando terrorista ("gabinete"), o sea, una colección de burócratas y asesores, muchos de los cuales tienen historiales de actividades criminales al servicio de previos cabecillas. A continuación presentamos una lista parcial de los crímenes de George W. Bush:

Con miles de misiles y bombas a su disposición, Bush controla el mayor arsenal de armas nucleares del mundo, que puede incinerar a todos los seres humanos una docena de veces. Sus predecesores han amenazado utilizar esas armas muchas veces, y un terrorista, el "comandante" Harry Truman, soltó dos bombas atómicas en ciudades japonesas.

George W. Bush y sus cómplices han proporcionado químicos tóxicos, armas y asesores militares a estados terroristas clientes, como Colombia. Los aviones de aerofumigación rocían los productos venenosos en grandes zonas de territorio, que matan plantas, animales y seres humanos igualmente, destruyen las fuentes de alimento para la población y perjudican la salud.

En menos de dos meses, los operativos de George W. Bush de las "fuerzas armadas" han devastado la población de Afganistán. Han atacado con armas poderosas y exóticas, como misiles dirigidos por láser, bombas de mil libras y bombas "Daisy Cutters" (las cuales incineran todo lo que hay en una zona de 500 metros). Se calcula que han muerto de 1500 a 2000 civiles. En declaración hechas por televisión desde su centro de mando terrorista, George W. Bush sigue desafiante y no pide perdón por sus acciones. Dice que las bajas civiles son "daño colateral", una filosofía malvada que postula que los que no son ciudadanos estadounidenses no cuentan.