ampliar Rebelémonos contra la represión
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“Tan pronto como el servicio público deja de ser la cuestión principal para los ciudadanos y éstos prefieren servir con su dinero antes que con su persona, el Estado se encuentra ya cerca de su ruina. ¿Que hay que ir al combate? Pagan tropas y se quedan en sus casas. ¿Que hay que ir al consejo? Nombran diputados y se quedan en sus casas. A fuerza de pereza y de dinero terminan teniendo soldados que sojuzgan a la patria y representantes que la venden.” Jean Jacques Rousseau.
Resulta asombroso, al tomar distancia y observar dentro de formaciones socioeconómicas capitalistas dependientes, los atropellos que llevan a cabo sistemáticamente el Estado junto a las estructuras influyentes del Poder frente a los gobernados y, a su vez, ver a éstos mismos (gobernados) dentro de un enorme estado de conformismo y resignación cuando los tiempos de “prosperidad” son presentados con orgullo por las clases dominantes.
Año tras año las clases dominantes entusiasman a nuestros pueblos con una serie de retóricas que lo único que hace es mantener al pueblo sumido dentro de un estado soñoliento. “Mayor crecimiento”, “mayor empleo”, “menor pobreza”, “mayor desarrollo”, etc., son presentados periódicamente desde poderosas plataformas mediáticas –prensa, televisión, radio– como una forma de mantener el optimismo frente a la realidad claramente adversa y no dejar posibilidad de concentrar las inconformidades, ya que, al hacerse insostenibles los estados de “prosperidad”, las posibilidades de concentrar las inconformidades se ven incrementadas.
El giro que está teniendo Latinoamérica, en estos momentos, hacia Estados con mayor compromiso social, y que Venezuela lleva la delantera, no se debe más que al fracaso de la vanguardia Capitalista de su modelo Neoliberal. La permanencia del modelo Neoliberal viene a acrecentar las desigualdades y a su vez el desamparo de nuestros pueblos en su grado máximo. El modelo Neoliberal del Capitalismo viene a ser algo parecido a un asalto descarado, a rostro descubierto, teniendo como víctima principal a nuestro pueblo. Ello obliga, irremediablemente, a que se tome conciencia y a organizarse frente a los atropellos del modelo Capitalista, si lo que se aspira es desprenderse del yugo capitalista y neoliberal.
No resulta para nada extraño el apoyo popular hacia propuestas políticas contrarias al modelo neoliberal y, por lo tanto, al sistema Capitalista. Los desequilibrios de Poder entre la clase dominada y la clase dominante, bajo formaciones socioeconómicas capitalistas, resultan ser evidentes. Y, más aún, si estas formaciones están dominadas por el modelo Neoliberal dentro de naciones de carácter débil… Aquí es donde juega un rol importante la propaganda al servicio del Capitalismo. La propaganda Capitalista tiene como función, tras este evidente desequilibrio, envenenar a nuestro pueblo con falsas afirmaciones sobre un “equilibrio” de Poderes inexistente para así conservar pacíficamente el predominio de la clase dominante. Vemos el uso frecuente y propagandístico de conceptos como “Democracia”, “Libertad”, “Igualdad” meras ilusiones para mantener al pueblo en un estado de plena embriaguez.
Venezuela, Bolivia, Ecuador, y ahora Paraguay son un claro ejemplo de que el modelo Neoliberal, desde su puesta en marcha, es un modelo que irremediablemente dirige sus pasos hacia el fracaso. El ejemplo de estos países son una clara señal de que el modelo económico neoliberal ha fracasado –por lo menos en dichas áreas– y que no puede dar frutos o implantarse tan fácilmente en áreas donde los niveles de conciencia y organización aún persisten; o en áreas donde son contagiados por el ejemplo de países política y económicamente vanguardistas; o donde persista un claro agotamiento político, económico y social.
Pero cuidado: que deje de funcionar el modelo neoliberal no significa que habrá de dejar de funcionar su gran útero capitalista. Porque bien podemos encontrarnos con elementos oportunistas que levanten sus banderas a favor de un “cambio de modelo” (neoliberal) por uno más “humano”. Y bien sabemos el actuar de estos elementos oportunistas, que tanto gustan acomodarse dentro del modelo capitalista a favor de sus propios intereses particulares.
Tampoco resultan extrañas las pataletas de la oligarquía capitalista criolla o local –con apoyo del capitalismo imperial o internacional– por recuperar las posiciones que más acomoda a sus intereses. (Vemos en este sentido lo que pasa en Venezuela y el terrorismo mediático con el fin de crear escenarios contrarios a las políticas que el Estado lleva a cabo en favor de los intereses del pueblo; o lo que pasa en Bolivia y la imposición unilateral de la oligarquía criolla, al margen de la constitución boliviana, de “su propuesta” de llevar a cabo un referéndum autonómico, y ahora el referéndum revocatorio).
Cuando el Estado de desliga de manera flagrante de sus obligaciones para con los intereses del pueblo, el pueblo no puede más que preguntarse: ¿por qué debemos confiar en una clase política que no ha de representar nuestros intereses? ¿Cuál es la razón de ser del Estado? ¿Por qué cada cierto tiempo debemos acudir a las urnas a apoyar a los mismos que apoyan las políticas neoliberales, si sabemos bien que nuevamente no se salvaguardarán nuestros intereses?
No es para nada agradable, para un pueblo, ver al Estado permanecer ajeno a los intereses generales y salvaguardar los intereses particulares de las clases acomodadas. Más aún, cuando ese hecho se lleva a cabo de manera tan explícita como el privatizar servicios tan básicos y estratégicos como la educación, la salud, el agua, la electricidad, el transporte, etc.
Bien sabemos el rol que cumple el Estado dentro de formaciones socioeconómicas capitalistas, pero llegar a extremos tan aberrantes como lo que acabamos de señalar es la infamia más descarada que se le puede hacer a todo un pueblo. Dejar a un pueblo a merced de los intereses particulares de unos pocos y, al mismo tiempo, ver a un Estado proteger los intereses particulares de los mismos, obliga y empuja a la clase trabajadora y sin privilegios, en algún momento, a tomar cierta posición frente a dicho escenario adverso.
Ello, sumado a la crisis actual del Capitalismo Internacional, acrecienta las vías que llevan hacia un modelo que salvaguarda los intereses generales del pueblo. Y ese modelo no podría ser otro más que el modelo Socialista.
Venezuela es el ejemplo más cercano cuando un pueblo y sus elementos vanguardistas aspiran a recuperar lo que al pueblo le pertenece por derecho. Que la burguesía presente a Hugo Chávez como una “amenaza” a la estabilidad de la “región” o que lo quiera presentar en términos caricaturescos, nos habla de la incomodidad de la gran burguesía porque se propague el ejemplo de los avances de la revolución bolivariana.
Las formaciones socioeconómicas capitalistas están acostumbradas, por naturaleza propia, a relegar a un segundo plano los intereses generales de clase. En cambio, muy especial es SU comportamiento cuando se trata de favorecer los intereses particulares de las clases opulentas.
Las clases oprimidas sólo pueden obtener respuestas dentro de las formaciones socioeconómicas capitalistas cuando ejercen el legítimo derecho de la presión o la violencia. En vano se habrá de esperar por los cambios a favor de los intereses generales sin la participación de los elementos avanzados de nuestro pueblo. Las formaciones socioeconómicas capitalistas están diseñadas especialmente para que las clases dominantes burguesas ejerzan su control frente a las clases dominadas. El Estado, por lo tanto, no viene a representar la estructura que ha de velar por que exista algún “equilibrio” de Poder entre la clase dominante y la clase dominada. El Estado viene a representar la estructura que salvaguarda los intereses particulares de la clase dominante.
¿Quiénes son los que representan los intereses del Pueblo? ¿Es la clase política dominante que ejerce dicha tarea? ¿Son aquellos que se encargan de hacer y deshacer leyes en favor de la “buena vecindad”? ¿Son aquellos los que dictan leyes a espaldas de nuestro pueblo? ¿Son los mismos que diseñan “proyectos” sin hacer consultas a nuestro pueblo? ¿Son aquellos a los que elige el pueblo en cada elección? ¿Es el gobierno, la presidencia, los ministerios? ¿Son esos los que representan los intereses de nuestro pueblo?
Sin embargo, ahí está el actuar de los “representantes” de nuestro pueblo: la educación privatizada; los servicios básicos como la luz y el agua privatizada; la salud privatizada; las empresas estatales privatizadas; los recursos naturales de nuestra nación privatizados, etc. La gran ironía es que podemos ser testigos de Ministerios encargados del Trabajo, la Educación, la Energía, la Ecología, el Transporte, etc, sin ningún peso más que de palabra; o ser testigos de estructuras como las fuerzas del orden que supuestamente están encargadas de la “seguridad” de nuestro pueblo, en cambio, su rol es más la de un ente represor que “defensor” de nuestro pueblo, para defender los intereses particulares de la burguesía o para mantener el status quo que tanto beneficia a los mismos.
Un Estado que se desliga de sus responsabilidades para con su pueblo es un Estado que está condenado tarde o temprano a su ruina. Y el Estado burgués claramente es un Estado que está diseñado para salvaguardar los intereses particulares de una minúscula clase, no para salvaguardar los intereses de la clase trabajadora y explotada.
El por qué no podemos ver a un pueblo interesado por cambiar su situación humillante, se debe nada menos a que el Estado burgués, sobre terrenos de “prosperidad” o “turbulencia”, se ha encargado de diseñar métodos que de alguna forma obligan a mantener al pueblo en ciertos terrenos de inmovilidad. Contrario sería el caso si se atravesara por una situación revolucionaria.
¿Cuáles son los métodos que utiliza el Estado burgués para que el pueblo no se inmiscuya en las políticas de Estado?Pues aumentando los niveles de fragmentación o desorganización, los niveles de odio o racismo, los niveles de entretención o distracción, los niveles de miedo o inseguridad, los niveles de confusión o desinformación, etc., siempre por sus respectivos canales. Para nada extraña los bajos niveles sindicales o la fuerte apatía hacia la política dentro de formaciones socioeconómicas capitalistas y cuya bandera principal sea el modelo neoliberal.
Bajo el modelo neoliberal el Estado burgués tiende a actuar desvergonzadamente frente a la clase dominada. Dicho escenario permite a la clase trabajadora y explotada acumular cierto descontento frente al Estado, pero que sin embargo no podrá surtir efecto si ese descontento no es debidamente canalizado por ciertos elementos avanzados que tengan por finalidad acabar con el Estado burgués.
La destrucción del Estado burgués apremia aún más cuando éste está dominado por políticas neoliberales en desmedro de los intereses generales del pueblo. Pero dicha destrucción no podrá concebirse sin una madurez real de la condición objetiva paralelamente a la del factor subjetivo que tiene que haber dentro de toda revolución social que pretenda sustituir una formación socioeconómica por otra. La condición objetiva la podemos traducir en el enconamiento, dentro del régimen capitalista, de todas sus contradicciones o en la crisis del régimen con síntomas de poder colapsar, ello junto con lo primordial: la situación revolucionaria (crisis de la política aplicada sobre la clase dominada; agravamiento superior de la miseria y de los sufrimientos de la clase oprimida; intensificación, por estas causas, de la actividad de las masas frente a los atropellos de la clase gobernante). Por otra parte, el factor subjetivo tiene que ver con la presencia de una conciencia revolucionaria de las masas que esté resuelta a llevar la lucha hasta el fin; también tiene que ver con la organización de las masas y su vanguardia lo que habrá de permitir concentrar las fuerzas necesarias y capaces de combatir: y, por último, tiene que ver con la presencia de una dirección política de las masas a cargo de un Partido sólido, con experiencia suficiente, para dirigir a la masas hacia la victoria frente al Estado opresor del Estado burgués.
Un Estado al servicio del pueblo debería ser la lógica de todo Estado. Sin embargo, dentro de formaciones socioeconómicas capitalistas, la lógica general del Estado es representar los intereses particulares de las clases acomodadas y dominantes. Distinto el caso de formaciones socioeconómicas socialistas, aquí el Estado se pone al servicio del pueblo y no al servicio de ciertas minorías. Y Venezuela, como bien sabemos, ha quebrado la lógica del Estado dentro de una formación socioeconómica capitalista. Aquí vemos a un pueblo que se tomó al Estado, democráticamente, dirigido por sus elementos avanzados, y que se dirige a borrar todo rastro de la lógica capitalista. Por lo que, en estas condiciones, urge al pueblo a pertrecharse con mayor ahínco para enfrentar las pataletas de la oligarquía, que difícilmente habrá de resignarse. Y si llegara a ser necesario empuñar las armas, el pueblo más que nadie debería estar preparado. Defender la revolución bolivariana es deber de todo venezolano que no quiera nuevamente acomodarse a la lógica inhumana del Estado capitalista. El compromiso irrestricto a la revolución bolivariana debe ser la principal arma para hacer frente a los elementos reaccionarios de la burguesía criolla e internacional. Sin compromiso revolucionario la revolución claramente estará perdida.
Por lo tanto, toda revolución social requiere la madurez y la unidad de las condiciones objetivas y subjetivas para que una formación socioeconómica triunfe sobre otra. De nada habrá de servir la madurez de una sin la madurez de la otra. Cada una necesita alimentarse de la otra. Lo fracasos y los avances de toda revolución social estarán determinados por los niveles de desarrollo de las condiciones objetivas y subjetivas. Nada habrá de frenar la determinación de un pueblo por liberarse del yugo capitalista. Toda forma de lucha será válida mientras sea por defender los intereses de las clases oprimidas.