Lo que mi amigo, el argentino, no entiende de los cubanos y su “revolución”
Por Adrián Leiva
MIAMI, Florida
Mi amigo, el argentino, como otros latinoamericanos con ideas progresistas entre los cuales me cuento, sueña con una nueva América, sin sus políticos corruptos, las drogas, sus miserias y desigualdades sociales. Un nuevo orden económico y social.
Quiere una América sin caudillos que, disfrazados de presidentes democráticos o revolucionarios guevarianos, seduzcan a América Latina, para llevarla por extraños caminos, como el del nuevo loco “bolivariano”.
Charlamos mientras tomo mi café, bien amargo, y escuchamos canciones de Mercedes Sosa, Fito Páez y tangos tradicionales que con amabilidad me invita a oír, un tanto a solicitud mía.
Me comenta la reciente votación de la ONU contra el embargo al pueblo cubano por el Gobierno de Estados Unidos. Coincidimos en que ese embargo es una política violatoria del derecho internacional y fracasada, que debe ser cancelada. Pero también se interesa sobre el otro embargo al que estamos sometidos todos los cubanos: el embargo que el gobierno de Cuba nos impone, privándonos de nuestros derechos naturales. Me pregunta por el caso de la Dra. Hilda Molina; le explico que no es un caso aislado, es uno más, sólo que famoso. De esas violaciones casi nadie habla. ¡Que rara es la ONU!
Con orgullo porteño, mi amigo me cuenta que piensa ir de vacaciones en diciembre a su natal Buenos Aires y me habla sobre la vida en esa gran urbe. Me hace sentir que estoy allá.
Lo miro, encojo mis hombros y pienso en mi anciana madre que está en La Habana, con ochenta años y medio ciega. Yo, como muchos cubanos no puedo entrar a Cuba. ¿El delito? Haber viajado a los Estados Unidos. Somos desterrados.
Cuba y Estados Unidos están separados por sólo 180 Km. geográficamente, pero sicológicamente para los cubanos esa distancia equivale a miles de años luz.
Cuba es algo lejano, inalcanzable para los cubanos emigrados; somos parias donde quiera que estemos desterrados. Las restricciones y obstáculos que el gobierno cubano unilateralmente nos impone, para poder viajar a nuestra patria, convierten el viaje en una inimaginable Odisea.
Por decisión del Gobierno de Cuba, el cubano no emigra como cualquier otro mortal del resto del Planeta. El cubano ‘’se va del país”, y al hacerlo pierde todas sus propiedades y se convierte en desterrado, gracias a un diabólico engendro llamado “salida definitiva”.
Poder regresar alguna vez a Cuba, incluso de visita, para asistir al funeral de una madre, es algo que el gobierno cubano puede o no concederle al emigrado.
Le muestro a mi amigo argentino mi expediente de trámites para regresar a Cuba, con documentos y disposiciones ofíciales del gobierno cubano, y trato de que me entienda; me mira anonadado y me dice: ¡Che, pero ustedes están peor que nosotros cuando la época de la dictadura militar!
Le respondo. Sí, solo que nuestra añeja dictadura de 50 años es aplaudida por media América Latina y la llaman “revolución” y la de ustedes, que duró mucho menos, fue repudiada y llamada por su nombre. Ojala que los emigrantes de los pueblos del ALBA no sufran igual destierro que los cubanos en el futuro.
De fondo se escucha: - Malena canta un tango con voz quebrada…
Nota aclaratoria.
Ha esta compatriota se le olvido mencionar,que los cubanos nacionalizados americanos y con pasaporte americano,deben en primer lugar sacar un pasaporte cubano que cuesta $200.00 dolares y despues deben pedir un permiso de entrada a Cuba que cuesta $100.00 dolares entre otras cosas .