La Política exterior del Gobierno cubano está plagada de ejemplos intervencionismo e invasiones armadas escondidas tras ambigüedades como “internacionalismo proletario”; incursiones que han costados cientos de miles de vidas cubanas y extranjeras, desde las guerras geopolíticas del África hasta la exportación, entrenamiento, apoyo y participación directa en casi todas las guerrillas del Continente Americano desde los años 60.
Cuando el gobierno cubano actuaba como mercenario a sueldo del imperialismo soviético en diversas partes del Planeta, de incognito o descaradamente al descubierto, la excusa siempre fue la defensa de la soberanía de los “Pueblos hermanos” en contra del Colonialismo y Imperialismo (yanqui o del que fuera) y la mayoría nos tragábamos la píldora del “Internacionalismo” aún y cuando viéramos a los soviéticos invadir Afganistán o ahogar en sangre rebeliones populares como Checoslovaquia 1968 con el apoyo incondicional de Castro y su pandilla.
¿Acaso intervenir como mercenario a sueldo del Imperialismo soviético, en la lucha fratricida angolana que enfrentaba dos facciones en pugna y que finalmente llevó al Poder a una casta corrupta, a expensa de la vida de decenas de miles de ciudadanos cubanos y angoleños, puede ser considerado justo, o siquiera diferente a la mismísima intervención sudafricana y del resto de las potencias colonialistas?
¿Acaso es cierto que el fin del sistema de apartheid se dio por la presencia de tropas cubanas y no por la lucha inclaudicable de verdaderos patriotas como Nelson Mandela apoyados por los reclamos de justicia de toda la Humanidad?, y en todo caso, ¿qué carajos hacía Cuba enredada en esas guerras?, ¿a quién beneficiaron?
Todavía está por analizarse la enorme responsabilidad que tiene Castro en la situación actual del Cuerno Africano; su intervención armada en Etiopía en defensa de un reconocido genocida y dictador, que costó la vida a miles de cubanos, etíopes y somalíes; no solo terminó por desestabilizar la convulsa región; sentó además las bases para la instauración de la anarquía más absoluta, sepultando cualquier intento futuro de nacimiento de sociedades humanamente viables.
Hoy las cosas son diferentes, el Fascismo se exporta de formas más sutiles; esos médicos, enfermeras y maestros con los que el gobierno castrista adornas sus tentáculos “internacionalistas” tienen un origen similar al de los diamantes de sangre africanos; se ofertan sobre el trabajo semi esclavo de miles de especialistas cubanos que reciben salarios de miseria, mientras los gobernantes cubanos se llenan las manos de petrodólares o votos para demostrar el “apoyo” de los Pueblos del Mundo a su Sistema.
Se sustenta en las necesidades apremiantes de nuestro pueblo, que impulsa a los “escogidos” a cumplir su encomienda allende los mares ante la oportunidad de obtener pequeñas dádivas materiales que les son negadas en su propia tierra; se aprovecha de la falta de oportunidades generadas por un sistema totalitario que persigue la iniciativa y la inventiva del individuo cual plaga a erradicar e impone la explotación despiadada del trabajador a manos del Estado, el empleador único, dueño de todos los medios de Producción y monopolista absoluto de vidas y hacienda; se soporta sobre el miedo a ser señalado, defenestrado, acusado, expulsado, encarcelado y convertido en delincuente común si decides enfrentar la felonía; en esencia, se sustenta en el chantaje y la más vil de las represiones, aquella que destruye la esencia humana del individuo, su libertad de elegir qué hacer con su propia vida, su Libre Albedrío.
Ese “Internacionalismo” corruptor e intervencionista, solo es posible sostenerlo mediante la más cruel represión de los derechos fundamentales de los ciudadanos cubanos; y solo es posible entenderlo si reconocemos en primer lugar la esencia fascista del Sistema que obliga al ciudadano a cumplir sin rechistar; según el concepto “estás conmigo o en mi contra”, y “si haces lo que digo te dejo caer algunas migajas para que puedas vivir un poquito mejor que los demás, si no, te conviertes en mi enemigo y te persigo a ti y a toda tu familia hasta en el exilio, te señalo como un apestado, como un “traidor”, te excluyo y te crucifico”.
Aceptar ese “Internacionalismo” como bueno te convierte en cómplice.
La tragedia de nuestro Pueblo no es solo un asunto cubano, es un Problema Universal; de su solución se deriva el futuro inmediato de la Humanidad.
Ahí radica la esencia y trascendencia universal de nuestra lucha, pues luchamos en contra de un sistema Fascista y corruptor que intenta degenerar la esencia misma de la Humanidad.
Luchamos por nuestro Derecho a ser iguales que el resto de la Humanidad, por la libertad fundamental, por el respeto a nuestro Libre Albedrío.
Y esa lucha compete a todos los habitantes de la Tierra, porque tarde o temprano ese fascismo puede tocar a la puerta de todos, e imponerse en todas las sociedades, de la mano, consciente o inconsciente, de los políticos vanidosos e incompetentes que hoy nos desgobiernan, unidos a al egoísmo y el apetito desmedido del Gran Capital, mezclado con la desesperación de las grandes masas explotadas huérfanas de esperanza.
Habrá por tanto que reconocer en primer lugar que no es posible construir un Mundo mejor si cada día los ricos son más ricos y los pobres son más pobres; si no nos abocamos de inmediato a salvar el Planeta en agonía; y todos seguimos escondiendo la cabeza en la tierra cual avestruces para no ver el avance inexorable de los nuevos mesías del totalitarismo.
Esos nuevos mesías, aprendices de fascistas, que hablando un lenguaje ambiguo y tendencioso, exaltan la real e innegable injusticia de un Sistema Capitalista que debe cambiar su esencia, proyectando la Gran Mentira del Totalitarismo cubano como la verdadera tabla de salvación; hipnotizando a los pueblos, y llevándonos directo y sin escala a la destrucción total de esta Humanidad perfectible.
Humanidad que aún puede trascender su fragilidad mortal sustentándose en el Libre Albedrío del individuo; un Libre Albedrío responsable, donde el derecho ajeno sea la garantía del derecho propio y el Planeta sea la Aldea común, el Hogar irremplazable de todos.
Esos nuevos mesías, testaferros de un sistema cuyo único objetivo es imponer un sistema de castas “iluminadas”, cotos de poder y feudos particulares; aniquilando la individualidad que nos hace Humanos para eliminar desde su raíz toda forma posible de resistencia y oposición, convirtiendo al individuo en parte de una masa homogénea y manipulable (la misma fórmula que por más de 50 años ha utilizado el Castrismo en Cuba); retrotrayéndonos a los tenebrosos tiempos del oscurantismo medieval, hogueras del pensamiento incluidas, en un vano y diabólico intento por borrar al Capitalismo y todos sus supuestos vicios, de la Historia; como si este sistema no hubiera sido un escalón doloroso pero necesario del desarrollo de la Humanidad.
Ahí radica la mesiánica mentalidad del Patriarca cubano, un hombre que más que confundir el torcido mensaje leninista “un paso adelante dos pasos atrás”, ha intentado utilizarlo (sin siquiera consultarnos), para construir su propio imperio milenario, cual mausoleo divino, alzado sobre el cadáver de lo que considera la causa fundamental de todos los problemas humanos, el Libre Albedrío (el de los demás, por que el suyo y el de sus “iluminados” es incuestionable).
Sin lugar a dudas, hoy la lucha por la existencia misma de la Humanidad comienza en Cuba y esa lucha nos compete a todos.