Por fin la cortina de humo con que el castrismo había podido ocultar
sus crímenes, torturas y abusos durante medio siglo, ha quedado abierta
al público con el asesinato cruel del preso de conciencia Orlando
Zapata Tamayo.
Varios factores de mucho peso moral ante la opinión
pública mundial se han expresado para dejar al descubierto los crímenes
de lesa humanidad del régimen de La Habana.
Esos factores son el Parlamento Europeo, el cantautor cubano Pablo Milanés, los Premios Nobel Lech Walesa y Oscar Arias, el gobierno de Francia, los escritores Mario Vargas Llosa y Carlos Alberto Montaner, por mencionar sólo dos, el sociólogo oposicionista cubano Guillermo Fariñas, actualmente en huelga de hambre exigiendo la libertad de los presos enfermos y una madre adolorida, Reyna Luisa Tamayo que acusa directamente a Fidel y Raúl Castro de haber asesinado a su hijo Orlando.
Esto sin contar las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, como Reporteros Sin Fronteras, Human Rights Watch y la Organización de Derechos Humanos de la OEA, entre otras, que no han cesado de condenar los atropellos y abusos del régimen de La Habana.
En un hecho sin precedentes en la historia europea y del mundo, el Parlamento Europeo acordó una resolución que condena la muerte evitable del preso político, Orlando Zapata Tamayo.
El disidente murió tras una huelga de hambre de 85 días, provocada por varias golpizas brutales, según relatan sus compañeros de prisión y su señora madre, Reyna Tamayo.
Una vez en huelga de hambre en reclamo de que se respetaran sus derechos humanos, Zapata fue confinado en una celda de castigo sin agua por dieciocho días, en la cárcel de Kilo 8 en Camagüey, donde sus órganos vitales quedaron mortalmente dañados.
El mundo quedó impactado y perplejo con la inhumanidad mostrada por
el régimen de Raúl Castro, heredero de su hermano Fidel, ante la muerte
de Orlando Zapata Tamayo, quien era un humilde albañil de la raza negra
que sólo reclamaba pacíficamente un trato humano en la prisión.
Y
para sellar la condena universal por los atropellos castristas, surge
una voz precisamente de intramuros, del mismo corazón de Cuba, la voz
del cantautor cubano Pablo Milanés que declaró que si muere el preso de
conciencia Guillermo Fariñas habría que condenar a Fidel Castro desde
el punto de vista humano, porque las ideas se discuten y combaten, no
se encarcelan, según una entrevista concedida al diario español El
Mundo.
‘Esas cosas no se hacen’, añadió el autor de las inolvidables canciones ‘Yolanda’, ‘Amo esta isla’ y ‘Yo no te pido’. Según Milanés, los revolucionarios cubanos se han quedado en el tiempo y se han convertido en reaccionarios de sus propias ideas.
‘Por eso ha dicho Milanés que hace falta otra revolución, porque el sol enorme que nació en el 59 se ha ido llenando de manchas en la medida en que se va poniendo viejo. Para el músico, lo preferible es que en Cuba hubiera cambios, porque las elecciones castristas, dijo, son una farsa.
Sobre el exilio, Pablo Milanés afirmó que Miami ‘es una libertad que buscan con honestidad los cubanos, aunque en ocasiones muchos no la encuentran’.
Frente a esta condena universal del mundo civilizado por la muerte del preso de conciencia Zapata Tamayo, que debería avergonzarlos, el régimen castrista muestra un agotamiento senil que parece no tener retorno, con un proceso de colapso económico galopante, una corrupción a todos los niveles del aparato administrativo, una situación alimentaria deficitaria, un faltante de más de un millón de viviendas en todo el país, veintiséis enfermos mentales abandonados y sin atención médica, que murieron en el Hospital Psiquiátrico de Mazorra, producto del frío y un descontento generalizado de la juventud y de la población.
El castrismo ha quedado al descubierto y sentado en el banquillo de los acusados de la historia. La muerte de Zapata Tamayo ha sido el disparador para demostrar su ingobernabilidad, brutalidad y falta de decoro.
Lo demás vendrá por añadidura.