RTU Noticias 29/10/2010
Washington, 27 de octubre de 2010. Es un relato que casi todos los estudiantes estadounidenses aprenden en la escuela: en diciembre de 1771 un grupo de colonos, furiosos contra la política comercial y de impuestos de los británicos, aborda clandestinamente los barcos ingleses anclados en el puerto de Boston y tira al mar la carga de té que llevaban. El denominado Tea Party de Boston, como vino a llamarse el suceso, fue el embrión del movimiento independentista en Estados Unidos.
Actualmente, un grupo pequeño, pero muy entusiasta, de ciudadanos, está usando ese acontecimiento histórico para simbolizar su frustración ante las políticas económicas de Estados Unidos, y ha logrado concitar bastante influencia en la campaña para las elecciones de mitad de periodo de 2010.
El Tea Party es una coalición formada por grupos locales y nacionales, interesados en reducir el papel del gobierno en la vida de Estados Unidos, y también reducir los gastos del gobierno.
El Tea Party no es un partido político, ni tiene un dirigente único. “Es un movimiento, pero también se ha convertido en un estado de ánimo”, según explicó Kate Zernike, periodista del diario The New York Times, a un grupo de reporteros reunidos en el Centro de la Prensa Extranjera, del Departamento de Estado, el 22 de octubre.
En una encuesta realizada por The New York Times en abril de 2010, el 18 por ciento de los estadounidenses se identifica como simpatizante del Tea Party. Pero la cantidad de gente que participa activamente, por ejemplo donando dinero a los candidatos o acudiendo a sus manifestaciones, es más o menos el 4 por ciento.
Los partidarios tienden a ser hombres, blancos y de más de 45 años, y la mayoría ha apoyado a los candidatos Republicanos en elecciones anteriores. El movimiento lo iniciaron personas de entre 20 a 30 años, y luego a mediados de 2009 se sumó gente de más edad a causa de la “frustración o rabia que sentía por la economía”, y por el plan de salud respaldado por el presidente Obama, según explicó Zernike.
Resulta difícil determinar quién es candidato del Tea Party, dado que no es un partido con reconocimiento oficial. Algunos se presentan a cargos por primera vez, tras haber participado en las actividades del Tea Party. Otros ya se han presentado anteriormente como candidatos a algún cargo, pero actualmente encuentran niveles de apoyo muy altos debido al entusiasmo del movimiento, explicó Zernike.
El periódico The New York Time señaló que hay unos 139 candidatos del Tea Party que buscan un escaño en el Congreso y todos se están presentando como Republicanos. La mayoría de ellos “compiten en distritos en los que la demografía está realmente en contra de ellos", dijo Zernike. En esos distritos, históricamente Demócratas, los candidatos demócratas “son los favoritos para ganar”.
Unos 35 candidatos están en contiendas reñidas, lo que “significa que los candidatos del Tea Party tienen buena posibilidad de lograr un grupo de buen tamaño” en el Congreso, añadió. Las elecciones son el 2 de noviembre.
Los partidarios del Tea Party se visten con trajes de la época colonial. El movimiento se denomina así por las protestas ocurridas en Boston contra los ingleses en 1773.
Como gran parte de los partidarios de Obama hiciera el año 2008, el movimiento del Tea Party está utilizando medios sociales de comunicación para incrementar su cantidad y vigorizar a sus votantes. Los electores entusiastas pueden desempeñar un importante papel en las elecciones de mitad de periodo, en las que la participación del votante suele ser más baja que en los años de elecciones presidenciales, dijo Zernike.
La influencia del Tea Party se sintió con fuerza durante las elecciones primarias. Las organizaciones de base fueron también tan eficaces en algunas contiendas que sus candidatos derrotaron a políticos de larga data que contaban con el respaldo del Partido Republicano.
DESAFÍO PARA EL PARTIDO REPUBLICANO
“La prueba decisoria para el Tea Party será si sus candidatos acaban por perjudicar, más que ayudar, al Partido Republicano”, asevera Zernike.
Algunas de las victorias del partido en las primarias han planteado desafíos para el Partido Republicano. En el estado de Delaware, la candidata del Tea Party, Christine O’Donnell, ganó las primarias estatales del Partido Republicano para un escaño en el Senado. O’Donnell ganó “porque los grupos del Tea Party estaban increíblemente bien organizados a nivel de las bases”, dijo Zernike.
El partido apoya a nivel nacional a un congresista republicano al que considera suficientemente moderado como para ganar un escaño en el Senado, desde hace mucho tiempo ocupado por los Demócratas. Las encuestas dicen que O’Donnell va a la zaga, con casi 17 por ciento, del candidato demócrata.
“Los demócratas han retratado a muchos de estos candidatos de ser demasiado extremistas para sus distritos. Hay que ver si el entusiasmo se lleva la jornada, o si el extremismo se hace con el día”, apuntó Zernike.
El movimiento Tea Party comenzó como un grupo preocupado por la economía y por el gasto del Gobierno; sin embargo, “ha logrado el apoyo de algunos que consideran que una manifestación del Tea Party es el lugar para expresar algunas ideas más extremas”. Entre algunas de las perspectivas más inusuales está la que plantea que Estados Unidos debiera abolir el Departamento de Educación o los impuestos a los ingresos.
Los candidatos del Tea Party con mejores posibilidades de ganar están en los distritos que típicamente apoyan a los republicanos, dice Zernike. “Por otro lado, hay algunos distritos que tienden hacia los republicanos y donde a los demócratas les está yendo bien por la presencia de un candidato del Tea Party, y porque los Demócratas han sido capaces de demostrar que ese candidato es demasiado extremista para su distrito”.
¿UN TERCER PARTIDO?
Este tipo de movimiento de insurgencia conservadora”, no es nuevo en la historia de Estados Unidos, según dijo Zernike, quien citó la década de 1960 como ejemplo de un momento en que la gente, frustrada por las políticas económicas y sociales, se organizó en torno a candidatos como Barry Goldwater, que se presentó como candidato a Presidente, pero no ganó.
Pero los partidarios del Tea Party no están buscando conformar un partido político, como por ejemplo lo ocurrido con Ross Perot en 1992, señala Zernike. Perot se presentó como candidato presidencial de un tercer partido y logró la mayor parte de su apoyo entre los votantes republicanos. “Todo lo que hizo fue dividir el voto y hacer que el demócrata Bill Clinton ganara la elección”.