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General: Allende y Zelaya
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De: residente (Mensaje original) |
Enviado: 23/10/2010 20:35 |
Allende era otro Zelaya, quiso hacer cambios a la constitucion al estilo castrista y tuvieron que sacarlo del poder, Honduras ha demostrado al mundo lo que es un pais digno |
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De: albi |
Enviado: 23/10/2010 21:46 |
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De: Quico º |
Enviado: 23/10/2010 21:49 |
Allende era marxista pero la constitución no, ni el pueblo
Pero fué el pueblo quien lo hizó al poder, y solo el pueblo tenía derecho a apearlo, no un salvapatrias traidor con ayuda de parte de los mandos de los ejercitos y carabineros, pagados por la CIA a través de la ITT |
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De: Quico º |
Enviado: 23/10/2010 21:53 |
Margarita!! |
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De: albi |
Enviado: 23/10/2010 21:55 |
falta bajo fuego margarita de nicaragua
y la historia oficial de argentina |
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De: albi |
Enviado: 23/10/2010 21:55 |
y zeta el crimen del siglo de francia y.....y....y.... |
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Y suponiendo que hubiera violado la constitución, para eso están los tribunales de justicia, pero nunca anular la constitución (ésa es precisamente la violación) ni poner una dictadura privando al pueblo de su soberanía ni encarcelar a la gente por sus ideas ni fusilar a los que defendían la legalidad democrática ni torturar a nadie, ni cometer ningún tipo de atrocidades como cometieron.
No se puede intentar justificar lo injustificable. Por supuesto, la constitución que tenía Chile permitía que gobernara Allende con su programa, porque ganó las elecciones para ello.
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Los cubanos quitaron a Batista, pero es tarea de titanes quitar a los Castro, por eso es que los tienen que aguantar, hasta el mas tonto ve eso |
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By Roberto Alvarez-Quinones on 02/19/2010
Es demasiado obvio que el socialismo marxista (comunismo) y el fascismo se parecen entre sí como dos gotas de agua fresca. Sin embargo, son poquísimos los historiadores y sociólogos que han comparado estas dos máximas expresiones del totalitarismo moderno, lo cual tiene un fuerte tufo ideológico.
La filósofa y politóloga alemana –de origen judío– Hannah Arendt sí hizo la comparación y en “Los orígenes del totalitarismo”, publicado en 1951, mostró que estos dos experientos sociales que vapulearon al siglo XX son hermanos gemelos.
Si nos remitimos a las enciclopedias y a los ensayos sobre el tema, el fascismo es una ideología política que plantea el colectivismo por encima del individualismo, coloca al Estado y la nación por encima de individuo, rechaza la “democracia burguesa”, el libre mercado, la competencia capitalista, y suprime todos los partidos políticos excepto el fascista, encargado de construir una sociedad perfecta.
El partido y el gobierno fascistas exigen total obediencia a las masas, a las que adoctrinan para la formación de un “hombre nuevo” superior y sumiso que será el protagonista de la sociedad nueva que se construye. El Estado asume el control absoluto de los medios de comunicación, suprime la libertad de prensa y crea una gran maquinaria de propaganda que machaca la superioridad del fascismo y exalta al líder supremo, en el que se concentran todos los poderes del país cual emperador romano.
A propósito, es importante destacar que al finalizar la Primera Guerra Mundial, aunque Italia fue uno de los aliados vencedores no recibió mucho crédito por ello. Benito Mussolini exacerbó ese resentimiento italiano e impulsó un nacionalismo revanchista que canalizó en 1919 al crear los “Fasci Italiani di Combattimento”, grupos armados que en 1920 pasaron a ser el Partido Nacional Fascista de Italia. Mussolini soñaba con un renacimiento del Imperio Romano y se inspiraba en los antiguos césares. Por eso levantaba su brazo derecho para saludar, como en la Roma imperial. Hitler luego haría lo mismo.
El líder y el partido fascistas siembran en la población el odio a un enemigo imaginario interior o exterior, para alentar el nacionalismo. La desinformación, la manipulación y la represión son los pilares básicos del sistema. Se identifica al líder supremo con la nación.
No se suprime la propiedad privada, pero las industrias son obligadas a producir lo que el gobierno les ordena y así quedan ensambladas al Estado. Los pequeños y medianos negocios se mantienen independientes, aunque pueden ser sometidos a las directrices fascistas.
El Estado paternalista interviene en todos los aspectos de la vida del individuo, al que libera así de su “miedo a la libertad”, al decir del psicólogo y filósofo alemán Erich Fromm. No existen los derechos individuales.
Hay algunas diferencias entre el fascismo alemán y el italiano. Este último se basa en el Estado como su piedra angular, al que considera el espíritu del pueblo.
El nationalsozialismus (nazismo), aunque estatista igualmente, tiene como eje gravitacional lo que el historiador polaco-judío Zeev Sternhell denomina el “determinismo biológico”, o sea, la “raza superior”, una corrupción grotesca del principio darwinista de la evolución de las especies. Se trata de un racismo demencial que canalizó el exterminio de los judíos y de los seres “inferiores” al ario alemán, el superhombre de que hablaba el filósofo racista Friederick Nietzsche.
Socialismo real: ‘nada contra el Estado’
Mussolini resumía la filosofía fascista con una frase: “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”.
En junio de 1961 Fidel Castro repitió esa misma frase al trazar la política cultural socialista cubana: “Dentro de la revolución (léase Estado) todo, contra la revolución, nada, ningún derecho”. ¿Casualidad? No lo creo, Castro en su juventud fue un gran admirador de Mussolini.
Las bases del comunismo son igualmente el colectivismo, el partido único, la propaganda y el adoctrinamiento de las “masas”, de las que exige total sumisión para formar al hombre nuevo que vivirá en la sociedad superior. Se suprime la libertad de prensa, se alienta el odio a un enemigo imaginario (el imperialismo y sus agentes internos) para exacerbar el nacionalismo patriótico y mantener una psicología permanente de plaza sitiada.
Todos los poderes del Estado se concentran en el primer secretario del Partido Comunista, que deviene César. El sistema se afinca igualmente sobre la represión, la desinformación y manipulación de la realidad nacional e internacional, prohíbe el libre mercado, identifica patria y pueblo con el líder supremo, y controla totalmente la vida del individuo, que es despojado de casi todos sus derechos.
El socialismo sí suprime toda la propiedad privada, no permite ningún pequeño negocio propio, ni que los ciudadanos inviertan un solo centavo en el país.
Expansión y represión
La expansión territorial nazi fue mediante la guerra más sangrienta ocurrida jamás y los crímenes más atroces, pero el comunismo desde sus orígenes igualmente planteó establecer la dictadura del proletariado a nivel planetario por medio de la violencia y no por la vía democrática de las urnas.
Desde la Internacional Comunista dirigida por Carlos Marx, el comunismo propugna la revolución social para imponerse a como dé lugar. Como decía el Che Guevara, convertir a cada revolucionario en “una perfecta máquina de matar”. La Unión Soviética expandió el socialismo a punta de bayoneta por Europa del Este y parte de Asia.
Cuba desde los años 60 diseminó por Latinoamérica guerrillas rurales, y urbanas que asaltaban bancos y cometían atentados terroristas. El plan de Castro y el Che era imponer continentalmente el comunismo.
En cuanto a represión, los nazis sobrepasaron todos los límites del horror, pero Stalin, Mao, Pol Pot, etc. no eran monjitas de la caridad. Mataron o provocaron la muerte por hambre a 100 millones de personas, según el “Libro negro del comunismo”, un estudio realizado por profesores europeos, casi todos de izquierda, publicado en 1997.
En Cuba, según las fuentes independientes, han sido fusilados unos 5,500 opositores desde 1959, muchos in situ, sin proceso legal alguno. En los 10 meses que estuvo al frente de la Fortaleza de La Cabaña, el Che Guevara ordenó la ejecución de 209 opositores sin el debido proceso legal, a muchos de los cuales él personalmente les dio el tiro de gracia en la cabeza.
El 17 de abril de 1961, horas después de Castro declarar el carácter comunista de la revolución y mientras desembarcaba una brigada de cubanos exiliados por Bahía de Cochinos, fueron arrestados y enviados a instalaciones y campos de concentración unos 340,000 ciudadanos, sin juicio, sólo porque no simpatizaban con el gobierno.
Entre 1960 y 1971 miles de familias campesinas completas fueron sacadas de sus hogares y tierras en la provincia central de Las Villas, donde unos 3,000 opositores se alzaron en armas contra Castro en los años 60, y reubicadas a la fuerza en la provincia occidental de Pinar del Río, a 400 kilómetros de distancia, lo que generó los llamados Pueblos Cautivos, 21 en total, que eran aldeas-presidios al estilo de las de Siberia durante la época de Stalin. Muchas de las mujeres fueron sacadas de esos pueblos cautivos y llevadas con sus hijos para el reparto Miramar en La Habana, con lo cual separaron a las familias como en Cambodia.
Hoy las torturas psicológicas y físicas siguen vigente en Cuba. La frase “pásale la mano” es común entre los jefes de prisiones para ordenar palizas a los presos de conciencia “que no se portan bien”.
En fin, parafraseando a José Martí –y salvando las circunstancias y el simbolismo patriótico de la frase martiana—es evidente que el comunismo y el fascismo son del totalitarismo las dos alas. O dicho popularmente, son el mismo perro con diferente collar.
http://www.hispanicla.com/comunismo-y-fascismo-el-mismo-perro-7453
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By Roberto Alvarez-Quinones on 09/24/2010
¿Por qué Augusto Pinochet recibía el trato de dictador por parte de los políticos y los medios de comunicación, y Fidel Castro el de presidente de Cuba? ¿En qué proceso electoral fue elegido presidente el general Raúl Castro? ¿En cuáles comicios democráticos fue electo antes su hermano Fidel?
¿Cuál es la razón por la que Anastasio Somoza, Rafael Leónidas Trujillo, Fulgencio Batista, Jorge Rafael Videla, Francois Duvalier y su hijo “Baby Doc”, Marcos Pérez Jiménez, Juan Carlos Onganía, José M. Velasco Ibarra, Humberto Castelo Branco , Juan María Bordaberry, René Barrientos, Alfredo Ovando, José Félix Uriburu, Juan Vicente Gómez, Pedro Aramburu, Porfirio Díaz, Carlos Castillo Armas, José María Guido, Gustavo Rojas Pinilla, Leopoldo Galtieri, o Alfredo Stroessner, son todos ellos ex dictadores y Fidel Castro es el ex presidente cubano? ¿Es que hay dictadores buenos y dictadores malos?
Estas son preguntas que se hacen los cubanos, tanto los que viven en la isla como los que están dispersos por los cuatro puntos cardinales gracias a dos “presidentes” que nunca nadie eligió. La palabra dictador fue creada en la antigua república de Roma, hace 2.500 años, cuando en situaciones de extrema gravedad los cónsules, por orden del Senado, nombraban a un “dictator” que asumía todos los poderes por seis meses, hasta el restablecimiento de la normalidad. Con el surgimiento de las democracias modernas en el siglo XIX, el término dictador volvió a ser utilizado para designar a todo jefe de gobierno que ejerce el poder “manu militari” (por la fuerza) de forma absoluta haciendo trizas el principio enunciado por el barón de Montesquieu en el siglo XVIII de la independencia de los tres poderes en que se sustenta la democracia moderna: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX la mayoría de los medios de comunicación de todo el mundo y los políticos latinoamericanos consideran dictador sólo a los “hombres fuertes” que militan en la derecha. Por lo general, si el susodicho es de izquierda y antinorteamericano lo llaman presidente, aunque nadie lo haya elegido, oprima a su pueblo, sea corrupto hasta la médula y convierta a su país en ruinas. En Nicaragua, los Somoza (padre e hijos), de extrema derecha, sin duda eran dictadores.
Pero el sandinista Daniel Ortega, una vez derrocado Somoza en julio de 1979 se mantuvo en el poder por la fuerza hasta 1990 –con apoyo soviético y cubano–, y no era considerado dictador. Jamás un medio de prensa latinoamericano o de EE.UU. dejó de llamar presidente a Ortega en esos 11 años. Tampoco era calificado de dictador el general Juan Velasco Alvarado, quien en 1968 encabezó en Perú un golpe militar contra el presidente Fernando Belaunde, democráticamente elegido, e instaló una dictadura militar nacionalista de izquierda que gobernó hasta 1975. Velasco se autoproclamó “Presidente del Gobierno Revolucionario de Perú”, y así fue tratado pese a que encarcelaba o deportaba a sus oponentes políticos, suprimió la libertad de expresión, nacionalizó algunas industrias fundamentales, y estableció vínculos militares y políticos con la Unión Soviética –Moscú le entregó grandes cantidades de armamentos– y con el régimen castrista, mientras empobrecía a los peruanos. En la vecina Bolivia el general Alfredo Ovando, golpista derechista era un dictador.
Cuando en octubre de 1970 Ovando fue derrocado por otro general derechista, Rogelio Miranda, éste también fue dictador. Miranda fue depuesto casi de inmediato por un contragolpe militar encabezado por el izquierdista general Juan José Torres, quien ya no fue dictador porque se declaró antimperialista y nacionalizó las minas principales del país. Diez meses después, en agosto de 1971, el “presidente” Torres fue derrocado por el general Hugo Banzer, dictador por su condición de derechista e ideas fascitoides.
En Panamá, en 1968 el coronel Omar Torrijos dio un golpe de estado junto con otros militares que derrocó al presidente constitucional Arnulfo Arias Madrid. Torrijos disolvió los partidos políticos, se autoascendió a general, asumió poderes absolutos con el título de “Líder Máximo de la Revolución”, y se mantuvo en el poder hasta su muerte en un accidente de aviación en 1981. Pero nunca fue considerado dictador porque era de izquierda, antinorteamericano, amigo de Fidel Castro y obtuvo de Washington la devolución del Canal de Panamá.
Es obvio, pues, que los medios de comunicación en general tienen una visión ideologizada de lo que es un dictador, lo cual viola la objetividad periodística de la que tanto presumen. Todos deben ser repudiados
No, no hay dictadores buenos y dictadores malos, sino simplemente dictadores. Y todos deben ser repudiados por igual, no importa su afiliación política e ideológica. Quien gobierna por la fuerza, concentra en sus manos los poderes públicos y no se somete al escrutinio popular hace regresar la sociedad a la Edad Antigua. Como decía Simón Bolívar, “Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos”.
No hay líderes mesiánicos por derecho divino con la misión histórica de guiar a sus pueblos, como alegan los líderes populistas. Suiza, Noruega y Luxemburgo son los tres países con más alto nivel de vida sobre la Tierra (según la ONU) y ninguno tiene caudillos “iluminados”.
Se comprende que en los países en desarrollo surjan líderes populares que encabecen procesos revolucionarios para derrocar regímenes sanguinarios que oprimen al pueblo. Lo que es inadmisible es que esos líderes en vez de restablecer las libertades democráticas se conviertan luego en tiranos a veces peores que los derrocados. En el siglo XXI, las naciones no necesitan ya héroes –tipo Cid Campeador o Juana de Arco–, sino instituciones que garanticen las libertades individuales y un estado de derecho que facilite el desarrollo social y económico.
Fidel y Raúl Castro llegaron al poder el primero de enero de 1959 luego de derrocar al dictador Fulgencio Batista –que gobernó Cuba por 6 años y 9 meses—, pero 52 años después siguen en el poder y no lo van a dejar mientras vivan.
Fidel prometió desde la Sierra Maestra que habría elecciones democráticas cuando triunfase la revolución, y que sería restablecida la Constitución de 1940. Pero 36 días después de asumir el control del país, el propio Castro redactó el 7 de febrero de 1959 la “Ley Fundamental”, por la cual el Consejo de Ministros que él presidiría definitivamente una semana después asumió los tres poderes públicos. También abolió la Constitución de 1940, y lanzó la consigna de “¿Elecciones para qué?
En 51 años y 9 meses jamás en Cuba ha habido elecciones presidenciales y son ya muy pocos los que recuerdan los últimos comicios de 1948, cuando fue elegido Carlos Prío presidente de la república.
No obstante, hace poco los medios de prensa publicaron mundialmente una melíflua nota de la AP sobre el cumpleaños de Fidel Castro que fue titulada: “Cumple 84 años el ex presidente cubano”. Lo mismo hicieron las cadenas de TV de EE.UU. y de todo el planeta. Títulos como ese son una afrenta al pueblo cubano, como es una ofensa a los chilenos llamar ex presidente a Pinochet.
http://www.hispanicla.com/dictadores-buenos-dictadores-malos-14228
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Ceguera ideológica
La lógica pinochetista en la defensa de la dictadura de Fidel Castro.
Mientras en la tarde del 10 de diciembre de 2006 moría en Santiago de Chile el dictador Augusto Pinochet, en La Habana seguía internado con diagnóstico secreto el dictador cubano Fidel Castro. Ambos, además de tener en común la violación a los derechos humanos, comparten entre sus seguidores la idea de que el fin justifica los medios.
En los dos casos se desprecian las libertades democráticas fundamentales, cuya represión representa para sus defensores un "detalle menor" ante algo mucho más importante como "combatir al comunismo y garantizar las libertades económicas", en el caso de Pinochet, o "combatir al imperialismo y asegurar los derechos sociales", en el caso de Castro. Así, los extremos se tocan y utilizando la misma lógica los termina uniendo su desprecio por los derechos fundamentales.
El caso de la lógica pinochetista
Además de ser una de las tantas dictaduras militares de América Latina que llegó al poder a través de un golpe de Estado para "evitar el comunismo", el caso del pinochetismo es el ejemplo emblemático de la implementación de reformas económicas de mercado bajo la supresión de libertades civiles y políticas, y por tal motivo se lo ha calificado de "fascismo de mercado".
Por eso, el pinochetismo es más que una dictadura y representa el atajo de la derecha antidemocrática para promover políticas de mercado. Así, el pragmatismo del pinochetismo puede verse actualmente en China o Singapur, por lo cual algunos referentes del "fascismo de mercado" llegan a sentenciar que "en China hay más libertad que en Francia", pues para ellos la libertad se circunscribe a lo económico.
También el pinochetismo encierra la teoría de que las reformas de mercado requieren de mano dura, o sea, de una dictadura, pues su implementación es dificultosa en una democracia donde los grupos afectados ejercen una presión muy grande para mantener sus privilegios y evitar así privatizaciones o desregulaciones de su sector.
Curiosamente, la lógica pinochetista es también aplicada en la actualidad por los gobiernos "progresistas" de América Latina en su política exterior con China. Efectivamente, los gobiernos de la Concertación chilena, de Kirchner en Argentina y de Lula en Brasil, priorizan el intercambio comercial con la dictadura china sin mostrar ningún tipo de consideración por la violación de los derechos humanos en el gigante asiático.
Pinochet a la cubana
Aunque nadie se atrevería a justificar las atrocidades del nacionalsocialismo de Hitler en Alemania, ya sea argumentando que la construcción de autopistas garantizó el "pleno empleo" o que sus diabólicos experimentos produjeron en algunos casos avances en la medicina, en el caso de la defensa de la revolución cubana de Fidel Castro se utiliza una lógica similar a la del pinochetismo.
Para los defensores del castrismo, la supresión de las libertades civiles y políticas, más las económicas y sindicales, son cuestiones secundarias que se justifican por algo más importante para el Estado como garantizar los derechos sociales y —como toda dictadura— agregarle el componente orwelliano de la amenaza externa. Este es el lugar común en la defensa o justificación de la larga dictadura de los hermanos Castro, a la cual apelan desde los fanáticos castristas; pasando por los periodistas, artistas y deportistas frívolos; y las personas más desinformadas que simplemente repiten desde su comodidad las frases hechas de la propaganda cubana.
Lo cierto es que muchos de quienes viven en Cuba apelan a cualquier recurso para salir de su país, arriesgando incluso sus vidas, lo cual evidencia que prefieren la libertad y la incertidumbre económica de las democracias en lugar de la represión y los "logros de la revolución". Igualmente, está claro que quienes desde América Latina emigran buscando un destino en el cual tengan una mejor calidad de vida, no es precisamente a Cuba adonde se van a radicar. En ambos casos, el "voto con los pies" es un dato, por demás elocuente, frente a los resultados de la revolución cubana.
En definitiva, lo que demuestra la lógica del pinochetismo y el castrismo es un desprecio hacia las libertades democráticas fundamentales, donde el fin justifica los medios, y en ambos casos se trata de vidas humanas. Eso sí, tanto la lógica pinochetista de la derecha ultraconservadora, como la de la izquierda fascista y antidemocrática que defiende fanáticamente a la dictadura de los hermanos Castro, son un reflejo de lo poco consolidados que están los valores democráticos en América Latina. Y eso es lo más preocupante de ambas dictaduras: el legado represivo en que se basan sus políticas económicas o sociales y que por derecha e izquierda encuentran una gran cantidad de seguidores que coinciden en su desprecio a los valores democráticos, que representan un gran avance de la libertad y de la convivencia política.
A diferencia de cualquier tipo de dictaduras, en democracia las políticas públicas, con mayor o menor intervención del Estado, se aprueban por consenso y pueden ser modificadas a través de los cambios de gobierno que se producen en las elecciones libres y competitivas. Son políticas muchas veces lentas, necesariamente graduales, cuyos logros económicos y sociales se consolidan en el mediano y largo plazo con alternancia en el poder. Entender esto es desarrollar una cultura democrática, lo cual todavía representa un gran desafío para el futuro de América Latina.
Pinochet, Castro y la ceguera ideológica
A pesar de utilizar la misma lógica represiva las dictaduras de Pinochet y Castro, no han recibido la misma consideración de parte de la comunidad democrática internacional.
Efectivamente, mientras resulta muy generalizado el rechazo internacional al dictador chileno, no sucede lo mismo con el cubano, cuya dictadura lleva casi medio siglo y, como en las monarquías absolutas, el poder se traspasa de manera hereditaria. Y, precisamente, uno de los motivos que ha mantenido en pie a la larga dictadura cubana es la complacencia internacional, en algunos casos debido a la ceguera ideológica por la cual se condena a un dictador de derecha como Pinochet, pero no se hace lo propio y se trata de justificar lo injustificable ante uno como Fidel Castro, por la coincidencia con sus políticas "antiimperialistas".
Un ejemplo de lo anterior es el poco apoyo y la falta de solidaridad internacional que tuvo el Proyecto Varela, una iniciativa similar a la que en Chile permitió terminar con la dictadura de Pinochet. Efectivamente, al igual que en el país austral, la Constitución cubana contenía un artículo que permitía la convocatoria a un referéndum si se reunían como mínimo 10.000 firmas.
Oswaldo Payá Sardiñas, principal promotor del Proyecto Varela, reunió 11.020 firmas que presentó ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, pidiendo apertura política y económica. Sin embargo, su iniciativa nunca fue considerada y Castro respondió con un simulacro de referéndum, convocado en cuatro días, donde se modificaba el artículo al que recurrió Payá y se declaraba "irreversible a la revolución". A su vez, la dictadura castrista lanzó en marzo de 2003 una ola represiva contra opositores pacíficos, principalmente dirigida a promotores del Proyecto Varela, los cuales fueron condenados hasta por 28 años de prisión.
Cualquier tipo de dictadura es condenable, pero la complacencia internacional hacia cierto tipo de algunas, como es el caso de la de Fidel Castro, demuestra que aún en los países democráticos se mantiene un resabio autoritario al avalar este tipo de regímenes primitivos.
Al respecto, el periodista Robert Cox, un héroe en la defensa de los derechos humanos en Argentina, se planteaba lo siguiente en el prólogo del libro Otra grieta en la pared, de Fernando Ruiz, publicado en el año 2003: "En mi trabajo para la Sociedad Interamericana de Prensa, dos veces como presidente de la Comisión de Libertad de Prensa y como presidente de la Sociedad entre 2001 y 2002, he encontrado más similitudes que diferencias entre gobiernos de la derecha llamados autoritarios y regímenes totalitarios de la izquierda. Cuando estuve en Cuba, reconocí las mismas técnicas de las fuerzas de represión en contra de los disidentes que en el Chile de Pinochet o en la Argentina de Videla. Pero hay una enorme diferencia de percepción. Los horrores cometidos bajo Pinochet y Videla son universalmente reconocidos y condenados. Pero la dictadura de 44 años es celebrada y Fidel Castro puede deleitarse con la admiración recibida en Buenos Aires durante su estadía en ocasión de la asunción del presidente argentino Néstor Kirchner. Muchas veces me he preguntado por qué Castro no es abominado como lo es Pinochet, teniendo, en mi opinión, muchísimo en común. Aun aquellos que impulsan la causa de los derechos humanos y se identifican con estas ideas ven al régimen castrista desde una perspectiva distinta, desde otro punto de vista".
Una respuesta al planteo de Cox sería que la condena a Pinochet y la complacencia con Castro demuestran la ausencia de una honesta defensa de los derechos humanos, cuando ambos dictadores comparten la misma lógica represiva. Lamentablemente, ejemplos de personas como Cox no abundan en América Latina, porque en cada caso son víctimas de lo que el periodista definió como "ceguera ideológica".
* Gabriel Salvia es presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
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Allende era marxista pero la constitución no, ni el pueblo
Pero fué el pueblo quien lo hizó al poder, y solo el pueblo tenía derecho a apearlo, no un salvapatrias traidor con ayuda de parte de los mandos de los ejercitos y carabineros, pagados por la CIA a través de la ITT
Cuando un presidente se pone terco hay que quitarlo del poder |
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De: albi |
Enviado: 24/10/2010 00:17 |
Y ESO QUIEN LO DECIDE ???? VOS O TU PATRONZZITO? |
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De: albi |
Enviado: 24/10/2010 00:18 |
ZZOZ UN IDIOTA ZZIN REMEDIO!....JAMÁS PENSÉ QUE TANTO!!! QUÉ PENA! |
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General: Lo que yo defiendo Elegir otro panel de mensajes |
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De: residente (Mensaje original) |
Enviado: 23/10/2010 18:16 |
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De: residente (Mensaje original) |
Enviado: 23/10/2010 12:32 |
El que haya hijos de la calle no quiere decir que Cuba no es un pais totalitario y por lo tanto fascista, no hay que mezclar las tundorfinas con las tarrandinolas | |
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De: albi |
Enviado: 23/10/2010 16:23 |
SI HAY CHICOS EN LA CALLE ES PORQUE TODAVÍA QUEDAN EN EL MUNDO TIPOS QUE HACEN LO QUE VOS HACÉS, DEFENDER LO INDEFENDIBLE.
SALUDOS | |
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General: Los dos pinochos Elegir otro panel de mensajes |
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De: residente (Mensaje original) |
Enviado: 23/10/2010 18:04 |
Fidel prometió desde la Sierra Maestra que habría elecciones democráticas cuando triunfase la revolución, y que sería restablecida la Constitución de 1940. Pero 36 días después de asumir el control del país, el propio Castro redactó el 7 de febrero de 1959 la “Ley Fundamental”, por la cual el Consejo de Ministros que él presidiría definitivamente una semana después asumió los tres poderes públicos. También abolió la Constitución de 1940, y lanzó la consigna de “¿Elecciones para qué?
En 51 años y 9 meses jamás en Cuba ha habido elecciones presidenciales y son ya muy pocos los que recuerdan los últimos comicios de 1948, cuando fue elegido Carlos Prío presidente de la república.
No obstante, hace poco los medios de prensa publicaron mundialmente una melíflua nota de la AP sobre el cumpleaños de Fidel Castro que fue titulada: “Cumple 84 años el ex presidente cubano”. Lo mismo hicieron las cadenas de TV de EE.UU. y de todo el planeta. Títulos como ese son una afrenta al pueblo cubano, como es una ofensa a los chilenos llamar ex presidente a Pinochet
http://www.hispanicla.com/dictadores-buenos-dictadores-malos-14228
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SI HAY CHICOS EN LA CALLE ES PORQUE TODAVÍA QUEDAN EN EL MUNDO TIPOS QUE HACEN LO QUE VOS HACÉS, DEFENDER LO INDEFENDIBLE.
SALUDOS
Y que es lo que yo defiendo?
Yo no defiendo ni a Pinochet ni a Fidel, dictadores son dictadores y los dictadores son repudiados
General: Los dos pinochos Elegir otro panel de mensajes |
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De: residente (Mensaje original) |
Enviado: 23/10/2010 18:04 |
Fidel prometió desde la Sierra Maestra que habría elecciones democráticas cuando triunfase la revolución, y que sería restablecida la Constitución de 1940. Pero 36 días después de asumir el control del país, el propio Castro redactó el 7 de febrero de 1959 la “Ley Fundamental”, por la cual el Consejo de Ministros que él presidiría definitivamente una semana después asumió los tres poderes públicos. También abolió la Constitución de 1940, y lanzó la consigna de “¿Elecciones para qué?
En 51 años y 9 meses jamás en Cuba ha habido elecciones presidenciales y son ya muy pocos los que recuerdan los últimos comicios de 1948, cuando fue elegido Carlos Prío presidente de la república.
No obstante, hace poco los medios de prensa publicaron mundialmente una melíflua nota de la AP sobre el cumpleaños de Fidel Castro que fue titulada: “Cumple 84 años el ex presidente cubano”. Lo mismo hicieron las cadenas de TV de EE.UU. y de todo el planeta. Títulos como ese son una afrenta al pueblo cubano, como es una ofensa a los chilenos llamar ex presidente a Pinochet
http://www.hispanicla.com/dictadores-buenos-dictadores-malos-14228
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