ntre el 2001 y el 2007, la proporción de todas las quiebras atribuibles a los problemas médicos creció el 49,6%. Las conclusiones de estudios anteriores de estos autores han sido muy citadas por líderes políticos, entre los que se incluye el Presidente Obama.
Sorprendentemente, muchas de las personas que se declararon en quiebra por problemas sanitarios tenían seguro médico. Más de tres cuartos (el 77’9%) fueron aseguradas al comienzo de la enfermedad que acabó en quiebra, incluyendo el 60’3% que disponían de cobertura privada. Muchos de los que sufrieron quiebras médicas eran componentes sólidos de la clase media antes del desastre financiero. Dos tercios eran propietarios de sus hogares y tres quintas partes habían ido a la universidad. En muchos casos, las altas facturas médicas coincidieron con una pérdida de ingresos que forzó al o la sostenedora de la familia a tener que ceder tiempo de su trabajo. A menudo, la enfermedad conllevó la pérdida del trabajo y con ello la pérdida del seguro médico.
Incluso las familias aparentemente bien aseguradas a menudo tuvieron que hacer frente a costes médicos varios por copagos, deducibles y servicios no cubiertos. Las familias médicamente quebradas con seguro privado informaron que tenían unas facturas médicas de una cantidad promedio de 17.749 dólares, frente a las no cubiertas que eran de 26.971 dólares. Los altos costes (con un promedio de 22.568 dólares) fueron sufragados por aquellos que inicialmente tenían cobertura privada pero que la perdieron en el transcurso de sus enfermedades.
Las personas con diabetes y aquellos con desórdenes neurológicos como la esclerosis múltiple tuvieron los costes más elevados, un promedio de 26.971 y de 34.167 dólares, respectivamente. Las facturas hospitalarias fueron el mayor gasto para cerca de la mitad de las familias por quiebra médica; la receta de medicamentos representó el mayor coste para el 18’6%.
La investigación, llevada a cabo conjuntamente por investigadores de las Facultades de Derecho y de Medicina de Harvard y de la Universidad de Ohio, y con el apoyo de una beca de la Fundación Robert Wood Johnson, es el primer estudio de ámbito nacional sobre las causas médicas de las quiebras. Los investigadores analizaron una muestra aleatoria de 2.314 solicitudes de quiebra a lo largo de los primeros meses de 2007 y examinaron sus archivos de los tribunales de quiebra. Adicionalmente, hicieron entrevistas telefónicas a 1.032 de estos solicitantes de estado de quiebra.
En el estudio de 2001, que fue publicado en el 2005, analizaron a deudores de solamente cinco estados. En el presente estudio, los resultados para estos cinco estados reflejaron fielmente las tendencias nacionales.
Tras el estudio de 2001, el Congreso hizo más arduo presentar una solicitud de quiebra, lo que motivó una fuerte caída de las mismas. Sin embargo, las solicitudes de quiebra personales han remontado a medida que la economía se ha avinagrado y ahora estamos a niveles del 2001, es decir, de 1’5 millones de solicitudes anuales.
El Dr. David Himmelstein, el autor principal del estudio y profesor asociado de medicina en Harvard, comentó: “Nuestras conclusiones son aterradoras. A no ser que usted sea Warren Buffet, una sola enfermedad grave separa a su familia de la quiebra. Para la clase media estadounidense, el seguro médico ofrece escasa protección. Muchos de nosotros tenemos políticas con tantas lagunas, copagos y deducibles, que la enfermedad puede hacernos pobres. E incluso el mejor seguro de salud basado en el empleo a menudo desaparece cuando una enfermedad prolongada causa la pérdida del empleo, que es precisamente cuando las familias más lo necesitan. El seguro privado de salud es un producto defectuoso, parecido al paraguas que se desvanece cuando llueve.”
“Para muchas familias, la quiebra es una experiencia profundamente vergonzosa”, declaró Elizabeth Warren, Profesora Leo Gottlieb de Derecho en Harvard y coautora del estudio. La profesora Warren, una experta puntera sobre quiebras personales, continuó: “La gente llega a los tribunales de quiebra exhausta tanto financiera como física y emocionalmente. Para muchos la quiebra es la última opción para hacer frente a las circunstancias incontrolables.”
De acuerdo con otro coautor del estudio, el Dr. Steffie Woolhandler, una profesora asociada de medicina en Harvard y médica de atención primaria en Cambridge, Massachusetts: “Necesitamos repensar la reforma sanitaria. Cubrir a los no asegurados es insuficiente. La reforma también precisa ayudar a las familias que ya tienen seguro mediante la mejora de su cobertura y asegurando que nunca la perderán. Solamente un seguro nacional de salud de un único pagador puede hacer accesible una cobertura comprensiva y universal mediante los ahorros de cientos de miles de millones que ahora desperdiciamos en los costos operativos de los seguros actuales y en burocracia. Desgraciadamente, los políticos de Washington parecen prestos a ceder a las empresas de seguros y mantenerlas junto a sus falsas coberturas en el cogollo de nuestro sistema. Reformas que expandan el falso seguro (desmontando los planes repletos de copagos, deducibles y exclusiones) no contendrán la creciente marea de la quiebra médica”.
La Dra. Deborah Thorne, profesora asociada de sociología en la Universidad de Ohio y otra coautora del estudio, declaró: “Las familias estadounidenses están enfrentadas a un conjunto de fuerzas sociales que hacen muy difícil mantener la estabilidad financiera (la pérdida de empleos y salarios que no han seguido el ritmo del coste de la vida, explotación de las distintas empresas de préstamo y, probablemente lo más importante y desgraciado y vergonzoso, un sistema de atención sanitaria que es tan disfuncional que incluso la más prosaica enfermedad o lesión puede acabar causando una quiebra). Las familias que presentan solicitudes de quiebra médica están trabajando de forma abrumadoramente dura, son las familias de la clase media que han respetado las reglas de nuestro sistema económico, y esta gente no merece nada menos que una atención sanitaria asequible.