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General: Franco
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Respuesta  Mensaje 1 de 20 en el tema 
De: residente  (Mensaje original) Enviado: 21/09/2010 23:08
                <>Franco<>
Se entiende que Franco era una dictadura pero tambien se tiene que entender que gracias a Franco no entró el comunismo en España, por ese motivo Franco fué mejor que Fidel, pues Fidel le dió las nalgas a la URSS

Viva la democracia

Saludos de Trado
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 20 en el tema 
De: Picaro Enviado: 22/09/2010 15:13
 

Respuesta  Mensaje 3 de 20 en el tema 
De: Quico º Enviado: 22/09/2010 20:19
Franco era una dictadura pero tambien se tiene que entender que gracias a Franco no entró el comunismo
 
¡¡Este tío es tonto!! pal medio metro de El Ferrol, el comunismo era una escusa, a el la gran oligarquía lo armó y lo lanzó contra quienes intentaran quitarle sus privilegios; no necesitaban ser comunistas, con solo ser conscientes de su explotación ya eran enemigos de la patria, por consiguiente de la oligarquia que en el ejercito profesional tenia su brazo armado.

Respuesta  Mensaje 4 de 20 en el tema 
De: residente Enviado: 22/09/2010 21:45
General: Franco
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: residente  (Mensaje original) Enviado: 21/09/2010 15:08
                <>Franco<>
Se entiende que Franco era una dictadura pero tambien se tiene que entender que gracias a Franco no entró el comunismo en España, por ese motivo Franco fué mejor que Fidel, pues Fidel le dió las nalgas a la URSS

Viva la democracia

Saludos de Trado
 


Respuesta  Mensaje 5 de 20 en el tema 
De: residente Enviado: 22/09/2010 22:25
 
 
El emblema del escudo y la espada del NKVD.
 

La sombra del NKVD proyectada en ESPAÑA.  Por Stéphane Courtois y Jean-Louis Panné.

Traducción Cesar Vidal.


El 17 de Julio de 1936, los militares españoles en Marruecos, dirigidos por el general Franco, se sublevaron contra el Gobierno republicano. Al día siguiente, la sublevación se extendió a la península.

El día 19 fue sofocada en numerosas ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao) gracias a una huelga general y a la movilización de las clases populares. Esta guerra civil llevaba gestándose desde hacía varios meses.

 

El 16 de febrero de 1936, el Frente Popular había conseguido la victoria electoral por escaso margen: la derecha había obtenido 3.997.000 votos (132 diputados), los centristas, 449.000 y el Frente Popular, 4.700.000 (267 diputados).

Los socialistas habían obtenido 89, la Izquierda Republicana 84, la Unión Republicana 37, el Partido Comunista Español (PCE) 16.

 

Y el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista, nacido en 1935 de la fusión del Bloque Obrero y Campesino de Joaquín Maurín y de la Izquierda Comunista de Andreu Nin) solo uno.

Sin embargo, no se hallaba representada una de las fuerzas principales en España: los anarquistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) (1.577.547 afiliados, frente a los 1.444.474 del Partido Socialista y la Unión General de Trabajadores(1)).

Que, de acuerdo con su doctrina, no habían presentado ningún candidato, pero el Frente Popular no hubiera podido triunfar sin la ayuda de sus votos y los de sus simpatizantes.Miguel Maura.

- 1. Estadística de la Dirección General de Seguridad entregada al Parlamento por Miguel Maura, ministro de Interior, en el otoño de 1934; cf. Joaquín Maurín, Le Communisme en Espagne, Nueva York, 1964.

Para datos sobre las diferentes fuerzas, véase también Gerald Brenan, Le Labyrinthe espagnol. Origines sociales et politiques de la guerre civile, Champ libre, 1984. (Existe version española: El laberinto español, Barcelona, Ruedo Ibérico, 1977.)

Los 16 elegidos del PCE constituían una representación bastante superior a sus fuerzas reales: 40.000 miembros reivindicados, pero probablemente poco más de unos 10.000 dirigían las organizaciones satélites apoyadas por más de 100.000 afiliados.

Varios factores contribuyeron al desencadenamiento de una guerra civil deseada por muchos: una izquierda dividida y heterogénea, una derecha poderosa y una extrema derecha decidida (la Falange), una agitación urbana (huelgas) y rural (ocupación de tierras), un ejército seguro de sus prerrogativas, un Gobierno débil, varias conspiraciones y una violencia política que aumentaba sin cesar.

De entrada, la guerra adquirió una dimensión particular: en el contexto europeo, simbolizó el enfrentamiento entre los Estados fascistas y las democracias. Con la entrada en contienda de la Unión Soviética, se reforzó el efecto de polarización entre derecha e izquierda.

 

LA LÍNEA GENERAL DE LOS COMUNISTAS.


La Komintern se había interesado poco por la situación española, que no atrajo su atención hasta la caída de la monarquía en 1931 y, sobre todo, hasta la revuelta obrera de Asturias en 1934.

El Estado soviético apenas mostró más interés, ya que el reconocimiento mutuo de los dos países no se produjo hasta agosto de 1936, tras el desencadenamiento de la guerra civil.

Si bien la URSS acababa de firmar el pacto de «no intervención», adoptado en Julio por Inglaterra y Francia (2) con la esperanza de impedir la internacionalización de la guerra civil.

 El 27 de Agosto, el embajador soviético Marcel Israelevich Rosenberg tomaba posesión de su cargo.

Léon Blum.- 2. Léon Blum se había adherido a la fuerza, bajo la doble presión de Inglaterra y de los radicales que temían la guerra con Alemania. Blum estuvo a punto de dimitir pero le disuadió el embajador español, el socialista Fernando de los Ríos.


Para aumentar su influencia, los comunistas habían propuesto la fusión de su partido con el Partido Socialista.

 

Esta táctica obtuvo su primer éxito con la constitución de las Juventudes Socialistas Unificadas el 1 de abril de 1936, y poco después con la creación del Partido Socialista Unificado de Cataluña el 26 de Junio.

En el Gobierno de Largo Caballero formado en septiembre de 1936, el PCE solo disponía de dos ministros: Jesús Hernández, ministro de Educación Pública, y Vicente Uribe, ministro de Agricultura. Aun así, los soviéticos adquirieron muy pronto una gran influencia sobre este Gobierno.

Gracias al apoyo que obtuvo de algunos miembros del Gobierno (Álvarez del Vayo y Juan Negrín), Rosenberg se impuso como una especie de vicepresidente que participaba en los Consejos de ministros. Tenía en su mano una baza importante, ya que la URSS estaba dispuesta a abastecer de armas a los republicanos.

Esta intervención del Partido-Estado soviético fuera de su campo de acción habitual adquiere un relieve particular al constituir una fase intermedia entre la toma del poder por los bolcheviques hacía casi veinte años y la posterior expansión de su poder en Europa central y oriental en dos etapas sucesivas (1939-1941 y 1944-1945), favorecida por el contexto internacional.

La España de los años 1936-1939 era un lugar de ensayo para los soviéticos que, seguros de su experiencia acumulada, despliegan todo su arsenal político y experimentan técnicas que volverán a utilizar a principios de la Segunda guerra mundial, y que a final de esta se generalizarán.

Sus objetivos son múltiples, pero el más urgente es conseguir que el Partido Comunista Español (completamente supervisado por los servicios de la Komintern y del NKVD) se hiciera con el poder del Estado con el fin de que la República siguiera los deseos de Moscú.

Este objetivo implica instaurar los métodos soviéticos, en primer lugar la omnipresencia del sistema policial y la liquidación de todas las fuerzas no comunistas.

En el año 1936, Ercoli —el comunista italiano Palmiro Togliatti—, uno de los miembros de la dirección de la Komintern, definió las características específicas de la guerra civil, que calificó de «guerra nacional revolucionaria».

Según él, la revolución española, popular, nacional y antifascista, imponía nuevas tareas a los comunistas: «El pueblo español soluciona las tareas de la revolución burguesa democrática de una forma nueva».

Rápidamente, indicó cuales eran los enemigos de esta concepción de la revolución española: los dirigentes republicanos e «incluso los del Partido Socialista», los «elementos que, escudándose en los principios del anarquismo, debilitan la cohesión y la unidad del Frente Popular con proyectos prematuros de colectivización forzada...»

Fijó un objetivo: la hegemonía comunista, realizable gracias a «un frente único de socialistas y comunistas, la creación de una organización única de jóvenes trabajadores y de un partido único del proletariado en Cataluña [el PSUC], y la transformación del propio Partido Comunista en un gran partido de masas» (3).

- 3. M. Ercoli, Particularités de la révolution espagnole, Bureau d'éditions, 1936.


En Junio de 1937, Dolores Ibárruri —comunista española, más conocida bajo el nombre de la Pasionaria y famosa por sus llamamientos a la resistencia— propuso un nuevo objetivo: «una república democrática y parlamentaria de un nuevo tipo» (4).

Dolores Ibárruri.- 4. Dolores Ibárruri, Por la victoria. Artículos y discursos, 1936-1938, ESI, 1938.


Inmediatamente después de la sublevación franquista, Stalin dio prueba de una relativa indiferencia hacia la situación española, como así lo ha recordado Jef Last, que acompañaba a André Gide a Moscú durante el verano de 1936: «Nos indignamos al ver una falta total de interés por los acontecimientos.

 

En ninguna reunión se hablaba del asunto y, cuando en el curso de una conversación privada abordamos este tema, parecía que se evitaba escrupulosamente emitir una opinión personal» (5).

- 5. Jef Last, Lettres d'Espagne, Gallimard, 1939.


Sin embargo, pasados dos meses, y debido al giro que dieron los acontecimientos, Stalin se dio cuenta del partido que podía sacar a la situación utilizando a la vez la diplomacia y la propaganda.

Adheriéndose a la política de «no intervención», la URSS se integraba más en el concierto de las naciones y así tenía más posibilidades para intentar favorecer una mayor autonomía de Francia con respecto a Gran Bretaña.

Al mismo tiempo, la URSS se comprometió en secreto a entregar armas a la República española y a ayudarla militarmente, y contaba con aprovechar los medios que le ofrecía el Gobierno del Frente Popular en Francia, dispuesto a colaborar con los servicios soviéticos en la organización de la ayuda material a los republicanos españoles.

Siguiendo las instrucciones de Léon Blum, Gastón Cusin, subjefe de gabinete del ministerio de Economía, se reunió con los oficiales y los agentes soviéticos que se habían establecido en París, desde donde organizaban el transporte de las armas y el reclutamiento de los voluntarios para ir a luchar a España.

Aunque el Estado soviético pretendía permanecer fuera de juego, la Komintern movilizó a fondo todas sus secciones a favor de la España republicana, transformando la lucha en un medio magnífico de propaganda antifascista, particularmente beneficioso para el movimiento comunista.

En la misma España, la táctica comunista consistió en ocupar cada vez más posiciones para «orientar» la política del Gobierno republicano hacia la seguida por el Partido-Estado soviético, cuyo objetivo era aprovechar al máximo la situación de la guerra.

Julián Gorkín, uno de los dirigentes del POUM, fue probablemente el primero en establecer la relación entre la política soviética en la España republicana y la instauración de las democracias populares, en un ensayo titulado España, primer ensayo de democracia popular (Buenos Aires, 1961).

Donde Gorkín ve la aplicación de una línea política predeterminada, el historiador español Antonio Elorza considera la política comunista en España como resultado de la «concepción monolítica, y no pluralista, de las relaciones políticas en el Frente Popular y del papel del partido, [que] conduce naturalmente a transformar la alianza en una plataforma para conquistar la hegemonía».

Antonio Elorza insiste sin embargo sobre lo que será una constante en la política comunista: imponer la hegemonía del PCE a todos los antifascistas, «no solo contra el enemigo fascista de fuera, sino también contra la oposición interna».

Y añade: «En este sentido, el proyecto es un precedente directo de la estrategia utilizada para llegar al poder en las llamadas democracias populares» (6).

Antonio Elorza.- 6. Antonio Elorza, «Le Front populaire espagnol à travers les archives du Komintern», Une histoire en révolution? Du bon usage des archives, de Moscou et d'ailleurs, Editions Universitaires de Dijon, 1996.

Este proyecto estuvo a punto de consumarse en septiembre de 1937, cuando Moscú pensó en la celebración de elecciones en España: unas listas únicas permitirían al PCE aprovecharse de este «plebiscito nacional».

 

Este proyecto, inspirado y seguido con atención por Stalin, pretendía el advenimiento de una «república democrática de tipo nuevo». Preveía la eliminación de los ministros contrarios a la política comunista.

Pero el intento dio un giro decisivo debido a la oposición que encontró entre los aliados del PCE y a la evolución preocupante de la situación de los republicanos después del fracaso de la ofensiva de Teruel en Diciembre de 1937.

 

CONSEJEROS Y AGENTES.


En cuanto Stalin hubo decidido que el territorio español presentaba oportunidades para la URSS y que era útil intervenir, Moscú envió a España un importante contingente de mandos dependientes de instancias muy diversas.

Georgy Zhukov.Primero fueron los consejeros militares, de 700 a 800 de forma permanente y 2.044 en total (según una fuente soviética), entre los que se encontraban los futuros mariscales Koniev y Zhukov, y el general V. E. Goriev, agregado militar en Madrid.

Moscú movilizó también a sus miembros de la Komintern, «agentes», oficiales u oficiosos, de otro tipo. Algunos fueron movilizados de forma permanente, como el argentino Vittorio Codovilla, que desempeñó un importante papel en el seno del PCE a principios de los años treinta, e incluso lo dirigió.

 

El húngaro Ernó Geró (apodado «Pedro»), que después de la guerra se convertiría en uno de los dirigentes de la Hungría comunista; el italiano Vittorio Vidali (sospechoso de haber participado en el asesinato del líder comunista y estudiante cubano Julio Antonio Mella, en 1929), que llegaría a ser el primer comisario político del Quinto regimiento organizado por los comunistas a partir de Enero de 1937.

El búlgaro Minev-Stepanov, que había trabajado en el secretariado de Stalin desde 1927 hasta 1929; el italiano Palmiro Togliatti, llegado en Julio de 1937 como representante de la Komintern. Otros efectuaron viajes de inspección, como el comunista francés Jacques Duelos.

Al mismo tiempo, Moscú envió a España un importante contingente de hombres de sus servicios: V. A. Antonov-Ovseenko (7) —quien había dirigido el asalto contra el Palacio de Invierno en Petrogrado en Octubre de 1917—, que desembarcó en Barcelona el 1 de Octubre de 1936.

- 7. Su hijo, historiador, ha declarado a la televisión catalana: «La mayoría de las personas con un cargo importante en España, militares, generales, consejeros y pilotos, eran agentes del NKVD»; cf. la película de Llibert Ferri y Dolores Genovés, Operación Nikolay, 1992.

 Aleksandr Orlov (cuyo verdadero nombre era L. Feldbin), responsable del NKVD en España; el polaco Arthur Stashevsky, ex oficial del Ejército Rojo, ahora agregado comercial; el general Ian Berzine, jefe de los servicios de información del Ejército Rojo.

 

Mijaíl Koltsov, redactor del Pravda y portavoz secreto de Stalin, que se estableció en el ministerio de la Guerra. Leonid Eitingon, comandante de las Fuerzas de Seguridad del Estado (NKVD), y Pavel Sudoplatov, su subordinado, fueron también a Barcelona.

Eitingon fue encargado en 1936 de las operaciones terroristas, mientras que Sudoplatov no llegó hasta 1938 (8).

 

- 8. En sus memorias, Pavel Sudoplatov hace esta significativa reflexión: «España fue en cierta manera el "parvulario" donde tomaron forma nuestras futuras operaciones de espionaje» (Missions spéciales, Le Seuil, 1994, pág. 59).


Resumiendo, desde que Stalin decidió intervenir en España, concentró en ella a todo un estado mayor capaz de actuar en múltiples ámbitos de forma coordinada.

Parece ser que en la noche del 14 de Septiembre de 1936, Yagoda, el jefe del NKVD, convocó en la Lubianka, en Moscú, una reunión para coordinar el conjunto de la intervención comunista en España.

Los objetivos eran tanto combatir a los franquistas y a los agentes alemanes o italianos como vigilar y controlar a los adversarios de los comunistas y de la URSS en el seno mismo del campo republicano.

 La intervención soviética debía ser lo más secreta y lo más oculta posible, con el fin de no comprometer al Gobierno soviético.

Según el general Krivitsky, que era el jefe de los departamentos exteriores del NKVD en Europa occidental, de los cerca de tres mil soviéticos presentes en España, solo unos cuarenta habrían combatido realmente, los otros eran consejeros militares, políticos o agentes de información.

Los soviéticos centraron primero sus esfuerzos en Cataluña. En Septiembre de 1936, el comisariado general de Orden Público de la Generalitat de Cataluña, en el que ya se habían infiltrado los comunistas, creó por decreto en el seno de los servicios secretos catalanes (el SSI) un grupo de información dirigido por un tal Mariano Gómez Emperador.

Este servicio oficial, que empleó rápidamente a unas cincuenta personas, era de hecho una delegación camuflada del NKVD.

Al mismo tiempo, el Partido Socialista Unificado de Cataluña —nombre elegido por los comunistas— creó un servicio extranjero con base en la habitación 340 del hotel Colón, en la plaza de Cataluña, encargado de controlar a todos los comunistas extranjeros deseosos de combatir en España que transitaban por Barcelona.

Sin embargo, este servicio estaba también estrechamente controlado por el NKVD y servía para ocultar sus actividades. Alfredo Hertz pertenecía a estas dos instancias y se reveló como el responsable local del NKVD, a las órdenes directas de Orlov y de Geró.

Hertz, comunista alemán cuya verdadera identidad aún no se ha podido establecer, se había introducido en el Cuerpo de Investigación y Vigilancia del Gobierno de la Generalitat y controlaba el departamento de pasaportes, y por tanto, las entradas y salidas de España. Así mismo, estaba facultado para utilizar la Guardia de Asalto, el cuerpo de élite de la policía.

Con su red instalada en el comisariado de Orden Público de la Generalitat, Hertz recibía informaciones procedentes de los otros partidos comunistas —listas negras de otros antifascistas, denuncias de comunistas críticos, datos biográficos suministrados por los servicios de mandos de cada Partido Comunista— y los transmitía al departamento de Estado dirigido por el comunista Victorio Sala.

Hertz creó su propio servicio, el servicio Alfredo Hertz, que bajo una cobertura legal, era una policía política paralela compuesta por comunistas extranjeros y españoles.

Bajo su dirección se creó un fichero de todos los extranjeros que residían en Cataluña, y luego en toda España, y una serie de listas negras de personas molestas que había que eliminar.

En un primer momento, desde Septiembre hasta Diciembre de 1936, la persecución de los opositores no fue sistemática.

El NKVD fue estableciendo poco a poco verdaderos planes de represión contra otras fuerzas políticas de la República, sobre todo contra los socialdemócratas, los anarcosindicalistas, los trotskistas y los comunistas heterodoxos o que manifestaran divergencias políticas.

Es cierto que muchos de estos «enemigos» criticaban a los comunistas, reprochándoles sus deseos de hegemonía y su alineamiento con la URSS.

Pero también hay que decir que, dentro de la represión, también hubo venganzas personales, como siempre ocurre en este tipo de situaciones (9).

- 9. Patrik von Mühlen, Spanien war ihre Hoffnung. Die deutsche Linke im spanieschen Bürgerkrieg, 1936 bis 1939, Bonn, Verlag Neue Gesellschaft, 1983.


Tanto los métodos policiales más banales como los más sofisticados fueron aplicados por agentes de doble o triple identidad.

La primera de las tareas de estos policías políticos fue la «colonización» de los engranajes de la administración republicana, del ejército y de la policía.

Esta progresiva conquista de puestos claves, su «infiltración», se basaba en el hecho de que la URSS suministraba armas a los republicanos y a cambio exigía contrapartidas políticas.

Al contrario de lo que practicaron Hitler y Mussolini con los franquistas, la URSS no concedió ningún crédito a los republicanos y las armas fueron pagadas por adelantado con las reservas de oro del Banco de España, que sus agentes consiguieron escoltar hasta la URSS.

Cada entrega de armas era una posibilidad de chantaje que explotaban los comunistas. Julián Gorkín aporta un ejemplo sorprendente de esta intrincación entre guerra y política.

A principios de 1937, Largo Caballero, jefe del Gobierno español, apoyado por Manuel Azaña (presidente de la República), había autorizado a Luís Araquistain (embajador en París) para que entablara negociaciones secretas con el embajador italiano en Londres, Dino Grandi, y con Hjalmar Schacht, el financiero de Hitler, con el consentimiento de Léon Blum y de Anthony Edén, para poner término a la guerra.

Avisados por Álvarez del Vayo, ministro de Asuntos Exteriores filocomunista, los comunistas españoles decidieron, de acuerdo con los principales dirigentes de los servicios soviéticos, apartar a Caballero, impidiendo así toda solución negociada al conflicto, que se basara en la retirada de los soldados italianos y alemanes (10).

- 10. Julián Gorkín, Les Communistes contre la révolution espagnole, Belfond, 1978, págs. 18-19 y 81-82.

 

«DESPUÉS DE LAS CALUMNIAS... LAS BALAS EN LA NUCA», VÍCTOR SERGE.


Victor Serge.Esto fue lo que declaró Victor Serge, el escritor ruso-belga liberado de la URSS en Abril de 1936, a Julián Gorkín cuando se vieron en 1937, advirtiendo así al militante del POUM de la fatal concatenación de la política comunista.

Una política que encontraba entonces serios obstáculos: la masa anarcosindicalista de la CNT escapaba a la influencia de los comunistas y el POUM se oponía a su política.

El POUM era una víctima propicia debido a su debilidad y a su posición marginal en el tablero político.

Los comunistas consideraron oportuno aprovechar esta configuración política. Además, el POUM era considerado un aliado de Trotsky:

En 1935, sus jefes Andreu Nin y Julián Gorkín habían realizado gestiones con las autoridades catalanas para que Trotsky, expulsado de Francia, pudiera instalarse en Barcelona.

Dentro de la persecución de trotskistas que tenía lugar por entonces en la URSS, no es de extrañar que el secretariado de la Komintern reunido el 21 de febrero de 1936, es decir, cinco días después de la victoria electoral del Frente Popular español, diera al PCE la consigna de llevar a cabo una «lucha enérgica contra la secta trotskistacontrarrevolucionaria» (11).

- 11. Antonio Elorza, art. cit.

Además, durante el verano de 1936, el POUM tuvo la audacia de salir en defensa de las víctimas del primer proceso de Moscú. El 13 de Diciembre de 1936, los comunistas consiguieron apartar a Andreu Nin del Consejo de la Generalitat.

Exigieron su destitución con el pretexto de que era culpable de haber calumniado a la URSS, y para conseguir su fin recurrieron al chantaje del suministro de armas.

El 16 de Diciembre, Pravda lanzó una campaña internacional contra los opositores a la política soviética: «En Cataluña ha comenzado la eliminación de los trotskistas y anarcosindicalistas. Será llevada a cabo con la misma energía que en la URSS».

Para la mentalidad comunista, cualquier discrepancia política equivalía a una traición que antes o después recibía el mismo trato en todos los casos. Se contaban calumnias y mentiras del POUM, cuyas unidades en el frente fueron acusadas de abandonar sus posiciones, cuando lo cierto es que las unidades comunistas les negaban todo tipo de apoyo (12).

- 12. Véase sobre todo L'Humanité del 24 de Enero de 1937.


El diario del Partido Comunista Francés, L'Humanité, se distinguió especialmente en esta tarea reproduciendo los artículos de Mijaíl Koltsov, gran amigo de la pareja Aragon- Triolet.

El tema central de esta campaña se resumía en una afirmación repetida incansablemente: el POUM es cómplice de Franco, es culpable de traición en favor del fascismo.

Los comunistas tomaron la precaución de infiltrar en sus filas agentes encargados de reunir información y dé preparar listas negras con el fin de identificar, llegado el momento, a los militantes detenidos.

El caso de Léon Narvich es bien conocido: habiendo entrado en contacto con Nin, fue descubierto y luego ejecutado por un grupo de autodefensa del POUM, después de la desaparición de Nin y la detención de sus dirigentes.

 

MAYO DE 1937 Y LA ELIMINACIÓN DEL POUM.


El 3 de Mayo, los Guardias de Asalto dirigidos por los comunistas atacaron la central de Telefónica de Barcelona controlada por los obreros de la CNT y la UGT.

La operación, dirigida por Rodríguez Salas, jefe de la policía y miembro del PSUC, había sido preparada con un incremento de la propaganda y de las persecuciones (cierre de la radio del POUM y de su diario La Batalla).

El 6 de Mayo, 5.000 agentes de policía dirigidos por jefes comunistas llegaron a Barcelona. Los enfrentamientos entre fuerzas comunistas y no comunistas fueron violentos y se contabilizaron cerca de 500 muertos y más de 1.000 heridos.

Aprovechando la confusión, los pistoleros de los servicios comunistas aprovecharon cualquier ocasión para eliminar a los que se oponían a la política comunista.

El filósofo anarquista italiano Camillo Berneri y su camarada Barbieri fueron secuestrados y ejecutados por un comando de doce hombres, y sus cadáveres, acribillados a balazos, fueron encontrados al día siguiente. Camillo Berneri pagó así su valor político.

En su periódico Guerra di classe había escrito lo siguiente: «Hoy combatimos contra Burgos, mañana tendremos que luchar contra Moscú para defender nuestras libertades».

 Alfredo Martínez, secretario de las Juventudes Libertarias de Cataluña, el militante trotskista Hans Freund y el ex secretario de Trotsky, Erwin Wolf, corrieron la misma suerte.

Kurt Landau, austríaco y comunista crítico, había militado en Alemania, en Austria y luego en Francia, antes de ir a Barcelona y adherirse al POUM. Fue detenido el 23 de Septiembre y desapareció también en circunstancias análogas. Katia, su mujer, también encarcelada, ha dado testimonio de estas «depuraciones»:

«Las cárceles del partido, como por ejemplo La Pedrera, paseo de Gracia, sus cuarteles "Carlos Marx" y "Voroshilov", eran auténticas ratoneras y antros. Unos testigos vieron por última vez en La Pedrera a los dos camaradas "desaparecidos" de Radio POUM.

En aquellos cuarteles comunistas fueron torturados, mutilados y asesinados esos jóvenes anarquistas, cuyos cadáveres se encontraron por casualidad». Katia cita un artículo del órgano anarcosindicalista Solidaridad obrera:

«Se comprobó que antes de morir habían sido torturados de una forma salvaje, como lo demuestra el hecho de que los cuerpos presentaran grandes contusiones y hematomas en el abdomen, que parecía estar hinchado y deformado. (...)

 

 

 

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