Luego de dos días de intenso debate, la Organización de Estados Americanos (OEA) anuló en Honduras y por consenso -incluyendo a Estados Unidos- la disposición que excluyó a Cuba del bloque durante 47 años, abriendo las puertas a su reintegro si la isla lo solicita y se adhiere "a los principios de la organización", por lo que la última palabra la tendrá ahora La Habana.
"Que la Resolución VI adoptada el 31 de enero de 1962 en la octava reunión de consulta de ministros de Relaciones Exteriores, mediante la cual se excluyó al gobierno de Cuba... queda sin efecto", expresa la resolución que fue leída por la canciller hondureña y presidenta de la asamblea, Patricia Rodas.
Pero el segundo punto de la resolución es el más trascendental, porque los cancilleres dejaron de lado los "condicionamientos explícitos" para el regreso de Cuba abriendo la posibilidad de un diálogo.
Así, la resolución reza que "que la participación de Cuba en la OEA será resultado de un proceso iniciado a solicitud del gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA", es decir, la consolidación de la democracia, un aspecto al que a Cuba le huye constantemente.
Con la decisión Cuba estaría técnicamente en condiciones de volver a la OEA hoy mismo; sin embargo, no podrá hacerlo sin activar el artículo dos de la resolución para que, sólo en esas circunstancias, cumpla las nuevas regulaciones del bloque.
Entre las normativas a las que tendría que adherirse Cuba estarían la Carta de la OEA de 1948, que consagra en su tercer artículo "el ejercicio efectivo de la democracia representativa", punto similar que también contempla la Carta Democrática Interamericana del año 2001.
Sobre este hecho, el secretario de Estado adjunto de EEUU para Latinoamérica, Thomas Shannon, aseguró en Honduras que las acciones de acercamiento hacia Cuba impulsadas por EEUU representan "el mayor cambio de la política de su país hacia la isla en cuarenta años", citó AP.
No obstante, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, advirtió en un comunicado que "Cuba puede regresar en el futuro si la OEA decide que su participación cumple con los propósitos de la organización, incluyendo la democracia y los derechos humanos", agregó Efe.
Pero en esa búsqueda de consenso Brasil jugó un papel significativo, pues el grupo de trabajo de 10 países que fue nombrado el martes a pedido de Brasilia, integrado por EEUU, Canadá, Argentina, Venezuela, Belice, Jamaica, Nicaragua, México y Honduras, destrabó las posiciones radicales.
Cuba es el último reducto del comunismo en América, y en lo que coinciden los expertos, como Arturo López Levy, del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Denver, EEUU, es que "se enmendó un error histórico y la OEA demostró su capacidad de consenso a la hora de tomar decisiones trascendentales manteniendo sus principios".
El presidente Barack Obama jugó sus cartas, y aunque explícitamente no logró su cometido, en el fondo dejó un mensaje a los Castro y a los detractores de EEUU: que la OEA no es ese instrumento subordinado a Washington que tanto se le critica, que su país está dispuesto a dar concesiones y que es Cuba la que se rehúsa.
En las últimas semanas, el ex presidente cubano Fidel Castro enfiló su artillería literaria para despotricar contra la OEA, al punto de considerar una "ofensa" el que se piense que la isla estaba deseosa de reingresar.
Esta cumbre de la OEA fue histórica, pero en ella se han comenzado a desmontar las premisas y realidades que dividieron el continente por casi 50 años.
Frank López Ballesteros
EL UNIVERSAL