LA LIBERTAD | El culto a la personalidad es un rasgo característico de los gobiernos autoritarios, de aquellos que creen que existen predestinados, tocados por la divinidad, donde la voluntad de una sola persona puede definir el curso de una nación.
Desde la antigua Roma hasta la dictadura soviética, pasando por todos los experimentos y formas de gobierno que han pretendido instalarse en el mundo, el culto a la personalidad del gobernante se transforma en la glorificación del líder. Ejemplos vivos los tenemos en Corea del Norte, o cercanamente en la Cuba de Castro o la Venezuela de Chávez.
En el Perú, sólo la personalidad de Haya de la Torre ha generado un culto y veneración que ha llegado a parecidos religiosos. Tanto así que el día de su cumpleaños era un día de fiesta para el partido aprista: Día de la Fraternidad. Y si bien en los noventa se trató de generar un culto a la personalidad de Alberto Fujimori (generando mitos como el de su austeridad), su huida a Japón y posterior reclusión como que no ayudan a fortalecer esa idea.
La reciente celebración del cumpleaños del presidente García, con una costosa manifestación en la Plaza de Acho, y organizándose al día siguiente un pasacalle en su homenaje, pareciera estar en esta dirección. Discursos que elogiaban y que hacían referencia al día de su nacimiento como una nueva fecha a celebrar en el aprismo, un nuevo Día de la Fraternidad.
El problema es que todo culto a la personalidad conlleva graves riesgos para la democracia, pues lleva siempre a la intolerancia y a la sospecha. Es por ello que en los regímenes autoritarios permanentemente se están "desarticulando complots" y se desacredita a los enemigos del régimen, que son aquellos que osan cuestionar al líder.
Defender la democracia es también respetar las formas y su institucionalidad. Debemos desterrar cualquier culto a la personalidad, propio de gobiernos dictatoriales.
http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=21&txtSecci_parent=&txtSecci_id=73&txtNota_id=360335&txtRedac_id=sdasfsdf