Bue...no quiero señalar a nadie, por eso como gran psicólogo no mencionaré ni a santaneco ni a fealdad ni a talentita...
Si usted quiere ser un verdadero Don Juan Tenorio, un legítimo Casanova, le recomiendo que se busque, como objeto de sus encantos, a un corazón comunista. Lo primero que tiene que hacer es comprender bien a su doña Inés. Un corazón comunista siempre está abierto a la igualdad, la solidaridad y la armonía entre los humanos. Cree que el origen de las diferencias entre los mismos se aloja en los propietarios. No puede aceptar que unos tengan y otros no. ¿Por qué será así? Sencillo, porque los que tienen exprimen a los que no tienen. ¿Cuál es la solución? Acabar con dichos propietarios y entregarle al pueblo, es decir, a todos, los medios de producción.
Cuando ya no exista la diferencia que proviene de la propiedad todos viviremos como hermanos, seremos los dueños de nuestros destinos y habitaremos en el mundo del amor y la felicidad. ¿Cómo se reparte la propiedad entre todos con igualdad? Usted no se preocupe, el corazón comunista nunca se pasea por esta pregunta. Sin ninguna duda, un corazón así tiene las defensas bajas y es susceptible de enamorarse con pasión. Aquí es que viene usted con sus encantos.
Tiene que hablarle con elocuencia y efusividad, dejando que aflore la emoción. Tenga presente que el amor no entra por el cerebro sino por el corazón. Háblele siempre del futuro y dígale que la construcción del mundo de la felicidad es un proceso que usted dirigirá por el amor que le profesa, hágale entender que será largo. Refuerce en su corazón la idea de que el causante de sus males es siempre la propiedad privada y, aunque ésta prolifere en todo el mundo próspero, concéntrela en un solo enemigo. Dirija sus ataques al más grande y llámelo siempre "El imperio". Repita que es un enemigo cruel, omnipotente y está siempre al acecho. Hágase la víctima y repita que "El imperio" pretende robarle su amor a través de medios muy poderosos, campañas de seducción apoyadas en su inmensa fortuna, pero refuércele que el amor que usted le profesa, a pesar de ser humilde, es mucho más sincero y desinteresado.
Recuérdele también el pasado. Ensáñese remachándole cómo la propiedad lo exprimió, e inflando hasta el cansancio toda injusticia. No se detenga en evocar el recuerdo, sepa que nunca será suficiente. Avive su fe en que dicho pasado nunca se repetirá, cambiando el nombre de todas las cosas que lo recuerden. Confíe en que esto tiene un efecto poderoso.
Dígale que su rival está dispuesto a matarlo y lo persigue por todas partes. Manténgase siempre a la defensiva y eso le permitirá justificar una permanente militarización, siempre defendiéndose de "El imperio". De esta forma el corazón comunista llegará a confundir la organización militar con el soñado mundo de la felicidad. Y eso también le permitirá mantener a raya a los celestinos internos. Pronto llegará el día en que vea enemigos en todas partes y quien se atreva a contradecirlo a usted en la más nimia necedad se convertirá de inmediato en un enemigo a muerte.
Subyúguelo con su amor pero siempre diciéndole que lo hace para que se libere, para brindarle poder y libertad. Así, cuanto más poder concentre usted, lo amará con más pasión y sentirá mayor libertad y compromiso. Llegará un momento en que todo lo que usted diga será repetido por el corazón comunista como si fuera una idea propia.
Usted notará cuando ha llegado el momento culminante de la seducción. Entonces le podrá proponer un contrato matrimonial digno del más lejano reino fundamentalista, que diga que usted será tratado como un Rey y será siempre obedecido, que usted llevará a la pareja al mundo de la felicidad y usted decidirá siempre de qué se trata dicha felicidad. Dígale también que usted manejará los bienes de la pareja a su criterio. No se preocupe ni abrigue dudas, el corazón comunista firmará dicho contrato y si es preciso entregará la vida y la dará colmada de amor por usted.