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General: La ministra y el maletilla, en el Senado
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cudeiro amoeiro  (Mensaje original) Enviado: 26/11/2010 08:50

Los toreros, y lo contaron primorosamente desde García Lorca a Hemingway pasando por José María de Cossío, tienen tardes mejores y peores. Por lo visto yo, que en las lides parlamentarias no paso de maletilla con vocación, no tuve una buena tarde el pasado día 16 en la sesión de control del Pleno del Senado. Eso es lo que algunos medios han publicado, aunque otros, y sus lisonjas no difuminan la puñetera controvertida faena, se han mostrado coincidentes , incluso gozosos, con lo que allí dije.

Cuando un torero falla suele achacarlo al toro, a las condiciones de la plaza, incluso al público. Yo no voy a ser menos y buscaré cataplasmas al mal. La verdad es que la faena era pasable hasta que crecieron los abucheos, los ruidos, incluso algunos insultos gruesos (que, por cierto, no recoge el impecable “Diario de Sesiones”) desde los bancos de la izquierda, y se me ocurrió subir la voz para tratar de emerger del guirigay. Mala opción.  De un lado me quedé sin voz, construí algún gallo  (lo del gallo viene bien ya que hablamos de toros y toreros), y el tono y la imagen resultaron penosos. No quitaría ni una coma de lo que dije pero reconozco que si se repitiese la faena optaría cristianamente por poner la otra mejilla, o sea callarme, en lugar de alzar la voz. ¿Para qué desgañitarme, y casi ahogarme, porque me piten? Un amable comunicante dice que saca el pañuelo y que pide para mí una oreja de Trinidad para que, con ella en mano, de la vuelta al ruedo. Pero no quiero la oreja de esa señora, que además, por Dios, no es un toro. Lo decente, tras sus respuestas de la otra tarde en el Senado- y no sólo a mi pregunta sino también a otras tres preguntas más y a una interpelación de mi compañero Muñoz Alonso-, sería que Zapatero la mandase al corral, o sea a su casa.

Días antes, el flamante ministro de Presidencia, Jáuregui, declaró que Marruecos ejerce su “soberanía” en el Sáhara. Nada de eso. Y, para tratar de aclararlo, el ministro aseguró que no, que Marruecos en el Sáhara es la “potencia administradora”. Tampoco. Marruecos ocupa el Sahara de facto no de iure. Su presencia en el territorio no responde a mandato alguno de la ONU, y es irregular que la vida en el Sáhara se rija por las leyes de Rabat. El buenismo de Zapatero aceptó en 2009 que en el Sáhara se aplicase la ley de Marruecos como moneda de cambio para quitarse de encima a la activista saharaui Aminetu Haidar.

Hasta tal punto es atípica la situación que se vive allí que el ministro del Interior marroquí, Taieb Cherkaoui, se permitió llamar “súbdito marroquí” al ciudadano español Baby Hamday Buyema, con DNI de España como usted y como yo, que resultó muerto durante los enfrentamientos de El Aaiun. Otro ciudadano español, Salem Lecuara, con DNI de España como usted y como yo, denunció torturas por parte de las tropas marroquíes durante los días de su detención en El Aaiún: “Me pegaban, me apaleaban salvajemente todo el cuerpo, me obligaban a abrir la boca y me orinaban encima”. Y confirma: “Detenidos conmigo había otras 72 personas; menores, mayores, ancianos enfermos…Los torturaron a todos”. El Gobierno que debería amparar a Lecuara, su Gobierno, chitón.

En su rueda de prensa el ministro marroquí volvió a atacar duramente a la prensa española. Rubalcaba, claro, no se manifestó sobre estos ataques. Sólo dijo que daba por buena la versión de su colega marroquí. Por ello, probablemente, no condenó la represión marroquí que cuenta con numerosos testigos españoles y con grabaciones clandestinas en las que se perciben claramente camiones cargados de cadáveres.

La ministra Trinidad Jiménez contestó a las preguntas sobre la situación del Sáhara hechas por senadores de varios grupos parlamentarios, y a la interpelación del Grupo Popular, con una coletilla reiterada una y otra vez: “España está desligada de toda responsabilidad en el Sáhara” porque “no es la potencia administradora”. Esgrime la ministra el contenido del Acuerdo de Madrid, de 1975, en virtud del cual España abandonaba el Sáhara y transfería la administración del territorio a una administración “provisional”: Mauritaria, al sur, y Marruecos, al norte.  El Acuerdo fue trasladado al secretario general de la ONU el 26 de febrero de 1976 a través del entonces embajador  Jaime de Piniés. Este Acuerdo se solapaba con el “Plan Waldheim” que pretendía transferir la administración del territorio provisionalmente a la ONU y que, por la vía de los hechos consumados, se anulaba con el Acuerdo de Madrid.  

Para apuntalar su desligamiento del conflicto, Trinidad Jiménez se acoge al llamado “Informe Corell”, de 2002, cuyo punto séptimo leyó. Ese Informe fue elaborado por la Asesoría Jurídica del Consejo de Seguridad de la ONU y resume los argumentos que España trasladó a la ONU en 1976, como he referido. Pero la ministra, muy cuca, no leyó ni esgrime nunca el punto anterior de dicho Informe en el que se afirma: “el Acuerdo de Madrid no transfirió la soberanía sobre el territorio  ni confirió a ninguno de los signatarios la condición de potencia administradora, condición que España, por sí sola, no podía haber transferido unilateralmente”.

En efecto, tal trasferencia pretendida por la España franquista, que vivía su final, y curiosamente esgrimida ahora por Trinidad Jiménez, incumplía el artículo 73 de la Carta de las Naciones Unidas asumida por España cuando ingresó en la Organización. La Unión Africana, el Movimiento de Países No Alineados y la propio ONU, que incorpora el Sáhara a su lista de “territorios objeto de descolonización”, comparten esta opinión.  Trinidad Jiménez opina otra cosa. Pues muy bien.

La legalidad internacional, que dice defender la ministra, considera, a juicio de tratadistas relevantes, que España sigue siendo la potencia administradora de iure aunque no de facto del Sáhara Occidental. Y, además, España tiene una indudable responsabilidad histórica y moral con su ex-colonia. Una clave más, que parece desconocer la ministra, aunque por su edad no sea una víctima de la LOGSE: España en su día convirtió sus tres últimas colonias, Guinea, Ifni y Sáhara, en provincias españolas, que hicieron las provincias números 51, 52 y 53 de España, con una administración paralela y una representación “orgánica” (que era como se llamaba eufemísticamente entonces) similar a la del resto de las provincias. 

He tenido la suerte de viajar como periodista a Ifni, a Sáhara y a Guinea, nuestras tres últimas colonias. Uno de mis viajes a Sidi Ifni fue para asistir al acto de “retrocesión” (se llamó así) del territorio a Marruecos. A Sáhara viajé en vísperas de la llamada “marcha verde” en 1975, con Franco agonizante y el entonces príncipe Juan Carlos como Jefe de Estado en funciones. A Guinea acompañando al entonces presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo. No dudo de que la ministra Trinidad Jiménez sería capaz de señalar esos tres territorios en un mapa mudo.

Los argumentos de la ministra de Asuntos Exteriores en el Pleno del Senado fueron penosos. Demostró una grave falta de solidez  para el ejercicio de su nuevo cargo o que cuenta con unos asesores que la quieren mal. O ambas cosas. Mi pregunta se refería sólo a los silencios de la ministra respecto a los reiterados ataques de ministros marroquíes a los medios de comunicación y a periodistas españoles. Unos han sido agredidos, otros expulsados, a otros no se les ha permitido entrar en el Sáhara. Y toda la prensa ha sido insultada, calumniada, tildada de falsaria… sin que la ministra de Asuntos Exteriores haya dicho esta boca es mía.

Como periodista me solidarizo con la preocupación y la condena expresadas por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España y por la Federación Internacional de Periodistas. Incluso el Sindicato de Periodistas de Marruecos mostró su preocupación por el trato que estaban recibiendo los periodistas españoles. Dos de los ministros que han atacado a la prensa española  -los de Interior y Asuntos Exteriores- están acusados ante la Audiencia Nacional por delitos de lesa humanidad, genocidio, asesinato, lesiones, torturas y secuestros en el ataque al campamento de Gdeim Izik y acciones posteriores, por la Liga Española Pro Derechos Humanos.    

El asunto es más chocante porque los ataques a periodistas y a medios de comunicación españoles se producen en un país con libertad de prensa “vigilada”, una democracia sui géneris en la que el rey nombra directamente a los ministros más importantes, y un Estado en el que no existe la división de poderes. Los periodistas expulsados de Marruecos, en donde algunos de ellos llevaban años, han declarado que su situación allí es “catastrófica” y que se “pone en peligro su integridad física” (Luis de Vega, corresponsal de ABC en Rabat).

En este contexto, anímico y de hechos, se produjo mi pregunta a la ministra de Asuntos Exteriores en el Pleno del Senado. Por lo demás no quitaría hoy ni una coma de lo que dije. Ni siquiera los puntos más polémicos. Insisto: a la ministra Trinidad Jiménez le vino grande la célebre chupa que usaba en la campaña electoral para la Alcaldía de Madrid en 2003, porque no estaba preparada para el cargo. Le vino grande el poncho que vistió en Bolivia, cuando llevó un millón de euros (nos sobra el dinero, por lo que se ve) y un jamón a la doliente cabecera hospitalaria de don Evo Morales, porque su puesto no estaba allí sino al timón de lo que ocurría en el Sáhara. Y le vino grande el kaftán marroquí porque Zapatero prefirió que fuese Moratinos, su ex, quien se embutiese la chilaba. Y, obviamente, tras sus gestos frívolos e indocumentados, creo que le viene grande el cargo de ministra de Asuntos Exteriores de España. ¿Ustedes han visto, por ejemplo, sus fotos dejándose abrazar estrechamente, como coleguis, por el presidente ecuatoriano Correa? ¿Ustedes se imaginarían esa foto teniendo como protagonistas a la señora Clinton, a la señora Alliot-Marie, o a la señora Palacio? Pues no.

Este es el texto de mi pregunta, la respuesta de la señora ministra y mi intervención posterior. Y que sea juzgada la faena. Otra cosa es que la imagen y el tono no fueran de una gran tarde. Pero, desde la humildad del maletilla que apunta maneras, pido generosidad al respetable a la hora de su veredicto.

Pregunta a la Ministra de Asuntos Exteriores. (Pleno del Senado, 16 de noviembre de 2010)

El señor VAN-HALEN ACEDO: Gracias, señor presidente. Señora ministra, ¿qué opinión le merece a la ministra de Asuntos Exteriores el ataque que su homólogo marroquí profirió, en su presencia, contra la prensa española?

 El señor PRESIDENTE: Gracias, señoría. Tiene la palabra la señora ministra de Asuntos Exteriores.

La señora MINISTRA DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN (Jiménez García-Herrera): Gracias, señor presidente. Señoría, el Gobierno del que formo parte considera que la libertad de información es uno de los pilares de la democracia, de los derechos humanos y del Estado de derecho, y, en consecuencia, tiene muy presente y defiende en todo momento el respeto al derecho a la libertad de información y de expresión en el ejercicio de sus funciones, con total normalidad y total tranquilidad. No hay más matices. Y, como no podía ser de otra manera, este Gobierno  tiene una alta valoración de la prensa española y de cómo lleva a cabo su labor informativa, y en este sentido, considero que nuestro país cuenta con una prensa libre, de calidad y democrática. Esa es nuestra  opinión. Gracias. (Aplausos en los escañosdel Grupo Parlamentario Socialista.)

El señor PRESIDENTE: Gracias, señoría. Tiene la palabra el senador Van-Halen.

El señor VAN-HALEN ACEDO: Gracias, señor presidente. Señora ministra, Marruecos está en el puesto 135 de 178 países en los análisis sobre libertad de expresión, y usted, que aquí defiende mucho a la prensa -menos proclamaciones y más acciones- no dijo una sola palabra cuando, en su presencia, su colega marroquí insultó gravemente a la prensa;  es más, dijo las palabras: “respeto la opinión del señor ministro”. Respetarla es hacerse usted corresponsable, señora ministra. Y usted aquí puede decir lo que quiera pero está escrito, está grabado y lo puede ver y escuchar cuando quiera, por si se le ha olvidado, porque ustedes tienen una memoria selectiva (Un señor senador del Grupo Parlamentario Socialista: ¡Quién habló!). Señora ministra, días más tarde, el ministro de Comunicación marroquí dijo exactamente: “los periodistas españoles recurren sistemáticamente a procedimientos falaces, técnicas innobles, manipulaciones abyectas y montajes inmundos”. Eso es lo que dijo. Y usted no dijo nada. En Casablanca ha habido dos agresiones a dos periodistas en una Sala de Justicia donde se estaba juzgando a unos saharauis. Usted no dijo nada. Sin embargo, la Federación de la Prensa de España -a la cual pertenezco, señora ministra, porque soy periodista y además informé en su día desde el Sáhara en momentos bastante complicados… (Rumores en los escaños del Grupo Parlamentario Socialista.) No sé si usted conoce el Sáhara, yo sí. Como decía, la Federación Internacional de Periodistas y la Federación de la Prensa de España lo han condenado. Y usted no ha condenado nada. Por tanto, menos proclamaciones. Cuando dice usted: “ustedes a lo mejor quieren gobernar un día”, yo le digo: el jefe de la oposición actual jamás iría a Marruecos a hacerse una foto al lado del rey, delante de un mapa en el que aparecieran las islas Canarias, Ceuta, Melilla y Sahara. como hizo Zapatero siendo jefe de la oposición en plena ocupación de la isla de Perejil (Aplausos en los escaños del Grupo Parlamentario Popular en el Senado.- Un señor senador: ¡Muy bien! ¡Muy bien! Además, a usted, señora ministra, creo que le caía grande la chupa electoral cuando fue candidata perdedora en Madrid. Le cae grande el poncho boliviano cuando viaja con un millón y un jamón. Y le cae grande la chilaba y el kaftán. ¿Y quiere que le diga más? Le cae grande el Ministerio de Asuntos Exteriores. (Aplausos en los escaños del Grupo Parlamentario Popular en el Senado.-Varios señores senadores del Grupo Parlamentario Popular en el Senado: ¡Muy bien! ¡Bravo!-Rumores en los escaños del Grupo Parlamentario Socialista.)

El rey de la selva en la Moncloa

24 Octubre 2010 por Juan Van-Halen

Zapatero se cree capaz de bailar un chotis en medio baldosín, sacar un conejo de la chistera sin conejo y sin chistera, hacer un arroz de pollo sin pollo, construir  un puzle de piedra utilizando un cortauñas, mentir a sabiendas, confesarlo, y convencerse a sí mismo de que dijo la verdad. Todo eso resulta imposible, pero él se cree con la infalibilidad de un pontífice laico y la fortaleza de un Gulliver en el país de Liliput. Es un político de pega, el peor presidente de la democracia, pero nos lo tenemos merecido. Ya saben: los pueblos tienen los dirigentes que se merecen, por lo menos hasta las elecciones siguientes.

Un domingo por la mañana Zapatero proclama en Ponferrada que sólo cambiará un ministro, el de Trabajo, y que no se recortará ningún Departamento; horas más tarde cambia casi a medio Gobierno y suprime dos Ministerios, luego confiesa en el Comité Federal de su partido que cuando dijo que sólo iba a cambiar a un ministro y que no se suprimirían Ministerios ya sabía que la remodelación iba a ser de rompe y rasga. O sea que mintió por mentir. Podía haberse limitado a no contestar cuando le preguntaron pero tuvo la imperiosa necesidad de convocar a los periodistas para mentir, probablemente porque es su deporte favorito.

La mentira en España sale gratis a los políticos pero en las democracias comúnmente les cuesta empezar de cero o morir políticamente. Las televisiones, las radios, los periódicos nos recuerdan casi cada día las sucesivas mentiras de Zapatero además de lo que prometió y no cumplió. Y no pasa nada. Siempre pasa nada.

Hasta ahora cuando Zapatero cambiaba algún ministro lo hacía en clave económica. Están grabadas, y son comprobables, sus declaraciones tras las dos últimas  remodelaciones: era el principio de la recuperación, todo en nuestra economía iba a ir mejor. Esta vez ni siquiera se ha molestado en vestir el muñeco. Nos ha dicho a los españoles que su crisis de Gobierno se encamina a mejorar la comunicación. O sea: a vender el producto aunque se trate de una mercancía averiada y ya ni siquiera quiera  mejorarla. No es un Gobierno para salir de la crisis económica sino un Gobierno para tratar de maquillar la crisis política del PSOE. En eso, por lo menos, ha mentido un pelín menos.

 ¿Y en qué ha consistido la profunda remodelación?

1º.- La supresión de dos Ministerios inútiles. Año y medio después de que se lo pidiese el Partido Popular, y más tarde en el Congreso todos los Grupos Parlamentarios menos el PSOE, Zapatero ha hecho caso y la Vivienda y la Igualdad han sido borradas del mapa ministerial. En su día fueron dos grandes apuestas personales de Zapatero. Pero la supresión tiene trampa. Se han convertido en secretarías de estado, con lo que el ahorro presupuestario que supone se circunscribe a la diferencia de sueldos entre dos ministras y dos secretarias de estado, porque todo lo demás continúa vivo y, desde luego, coleando. Con bastante estómago las dos antiguas ministras han consentido su degradación. Una dependerá de Blanco, con lo que éste adquiere más poder, además de recuperar el mando en plaza de Ferraz, y la otra dependerá de Pajín, la hija de su madre, para mayor gloria del igualitarismo entre los sexos, dentro de lo que cabe.

2º.- La irresistible ascensión de Trinidad Jiménez y de Leire Pajín, la hija de su madre, que acceden respectivamente al Ministerio de Asuntos Exteriores y al Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. El nombramiento de doña Trinidad, Dios me libre llamarla señorita Trini, es una de esas ocurrencias zapateriles: premiar a quienes pierden. Si hubiese ganado las primarias socialistas en Madrid hubiera perdido el Ministerio de Sanidad para dentro de unos meses, además, perder la Comunidad de Madrid a cuya presidencia hubiese sido candidata. Con Zapatero perder trae suerte y ascensos en el escalafón. El nombramiento de Leire Pajín, que no la veo ciertamente una lumbrera, obedece a  la necesidad de sacarla de Ferraz porque Blanco y ella andaban a la greña y don José, antes Pepiño, quería recuperar todo el poder en el partido. Que Leire Pajín sea ministra del Gobierno de España es un accidente histórico-político del que sólo el magín de Zapatero es responsable. Él sabrá.

3º.- El nombramiento de Rosa Aguilar para el Ministerio de los tres medios: Ambiente, Rural y Marino, que se supone es un guiño a la izquierda de quien, tras ocupar un lugar dirigente en IU, ya comía en el pesebre socialista como consejera de la Junta de Andalucía. Es un premio al travestismo político, un banderín de enganche para que sepan los de IU que quien se pase al PSOE tendrá su trozo de pan, incluso de ensaimada. Es un camino que ya han recorrido muchos, desde Cristina Almeida a Diego López Garrido, por poner sólo dos ejemplos.

4º.- La llegada al Ministerio de Trabajo de Valeriano Gómez, un ugetista de viejo pedigrí que se manifestó el día de la huelga general contra la reforma laboral que ahora tendrá que pilotar. Se ha entendido como un acercamiento a los Sindicatos, pero en reformar la reforma el tal Gómez tendrá poco margen porque los vigilantes europeos (la Economía española está en libertad vigilada) ya le están diciendo a Zapatero que hay que ir aún más lejos. Me produjeron cierta ternura las declaraciones de Gómez tras su nombramiento queriendo cuadrar el círculo con un “donde dije digo, digo Diego”. Pero una poltrona ministerial  es un caramelo al que no se puede resistir ningún sindicalista por radical que sea. Supongo que el mismísimo Méndez no le hubiese hecho ascos al encargo.

5º.-  La designación de Ramón Jáuregui como ministro de la Presidencia, un “felipista” con experiencia de gobierno, junto al PNV, en el País Vasco, que estaba condenado a las tinieblas exteriores del Parlamento Europeo. Fue un enemigo íntimo de Patxi López al que probablemente a partir de ahora le vaya a dar más de un disgusto. Su condición de incómodo al socialismo vasco que le llevó a ser destinado a Europa es la que ahora le hace regresar, y esta vez a Moncloa de la mano de Rubalcaba que no da puntada sin hilo. Jáuregui va a estar mirando permanentemente al norte.

 Y 6º, y plato fuerte: la coronación como vicepresidente primero y Portavoz del Gobierno, conservando el Ministerio del Interior, de Rubalcaba. Ya saben lo que dijo un día Alfonso Guerra: “Rubalcaba, si te vuelves te la clava”. Pues eso.

 La amplia remodelación ministerial se resume en el nombramiento de este pilarista, químico de profesión y madridista de afición. Lo demás en la crisis es acompañamiento. Rubalcaba, si te vuelves te la clava, pasó en el “felipismo” por el Ministerio de Educación y por el Ministerio de la Presidencia; entonces fue también Portavoz del Gobierno. En el Ministerio de Educación fue el padre de las leyes más nefastas que hasta entonces se conocían, y como Portavoz del Gobierno fue quien desde Moncloa negó la existencia del GAL y negó la corrupción. Aquellas negaciones las decía muy serio, como él dice las cosas, y luego pasó lo que pasó.  Es previsible que ahora niegue  cualquier negociación con ETA o su entorno, aderezando su negativa con detenciones de algunos desgraciados de menor cuantía mientras pone en la calle a primeros espadas, que es lo que a ETA y a sus cercanos les interesa. Se ha estrenado con esa táctica: detenciones de gentes o gentecillas de SEGI y puesta en la calle de “Txelis” ideólogo de doscientos asesinatos, algunos de ellos de su autoría personal.

Rubalcaba, si te vuelves te la clava, fue el encargado de “verificar” la tregua-trampa que declaró ETA en la pasada legislatura y nos contó una y otra vez que los terroristas la cumplían, incluso tras el robo en Francia de trescientas pistolas que el ministro no atribuyó a la banda, y que luego fueron empleadas en atentados. Y poco antes de la voladura de la Terminal IV de Barajas, de la que no se enteró hasta que escuchó la explosión. Estaba tan confiado como aquel Zapatero que unas horas antes aseguraba a los españoles que estábamos a punto de asistir al fin del terrorismo.   

Con una crisis institucional profunda y una crisis económica que no sabe como atajar, sin principios que mantener porque ha malbaratado todos, obligado por el mundo mundial a hacer unas políticas en las que no cree porque no son las suyas, a Zapatero sólo le queda presentarse a las elecciones de 2012 con lo que él piensa, y se equivoca, que le haría recuperar la confianza de los votantes: el fin del terrorismo. Pero a los españoles nos han contado ya demasiados cuentos de caminos y una foto de unos tipos comprometiéndose a entregar sus armas no sería suficiente. ¿Serían todos? ¿Sería para siempre? ETA está, según se dice, dividida,  y no bastaría un maquillaje para que nos creyésemos la buena nueva. O sea: la milonga.

Rubalcaba, si te vuelves te la clava, tiene demasiados cadáveres en los armarios, tiene demasiada historia a su espalda -“España necesita un Gobierno que no le mienta”, la vulneración de la jornada de reflexión el 13-M, el caso “Faisán”… ¿recuerdan? – como para que las personas decentes se sientan tranquilas. Desde su cargo de Portavoz de la Moncloa ha utilizado, desde el primer día, esa tribuna institucional de la Presidencia del Gobierno de todos para atacar al Partido Popular; ha actuado desde Moncloa como Portavoz del PSOE. Mal principio.

Rubalcaba, si te vuelves te la clava, ha acusado al Partido Popular, desde su puesto en Moncloa, de ser “genéticamente machista” por unas desafortunadas declaraciones -de las que se disculpó- del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, sobre los morritos de Leire Pajín. Este ministro “killer” ha olvidado perlas como aquel comentario de Felipe González: “Aznar ha cerrado la bodeguilla de Moncloa para que no le metan mano a la botella”, la frase de Alfonso Guerra: “Soledad Becerril es como Carlos II vestido de Mariquita Pérez”, la fina observación del socialista del Grupo Municipal de Barcelona sobre la periodista Mónica Terribas: “Lo que le pasa es que está mal follada”, o la delicada invitación pública de su segundo, el secretario de estado de Seguridad Antonio Camacho, a la diputada del Partido Popular Ana Belén Vázquez: “Si quieres te invito a venir al servicio conmigo”.

Rubalcaba, si te vuelves te la clava, es un maestro del cinismo y en este caso de la amnesia. No se recuerda  que en ninguna de las ocasiones referidas sus protagonistas pidiesen perdón, ni se tiene constancia de movimiento alguno de repulsa por parte de las organizaciones feministas ligadas al PSOE. Tampoco pidió perdón ese caballero tan fino, Pedro Castro, por considerar “tontos de los cojones” a los diez millones de votantes del Partido Popular. Pero eso a Rubalcaba, si te vuelves te la clava, le da igual. Él a lo suyo, que no es el interés general de los españoles.

Rubalcaba, si te vuelves te la clava, Blanco y doña Trinidad son los vencedores de este intento de lavado de cara del Gobierno de Zapatero con nombre de crisis. Son los personajes que el nervioso Tomás Gómez (vuelto a Babia de donde salió las dos o tres semanas previas a las primarias socialistas de Madrid) consideró “perdedores” en aquel canibalismo interno. Si Gómez no hubiese pedido primarias o, incluso, las hubiera perdido, acaso ahora sería ministro; qué cosas. Pero quienes “perdieron”, a los que según dijo él ganó (y al trío debe añadirse el propio Zapatero, que tiene fama de vengativo) manejan hoy el partido y desde luego no van a hacerle la vida fácil al ingenuo, presuroso, soberbio, equivocado y prepotente Tomás Gómez.

El todopoderoso Rubalcaba, si te vuelves te la clava, al ser preguntado si iba a ser el sucesor de Zapatero, no lo ha negado; ha dicho sólo que no era el momento de hablar de eso y que ya lo decidiría el Presidente y el partido. Pobre Gómez. Menos mal que Zapatero, Rubalcaba, si te vuelves te la clava, y los demás prebostes de la cima socialista, están convencidos de que las elecciones autonómicas en Madrid las ganará por goleada Esperanza Aguirre. Aún así, que se palpe las vestiduras el bueno de Gómez en la campaña electoral. Lo que menos quieren esos que Gómez, bocazas, consideró  “perdedores” es un nuevo barón socialista emergente y, además, no contaminado en los Gobiernos de Zapatero. Había que ver las caras de los diputados autonómicos socialistas en el pasado Pleno de la Asamblea de Madrid. Se distinguía de lejos quienes habían sido “tomistas” y quienes “trinistas”.

Rubalcaba, si te vuelves te la clava, tiene fama de Fouché y provoca miedo, o eso dicen. No he creído nunca que sea tan inteligente como nos ha hecho creer. Tengo para mí que no pasa de ser un tipo listo con poder que, además,  sabe manejar. Pero con los poderosos mecanismos que tiene a su alcance es fácil pasar por inteligente. Además en la tierra de los ciegos los tuertos son los reyes y él está en el Gobierno de Zapatero. Pienso que a Rubalcaba, si te vuelves te la clava, le ocurre como al león.

¿Por qué el león es el rey de la selva? No vive en la selva sino en la sabana, no es el animal más veloz, ni el más grande, ni el más bello, ni siquiera el de colmillos más devastadores. El león es el rey de la selva porque todos los demás animales lo han considerado como tal y le temen más de lo que se merece. Pues lo mismo pasa con Rubalcaba, si te vuelves de la clava. Enterró políticamente a Felipe González  derrochando sus mismas artes de hoy, y la primera de ellas la manipulación. Y enterrará a José Luis Rodríguez Zapatero con el mismo menú. Y, además, la democracia es más vieja y las gentes no son tontas, aunque ese finústico Pedro Castro crea otra cosa.

Las primeras encuestas tras el cambio de cromos en el Gobierno de Zapatero siguen dando mayoría absoluta al Partido Popular. Mucho tendrá que manipular, intoxicar y agitar el “comando” instalado en Moncloa para desviar el signo de lo inevitable. Mirando hacia atrás, al retrato de Rubalcaba, si te vuelves te la clava, cuando tenía aún barba negra, ante el que recibió el relevo de una compungida y sorprendida Fernández de la Vega, uno entiende que estemos en Halloween.

 


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De: cudeiro amoeiro Enviado: 28/11/2010 20:46


 
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