Bienvenidos a la economía de EEUU, ese muerto viviente
Mike Whitney · · · · ·
11/10/09
El crédito lo es todo. Sin expansión del crédito no hay recuperación porque
no hay mejora en la demanda agregada. Pero el crédito está retrocediendo.
Los bancos han endurecido sus condiciones para otorgar préstamos y los
potenciales deudores que sean solventes han desaparecido. Los préstamos
bancarios han caído un 14% desde octubre de 2008. El crédito privado está de
hecho cayendo en estos momentos a un 10,5% anual. La situación no está
mejorando, sino yendo a peor.
En el Telegraph inglés:
“En EEUU, tanto el crédito bancario como el agregado de oferta monetaria M3
se han estado contrayendo a tasas comparables con las de la Gran Depresión
desde principios de verano, aumentando el miedo a una segunda recesión en 2010
y la consecuente precipitación hacia una deflación en el mercado de la deuda…
“David Rosenberg, jefe de estrategia en Gluskin Sheff, ha expresado una
preocupación parecida al comentar que durante las cuatro semanas anteriores al
pasado 24 de agosto, el crédito bancario se hundió hasta un ritmo anual ‘épico’
de 9 por ciento, el agregado de oferta monetaria M2 se hundió el 12,2 por
ciento y el M1 el 6,5 por ciento.
“’Por primera vez en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial,
tenemos a la vez deflación en el crédito, los salarios y las rentas, y eso
desde nuestro punto de vista es una situación envenenada’, dijo.(Ambrose
Evans-Pritchard, "US credit shrinks at Great Depression rate prompting
fears of double-dip recession", UK Telegraph.)
Las ejecuciones de hipotecas, los impagos o los chanchullos están al orden
del día. Las hipotecas se ejecutan a un ritmo de más de 300.000 por día, y
subiendo. Una enorme acumulación de hipotecas “ocultas” se mantienen
artificialmente fuera del mercado para sostener los precios. Ello generará un
goteo de esas hipotecas puestas lentamente en el mercado que mantendrá
deprimido el mercado de la vivienda durante toda una década. La gente que es
propietaria de inmuebles no puede endeudarse por estar estos totalmente
devaluados. Todo apunta a una depresión del gasto a largo plazo.
A las empresas les está resultando más difícil refinanciar sus deudas,
los préstamos bancarios sufren ratios de morosidad históricos, y el mercado
inmobiliario ha implosionado. La actual destrucción de crédito no tiene
precedentes, es ya a gran escala y sigue creciendo. El agujero de capital es
mayor que la FED (la Reserva Federal de EEUU) y mayor que el Tesoro. Es
imposible cubrirlo solamente con una mayor liquidez.
De momento, el gobierno puede arreglárselas con el PIB con un estímulo de
800.000 millones de dólares, pero ¿qué ocurrirá cuando la voluntad política de
seguir ampliando el déficit toque a su fin? ¿Qué ocurrirá cuando los inversores
extranjeros pidan a la FED que deje de emitir cheques sin fondos?
En realidad, la FED no ha arreglado nada. Los bancos siguen con el agua al
cuello, el producto ha batido su récord de caída y el paro sigue subiendo hacia
el 10 por ciento. El plan de rescate de varios billones de dólares del
presidente de la FED Ben Bernanke solamente ha servido para sostener un sistema
frágil, y nada más. Los problemas económicos subyacentes siguen siendo los
mismos. El planteamiento de la FED basado en la monetización (impresión de
papel) ha relanzado las cotizaciones en bolsa, pero no ha hecho nada para
estimular la economía. Eso es así porque las burbujas financieras tienen un
impacto insignificante en la demanda agregada; no hay un efecto dominó. La
economía real sigue con el encefalograma plano mientras Wall Street está de
fiesta. El plan de Bernanke ha sido simplemente una operación de lavado de
cara.
El gobierno no puede endeudarse indefinidamente. En algún momento el PIB
tendrá que volver a depender del crecimiento salarial y del crédito. Dado
el sesgo político e institucional en contra del trabajo (y la oposición a que
los salarios crezcan con la productividad), la única forma de impulsar la
economía es a través de la expansión del crédito. Y ahí está el problema. Los
hogares han perdido cerca de 14 billones de dólares de riqueza desde que empezó
la crisis y no están en condiciones de retomar el endeudamiento a los niveles
anteriores a la crisis. Los consumidores están reduciendo el gasto y tratando
de devolver sus préstamos. No tienen otro remedio.
Lo siguiente aparecía en Bloomberg News:
“Los estadounidenses siguen decididos a abstenerse de aumentar sus gastos
incluso tras la mayor caída del consumo desde 1980, indicando su preocupación
por la evolución de la economía en los próximos seis meses.
“Según una encuesta de Bloomberg News, solo un 8% de los adultos de
EEUU planean incrementar el gasto familiar, casi un tercio va a gastar menos, y
un 58% cuenta con ‘seguir igual’. Más de 3 de cada 4 entrevistados dijo que
había recortado gastos el año pasado.
“Poniendo de manifiesto la austera actitud en la que se hallan de los
consumidores, un 77% de los entrevistados dijeron que habían gastado menos el
año pasado, un 59% dijeron que habían hecho un mayor esfuerzo para pagar sus
deudas y un 48% destinó más dinero a ahorrar”.
El ahorro aumenta y el gasto cae. La economía se dirige hacia una depresión
a largo plazo; la nueva “normalidad”. Los programas de prestidigitación de la
FED y el elixir del estímulo de Obama no han alterado la previa tendencia a la
baja. En todo caso, han puesto las cosas peores. Presten, si no, atención a las
siguientes consideraciones de Janet Tavakoli, autora de “Dear Mr. Buffet”,
cuando fue entrevistada por Max Keiser:
“En lo que se refiere a mi opinión, mi análisis es forzosamente sombrío. No
es que sea agorera, simplemente presto atención a la evolución del dinero, y
hasta el momento yo he acertado y el gobierno se ha equivocado. La situación es
la siguiente. Estamos ante un mayor riesgo de colapso debido a una crisis
deflacionaria de lo que lo estábamos en 2007. Después de ver el mayor esquema
de Ponzi de la historia de los mercados de capital, hemos visto la mayor
expansión monetaria y fiscal de la historia, pero ésta no ha funcionado. Los
niveles de deuda de empresas y consumidores exceden la capacidad de pago total
del sistema”.(Janet
Tavakoli“On The Edge With Max Keiser”.)
La FED no ha hecho nada para reestructurar los mercados financieros
así que los mismos problemas que acabaron con Lehman y empujaron a
la economía global hacia una caída en picado, persisten todavía. Cuando el
estímulo se agote y la FED termine de comprar los 1,25 billones de dólares de
activos hipotecarios (de Fannie y Freddie) y los 300,000 millones de bonos del
Tesoro, los tipos de interés volverán a subir, los precios de las casas
volverán a caer y la economía volverá a hundirse. Bernanke se verá obligado a
acudir de nuevo a las imprentas, la única esperanza para revertir la espiral
deflacionista. Y ello disparará la nueva crisis: un pánico sobre el dólar.
Alice Schroeder comenta en un artículo de Bloomberg News:
“En todo el debate sobre si habrá inflación porque el Tesoro está
imprimiendo demasiado dinero o si habrá deflación porqué no imprime el
suficiente, hay un tipo de inflación que raramente se tiene en cuenta. Es la
superinflación que vendría de una repentina devaluación de nuestra divisa. La
moneda es como cualquier otra innovación financiera, una obligación garantizada
por activos. Cuando esa obligación se percibe que ha aumentado mucho más de lo
razonable según los activos que la soportan, en este caso el conjunto de la
economía de un país, se forma una burbuja… Ahora mismo, la economía
estadounidense vale menos que el valor implícito en el precio de mercado de sus
obligaciones”.(“Gold
Tells You U.S. Bubble Hasn’t Popped Yet”, de Alice Schroeder, en Bloomberg.)
El sistema colapsó porqué estaba construido sobre la falsa
premisa de que un sistema bancario opaco y desregulado podía generar una
cantidad infinita de crédito sin la suficiente base de capital. Esto se ha
constatado que es falso. El capitalismo requiere capital. Los billones de
dólares en préstamos, complejos instrumentos de deuda, operaciones fuera de
balance y contratos de derivados estaban todos apilados encima de un pírrico
montón de capital, el cual, finalmente, colapsó bajo la presión de la deuda.
Este sistema (basado en la conversión de hipotecas en títulos, o “titulación”),
que fue el que armó el follón, no puede restaurarse. Precisaba de una divisa
fuerte, de tipos de interés artificialmente bajos y de crédulos inversores que
no fueran conscientes de los riesgos inherentes a los activos no líquidos. Esas
condiciones ya no se dan, y lo cierto es que no se dieron más que durante un
par de años. Y aun así, la FED sigue insuflando sangre en un cadáver con la
esperanza de ver algún signo de vida. No es, pues, imposible que una crisis de
proporciones todavía mayores esté en ciernes.
Mike Whitney es un analista político independiente que vive en el estado de
Washington y colabora regularmente con la revista norteamericana CounterPunch.