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General: Diez años del Plan Colombia: plomo, más plomo y neoliberalismo
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De: Matilda (Mensaje original) |
Enviado: 22/01/2010 13:23 |
Diez años del Plan Colombia: plomo, más plomo y neoliberalismo
La
“ayuda” norteamericana, tan publicitada y que se muestra indispensable,
aún excluyendo las demás colaboraciones del extranjero, es solamente el
11% del importe total del Plan.
Aurelio Suárez Montoya |
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21-1-2010 a las 19:52 | 47 lecturas | 1 comentario
NO más Plan Colombia
En
Estados Unidos, donde se conoció en primer lugar y en inglés el texto
del Plan Colombia, se aprobó bajo la denominación de Alianza Act, ley
S1758, presentado por los senadores republicanos Coverdell, Dewine y
Glaseley. Dentro del capítulo “Focos Integrados del Plan”, se planteaba
como objetivo central (para Estados Unidos) la reducción en seis años
en un 50% de los cultivos y en igual proporción de la producción de
cocaína. En el Congreso de Colombia jamás se discutió, y mucho menos se
aprobó, no obstante, luego de una década, en dicho Plan se condensó la
estrategia general del país en todos los órdenes, lo cual impele
necesariamente a hacer un balance de los efectos del mismo.
Del documento preliminar al respecto, elaborado en octubre de 2008 por
Jo Biden actual vicepresidente de Estados Unidos y entonces presidente
del comité de relaciones exteriores del Senado, “Plan Colombia: Las
metas en reducción de drogas no fueron alcanzadas, pero la seguridad ha
mejorado…”, se deduce que los fines con los que se justificó no se
lograron. No resultó porque Colombia haya incumplido sus compromisos,
al contrario, luego de un enorme costo fiscal y de miles de vidas, es
centro mundial de producción y comercio básico de cocaína.
¿En qué se invirtieron entre 1999 y 2008 los 52.241 millones de
dólares, que el país ha prodigado en este Plan, de un valor total de
58.688 al que hasta entonces había llegado? El monto mayor, 37.209
millones, (75 billones de pesos de hoy, un promedio de 7,5 billones al
año, casi más del 3% del PIB por año en dicho periodo) se ha gastado en
triplicar el rubro de seguridad y defensa y en duplicar el número de
efectivos de la fuerza pública. Colombia se convirtió, a la larga, en
uno de los países que más gasta con estos fines en el mundo y, si se
evalúa en el contexto de las cuentas presupuestales ejecutadas, este
importe puede equivaler a la mitad del valor de toda la deuda
contratada entre diciembre de 1999 y diciembre de 2008, es decir, uno
de cada dos pesos del endeudamiento público se ha ido en el conflicto.
La “ayuda” norteamericana, tan publicitada y que se muestra
indispensable, aún excluyendo las demás colaboraciones del extranjero,
es solamente el 11% del importe total del Plan. Además ha tenido dos
condiciones: una, desde 2003, la Contraloría advirtió que el 75% de esa
“ayuda” era manejada por agencias gringas; y, otra, la mitad corrió
para contratos con las empresas del complejo militar-industrial
norteamericano; esto es, negocios (de yo con yo) fundados en la lucha
contra el narcotráfico en Colombia, aún sin importar si se alcanzan o
no las metas.
Un vínculo entre este Plan y los acuerdos con
el FMI, en la misma década, que persiguieron la reducción del gasto
social y el aumento del recaudo de impuestos por la vía de
contribuciones indirectas como el IVA para ampliar la capacidad de
crédito del gobierno central, lleva a concluir que en todas las
imposiciones de política económica neoliberal del Fondo van ocultos,
entre sus muchos perversos propósitos, el de buscar espacios para
compra de armamento y gasto bélico. Un verdadero oprobio. Por algo hay
documentos cruzados con el FMI donde se especifica el aval para los
compromisos con el Plan Colombia y por lo mismo un capítulo amplio del
Plan se titula “reencauzando la economía”. ¿Qué tal esto? El futuro
está marcado. Con la indigna cesión de soberanía, y toda suerte de
prebendas, para la operación de fuerzas de Estados Unidos en siete
bases militares colombianas y que pueden extenderse a todo el
territorio patrio, continuará la afrenta del Plan Colombia. A partir de
2007 ya tuvo su segunda versión hasta el 2013, con dos componentes
claves: “lucha contra el terrorismo” y “apertura de mercados”. Se
recrudecerá el teatro de guerra. Adam Isacson, del Center for
International Policy, que patrocina una política de “acción integrada”
del Estado en la consolidación de los territorios donde se ha expulsado
la guerrilla, exige ante todo, un “esfuerzo militar intensivo”,
coordinado entre el Ejército de Colombia y el Comando Sur de US Army.
Sin ello, agrega, los programas sociales no fructificarán. Parece
cumplirse la premonición de Kissinger en 2001, respecto al Plan
Colombia: “soy especialmente sensitivo cuando los conflictos armados
comienzan con fines nobles, pero lamentablemente siempre terminan en un
punto muerto, sin ilusiones,...acaban por convertirse en una amenaza
para la estabilidad y la seguridad”. Así vamos…, por tanto, seguirá
plomo y más plomo y, desde luego, más neoliberalismo para financiarlo.
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