Entrevista a Alcides López Labrada, viceministro de Agricultura cubano.
Una de las primeras medidas del presidente cubano Raúl Castro tras su toma de posesión en febrero fue una Reforma Agraria. ¿Por qué era necesaria?
Cuba dispone actualmente de 6'7 millones de hectáreas de tierra cultivable, pero alrededor de la mitad de esa superficie no se cultiva o se utiliza de manera ineficaz. El objetivo es fomentar la utilización de la superficie improductiva. Por esta razón fue aprobada una ley que facilita el acceso a esos suelos productivos. Al mismo tiempo, esta política se une a las medidas anteriores. La primera Reforma Agraria de Cuba tuvo lugar en 1959 tras la Revolución. En aquel entonces, se dio la tierra a aquellos que la cultivaban, a la vez que se definía un límite de 402 hectáreas. En el año 1963 hubo una segunda Reforma. Para posibilitar a más familias el acceso a su propia tierra, se redujo el límite a 67 hectáreas, lo que para Cuba todavía es una buena cantidad de tierra. Tras la caída del socialismo en Europa, vino la tercera Reforma...
...es decir en el año 1993. Entonces se crearon las Unidades de Básicas de Producción Cooperativa, las UBPC. ¿Cómo es el balance hoy en día?
Fue un paso positivo. El 42% de las tierras fértiles se transmitieron del Estado a las cooperativas agrícolas. Este planteamiento es hasta hoy eficaz. Y ahora, en este año, se llevó a cabo la cuarta Reforma desde la victoria de la Revolución. Cada cubana y cada cubano tienen con ella derecho a recibir 40,26 hectáreas de tierra.
Fidel Castro dijo hace años sobre las cooperativas: “Las empresas estatales fueron más progresistas que las UBPC, pero las UBPC son más realistas”. ¿No significa esto, si se fuerza, una renuncia del modelo socialista?
Desde su punto de vista dialéctico, Fidel reconoció en aquel entonces, mediada la década de 1990, que las condiciones en Cuba habían cambiado. Los ventajosos acuerdos comerciales que teníamos con los países socialistas, especialmente con la URSS, no existían más. Alrededor de 2,7 millones de hectáreas de tierra fueron en aquel entonces traspasadas a la protección de 2.400 cooperativas. Sin embargo mantenemos un principio socialista en agricultura por el cual, a cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus resultados. De ahí sigue la cita de Fidel. Él añadió: “sin embargo, son en gran medida socialistas”. No se trata entonces de una renuncia del modelo socialista, sino de adaptar ese modelo a la realidad.
Haití fue sacudida a principios de este año por disturbios de “hambrientos”. Incluso en Sudamérica existe ese miedo a una hambruna. ¿Dónde se encuentra Cuba?
En la crisis actual no se queda nadie fuera, ni siquiera los países desarrollados. Cuba no es en este contexto una excepción. También nos afectan las subidas de precios de los alimentos y de la energía. La gran diferencia es que nosotros podemos contar con las personas para solucionar la crisis y el que Gobierno tiene intención real de atacar el problema.
La crisis de alimentos en Haití es también un resultado de su adaptación a la estructura neoliberal. ¿Sería cínico decir que el aislamiento de Cuba en la década de 1990 le protegió de tales consecuencias?
Yo no diría que Cuba estuvo separada, sino independiente del sistema neoliberal. En Cuba pudieron garantizarse a las personas las necesidades básicas. Por supuesto que nos hubiera gustado a todos que la cesta de la compra fuera rica y variada. A pesar de todo nadie debe pasar hambre con nosotros. En Cuba captamos ese proceso muy bien, por ejemplo la subida del precio del arroz. Pero a nosotros no nos afecta. En Haití se ha triplicado mientras tanto el precio del arroz.
¿Qué papel juega la integración regional?
El los últimos años se han llevado a cabo en Cuba numerosos proyectos de alimentación en cooperación con Venezuela, el segundo miembro fundador del ALBA. Está planeado fundar una flota pesquera conjunta en el Pacífico. Lo que además nos ayuda mucho son los precios baratos de combustible de Venezuela. Y esto es una idea fundamental: también Cuba ofrece a muchos países su ayuda solidaria. Por ejemplo con la alfabetización.
También en Alemania existen muchos programas de ayuda solidaria como el proyecto de Cuba Sí, “Leche para los Niños de Cuba”. ¿Qué importancia (relativa) tienen estas iniciativas hoy en comparación con las de la década de 1990?
El mayor rendimiento lo produce naturalmente siempre el Gobierno revolucionario, pero el movimiento de solidaridad cumple una importante aportación complementaria. Por ejemplo, a Cuba Sí le estamos muy agradecidos por la ayuda que nos hacen llegar. Nos han ayudado realmente en nuestros momentos más difíciles. Nuestra voluntad es que esa cooperación se intensifique. Y nuestra visita a Berlín es una prueba de eso.
Enlace original:
http://www.jungewelt.de/2008/08-04/052.php