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General: Voluntad y perseverancia llevan a joven discapacitado a Harvard
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De: ▓▬↔▲▼§tår▼▲↔▬▓  (Mensaje original) Enviado: 07/06/2008 04:51

Voluntad y perseverancia llevan a joven discapacitado a Harvard

KATHLEEN McGRORY

The Miami Herald

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<br>Kevin Mintz junto a su amiga Yolanda Lawrence. Kevin y sus amistades comparten una gran afición por el cine y el llamado
DONNA E. NATALE PLANAS/ MIAMI HERALD STAFF 
Kevin Mintz junto a su amiga Yolanda Lawrence. Kevin y sus amistades comparten una gran afición por el cine y el llamado "rock clásico'': Le gustan mucho los Beatles y Jefferson Airplane.

    Kevin Mintz subió al podio en su silla de ruedas eléctrica, miró su toga blanca de graduado y se dirigió al público, con frases lentas y trabajosas.

    Unos minutos antes, los jóvenes del público estaban alborotados y llenos de energía, pero prontamente callaron, dándole toda su atención a Kevin.

    En la fila delantera, sus padres sonreían tomados de las manos. Su hijo no caminará nunca, incluso se temió una vez que no hablaría nunca tampoco, pero llegó al tope de su clase y se encamina a Harvard con una beca completa.

    Kevin, de 18 años, tiene parálisis cerebral. Sólo puede usar sus piernas y brazos limitadamente, y ha estado en silla de ruedas durante toda su vida. Tuvo que someterse a terapia durante 10 años para que la gente entendiera lo que habla.

    Pero nunca se desanimó por lo que otros ven como impedimentos. Su desempeño escolar ha sido brillante. Se convirtió en defensor de los estudiantes con incapacidades, y se ganó el respeto y la admiración de sus compañeros de clase.

    Su logro más reciente: Graduarse del Robert Morgan Educational Center. Como el mejor alumnos de su clase, le pidieron que hablara ante el cuerpo estudiantil ayer, en el Pharmed Arena de la Universidad Internacio- nal de la Florida (FIU).

    "Fue difícil algunas veces, pero cuando estuve pasando por todas las cosas traumáticas, no sentía que estaba haciendo nada heroico o profundo'', dijo antes de la presentación. "Me pareció que era algo que tenía que hacer por mí mismo para que se me considerara normal''.

    Hizo una pausa.

    "Aunque recientemente me he dado cuenta de que ‘lo normal' depende del cristal con que se mire''.

    El más joven de cuatro hijos, Kevin nació prematuro por un mes. Su padre Howard Mintz recuerda que los médicos dijeron que el bebé tuvo momentos de dificultadantes del alumbramiento.

    Le diagnosticaron parálisis cerebral a los 9 meses de nacido. No habló hasta después de haber cumplido los tres años.

    Pero los padres no se arredraron por los lúgubres pronósticos de los especialistas según los cuales la vida de Kevin estaría llena de limitaciones. La pareja lo llevaba a Gainesville para que se sometiera a operaciones especiales para aumentar su movilidad, y lo apuntaron en programas tratamiento temprano.

    Una vez que empezó a hablar, su vocabulario creció a un ritmo extraordinario, y cuando estaba en kindergarten, los adultos que le rodeaban se convencieron de que estaba dotado de una gran inteligencia.

    Su madre luchó por ponerlo en una clase regular de kindergarten en Gloria Floyd Elementary School, en Kendall. Fue una época en la que era práctica común tratar de incluir a niños especiales en toda clase de actividades comunes.

    Kevin requirió ayuda para ubicarse en la escuela. Un asistente del distrito escolar lo ayudaba a moverse dentro del edificio, manejar sus libros y hacer sus tareas.

    La pasión del niño por aprender era evidente.

    "No podía abrir puertas ni cargar maletas, pero le encantaba estar en la escuela'', dice su padre. ‘‘No iba a dejar que sus impedimentos lo detuvieran''.

    Kevin empezó a brillar académicamente en los grados intermedios. Tomó clases avanzadas de matemá- ticas, ciencias, inglés y ciencias sociales. Se unió al periódico escolar y desarrolló talentos de redacción, a pesar de que físicamente él no podía usar papel y lápiz.

    "Ha sido uno de los escritores más extraordinarios que he tenido en clase'', dice Mona Abramesco, una asesora del periódico escolar.

    El padre de Kevin, que es administrador de negocios y está semiretirado, dejó su trabajo para conver- tirse en asistente de su hijo a tiempo completo.

    En Robert Morgan, Kevin tomó las clases más difíciles que ofrecía el colegio. Su programa de último año de secundaria incluyó seis clases de categorización avanzada, desde Historia del Arte hasta Cálculo Avanzado.

    Y nunca sacó notas por debajo de ‘A'.

    "Cuando Kevin estaba en mi clase, me motivaba a ir más allá de lo que había en la página'', dice Bob Barnett, un maestro de Historia. ‘‘Yo quería entrar en debates, ir más allá''.

    Aparte de las clases, a Mintz le pidieron que ejerciera en el panel de asesoría de educación especial de Miami-Dade, del superintendente Rudy Crew.

    Y se mantenía ocupado los fines de semana.

    Kevin y sus amistades compartían una gran afición por el cine y el llamado "rock clásico'': Le gustan mucho los Beatles y Jefferson Airplane.

    En una excursión a Walt Disney World, fueron enseguida a subirse a Space Mountain, la mayor "montaña rusa'' del parque. Al ver que en la fila para los que iban en silla de ruedas había una espera de 30 minutos, los amigos de Kevin lo cargaron y lo llevaron así al carro.

    ‘‘Simplemente lo cargamos y corrimos'', dice Francisco Gortes, de 18 años. "Y no parábamos de reír''.

    En el otoño, Kevin solicitó entrada en algunos de los mejores colegios universitarios del país. Planeaba ir a Georgetown, hasta que recibió un mensaje de Harvard.

    Primero titubeó, pensando que seguramente lo habían rechazado.

    "Las primeras palabras que leí decían: ‘Me deleita' '' recuerda él. ‘‘Y pensé: ‘¿Por qué usarían esos términos para rechazarme?' ''

    Cuando Kevin se percató de que lo habían aceptado en la escuela, empezó a gritar, y dice que casi se cayó de la silla.

    Más elogios vinieron después.

    Ganó varios premios nacionales, desde el Harvard Book Prize hasta el de Disney Doers y el Dreamers Award.

    También se le declaró ganador del Silver Knight Award en estudios sociales del Miami Herald/El Nuevo Herald.

    El año que viene habrá grandes cambios. El padre de Kevin no estará en Cambridge para ayudar a su hijo en Harvard. Kevin tendrá un ayudante de tiempo completo, costeado por la universidad.

    "Nunca he tenido dificultades en hacer amistades, así que no me inquieta sentirme solo'', dijo. "Aunque me doy cuenta de que siempre extrañaré mi casa''.

    Aparte de Harvard, Kevin planea ser abogado para personas con impedimentos, y espera que su trabajo rompa las barreras que confrontan los incapacitados.

    Ayer, instó a sus condiscípulos a albergar grandes sueños.

    "Cuando he observado que se necesitan cambios he hallado el valor para hablar, incluso cuando he estado rodeado de silencio'', dijo a sus compañeros. "Reto a todo el mundo a tener la fuerza y el coraje interior de liberarse de cualquier cosas que los obstruya''.

    Mientras Kevin daba su discurso memorizado, sus padres musitaban también las palabras. Sus compañe- ros lo interrumpieron tres veces con ruidosos aplausos.

    Al terminar, todos se pusieron de pie dando vítores.

    Kevin sonreía.

    "Esto'', dijo su padre, "es sólo el principio''.



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