Desde La Habana
Los huracanes y la crisis habitacional
Por Manuel Alberto Ramy
He visto en estos últimos días imágenes filmadas y fotos de los destrozos que el huracán Paloma dejó a su entrada en el territorio nacional por el municipio camagüeyano de Santa Cruz del Sur. Las imágenes de este municipio, como las del municipio de Amancio, en la provincia de Las Tunas, son impactantes.
Las casas que derrumbó Paloma se suman a las viviendas dañadas por los dos huracanes anteriores, Gustav y Ike, para un total de 69 mil viviendas destruidas y unas 400 mil con diferentes grados de afectaciones. Estas deben agregarse al déficit habitacional, calculado en unas 500 mil. Una cifra de más de 300 000 están urgidas de mantenimiento que casi no ha existido durante años.
Las imágenes muestran un amasijo de maderas viejas, láminas de zinc y tablas propias de un naufragio. Tal pareciera que un niño travieso hubiese soplado sobre una añeja arquitectura hecha a base de palillos de dientes. No hubo muertos, cierto, gracias a la celeridad previsora de la Defensa Civil, pero la pregunta que comparto con muchos compatriotas es cómo es posible que aún existan tantas viviendas en estado tan primitivo.
"Para descubrir la toma de tierras por el marabú hizo falta que el presidente Raúl Castro pasara camino de Camaguey", me comentó un vecino, y preguntó: "¿Tendrán los huracanes el papel de poner en evidencia la realidad constructiva del país?"
Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), el plan de construcción de viviendas se ha comportado de la siguiente manera:
2002: 27 460 viviendas terminadas, de las cuales el sector no estatal construyó 7,817
2003: 15 590, viviendas, de ellas 8,272 corresponden al sector no estatal
2004: 15 352, viviendas, de ellas corresponden al sector no estatal 7,057
2005: 39 919, viviendas, de ellas corresponden al sector no estatal 25,334
2006: 111 373 (Cifra cuestionada por el Vicepresidente Carlos Lage)
2007: 52 607 viviendas, de las cuales corresponden al sector no estatal 30,188.
Evidentemente las cifras de los últimos años, salvo la cuestionada --por inflada-- de 2006, son modestas y cada vez más cercanas a las posibilidades concretas de realización, pero a ese ritmo constructivo la brecha no será acortada, a pesar de que nuestros índices de crecimiento poblacional vayan en curva descendente, en cuyo descenso incide el hecho de que abundan las familias en las que tres generaciones conviven bajo el mismo techo. Y también reflejan el ascenso de aquellos que construyen con esfuerzo propio.
Para el año en curso, el plan oficial es de unas 51 mil viviendas. De su cumplimiento solo conocemos de los problemas que se confrontan en las ejecuciones, que de manera resumida son: demora en los papeleos, falta de mano de obra, desorganización entre los organismos encargados de la distribución de materiales, carencias de algunos de éstos y de transporte.
Para todas y cada uno de esas explicaciones hay más explicaciones. Cada sector o nivel comprometido dispone de un arsenal tan vasto como la estructura gubernamental, pasada de peso y que tiende a replicarse en toda la escala de su verticalidad, característica que debe ser objeto de meditación a la par de un reordenamiento de la división política-administrativa. Realidades económicas y cambios ambientales en distintas regiones del país parecen reclamarlo.
Mientras, el cubano sigue mirando y no cesa de descubrir viviendas que creía desaparecidas. Por otra parte, crecen las dificultades para reparar las existentes. Infinidad de habaneros están sumamente preocupados porque un huracán de categoría 2, 3 ó 4 azote la capital. "Media ciudad habrá que recogerla con palas", fue el comentario de un vendedor de durofrío estacionado frente al Capitolio Nacional.
También abundan quienes señalan que la necesidad de viviendas y la urgencia de dar mantenimiento a las existentes es un tema que viene de años y que "no puede anotarse al Período Especial" --que abarca gran parte de la década de 1990, cuando el país padeció la mayor crisis económica de su historia. Busqué datos en la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y comprobé que en el año 1985, época en la que las relaciones económicas con la ex-Unión Soviética y el campo socialista eran excelentes, solamente fueron construidas 41,170 viviendas.
Vale hacerse una pregunta y meditar. ¿Por qué si las cooperativas agropecuarias han resultado formas eficaces de producción, no puede favorecerse la creación de cooperativas de constructores? ¿Por qué no otorgar préstamos bancarios para esos fines? Lenin, en uno de sus últimos escritos, apreciaba a la asociación cooperativa como la más cercana al socialismo. El propio Presidente Raúl Castro en uno de sus discursos previó la existencia de distintas formas de propiedad y de producción porque no eran esencialmente contradictorias con el sistema.
El maridaje del hombre y la vivienda ha tejido nuestra historia como especie. Vivienda es familia --célula fundamental--, hogar y hogar modesto, pero seguro, es el ámbito primero y más idóneo para la transmisión de valores imprescindibles para la sana convivencia y para enfrentar los retos, que avizoro más sutiles y sofisticados a corto y mediano plazo. Vivir en un albergue es preferible a debajo de un puente o conociendo por las noches la geografía de portales y pasillos. Es innegable. Sin embargo, el albergue no puede ser el destino final de miles de personas --hay quienes llevan dos y tres años en esa condición. Promiscuidad y provisionalidad extendida, carente de fecha de vencimiento, desarticulan familias, quiebran valores y propician sus opuestos.
Manuel Alberto Ramy es jefe de la corresponsalía de Radio Progreso Alternativa en La Habana y editor de la versión en español del semanario bilingüe Progreso Weekly/Semanal.