Para que puedan valorar por ellos mismos

	Cubamatinal/ Algunos miembros de la nomenclatura en el poder en Cuba proclaman que en esta sociedad donde se construye el socialismo, la criminalidad es baja. A pesar de eso, nadie tiene una vía para asegurar que esta afirmación sea totalmente cierta.
Por Guillermo Fariñas Villa Clara, 15 de enero /PD/ De ser así, los ciudadanos cubanos deben congratular a las autoridades capaces de mantener la paz ciudadana. No obstante, surge la duda entre los cubanos con un mayor nivel de desconfianza en sus percepciones, debido a anteriores afirmaciones hechas por el líder comunista, que han resultado unos chascos. Lo primero que debe hacer este dirigente, esencial inspiración de otros estadistas que pretenden levantar el Socialismo del Siglo XXI, es transformarse en un ente diáfano. Esto se convierte en avisar a sus conciudadanos los informes respecto a los actuales parámetros del crimen en Cuba. Los medios de prensa cubanos, oficiales por cierto, no pueden difundir nada sobre los crímenes que a diario ocurren en el interior de la nación. Los verificadores ideológicos del régimen castrista impiden que las entidades informativas contengan, como en todas partes del orbe, crónicas rojas. Estos apartados periodísticos están caracterizados por las descripciones morbosas y crueles de la actividad criminal, algo que nadie desea que ocurra así. Más la curiosidad es un pecado de sujetos que conviven en grupos sociales y tratan de obtener conocimientos de como se comportan los delincuentes a su alrededor. Para los hermanos Fidel y Raúl Castro el concebir las pesquisas sobre temas sociales de consecuencias negativas, no es un derecho de sus subordinados. Ellos repiten: “…. este es el país más democrático del mundo”, pero no acatan la Declaración Universal de los Derechos Humanos que en su Artículo # 19, dice textualmente: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. ¿Debido a qué la elite castrista no notifica a los habitantes de esta nación los inventarios de casos punibles ante las leyes cubanas? Si son tan pequeñas como invoca el geriátrico liderazgo, ¿a qué se debe tanto ocultismo en relación con las enumeraciones de los crímenes entre los nacionales? Las históricas enunciaciones realizadas por el ahora Compañero Fidel deben ser confirmadas por sus vasallos. Formuló embustes como: “Cuba es una potencia médica mundial” y carecemos de medicamentos en los hospitales. O aquella: “Los niños ciudadanos cubanos son los más felices del mundo” y la mayoría de ellos quieren partir hacia el exilio. Los habitantes de este país necesitan estar al tanto del modo más rápido posible sobre cuál es la actual tasa de criminalidad aquí, para saber a qué atenerse en la tierra que los vio nacer. Pero los compatriotas del doctor Castro Ruz no deben ser exigentes, porque él les ha enseñado a no reclamarle. El enfermo líder Fidel Castro Ruz, el señor responsable de esa insignificancia de medio siglo en el gobierno comunista de la isla, en una de sus reflexiones, a la que tituló: “Una historia de ciencia ficción”, certificó: “En nuestro país, el índice de crímenes por cada cien mil habitantes es uno de los más bajos del mundo”. No fuera una mala idea que el “Reflexionante en Jefe” no le faltara por más tiempo el respeto a aquellos cubanos que lo han soportado por tan largo período en el gobierno y les informe a la mayor brevedad: ¿Cuál es el índice de crímenes en Cuba? Así, sus conciudadanos podrán comparar y sobre todo, valorar por ellos mismos.