Ya hemos comprobado que cualquier medida adoptada por las autoridades en la isla es desacreditada en lo inmediato por el fundamentalista usurpador que llegó a la Casa Blanca mediante chapuzas mundialmente conocidas. Cual moderno Calígula, ya institucionalizó la tortura como método oficial de lidiar con aquellos a quienes califica de enemigos. Es difícil entender cómo un sicópata erigido en luminaria pueda constituirse en referente para emprender las luchas por la libertad, entendida por la reacción como libertad “política y económica”, para que, por ejemplo, la gente pueda morir de hambre en un modelo dominado por los corporativos privados depredadores. Bush es una vergüenza hasta para el propio pueblo estadunidense.
En ese sentido, Bush se rodea de los sectores más primitivos del exilio contrarrevolucionario para seguir agrediendo cualquier señal de apertura desde la isla. El reciente anuncio cubano sobre la difusión de telefonía celular en la isla ya desea manipularlo la administración imperial para afirmar que utilizaría ese medio de comunicación para atacar al gobierno cubano.
Tal advertencia la emitió el Nerón estadunidense rodeado de los herederos de la oligarquía exiliada, que desde hace medio siglo rumian su venganza y retorno para exigir la restitución de sus bienes malhabidos que expropió la Revolución.