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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Gran Papiyo  (Mensaje original) Enviado: 23/06/2010 00:20

FIDEL CASTRO RUZ

FIDEL CASTRO RUZ 
"El deber de todo revolucionario es hacer la revolución. Se sabe que en América y en el mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo. El papel de Job no cuadra con el de un revolucionario. Cada año que se acelere la liberación de América significará millones de niños que se salven para la vida, millones de inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían los pueblos."
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)       
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: residente Enviado: 23/06/2010 00:51
Panfleto

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DE LA DIRECCIONA NACIONAL DE LAS ORI Y PRIMER MINISTRO DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO, EN LA SEGUNDA ASAMBLEA NACIONAL DEL PUEBLO DE CUBA, CELEBRADA EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION, EL 4 DE FEBRERO DE 1962.

 

(DEPARTAMENTO DE VERSIONES TAQUIGRAFICAS

DEL GOBIERNO REVOLUCIONARIO)

 

Compañeros y compañeras de la Segunda Asamblea General Nacional del Pueblo:

 

Se reúne por segunda vez, con carácter de órgano soberano de la voluntad del pueblo cubano, esta Asamblea General en el día de hoy; y se reúne para dar cabal respuesta a la maniobra, a la conjura, al complot de nuestros enemigos  en Punta del Este.

En todo el mundo están puestos los ojos sobre nuestro pueblo en el día de hoy; los pueblos de todos los continentes están esperando esta respuesta de nuestra patria.  Los mensajes que se han leído en la tarde de hoy demuestran cuánto interés, cuánta atención, cuánta solidaridad ha despertado el acto de hoy.

Desde luego que nuestro pueblo sabía perfectamente bien qué se proponían los imperialistas yankis; nuestros pueblos están perfectamente informados de sus intenciones; nuestro pueblo —que lleva tres años bajo el incesante hostigamiento del imperialismo yanki— sabía a qué fueron ellos a Punta del Este, sabía que esa conferencia no tenía otro propósito que promover nuevas agresiones y nuevos complots contra nuestro país.  Y, desde luego, ya el imperialismo ha dado nuevos pasos agresivos.  Como explicó nuestro Presidente al hablar en la tarde de hoy, ya los imperialistas han acordado un embargo más —¡uno más! — sobre nuestras relaciones comerciales.

Aún quedaba un comercio, principalmente de tabaco y de frutas, con Estados Unidos, ascendente a varios millones de dólares.  Cuando la delegación yanki propuso en Punta del Este sanciones económicas y políticas, cese del comercio y cese de las relaciones diplomáticas de los demás gobiernos —de los que aún quedan con relaciones, de los que aún no se han plegado, de los que han resistido a las presiones del imperialismo— a fin de que rompieran con nosotros, el imperialismo, ya en plena crisis, aún cuando logró una parte de sus propósitos —y es preciso analizar y considerar atentamente los acuerdo allí tomados y los propósitos de esos acuerdos— no pudo, sin embargo, obtener todo lo que pretendía, aun cuando logró declaraciones condenatorias contra Cuba, producto de presiones enormes sobre todos los cancilleres.

Es notorio que las embajadas yankis en distintos países de América Latina están organizando, instruyendo y equipando bandas fascistas para sembrar el terror y agredir las organizaciones obreras, estudiantiles e intelectuales.  Esas bandas, donde reclutan a los hijos de la oligarquía, a lumpen y gente de la peor calaña moral, han perpetrado ya una serie de actos agresivos contra los movimientos de las masas.

la fuerza en que se sustenta el poder de las clases explotadoras, cuando tiene que enfrentarse a la lucha irregular de los campesinos en el escenario natural de estos, resultan absolutamente impotentes; pierden 10 hombres por cada combatiente revolucionario que cae, y la desmoralización cunde rápidamente en ellos al tener que enfrentarse a un enemigo visible e invencible que no lo le ofrece ocasión de lucir sus tácticas de academia y sus fanfarrias de guerra, de las que tanto alarde hacen para reprimir a los obreros y a los estudiantes en las ciudades.

La lucha inicial de reducidos núcleos combatientes, se nutre incesantemente de nuevas fuerzas, el movimiento de masas comienza a desatarse, el viejo orden se resquebraja poco a poco en 1 000 pedazos, y es entonces el momento en que la clase obrera y las masa urbanas deciden la batalla.

¿Qué es lo que desde el comienzo mismo de la lucha de esos primeros núcleos los hace invencibles, independientemente del número, el poder y los recursos de sus enemigos?  El apoyo del pueblo.  Y con ese apoyo de las masas contarán en grado cada vez mayor.

Pero el campesinado es una clase que, por el estado de incultura en que lo mantienen y el aislamiento en que vive, necesita la dirección revolucionaria y política de la clase obrera y los intelectuales revolucionarios, sin la cual no podría por sí sola lanzarse a la lucha y conquistar la victoria (APLAUSOS).

En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista.  La experiencia demuestra que, en nuestras naciones, esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanki, ha sido incapaz de enfrentarse a este, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas.  Situadas ante el dilema imperialismo o revolución, solo sus capas más progresistas estarán con el pueblo.

La actual correlación mundial de fuerzas, y el movimiento universal de liberación de los pueblos coloniales y dependientes, señalan a la clase obrera y a los intelectuales revolucionarios de América Latina su verdadero papel, que es el de situarse resueltamente a la vanguardia de la lucha contra el imperialismo y el feudalismo (APLAUSOS).

El imperialismo, utilizando los grandes monopolios cinematográficos, sus agencias cablegráficas, sus revistas, libros y periódicos reaccionarios, acude a las mentiras más sutiles para sembrar el divisionismo, e inculcar entre la gente más ignorante el miedo y la superstición a las ideas revolucionarias, que solo a los intereses de los poderosos explotadores y a sus seculares privilegios pueden y deben asustar.

El divisionismo ­­­­—producto de toda clase de prejuicios, ideas falsas y mentiras­­­­—, el sectarismo, el dogmatismo, la falta de amplitud para analizar el papel que corresponde a cada capa social, a sus partidos, organizaciones y dirigentes, dificultan la unidad de acción imprescindible entre las fuerzas democráticas y progresistas de nuestros pueblos.  Son vicios de crecimiento, enfermedades de la infancia del movimiento revolucionario que deben quedar atrás.  En la lucha antiimperialista y antifeudal es posible vertebrar la inmensa mayoría del pueblo tras metas de liberación que unan el esfuerzo de la clase obrera, los campesinos, los trabajadores intelectuales, la pequeña burguesía y las capas más progresistas de la burguesía nacional.  Estos sectores comprenden la inmensa mayoría de la población, y aglutinan grandes fuerzas sociales capaces de barrer el dominio imperialista y la reacción feudal.  En ese amplio movimiento pueden y deben luchar juntos, por el bien de sus naciones, por el bien de sus pueblos y por el bien de América, desde el viejo militante marxista, hasta el católico sincero que no tenga nada que ver con los monopolios yankis y los señores feudales de la tierra (APLAUSOS).

Ese movimiento podría arrastrar consigo a los elementos progresistas de las fuerzas armadas, humillados también por las misiones militares yankis, la traición a los intereses nacionales de las oligarquías feudales y la inmolación de la soberanía nacional a los dictados de Washington.

Allí donde están cerrados los caminos de los pueblos, donde la represión de los obreros y campesinos es feroz, donde es más fuerte el dominio de los monopolios yankis, lo primero y más importantes es comprender que no es justo ni es correcto entretener a los pueblos con la vana y acomodaticia ilusión de arrancar, por vías legales que no existen ni existirán, a las clases dominantes, atrincheradas en todas las posiciones del Estado, monopolizadoras de la instrucción, dueñas de todos los vehículos de divulgación y poseedoras de infinitos recursos financieros, un poder que los monopolios y las oligarquías defenderán a sangre y fuego con la fuerza de sus policías y de sus ejércitos.

El deber de todo revolucionario es hacer la revolución (APLAUSOS).  Se sabe que en América y en el mundo la revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo (APLAUSOS).  El papel de Job no cuadra con el de un revolucionario.  Cada año que se acelere la liberación de América, significará millones de niños que se salven para la vida, millones de inteligencias que se salven para la cultura, infinitos caudales de dolor que se ahorrarían los pueblos.  Aun cuando los imperialistas yankis preparen para América un drama de sangre, no lograrán aplastar la lucha de los pueblos, concitarán contra ellos el odio universal, y será también el drama que marque el ocaso de su voraz y cavernícola sistema (APLAUSOS).

Ningún pueblo de América Latina es débil, porque forma parte de una familia de 200 millones de hermanos que padecen las mismas miserias, albergan los mismos sentimientos, tienen el mismo enemigo, sueñan todos un mismo mejor destino, y cuentan con la solidaridad de todos los hombres y mujeres honrados del mundo entero (APLAUSOS).

Con lo grande que fue la epopeya de la independencia de América Latina, con lo heroica que fue aquella lucha, a la generación de latinoamericanos de hoy les ha tocado una epopeya mayor y más decisiva todavía para la humanidad.  Porque aquella lucha fue para librarse del poder colonial español, de una España decadente, invadida por los ejércitos de Napoleón.  Hoy les toca la lucha de liberación frente a la metrópoli imperial más poderosa del mundo, frente a la fuerza más importante del sistema imperialista mundial, y para prestarle a la humanidad un servicio todavía más grande del que le prestaron nuestros antepasados.

Pero esta lucha, más que aquella, la harán las masas, la harán los pueblos (APLAUSOS); los pueblos van a jugar un papel mucho más importante que entonces; los hombres, los dirigentes, importan e importarán en esta lucha menos de lo que importaron en aquella.

Esta epopeya que tenemos delante la van a escribir las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explotados; la van a escribir las masas progresistas, los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras sufridas tierras de América Latina (APLAUSOS). Lucha de masas y de ideas; epopeya que llevarán adelante nuestros pueblos maltratados y despreciados por el imperialismo, nuestros pueblos desconocidos hasta hoy, que ya empiezan a quitarle el sueño.  Nos consideraba rebaño impotente y sumiso, y ya se empieza a asustar de ese rebaño; rebaño gigante de 200 millones de latinoamericanos en los que advierte ya a sus sepultureros el capital monopolista yanki (APLAUSOS).

Con esta humanidad trabajadora, con estos explotados infrahumanos, paupérrimos, manejados por los métodos de fuete y mayoral, no se ha contado o se ha contado poco.  Desde los albores de la independencia sus destinos han sido los mismos:  indios, gauchos, mestizos, zambos, cuarterones, blancos sin bienes ni rentas, toda esa masa humana que se formó en las filas de la “patria” que nunca disfrutó, que cayó por millones, que fue despedazada, que ganó la independencia de su metrópoli para la burguesía; esa, que fue desterrada de los repartos, siguió ocupando el último escalafón de los beneficios sociales, siguió muriendo de hambre, de enfermedades curables, de desatención, porque para ella nunca alcanzaron los bienes salvadores:  el simple pan, la cama de un hospital, la medicina que salva, la mano que ayuda.

Pero la hora de su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la vienen señalando con precisión ahora también de un extremo a otro del continente.   Ahora, esta masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir.  Porque ahora, por los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad, o en el tráfico de las ciudades, o en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi 500 años burlados por unos y por otros.  Ahora, sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia (APLAUSOS).  Ya se les ve por los caminos, un día y otro, a pie, en marchas sin término, de cientos de kilómetros, para llegar hasta los “olimpos” gobernantes a recabar sus derechos.  Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, de un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, fincando sus garfios en la tierra que les pertenece y defendiéndola con su vida; se les ve llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas, haciéndolas correr en el viento por entre las montañas o a lo largo de los llanos.  Y esa ola de estremecido rencor, de justicias reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más.  Esa ola irá creciendo cada día que pase, porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia, y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron.

Porque esta gran humanidad ha dicho “¡Basta!” y ha echado a andar.  Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente (APLAUSOS).  ¡Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia!  (APLAUSOS PROLONGADOS.) 

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

 

El pueblo de Cuba

La Habana, Cuba,

Territorio Libre de América,

Febrero 4 de 1962

 

La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba resuelve que esta Declaración sea conocida  como Segunda Declaración de La Habana, trasladada a los principales idiomas y distribuida en todo el mundo.  Acuerda asimismo solicitar de todos los amigos de la Revolución Cubana en América Latina que sea difundida ampliamente entre las masas obreras, campesinas, estudiantiles e intelectuales de los pueblos hermanos de este continente (APLAUSOS).

Se somete a la aprobación del pueblo esta Declaración y se solicita que todos los ciudadanos que estén de acuerdo levanten la mano.

(La multitud levanta las manos con una ovación prolongada y cantan el himno nacional cubano y la internacional)

Queda aprobada por el pueblo de Cuba la Segunda Declaración de La Habana, y se da por terminada esta asamblea.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1962/esp/f040262e.html

 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: residente Enviado: 23/06/2010 00:59
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    De: residente Enviado: 23/06/2010 01:01

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    Eran entonces ideas revolucionarias frente a las ideas caducas de la sociedad feudal. ...... El deber de todo revolucionario es hacer la revolución (APLAUSOS). Se sabe que en América y en el mundo la revolución vencerá, ... sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo (APLAUSOS). ...
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