La crisis cíclica del capitalismo golpea otra vez. Y otra vez, se esconden las contradicciones inherentes del sistema y se habla de razones coyunturales, de avaricias individuales, frases llenas de tecnicismos. El epicentro está en el corazón del capitalismo mundial, pero agravado por el comienzo del fin de las materias primas, especialmente el petróleo, y el factor “cambio climático”. Y por desgracia, una crisis más, la clase trabajadora parece no estar suficientemente organizada y cohesionada en torno a un programa para terminar con la locura capitalista. Se habla de que la chispa de la crisis son las hipotecas subprime, concedidas sin garantías, y en los medios de masas se culpa a los bancos por conceder estas hipotecas por ansias de ganancias. Estos “entes” financieros parecen ser espectros, seres de otro mundo, pero la verdad es que tienen ojos, caras, cabezas... y bolsillos. Un ejemplo: Herman Verwilst, el ex-directivo de FORTIS, primer banco europeo que cae por la crisis, tiene una indemnización de 5 millones de euros, ¡¡por dimitir!! ¿Cuál sería su indemnización si le despiden? ¿Y por qué no se expropian todos los bienes de los directivos de los Merryl Lynch, Wachovia, Dexia, Lehman Brothers, etc. y se les pone en la puta calle? Porque eso es lo que sí les ha ocurrido a los que no pudieron pagar esas famosas hipotecas basura.
Porque también las hipotecas basura también tienen ojos y cara. Y están en la calle. Y no cobran indemnizaciones de millones de euros. Ya tienen hasta nombre: ciudades-tienda de campaña [1]. Porque esta crisis tiene una cúspide que vemos todos los días en las noticias, pero también tiene una base que casi no se conoce. Son todos esos miles de estadounidenses que no pudieron pagar sus hipotecas y la legislación al servicio de los ricos les ha puesto de patitas en la calle. No tienen derecho a que el estado les “intervenga” y que les salve la “hipoteca tóxica”. ¿Qué ha ocurrido para que tantos hipotecados no hayan podido pagar sus hipotecas? ¿Ha sido solo la avaricia de conceder más y más hipotecas?¿o hay que sumar que la clase trabajadora estadounidense estaba siendo asfixiada desde hace años? La crisis política nos lleva a una lucha ideológica Y en la arena de las ideas, los voceros del capitalismo andan perdidos como hormigas a las que se les tapa el hormiguero. Los demócratas apoyan el plan de “salvamento” del gobierno republicano y lo republicanos votan en contra. Sarkozy también habla de intervención estatal en una especie de socialnacionalismo (por ahora no al revés). Y los socialdemócratas en todo el mundo, que históricamente han justificado el capitalismo con buena cara, aprovechan la situación para criticar el capitalismo salvaje, aislando de este modo los orígenes de la crisis a la avaricia de unos pocos ejecutivos. Niegan al mismo tiempo la naturaleza endémica de la crisis, que se ha salido a la luz en esta ocasión por las hipotecas, y confunden de este modo causas con consecuencias. No se arreglan estas crisis con controles sobre las ansias de ganancias de unos pocos porque no se pueden controlar el principio básico del capitalismo: la necesidad vital del continuo aumento de la tasa de ganancia. Este principio ordena que los capitalistas inviertan en aquellos sectores que incrementan en mayor cantidad y más rápidamente sus beneficios. Estos beneficios aumentan si aumenta la explotación de los trabajadores. Y si los trabajadores se aprietan cada vez más y más el cinturón, llega un momento en que no pueden pagar su hipoteca. Tarde o temprano, dan igual las garantías. La derecha tradicional puede clasificarse en dos clases, según lo que está ocurriendo en estos días: Pateticos y sinverguenzas[2]. Patéticos, que después de defender el âdejar hacerâ del capitalismo, jurar que las mejores leyes del mercado son el mercado en sí mismo y asegurar que lo que mejor puede hacer el estado es mantenerse al margen, ahora defienden la âintervención del estado para rescatar el sistema financieroâ. Un caso muy sonoro y reciente: el nuevo presidente de la CEOE solicita un paréntesis en la economía de libre mercado sin sonrojarse, pero esto "es sólo una "contradicción en un tema concreto en un periodo concreto"[3]. Esta filosofía liberal-patética puede resumirse en que el libre mercado esta bien mientras se gane, cuando las cosas van mal hay que volver al intervencionismo, a las nacionalizaciones, es decir, rescatar al estado para que salve el negocio de unos pocos... con el dinero de todos. Sinvergüenzas, aquellos que siguen manteniendo que el mercado debe regenerarse por sí solo, sufriendo lo que haga falta, sin preocuparse de las consecuencias que para todos los ciudadanos puedan tener los crímenes financieros de los piratas de street. En este grupo tenemos a conservadores que dan la cara y dejan las cosas bien claras, como el senador republicano Jim Bunning, quien afirmo que "el libre mercado ha muerto" ya que se va a "eliminar el libre mercado e instaurar el socialismo en Estados Unidos"[3]. También aquí tenemos ejemplos brillantes de esta categoría, allá por la derecha del dial en la onda media: el abanderado del liberalismo salvaje es ahora el inteligente y agudo ultraderechista Federico Jiménez Losantos. Por supuesto, como la Historia nos enseña y saben muy bien nuestros sinvergüenzas de derechas, cuando la crisis no se arregla “por sí sola”, hay que apretarle los cinturones a los trabajadores, y en ocasiones el estado tendrá que ponerse firme y plantarles cara en forma de fascismo. La crisis en otras palabras ¿Como se materializa este rescate publico de las bancarrotas privadas? El estado concede créditos suaves a estos bancos para que estos puedan afrontar sus deudas y no rompan la cadena de la hipocresía. Pero el estado acepta como garantía del préstamo, los mismos "productos financieros", por ejemplo acciones, que pueden revalorizarse o devaluarse [4]. O como propone el falso liberal G.W. Bush, pueden comprar los "productos financieros contaminados" que nunca se valorizarían. Es como si compras miles de boletos de la lotería, y cuando compruebas que no te han tocado, se los vendes todos a papa estado. Y el estado en lugar de reírse en tu cara, te los compra. Increíble, pero eso es lo que hacen delante de los ojos de todos los ciudadanos, enmascarados detrás de una nube turbia de tecnicismos. Se repite cíclicamente este patético espectáculo en el que todos los grandes beneficiados y defensores del capitalismo salvaje corren desesperados a refugiarse debajo del paraguas del intervencionismo. Y como setas tras la tormenta que crecen sobre las moñigas, los corifeos neoliberales volverán a cantar los salmos del libre mercado porque nadie en el foro público tendrá el valor de gritarles "¡mentirosos e hipocritas!" a la cara como se merecen. Las hemerotecas están llenas de crisis y situaciones similares. Conviene recordar que el intervencionismo no surgió de ninguna tablas de Moisés ni de ninguna revelación divina, si no de las necesidades concretas del sistema de producción capitalista. Nacieron juntos, con el liberalismo y su hipocresía. Ya hace mas de dos siglos los empresarios ingleses fueron quienes pidieron explicitamente que el estado regulara las condiciones de explotación, al constatar que las salvajes condiciones laborales estaban siendo dañinas para la salud de la clase trabajadora hasta límites que afectaban a la propia productividad, y consecuentemente a los beneficios empresariales [5]. Desde entonces, son centenares los casos particulares de empresas que han sido "rescatadas" por el estado tras una quiebra. No hace falta mucho esfuerzo para recordar muchas renacionalizaciones, como por ejemplo en la cuna del liberalismo, el Reino Unido, como las de la empresa de ferrocarriles Railtrack, privatizada por John Major en el 96 y rescatada de la bancarrota posteriormente por Tony Blair, o la mas reciente âoperaciónâ del banco Northern Rock. Economia real vs. economia virtual. Observando el problema desde fuera, la crisis parece una trama enredadísima imposible de entender, trama destinada a esconder lo que realmente se está haciendo. El capital financiero obtiene ganancias vendiendo aire al mejor postor, que a su vez se lo vende a otro postor y así sucesivamente, dentro de una conjura de necios capitalistas. A diferencia de las apuestas en los caballos en las que el individuo pierde sus ahorros y solo a él le afecta, estos delincuentes de corbata apuestan con la esencia de la economía capitalista real, la economía con la gente trabaja y come. Los extremos a los que se llega con estos juegos de aprendices de brujo financieros serían escandalosos si los tradujéramos al lenguaje de la economía real. Consideremos dos posibilidades. Primera, soy un banco en el que guardas tu dinero: con él me voy a las apuestas de caballos y lo pierdo todo. Esto es lo que ocurre con las inversiones financieras, que invierten miles de millones en "productos financieros" (acciones, materias primas, futuros...) para venderlos más tarde por mas dinero. Pero puede que "haya una crisis de confianza de los inversores", y que el precio de estos "productos financieros" se desplome. Es decir, que la gente ya no quiere comprar aire. Entonces mi banco ya no dispone de los "activos" (el dinero contante y sonante) para "responder a la demanda" o para invertir en el sector productivo (en hacer cosas). Para salir de la crisis me acerco a papá estado para llorar un poco y que me dé el dinero que he perdido, porque si no, no puedo invertir en producir y habrá paro, hambre, y crisis. Y papá, en una actitud educativa y ejemplo para todos mis hermanos los otros bancos, me salva de la ruina y no me mete en la carcel 30 años y un día, ni me expropia todas mis casas, yates coches y joyas. La segunda posibilidad es que yo, el banco, te preste dinero. En este caso calculo que cuando me lo devuelvas tendré mucho más y se lo digo a todo el mundo. Y son estos bienes teóricos, o pasivos, los que aumentan mi capital y el valor de mi compañía, y me permiten embarcarme en nuevas "operaciones financieras", es decir, comprar otras acciones, invertir en otras empresas, utilizando como aval este capital que aun no tengo. Si después no pagas, como ha ocurrido en el caso de las famosas "hipotecas subprime", no podré hacer frente a mis deudas y le pido a papá estado que pague mis deudas por mí. Y papá, en una actitud educativa y ejemplo para todos mis hermanos los otros bancos, me salva de la ruina y no me mete en la carcel 30 años y un día, ni me expropia todas mis casas, yates coches y joyas. Pero este cuadro estaría incompleto si no se recordara que por mucha decadencia capitalista, por mucha crisis, el capitalismo dispone de recursos para su supervivencia. Ningún sistema por decadente que sea cae por sí solo; siempre han hecho falta guillotinas. Pero además, hay que estar atento porque en los momentos de crisis el sistema tenderá a apretar más los cinturones de los trabajadores, quienes si no responden y se organizan, acaban sucumbiendo a los recortes de derechos y de libertades: el fascismo. Los señores capitalistas no tienen reparos en embarcarnos en una tiranía con tal de salvar sus privilegios. Ejemplos sobran. Es el momento de pasar a la ofensiva en todos los niveles: en la lucha ideológica (socialismo o barbarie) y en las luchas laborales: nada de 65h Víctor Morales Referencias: 1 – Véase por ejemplo http://features.us.reuters.com/cover/news/D8C99CD0-AF35-11DC-9E67-616F0DA5.html, o también BBC News: http://www.youtube.com/watch?v=eBIJH6--vsM 2 â Joaquin Estefania escribia en El Pais durante la crisis de 2001 que "disfrazados de honestos neoliberales, eran pérfidos neokeynesianos. El presidente de los Estados Unidos, George Bush; su secretario del Tesoro, Paul O'Neill; el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan; la mayoría de la Cámara de Representantes y del Senado americanos; el director del Fondo Monetario Internacional, Horst Köhler; James Wolfenshon, presidente del Banco Mundial" [1]. John Keynes fue uno de los grandes impulsores del intervencionismo del estado en la economia, contra las ideas de los liberales que defienden la independencia absoluta del mercado frente a las injerencias del estado. Artículo completo "Todos eran keynesianos." J. Estefania, El Pais 15/10/2001, en http://www.elpais.com/articulo/opinion/Todos/eran/keynesianos/elpepiopi/20011015elpepiopi_8/Tes/ 3 - Gerardo Diaz Ferran en El Pais 21/09/2008 4 -Joaquin Almunia en la Cadena SER, 18/09/2008. 5 - Antología, de Marx, Karl. Edicions 62 Colección: TEXTOS PEDAGÒGICS Año de edición:1988. |