El gallinero está revuelto. El zumbido de un moscardón ha molestado al gallo peleón y todas las gallinas andan dándole la réplica, cocococooo. Como todos sabemos, el cacareo es contagioso, y el gallinero del vecino se ha puesto también alborotado tratando de acallar al otro, cocorococooo. Resultado, que ni unos ni otros cacarean protestando ni alertando de que el zorro anda haciendo de las suyas en el corral donde están encerrados los pacíficos corderos. No, esto no es un párrafo de una fábula de
Andersen, es lo que está ocurriendo desde el pasado domingo, día
7 de noviembre de 2010, en el que
Felipe González, el moscardón, en una larguísima entrevista dice mil cosas, pero parece que sólo ha dicho una, que tuvo la oportunidad “de dar una orden para liquidar a toda la
cúpula de ETA.” Y esto parece ser lo más execrable que se ha dicho desde la justificación nazi del holocausto judío. ¡Pero qué pandilla de hipócritas de ambos gallineros! Aleteando y picoteándose entre ellos mientras el zorro hace de las suyas.
No soy miembro de ningún partido político. No formo parte de ninguna “partida” ni camarilla. Ni como en pesebre de ningún color, ni nadie me subvenciona, ni estamento alguno me ayuda y a ninguna autoridad debo favor. Por todo esto puedo decir y digo que soy un hombre libre en mi sentir y me importa un carajo lo políticamente correcto o incorrecto, y a quién pueda molestar o agradar mi opinión. Mi juicio es una república independiente, y para constatarlo, afirmo que son ellos, los de la autoridad, los que me deben a mí. Empezando por
Felipe González, que era nuestro Presidente cuándo este servidor andaba jugándose la piel para salvarles el culo a los que andaban en las poltronas, y fue él quien asimismo pescó votos gallegos en unas elecciones con mi trabajo como infiltrado cuándo apuntó en un mitin lo terrible que a punto estuvo de ocurrir allí, en
La Coruña, durante el desfile de las
Fuerzas Armadas. Se refería a la planificación y primera fase de ejecución del atentado con explosivos colocados en el subsuelo debajo de la tribuna de autoridades, en la que, además del
Gobierno en pleno, también estaba la
Familia Real, y que
El Reservado publicó el
vídeo del citado mitin.
Visto que el señor
González es parte responsable del injusto abandono en el que me dejaron, y por lo tanto mi deudor, y a quién por derecho propio tendría toda la justificación moral de que yo lo pusiera a parir con cualquier excusa u oportunidad, no puedo ni lo voy hacer por sospechar, ni aunque tuviera la certeza, de que el
señor X del tema
GAL es él. Y no lo hago porque tengo memoria, lo que parece faltarle a algunos-as de los que tanto cacarean horrorizados, varios de los cuales conocí en aquellos terribles años de plomo en fechas en las que su devenir político y colores no eran los que lucen en la actualidad. Coqueteaban y respiraban los mismos aires que la extrema derecha más activa. Periodistas y politiqueros que siguen comiendo de los mismos pastos pero con distinto collar y amos. Evolución de pensamiento e ideales, les llaman los muy cínicos a sus cambios de chaquetas. De estos, que yo tenga controlados, varios andan en los medios de comunicación de alcance y tres de ellos en la política. Uno, diputado; otro, Consejero en una Autonomía y el tercero de concejal. Y como conversos, los que más fuertes fustigan el látigo y más puristas demócratas son.
El
GAL vino a poner en práctica lo que muchos se preguntaban cuándo, día sí y día también, los asesinos de la
ETA mataban y mataban impunemente, y hasta aquí llegaban las noticias de los fiestorros que se montaban en los bares del santuario francés los mismos asesinos que horas antes, y con la sangre aún fresca en sus manos después de rematar en el suelo con toda parsimonia a su víctima de un disparo en la cabeza, brindaban por el éxito de sus incursiones en “suelo enemigo” coreados por los que esperaban su turno para cruzar la frontera e intentar superar en muertos a sus compañeros de terror.
¿Y por qué el Gobierno no hace nada? ¿Quién nos protege de esos asesinos? Si se sabe dónde están, ¿por qué no se hace algo? ¡Hay que ir a por ellos! ¡Basta ya de impunidad! Estas y otras parecidas eran la frases que se escuchaban por todos lados mostrando el sentir popular, fuera cual fuera el color político del hablante. Y entre estos, a los que escuché clamar venganza y ofrecerse como voluntario si tuviera oportunidad de hacerlo, está alguno que he visto estos días clamar por todo lo contrario: que si él mismo (
F. González) se ha puesto la
X; que es injustificable de todas todas el terrorismo de Estado; que es intolerable en una democracia que no pague por sus culpas; crímenes aberrantes, huele a fondo de alcantarilla, y bla, bla, bla. Los politiquillos por un lado y el pueblo por otro, como acostumbran. Apostillo: sea o no
mister X, nada le reprocho por este tema. Nada. Tiene mi respeto.
El zorro a dentelladas y los corderos desprotegidos. Aquí, señor
González, le digo que me parece que usted pecó de oportunismo primero y de cobardía más tarde. Utilizó el sufrimiento de un pueblo hermano para recoger votos y alimentar a cualquier precio sus ansias de poder. Quería ser usted Presidente, y en
noviembre de 1976 se presentó con cámaras y fotógrafos en
Tinduf para “apoyar” al sufrido pueblo saharui, y para su vergüenza quedarán registradas en los anales de la historia sus falsas palabras, su manipulación de sentimientos y su posterior abyecta conducta. Aquí va una de sus promesas: “Para nosotros no se trata ya de derechos de autodeterminación, sino de acompañaros en vuestra lucha hasta la VICTORIA FINAL”.
Ahora mismo, el zorro persigue, destruye, encarcela, quema y mata a los corderos en
El Aaiún. Y aquí, el gallinero anda mirando, dilucidando, discutiendo y gastando energías en saber si los perros que presuntamente manejaba el señor
González hace veinticinco años eran galgos o podencos.