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De: ELSANTANECO  (Mensaje original) Enviado: 19/02/2010 20:53
Los idealistas judíos quisieron cambiar el mundo
Autor: Lic. Tzila Chelminsky

Hace poco tiempo un recién fallecido amigo me envió un e-mail donde Pilar Rahola relataba un encuentro que tuvo lugar en Barcelona, al que fue invitada por el profesor de Ciencias Políticas Xavier Torrens y por Jaime Huberman, portavoz de la comunidad judía Bet Shalom de Cataluña, para reflexionar sobre el factor “x'' de los judíos. ¿Qué factor cultural, religioso, histórico e inclusive genético podría explicar las sorprendentes cifras de los numerosísimos escritores, pensadores, directores de cine, músicos y creadores de todo tipo que han surgido del pueblo judío?*
No trataré en este artículo de analizar las conclusiones con que intentaron dar una respuesta, y algo de ese tema traté cuando escribí sobre “Israel y los Premios Nobel''.
Una de las cuestiones que siempre ha despertado mi curiosidad es la gran proporción de judíos que han militado en los movimientos de protesta y de justicia social. Para limitarnos a la época moderna, el cuadro abarca desde Karl Marx, con su teoría de la lucha de clases y sus ideales de igualdad social, en los cuales se basaron los régimenes comunistas del siglo XX, hasta la gran proporción de judíos desparecidos en la Argentina en la lucha contra la dictadura militar.
Parecería existir un común denominador entre los radicales e idealistas judíos, desde Marx y Lazar Kaganovich hasta Rosa Luxemburgo y Ana Pauker. ¿Se trata de una obsesión social judía? Y si es así, ¿se ha desarrollado ésta como respuesta a siglos de persecución cristiana en contra de todo lo que fuese judío? Los activistas por una sociedad justa creyeron que en ella encontrarían también una respuesta contra el antisemitismo y la discriminación.
Se podría hablar de un virus de “tikún olam'' (reponer el mundo) que atacó tanto a los cabalistas medievales como a los ardientes comunistas, a los ingenuos capitalistas y a los estrategas de Oriente Medio, con una actitud casi soberbia por asumir la responsabilidad divina y tratar de arreglar el mundo.
Este virus apareció también en los ambientes musulmanes donde se desarrolló el misticismo judío a fines de la Edad Media. Los estudiosos judíos de la época llegaron a la conclusión de que los sufrimientos de su pueblo se debían a que la creación misma se había desvirtuado, y era responsabilidad judía tratar de repararla y colocarla en el camino correcto. Parecería que no se olvidó la cadena que proviene desde hace casi 3.000 años, cuando profetas como Ieshaiahu y Amos exigieron a su pueblo luchar por justicia social, defensa de la viuda, del huérfano y del extranjero.
Toda esa teoría de una creación descarriada se dejó sentir en la psicosis de falsos mesías como Shabetai Zvi, cuyo perjuicio tanto a sus seguidores como a la idea mesiánica misma se percibe hasta el día de hoy. El Prof. Guershon Sholem, experto en Cábala, asevera que ese fenómeno sacudió las paredes del gueto desde dentro, mucho antes de que las fuerzas seculares lo destruyesen desde fuera. En cualquier caso, una vez fuera del gueto gran número de judíos se propusieron no sólo cambiarse a sí mismos, sino también al mundo entero.
Al aparecer los movimientos que trataban de encontrar soluciones de justicia e igualdad social, los judíos se posesionaron en ese escenario en número significativo y desproporcionado a su presencia en la población total. Como si, junto con la leche materna, hubiesen absorbido la idea de que había que reparar el mundo. Al mismo tiempo, también traían consigo los valores judíos de un pueblo orientado hacia el estudio, un serio sentido de responsabilidad, superación individual, veneración por la vida y la búsqueda de soluciones para mejorar la situación en este mundo y no sólo esperar la recompensa divina en el otro.
Y así aparece Karl Marx y le siguen Ferdinand Lasalle, el padre del socialismo utópico en Francia, y Rosa Luxemburgo, luchadora por los derechos de los trabajadores en Alemania y Polonia. En los primeros soviets supremos se destacan luchadores y líderes como Trotsky (León Davidovich Bronstein), Lazar M. Kaganovich, Grigori Zinoviev, Lev Kamenev y Iakov Sverdlov. El hecho de que Trotsky fuese judío jugó un papel importante en la antipatía que le profesaba Stalin. Pero junto con sus diferencias personales había entre ellos discrepancias ideológicas auténticas. Stalin quería fortalecer los logros revolucionarios en su país, mientras que Trotsky sostenía que había que exportar el comunismo e imponerlo en todo el mundo. Una reciente biografía sobre él afirma que ocasionalmente mencionaba su judaísmo como pretexto para no asumir cargos importantes, se negaba a que los judíos tuviesen posiciones visibles en cargos de poder que podrían desacreditar la Revolución, y veía en su servicio militar (como organizador del Ejército Rojo) una forma de demostrar que los judíos podían ser luchadores.**
La tragedia se ensañó sobre todos estos visionarios que, alrededor de Lenin, trataron de corregir el mundo. Todos ellos fueron liquidados por Stalin, al igual que otros ideológos fuera de la Unión Soviética, como el húngaro Bela Kuhn y el checo Rudolf Slansky. Es cierto que las purgas fueron irracionales y sus víctimas fueron en su mayoría no judíos, pero persiste el hecho de que esos ideológos fueron judíos y sus enemigos y aniquiladores no lo fueron.
El caso de Ana Pauker es uno de los más trágicos. Nació y se educó en Rumania como judía ortodoxa, con el nombre de Hanna Rabinoff. Su marido fue liquidado por Stalin mientras visitaba la Unión Soviética. Después de años y torturas en la cárcel, llegó a ser primer ministro de su país, la primera mujer del mundo en ese cargo, a tal grado que la revista “Time'' consideró a esta ex maestra de hebreo la mujer más poderosa de su época. A la edad de 52 años fue despojada de todas sus funciones, acusada de traición, y murió bajo arresto domiciliario, desposeída y olvidada.
En Norteamérica, la más conocida es Emma Goldman, que tanto luchó por lograr mejoras para las clases trabajadoras.
En los años '50 del siglo pasado innumerables jóvenes judíos se unieron a la población negra para luchar contra la discriminación y por la igualdad social. En Sudáfrica se dieron casos de luchadores contra el apartheid como la escritora Nadine Goldimer y el arquitecto Arthur Goldreich. Y en los disturbios estudiantiles en Francia en los años '68 del siglo pasado recordamos a Cohen Bendit (“Dany el rojo'').
Situaciones similares se presentaron entre los judíos capitalistas que trataron de cambiar el mundo. En Alemania, Walter Rathenau, filósofo amateur, heredero del conglomerado AEG, trató de imponer una sociedad planificada y una prohibición en la producción de bienes de lujo, para que el capital privado se pudiese utilizar en la mejora de la situación espiritual. Dirigió la economía alemana durante la Primera Guerra Mundial y posteriormente fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores. Paradójicamente, fue asesinado por ser judío, a pesar de que estaba convencido que la asimilación era la solución al problema de su pueblo.
En Francia no olvidemos a los socialistas León Blum y Edward Berenstein.
Hoy en día, un caso destacado es el genio financiero George Soros, quien, quizá por su origen humilde, ha criticado la injusticia capitalista y se propuso, a su manera, corregir el mundo. Primero financió grupos democráticos como el de Solidaridad en Polonia y el Charter 77 en Checoeslovaquia; ayudó a mejorar la administración en el bloque post comunista y empezó a financiar proyectos de infraestructura en el Tercer Mundo. Este esfuerzo, que requiere billones de dólares, lo ha convertido en el inversionista más grande del mundo después de Japón y los Estados Unidos.
Es trágico que todos estos esfuerzon sólo hayan provocado antisemitismo como en los casos del capitalista Henry Ford, el comunista Stalin y el líder de Malasia que atribuye a Soros todos los males que han aquejado a su país. Ojalá no llegue el día en que todos los que se oponen a la globalización liguen el excesivamente alto perfil de “tikún olam'' de Soros con el de otros jugadores importantes de la economía global como Stanley Fischer cuando estuvo en el Fondo Monetario Internacional (hoy gobernador del Banco Central de Israel), James Wolfensohn del Banco Mundial, y el que fue amo de la Reserva Federal de Estados Unidos Alan Greenspan sustituído hoy por Bernanke, que por cierto no han tenido éxito en evitar la crisis económica por la cual atraviesa actualmente todo el mundo.
El caso de Argentina es ilustrativo. De aproximadamente 25.000 desaparecidos perseguidos por el Gobierno Militar, un 10% eran judíos, número desproporcionado en relación a su porcentaje en la población argentina.
Si Dios no hubiese querido que los judíos tratasen de componer el mundo, los habría dejado en Egipto y no los habría hecho vagar 40 años por el desierto, para apreciar la libertad.. El Movimiento Sionista fue el único que trató de encontrar una solución al problema judío sin tratar de arreglar el mundo entero. Asumió que, al existir un Hogar Nacional, se impondría en él la justicia social y el antisemitismo se solucionaría. En realidad, a pesar de la existencia del Estado de Israel, el antisemitismo no sólo no ha desparecido sino que ha aumentado de manera alarmante. ¿Fueron también soñadores los padres fundadores del sionismo?
*Cita de Pilar Rahola
**“Trotsky: a biography'', por Robert



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: unodostres Enviado: 19/02/2010 23:40
Panfleterismo judío


 
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