Sus hijos y nietos tampoco ignoran cuál es su deber en caso de una hipotética invasión yanqui

El comandante Fidel Castro nos preparó para su ausencia: Ana Sánchez Collazo

Acepta que el líder revolucionario podría no retornar al poder y que muchas cosas pudieron haber sido mejores

MARTIN EQUIHUA (Corresponsal / I Parte)

Uruapan, 2 de Febrero.– Ella sabe dónde está el fusil y cuál es el pedazo de isla que le toca defender hasta la última gota de su sangre; lo entiende desde que el grueso de los cubanos aprendió que la amenaza yanqui podía convertirse en algo más que condenas morales o sanciones económicas, y sobre todo, cuando se convenció que los misiles no ganan guerras. Lo dice con emoción, con el puño agitado para dar fuerza a las palabras, mientras las lágrimas cruzan su rostro claro y desmañanado con el que comparte café frente al Cerro del Aguila, a los pies de la Sierra Purépecha. Sus hijos y nietos tampoco ignoran cuál es hoy y cuál sería su deber mañana, en caso de la hipotética invasión esperada desde la fallida intervención de Bahía de Cochinos, en el lejano 1961.

Como millones de isleños, en cuerpo y alma, Ana Sánchez Collazo siente la ausencia mórbida de Fidel Castro, pero está asida a un consuelo: “él preparó al pueblo para el momento que ya no estuviera”. En entrevista, concede que el líder revolucionario podría no retornar al poder, que muchas cosas pudieron haber sido mejores, pero sobre todo, que pertenece a la generación que no duda en ofrecer hasta la última gota de su sangre por defender el derecho a mantenerse independiente.

Doctora en Historia, nuestra interlocutora es directora del Centro de Estudios Martianos, con sede en La Habana, el que está a punto de cumplir tres décadas albergando la obra y la investigación sobre la herencia del más universal de los cubanos.

–En la vida cotidiana del pueblo cubano, ¿cómo se ha tomado la ausencia de Fidel Castro del poder?, ¿de qué tamaño es el hueco, el vacío, que deja su presencia ordinaria?

–Todos en Cuba estamos pendientes de la salud del comandante. El, sin embargo, nos preparó desde hace muchos años para su ausencia; sobre todo para continuar la obra de la Revolución; por eso, una nueva generación de políticos está ya en la estructura fundamental del Estado. Ahí está la estrategia del comandante para garantizar que continúe la obra revolucionaria.

Ahora hay otros líderes, tal vez no como Fidel, ya que para tener otro guía como él tendrían que pasar 100 años; pero sí hay una nueva generación.

–¿Podríamos decir que se está socializando el poder, sin que se cumpla el pronóstico apocalíptico de los enemigos cubanos?

–Cuando se dio a conocer que Fidel dejaba sus responsabilidades, el pueblo lo sintió mucho; hubo lágrimas y dolor, la tristeza se generalizó en las calles, en las plazas… pero muy lejos del desánimo; la productividad por ejemplo se incrementó, por decir de un indicador cuantificable: eso representa la decisión colectiva de no fallarle al comandante. Y es que él es algo especial que esperamos que ustedes entiendan. Siempre ha estado en la primera trinchera, ahí donde el peligro ha brotado contra el derecho a ser libres; alguien que ha sabido como nadie, mantener con dignidad la resistencia contra el imperio más agresivo en la historia de la humanidad. Fidel es una persona muy querida, está con los enfermos, en los brotes de dengue, con los necesitados… siempre buscando la felicidad del pueblo.

–Sin embargo hay distanciamientos críticos que no se pueden ignorar, y tampoco se pueden asociar fácilmente al interés de Washington. Gente que ha respaldado por décadas a la Revolución, como Frei Betto, o Carlos Monsivais en México, por hablar de algunos, además de otros que, incluso, han dicho que perdonan los errores a cambio de lo que se ha hecho, ¿pero qué acaso no es fuerte la Revolución para admitir la crítica y ganar la batalla ideológica a sus adversarios?

–Sí, es cierto, pero no hay que olvidar que estamos en una batalla contra una potencia imperialista. Quienes señalan que en Cuba hay tiranía y quisieran imponernos su democracia, olvidan que ningún gobernante se sostiene si el pueblo no lo acepta; y con nosotros, basta que se diga ¡Fidel va a hablar! y todo el mundo va corriendo a escucharlo: el comandante tiene una personalidad muy fuerte y es muy amado.

–La crítica insiste en el partido único, en la falta de democracia…

–En otros países hay muchos partidos y dicen que hay democracia, pero son esencialmente lo mismo; en Cuba hay uno sólo que representa los intereses de todos los sectores. En la isla hay una democracia directa, el pueblo participa en asambleas, tenemos elecciones, un sistema electoral diferente, es cierto, pero tenemos derecho a ello, porque no se diga que las opciones de elección en Estados Unidos son realmente distintas; ahí está Bush que no salió elegido directamente por el pueblo.