Los partidos de sensibilidad conservadora y liberal en España, Convergència i Unió (CiU) y el Partido Popular (PP), han tomado durante muchos años a Irlanda como su modelo de desarrollo económico y fiscal. Ambos partidos consideraron ejemplares las políticas liberales llevadas a cabo por la coalición conservadora-liberal que ha estado gobernando aquel país, responsables de un elevado crecimiento económico (que fue la causa de que el semanario liberal The Economist hablara repetidamente del “milagro económico irlandés”). El periodista Jordi García Soler ha señalado (“CiU y su modelo económico irlandés”) el grado de entusiasmo que los máximos dirigentes de CiU han mostrado por el modelo irlandés. Artur Mas, presidente del CDC y candidato de CiU a la Presidencia de la Generalitat de Catalunya, ha subrayado que Irlanda era un país pequeño “que andaba por la vía de la calidad y de la excelencia, en contraste con Catalunya, mal gobernada por el tripartito”. Duran i Lleida, presidente de Unión Democrática, ha repetido también que Irlanda debiera ser el punto de referencia para el desarrollo de Catalunya. Y David Madí, uno de los dirigentes del CDC más próximos a Artur Mas, escribió en su libro sobre el futuro de Catalunya que “Catalunya debería observar el milagro económico irlandés con mucha atención, porque enseña el cambio de cómo un país puede encontrar en la adaptación a la globalización no sólo su supervivencia, sino incluso un grado de prosperidad y modernidad sorprendentes”. En España, el PP (partido en el que conviven sensibilidades liberales y conservadoras) también ha tomado Irlanda como modelo. Mariano Rajoy ha hablado repetidamente del éxito de Irlanda como consecuencia de la aplicación de políticas liberales (ver la crónica de Mª Jesús Güemes en Público “Cuando Irlanda era un ejemplo para Rajoy”, 21-11-10).
El hecho de que tales partidos (CiU y PP) tomaran el supuesto milagro irlandés como inspiración de sus propuestas económicas y fiscales hace necesario que se conozcan y analicen las políticas llevadas a cabo por el Gobierno irlandés, responsables de aquel supuesto “milagro”, pues la aplicación de tales políticas en España llevaría a los mismos resultados que los que aquellas políticas han tenido en Irlanda. Tales políticas han incluido las siguientes intervenciones. Una reducción muy marcada de los impuestos. La carga fiscal de Irlanda (medida por el porcentaje que los impuestos representan sobre el PIB) es una de las más bajas de la Unión Europea de los Quince (UE-15). Esta baja carga impositiva es especialmente acentuada en el impuesto de sociedades (12,5%), el más bajo en la UE-15, cuyo promedio es un 24%.
Una consecuencia de la limitada carga fiscal (que representa sólo un 31% del PIB, el más bajo de la UE-15, cuyo promedio es un 42%) es el escaso desarrollo de su sector público, incluido su Estado del bienestar (es decir, las transferencias públicas, como las pensiones y los servicios públicos, como sanidad, educación, servicios sociales, escuelas de infancia y servicios domiciliarios, entre otros). Su gasto público social es el más bajo de la UE-15 (como porcentaje del PIB es un 18%, un promedio mucho más bajo que el de la UE-15, un 27%). El porcentaje de la población adulta que trabaja en el sector público es también el más bajo de la UE-15 (12%), después de España (9%) y Portugal (7%). El promedio de la UE-15 es un 15%.
Otra característica del modelo irlandés es la gran desregulación de los mercados laborales con una gran moderación de los salarios, lo que ha determinado un descenso de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional. Esto ha creado un gran endeudamiento de las familias irlandesas que ha facilitado la expansión del sector bancario que, como en España, se ha dedicado a actividades especulativas en los sectores inmobiliarios y de la construcción, causa del “boom económico”. Por otra parte, la limitada carga fiscal explica que el Estado haya tenido que endeudarse para proveer los limitados servicios y transferencias del Estado del bienestar, lo cual ha determinado un elevado déficit y una elevada deuda pública. La suma de la deuda privada y pública ha alcanzado casi el 700% del PIB, una cifra astronómica.
Un resultado de todas estas políticas ha sido un gran crecimiento de las desigualdades sociales. Tal situación se ha acentuado todavía más con la crisis iniciada en 2007. Irlanda fue el primer país donde se inició la crisis financiera y económica, antes incluso que en Grecia. El desempleo se triplicó en tres años. La respuesta del Gobierno fue reducir todavía más el gasto público, recortando un 10% las prestaciones sociales y bajando un 20% el sueldo de los empleados públicos, además de bajar el salario mínimo. Tales medidas, al disminuir la demanda, empeoraron todavía más la situación económica creando un bajón de su PIB (el cual descendió un 11%), el mayor descenso en la UE-15. Las consecuencias de este colapso económico han sido enormes. La renta per cápita de Irlanda ha disminuido un 20% durante los tres años de crisis.
El objetivo de estas políticas públicas de austeridad ha sido reducir los salarios, con la finalidad de salir de la crisis a base de aumentar la competitividad de las empresas irlandesas y aumentar las exportaciones. Esta es la receta neoliberal para todos los países (incluido España) que ha alcanzado su máxima expresión en Irlanda. Estas políticas son enormemente contraproducentes, pues, además de dañar el bienestar y calidad de vida de las clases populares irlandesas, están imposibilitando la recuperación económica, pues la recesión existente en Europa dificulta que los países puedan estimular sus economías a base de incrementar las exportaciones. Estas son, pues, las recetas que están proponiendo CiU y el PP para Catalunya y para toda España.
Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y ex catedrático de Economía Aplicada. de la Universidad de Barcelona