.- "(...) Vulgarmente se vincula a todo crítico con Israel con el antisemitismo para por ende vincular en antisionismo con el nazismo “antisemita”. Craso error alevoso y premeditado. Leed a Sharón y su perspectiva del nazismo. ¿Quién es el filonazi? Pero la propaganda sionista vincula a todo crítico con el proyecto de Sión, Israel, con el patético negacionismo y el revisionismo historicista de la extrema derecha y el movimiento neonazi contemporáneo. Los nazis, asesinaron industrialmente a más de seis millones de judíos europeos, no semitas, muchos de ellos entre los 29 millones de ciudadanos soviéticos exterminados. Indudable, pero si realmente alguien ha manipulado y utilizado vilmente a las víctimas de la Shoah, nadie más frívolo y carroñero, que el Sionismo. Borrachos de victimismo tras el Holocausto que ayudaron en parte a desarrollar (como decía Hannah Arendt los Judenrat o Consejos Judios fueron determinantes en la organización de la Solución Final de los judíos, no de los semitas), siempre han impuesto de modo impune desde esta posición de víctima intocable, todo el proceso de creación y expansión genocida de la Entidad Sionista o Israel. Por cierto, siempre me he preguntado por qué los sionistas no aplicaron el ojo por ojo bíblico que tanto reivindican para con los semitas palestinos ¡con los alemanes! (...)" Hagan clic en "Leer más" para acceder al texto íntegro.
Los vascos, todos los navarros, tenemos el triste privilegio de saber al dedillo cómo funciona la estrategia de la tergiversación, de la mentira, de la deconstrucción de la Historia por parte de los que pretender asimilar y hacer desaparecer esta cultura milenaria.
Paradigmáticamente son los unionistas franco-españoles que insisten en que Euskal Herria es un mito inexistente y que los vascos nunca hemos disfrutado de entidad jurídico político propia alguna, los sionistas más fervorosos.
En Euskal Herria tratan de mitificar una realidad histórica indiscutible mintiendo y aplastando a sus defensores, basando su proyecto nacional, España, en la imposición de la unidad manu militari, mientras que esquizofrénicamente defienden la leyenda sionista, el mito religioso metafísico de Israel, construido artificialmente también manu militari, reivindicando la postiza imposición sionista y aplastando a otro pueblo, el palestino. La misma opresión, la misma manipulación histórica para un mismo fin: el sometimiento para dos pueblos legítimos indómitos.
Fuera de los centros de poder, los unionistas-sionistas son una minoría marginal fácticamente poderosa. No había más que ver a los sionistas más ultras en la manifestación antisemita de Madrid de este fin de semana. ¡Sí, antisemita!
Así es, el sionismo no es un fenómeno que se circunscriba solo a “la entidad sionista” llamada Israel. Son sionistas todos los que defienden la existencia y “el derecho de autodefensa” de Israel, proyecto artificial, teocrático, racista y fascista por antonomasia.
Pero Gaza 08 ha sido demasiado. La indignación ha sido general, mayoritaria. La calidad de las mentiras justificantes del despropósito criminal es insuficiente . Los acontecimientos hacen indefendible toda posición filoisraelí. La avalancha de textos públicos y protestas durante las últimas semanas ha puesto muy nerviosos a los sionistas. La impopularidad de la aplicación de su exterminante “derecho a la legítima defensa” en Gaza ha sido muy evidente. No había correlación entre los discursos justificantes y la realidad exterminante. Los paralelismo con el nazismo han sido tan elocuentes, que era necesario contraatacar dialécticamente, equilibrar la balanza, desdibujar los hechos, vilipendiar y desautorizar a los críticos.
Por eso en la mayoría de los medios se ha profundizado en la burda tergiversación de que todos los críticos a Israel son con mayor o menor virulencia antisemitas. Una técnica incorrecta, obsoleta y mediocre que trata de vincular los fantasmas del pasado europeo a la realidad del siglo XXI, con la que está cayendo en Gaza. Pero no está demás recordar algunas perogrulladas difusas en el mar de la confusión terminológica y la ignorancia general que el sionismo siempre ha manipulado con relativo éxito.
Para empezar hay que aclarar un concepto técnico fundamental: los únicos semitas que hay en Israel y en los territorios ocupados por éste son los que actualmente denominamos palestinos. Los judíos, tal y como los conocemos a día de hoy, no son semitas, ni en Israel, ni en ningún otro lugar.
Los denominados judíos o hebreos actuales son descendientes ideológico-religiosos de los semitas que fundaron y crearon la religión judía. Los que denominamos actualmente como judíos son racial y culturalmente de decenas de orígenes diferentes. Arios, eslavos, latinoamericanos, magrebíes, etíopes, angloamericanos, persas, sefardíes o incluso vascos. Rubios, negros, de ojos rasgados, bajos, morenos… si algún mestizaje racial es paradigmático, he aquí el más fructuoso.
Todos los judíos no son israelíes. Judíos hay miles, dispersos por el mundo, como musulmanes o cristianos, y hablan los idiomas respectivos a su lugar de residencia. Solo los más fervientes creyentes conocen el hebreo de las escrituras, idioma muerto como el latín, y en Israel, donde se reinventó (es como si los cristianos recuperasen el latín), los israelíes usan la lengua hebrea o neohebrea. Curiosamente, de un tiempo hacia aquí, las últimas oleadas de judíos que “retornan a la Tierra Prometida” y no ven satisfechas sus esperanzas sociales, pasan de aprenderlo, y están generando importantes problemas de integración, sobre todo en las periferias más pobres de las grandes urbes.
Lo que une y hace judíos a los judíos es la religión y su dogmática tradición. Es por ello que no son nación, sino una entidad político-jurídica de múltiples identidades nacionales. Israel no es una nación, es un proyecto artificial sobre un territorio real que se inventó a finales del XIX. Israel podría haber existido en la Patagonia, Canada, Madagascar, Ucrania o en las afueras de Madrid, pero se constituyó e impuso por la fuerza en Palestina, por el peso específico de las leyendas mitológico-religiosas hebreas en las que se basa el discurso sionista. Por cierto, en las afuera de Madrid no les hubiera gustado mucho ni a Isabel, ni a Fernando, ni a Franco…¿Y a Aznar y Esperanza sí?
Así es, la base mitológica de la existencia de Israel es mera filfa. El Israel de las Sagradas Escrituras solo es cuestión de fe, como Adán y Eva, el Arca de Noé, Moisés y la “apertura” del mar, El Mesías, Sion o la inocencia de Fraga.
Los semitas que entonces poblaban y hoy pueblan este entorno geográfico son los mismos, los palestinos.
Es por ello que todo acusación de antisemitismo significaría realmente que el acusado es antipalestino, cosa que evidentemente y al margen de la mala leche, no creo que los ignorantes acusadores pretendan sugerir. “Pero de donde no hay… no se puede sacar, Rahola”.
La confusión general radica en que los judíos, siempre se han reivindicado semitas como descendientes de los semitas hebreos entonces pobladores de Palestina, que se extinguieron culturalmente y transformaron mayoritariamente al Islam mucho después (como el latín y los latinos en Europa). Mezclando las churras bíblicas con las merinas de pertenencia racial, lo cierto es que durante siglos, los seguidores de las sagradas escrituras hebreas han sido y son de muy amplias procedencias culturales, raciales y sociales, pero lo que se dice semitas, no.
Por eso, las teorías raciales nazis hacia los judíos fueron, en la lógica racial nazi, simplemente cretinas, ridículas e inconsistentes respecto a cualquier lógica supremacista. Al margen de criminales y sádicas, eran arbitrarias e indiscriminadas, porque se perseguía a personas arias, eslavas, latinas… y se las mataba por sus vínculos religiosos, culturales, sexuales o ideológicos. Se extermino especialmente a judíos (por la percepción prejuiciosa general en Europa de la usura de esta cultura religiosa) pero como también a cristianos, antifascistas, comunistas o gays, al margen de la raza.
La única excepción del exterminio racial supremacista fueron los gitanos, que aun a día de hoy siguen siendo los paganos de la película. ¿Por cierto, una ingenuidad por qué no les “han dado” tierra para “su estado? ¿No tienen derecho?
A los nazis se les acusa erróneamente de antisemitas, cuando realmente sus postulados eran expresamente antijudíos, no antisemitas. Con el abuelo de Yasir Arafat por ejemplo (el Gran Muftí de Jerusalén, semita él, árabe, palestino y antiimperialista británico) tuvieron una gran relación, incluso se refugió en Berlín y pasaba revista a la divisiones musulmanas de las Waffen SS.
Vulgarmente se vincula a todo crítico con Israel con el antisemitismo para por ende vincular en antisionismo con el nazismo “antisemita”. Craso error alevoso y premeditado. Leed a Sharón y su perspectiva del nazismo. ¿Quién es el filonazi? Pero la propaganda sionista vincula a todo crítico con el proyecto de Sión, Israel, con el patético negacionismo y el revisionismo historicista de la extrema derecha y el movimiento neonazi contemporáneo. Los nazis, asesinaron industrialmente a más de seis millones de judíos europeos, no semitas, muchos de ellos entre los 29 millones de ciudadanos soviéticos exterminados. Indudable, pero si realmente alguien ha manipulado y utilizado vilmente a las víctimas de la Shoah, nadie más frívolo y carroñero, que el Sionismo.
Borrachos de victimismo tras el Holocausto que ayudaron en parte a desarrollar (como decía Hannah Arendt los Judenrat o Consejos Judios fueron determinantes en la organización de la Solución Final de los judíos, no de los semitas), siempre han impuesto de modo impune desde esta posición de víctima intocable, todo el proceso de creación y expansión genocida de la Entidad Sionista o Israel. Por cierto, siempre me he preguntado porque los sionistas no aplicaron el ojo por ojo bíblico que tanto reivindican para con los semitas palestinos ¡con los alemanes!
La Gran Patraña de Israel es el origen de todas las guerras. Desde 1948 solo ha colonizado y conquistado territorios de modo impune gracias al poder mundial del Sionismo, su papel determinante en la Guerra Fría y su dirección efectiva del neoliberalismo triunfante tras esta. Así, mientras se “creaba territorio” el Sionismo convertía en racial su proyecto teocrático: el pupurri religioso hecho pueblo, “hecho Nación”. La legitimación historicista a la inversa: de la inexistencia a la “construcción nacional”.
Pero toda teocracia basa su doctrina y organización en la mitología teológica, en la pura metafísica construida sobre la leyenda e imaginación terrenal. Ya sea de origen islámico, judío, cristiano o de cualquier otra perspectiva sectaria basada en la fe, todas las experiencias históricas en las que una colectividad ha basado su organización y entidad en jurisprudencia teocrática, ha sido y es un estado totalitario. Pero esta lógica metafísica necesita un magma en el que reproducirse: el pueblo, la Nación, la Comunidad: el estado racial como base del estado teocrático, y el Sionismo hace tiempo que lo impuso por la fuerza de las armas en 1948 (ahora a los mismos actos les llaman terrorismo): se llama Israel.
Sería gracioso si no fuera tan burdamente criminal. En el caso sionista, lo grave es que los que acusan de antisemitas erróneamente y a modo de calumnia a los antisionistas obvian que si en efecto existe algún estado racial en el mundo este es el de Israel, y que en este estado los más marginados y perseguidos, son los semitas, los palestinos. ¿Quién es el antisemita?
Pero además, el racismo israelí, sionista, no solo es antisemita, o sea antipalestino. El proyecto sionista jerarquiza también la multinacionalidad de los hebreos. Los askenazis, los de origen europeo y blanco, los hebreos arios y angloamericanos están en la cúspide de la pirámide de poder y de “corrección” racial. Son los puros “descendientes”, los SS. Luego la pirámide va descendiendo jerárquicamente. Sefardíes, magrebíes, persas, eslavos latinoamericanos, sudafricanos, negros de Etiopía… y para acabar los semitas y árabes. Ciudadanos de segunda en derechos pero de primera en obligaciones para con la “ejemplar democracia” israelí. Marginación, barrios periféricos, no integración… el Sionismo blinda muy bien su desconocida y verdadera faz racista y teocrática. ¡Ni Himmler lo hubiera hecho mejor!
Por lo tanto, si existe alguna ideología antisemita, racista y xenófoba, hermana del patético (por su argumentación ¿intelectual?) y criminal nazismo, y del segregacionismo social neoliberal también expoliador y criminal, esta no es otra que el Sionismo que acaba de enseñar su inhumana faz en el ghetto de Gaza.
Euskal Herria, el pueblo del euskara, una de las culturas y naciones más ancestrales de Europa, con una de las legislaciones propias más democráticas y pioneras de la Historia, su foralidad navarra (luego adoptada por Castilla), “nunca ha existido”, “no tiene derecho a recuperar su estado”, Navarra, “ni a decidir su futuro colectivo en libertad”. Todo el que defienda la idea de Euskal Herria es un terrorista, como dicen en la UE los unionistas sionistas españoles. Y a su vez, Israel, que nunca existió, que se ha articulado sobre el desarrollo impuesto y genocida de un proyecto político artificial, el Sionismo, claramente antisemita, racista, fascista y criminal, tiene “derecho a la autodefensa” desarrollando un genocidio planificado.
Esa es la catadura de los unionistas sionistas: los invasores son las victimas y los invadidos los terroristas. Y este su proyecto: España sin vascos e Israel sin palestinos, sin semitas, sumisos o muertos.