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General: ARGENTINA 2.0O1 VS. ESPAÑA 2.011 .-
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 09/01/2011 14:26
 
 

24/02/10

Argentina 2001 vs España 2011

 

Financial Times. 10/02/2010: "Si los países europeos "periféricos" eligen una aproximación keynesiana para salir de la crisis, serán masacrados por los mercados."


La trampa Moneda-Crecimiento-Deuda en España

España está pillada de lleno en lo que los economistas llaman la trampa "moneda-crecimiento-deuda”, un fenómeno que ya empieza a ser un clásico de la globalización financiera.

Familias, empresas y estados son tentados con el señuelo engañoso de condiciones inmejorables de financiación. Se organizan explosivas burbujas financieras aquí y allá con booms espectaculares de las bolsas donde unos pocos iniciados obtienen ganancias espectaculares. Cuando las burbujas estallan el FMI se encarga de proteger la retirada a tiempo de los principales agentes que incluso sacan buenos réditos especulando a la baja.

La hoja de ruta empezó tras la crisis del petróleo poniendo en la mesa de juego los petrodólares reciclados y los fondos de pensiones. Los países en desarrollo se convirtieron de golpe en países "emergentes" y empezaron a sucederse burbujas por todo el planeta dejando una estela de miseria y perplejidad tras los ineludibles cracs. Finalmente han sido los propios países desarrollados los que han acabado siendo pasto de la globalización financiera.


España abandonó su moneda y cedió su instrumental de política monetaria al Banco Central Europeo. Desde el 2002 el euro sustituyó totalmente a la peseta. La fortaleza del euro ha ido en detrimento de la capacidad exportadora española, sin embargo la confianza en la estabilidad monetaria y los bajos tipos de interés en la zona generaron una entrada neta de capitales en el tropel especulativo inmobiliario de la última burbuja que revitalizaron el crecimiento del PIB al tiempo que aumentaba el déficit comercial y se disparaba endeudamiento exterior hasta cotas estratosféricas.



El equivalente a la caída de las exportaciones (materias primas) argentinas a finales de los 90 ha sido en España el batacazo inmobiliario, la depresión y la caída subsiguiente de los ingresos por turismo. Como en el caso argentino los inversores están ya formando enjambres, virtuales nubes de langostas, especulando con una posible bancarrota española. La Comisión, en funciones de FMI, está condicionado el mantenimiento del suministro del suero crediticio para mantener con vida a la torpedeada economía española a una "devaluación interna" (drásticos recortes del gasto público, devaluación del sistema de pensiones, devaluación de la seguridad social y de la sanidad pública, devaluación de la educación pública, anorexia del sector público y dosis letales de flexibilización laboral, ...).

Países entrampados

Tal como viene operando la trampa MCD, mientras se mantenga inamovible el cerrojo monetario (la permanencia en el €), decrecimiento y endeudamiento se retroalimentan. La magnitud de la crisis global ha precipitado hacia la trampa a diversos países europeos de la zona euro (PIIGS) y amenaza muchos más. Grecia, el peón a sacrificar, está sirviendo de conejillo de indias para experimentar una medicina cuyos efectos secundarios podrían afectar la continuidad del euro en su conjunto. El paciente principal sin embargo, en la salita de espera, es España. Las desreguladas instituciones financieras siguen amplificando la magnitud de las crisis apostando a la baja en macro operaciones encubiertas fuera de todo control.

Se trata de una espiral en la que los inversores se lanzan sobre los bonos de los países centrales (Alemania, Francia, Holanda, ...) huyendo de la comprometida deuda de los países de la periferia que ven como se disparan sus costes financieros hasta niveles inaceptables que no hacen más que empeorar su ya difícil situación financiera.

Las multinacionales empiezan a contemplar la alternativa de una euro-Europa reducida a los pocos países que aún sean capaces de mantenerse en la ratio déficit/PIB permitida.


Todo apunta a que con un endeudamiento (privado + público) de merecido podium mundial, un sistema financiero plagado de cajas zombi en la UVI pública, cerca de 5 millones de parados y la economía sumergiéndose en picado, la "devaluación interna" se traduzca, como en el caso argentino, en menos demanda, menos consumo y menos ingresos por impuestos. A medida que vayan venciendo los términos de las obligaciones privadas (bancos y cajas) y públicas (estado, autonomías) y con "los mercados" huyendo de cualquier clase de papel ibérico, las desfondadas administraciones central y autonómicas no tendrán otra manera de seguir pagando sus gastos corrientes que emitiendo monedas ad-hoc como en la época de la guerra civil. Los “patacones” de Buenos Aires podrían muy bien traducirse en “barcinones” para una de las nuevas veguerías proyectadas en la hiper-endeudada Cataluña.

El corralito español

La expulsión de los PIIGS de la zona euro seguramente se producirá por sorpresa y de forma conjunta pare evitar un pánico bancario. El factor sorpresa (sin previo aviso excepto para los ricos con buenos contactos) es clave en una operación de este tipo. Un día nos levantaremos de la cama con la noticia de que a última hora del día anterior el euro dejó de ser la moneda del Reino de España y los depósitos bancarios quedarán bloqueados para convertirse en pesetas al cambio que decidan las autoridades. En un santiamén el valor de los ahorros de los incautos depositantes sufrirá un recorte drástico e irrecuperable.

España después del corralito

Argentina se libró finalmente de la trampa porqué renunció a la paridad con el dólar y la burbuja inmobiliaria relanzó la demanda mundial de materias primas. No parece que vaya a ser este el caso para España a medida que se profundiza y generaliza la 3ª Gran Depresión. La recuperación de la experiencia traumática argentina no tendrá un equivalente a corto o medio plazo en la península Ibérica.


Los estados desfondados por los rescates de la crisis bancaria y el descalabro económico subsiguiente se ven sometidos ahora al chantaje financiero de la economía casino. Se trata de una estrategia de choque para imponer drásticos programas de desmantelamiento en pública subasta del Estado social de un amplitud aún no vista en el norte desarrollado. Se trata de convertir a los PIIGS y a los países del Este europeo en economías "de peaje" donde habrá que pagar por usar una carretera, ir al CAP, llevar los hijos al cole o tener vigilancia en tu calle. Una estrategia capitalista de choque que se va a imponer implacablemente en tanto no encuentre una respuesta socialista de choque.

La trampa Moneda-Crecimiento-Deuda en Argentina

Durante los años 90 Argentina, el alumno más fiel y mimado del FMI, experimentaba un "milagro económico". Los inversores extranjeros invirtieron miles de millones de dólares en el país, la inflación era inferior a la de los EEUU y el país registraba uno de los crecimientos más altos de América Latina.

En dos años la economía argentina se hundió. La crisis afectó a todos los niveles de la sociedad con una pauperación en masa relámpago.

Cronología


1989. Menem es elegido presidente y nombra a Domingo Carvallo como ministro de economía. Se lanza un programa de ajuste estructural que incluye una reforma impositiva en favor de los ricos, la privatización de lo mejor del sector público, liberalización del comercio exterior, desregulación en todos los ámbitos y una paridad fija del peso argentino respecto al dólar.

1 de abril de 1991. El Congreso argentino aprueba la Ley de Convertibilidad garantizando la conversión peso-dólar de 1 a 1. Cada peso en circulación estaría basado en un dólar y la política monetaria quedaba supeditada a esta ley.

1991-1994. Argentina registra un fuerte crecimiento económico.

1995. La crisis financiera mexicana y la devaluación de diciembre de 1994 del peso mexicano lleva a un pánico financiero y una retirada masiva de fondos de los países emergentes (efecto Tequila). El PIB argentino cae (- 2,8%)

1996-97. Argentina vuelve a crecer expectacularmente (5,5% en 1996, 8,1% en 1997) pero el déficit comercial y el endeudamiento se disparan.

1998. En la estela de la crisis asiática de 1997, crisis financiera en Rusia y Brasil. Argentina entra en recesión en el tercer cuatrimestre. El paro se dispara.

Enero de 1999. Brasil devalúa su moneda afectando de lleno a las exportaciones argentinas (la exportación a su vecino representa más del 30%)

Septiembre de 1999. El Congreso argentino aprueba la Ley de Responsabilidad Fiscal, que plantea una gran reducción del gasto público, tanto a nivel federal como provincial.

Diciembre de 1999. De la Rua pide ayuda al FMI.

Marzo de 2000. El FMI acuerda la concesión de un préstamo de 7,200 millones de $ condicionado a un estricto ajuste fiscal.

10 de mayo de 2000. El FMI recomienda un recorte drástico del gasto público. El gobierno anuncia un recorte del gasto público de mil millones de dólares con la esperanza de que la "responsabilidad fiscal" devolverá la confianza de los inversores. El ajuste consiste principalmente en recortes y retrasos en las pensiones y en los sueldos de los funcionarios y la anulación de los subsidios por desempleo. El PIB del 2000 cae un 5%.

Muchos analistas atribuyen la severidad de la crisis a que el gobierno, aleccionado por el FMI, evitó abandonar la paridad con el dólar hasta que ya fue demasiado tarde.

Marzo de 2001. Domingo Cavallo, el ministro de Menem que diseñó la paridad con el dólar, vuelve a ocupar la cartera de economía. Se procede a una reestructuración de la deuda externa cambiando deuda a corto por deuda a largo a interés más alto. Cavallo no duda en saquear el fondo de pensiones públicas para pagar un vencimiento de 3.500 millones de deuda.

Julio de 2001. Cavallo anuncia un plan de déficit cero. Los sindicatos convocan una huelga general. El congreso aprueba la "Ley de déficit cero" y el FMI acuerda un nuevo préstamo que desaparece casi inmediatamente fugándose hacia paraísos fiscales.

Octubre de 1001. Los inversores se niegan a refinanciar la deuda pública. Las administraciones locales y el mismo gobierno central empiezan a emitir pseudo-moneda (Lecop, Patacones, Porteno, Quebracho, ....). Se trata de títulos de deuda pública emitidos a nominales pequeños que se usan para pagar a los funcionarios y para las transacciones corrientes.

Noviembre de 2001. Argentina propone una nueva reestructuración de su deuda que implica en realidad una suspensión de pagos. Retiradas masivas de depósitos de los bancos. Las reservas en el Banco Central disminuyen en 2.000 millones en un solo día. De la Rua impone la limitación de retirar un máximo de 1000 $ al mes (corralito).

Diciembre de 2001. Argentina se declaró en bancarrota el día 7. El paro llegaba al 18%. Los sindicatos declaran la 8ª huelga general desde 1999 para el día 13. Asaltos a supermercados. Continuos levantamientos populares en muchas ciudades (28 muertos). El gobierno declaró el Estado de Sitio. Domingo Cavallo dimitió. La crisis política acabó con tres presidente en un mes. El FOREX cerró durante tres semanas.

Los efectos de la trampa MCD

Técnicamente los economistas afirman que la economía argentina estaba deslizándose hacia una trampa "Moneda-Crecimiento-Deuda" a finales de los 90. El tipo de cambio sobrevaluado impide las exportaciones, la economía se estanca. Si Argentina abandonara la paridad con respecto al dólar sufriría represalias financieras con retiradas masivas de fondos. La caída del PIB provoca el crecimiento de la deuda. Si se reduce el gasto público para disminuir la deuda se frena más el crecimiento. Es como un inestable taburete de tres patas; recortas una para equilibrarlo y se desequilibra por el otro lado.

El boom de la economía argentina

La relación fija entre el peso y el $ favoreció la entrada de capital extranjero. El PIB aumentó (de una media del - 0,7% entre 1980-1990 a un media del 4,7% entre 1991-99). La inflación quedó contenida (4% a partir de 1994, 1% a partir de 1996) y se produjo una notable caída de los tipos de interés internos que, no obstante, siguieron siendo mayores que los intenacionales, atrayendo así entradas de fondos (entre 1994-2000, LIBOR 5-6%, tipo de interés argentino 8-12%).

La apertura financiera fue total tras la supresión de las restricciones a la movilidad del capital y la supresión de las restricciones a la penetración de la banca extranjera. Se permitió la libre emisión bancaria de títulos negociables en moneda extranjera, supresión de las trabas a la entrada de capital extranjero en compañías de seguros y fondos de pensiones. La masiva privatización de empresas estatales (el gobierno ingresó 16,000 millones de $ entre 1991 y 1998) y la misma liberalización del sistema financiero favoreció la entrada de un considerable volumen de inversión directa atraída por las jugosas oportunidades a precios de saldo. La disparidad en los tipos de interés atrajo inversiones en cartera (aprovechar la revalorización de la bolsa y préstamos bancarios).

El régimen monetario y la apertura financiera explicarían no sólo la crisis sino también el crecimiento espectacular a partir de l991. Argentina se convirtió en el alumno predilecto del FMI, el mejor solista de la globalización bajo la experta batuta del FMI.

Las entradas netas de capital pasaron de un montante de 6.402 millones de $ en 1992 a 10.449 millones en 1998. La financiación externa neta pasó del -3,1% del PIB en 1990 al 2,1% del PIB en 1995 y al 5,9% en 1998. Estas entradas de capital ( 170.000 millones entre 1992 y 1998) contribuyeron a la revalorización de la moneda argentina y a la acumulación de deuda externa (61.337 millones de $ en 1991 - un 26% del PIB - , 141.371 millones de $ en 1998 - un 51,1% del PIB - ).

El crac de la economía argentina

El deterioro de la competitividad comercial debido a la apreciación de la moneda junto con el descenso del precio de las materias primas (en 1999, el 68,3$ de las exportaciones argentinas eran materias primas y derivados) hizo entrar la economía en recesión mientras se disparaba el déficit de la balanza por cuenta corriente (exportaciones menos importaciones y pagos por intereses).


El parón del crecimiento, el desequilibrio en la balanza de pagos y el aumento de la deuda externa provocaron la desconfianza de los inversores. Como en el caso de la crisis asiática, un enjambre cada vez más voluminoso de inversores empezaron a apostar por la quiebra del Estado Argentino mientras que se producía una fuerte fuga de capitales y se hacía imposible refinanciar la deuda externa. La suspensión de pagos estaba cantada. Falto de ingresos el gobierno y las administraciones locales se vieron en la necesidad de emitir pseudo-moneda para pagar sus gastos corrientes y los sueldos de sus funcionarios. (Patacones en Buenos Aires, Lecor en Córdoba, Petrom en Mendoza, ...)

Los recortes del gasto público y las medidas de flexibilizacion laboral (Ley de responsabilidad fiscal y Ley de déficit cero, ...) no hicieron más que acentuar la recesión aumentando el paro y disminuyendo los ingresos fiscales. El PIB acumulaba una caída del 10% a finales del 2002.

El corralito argentino

Cuando finalmente se declaró la suspensión de pagos el pánico se apoderó de los depositantes previendo un cambio en la política monetaria y se lanzaron en tropel a sacar sus depósitos en dólares de los bancos (unos bancos que, como en el caso español, estaban teóricamente bien supervisados y capitalizados). El gobierno declaró “el corralito” (máximo 250 $/semana) para evitar la fuga de capitales. Finalmente se abandonaría la paridad con el dólar dejando flotar al peso que a las pocas semanas cotizaba a 2,4 pesos/dólar. Los pequeños ahorradores experimentaron una masiva destrucción de sus derechos de propiedad al ser obligados a convertir sus secuestrados depósitos en dólares a pesos devaluados.

La recuperación

Cuando Kirchner ganó las elecciones a la presidencia en 2003, heredaba un país devastado. Reunió a los acreedores del país y les propuso pagar solamente entre un 25 y un 30% de lo adeudado. O aceptaban reestructurar la deuda según estas condiciones o seguirían sin cobrar un dólar. A regañadientes los tenedores de bonos argentinos, después de patalear en las oficinas del FMI, acabaron doblegándose a la propuesta. Esto permitió dedicar fondos a la recuperación económica. Argentina fue borrada como indeseable por los mercados financieros internacionales, sin embargo a partir de este momento empezó una recuperación económica que le permitió pagar sin atosigamiento la totalidad de su deuda al FMI en 2005 (y el espaldarazo financiero que representó la compra por parte de Venezuela de 2.400 millones de dólares en bonos argentinos)

Argentina creció a un ritmo del 10% anual desde 2004 a 2008 aprovechando la subida del precio mundial de las materias primas, pero una razón fundamental del crecimiento fue que los recursos financieros fueron invertidos en la economía en lugar de pagar los servicios de la deuda. El peso argentino quedó desligado del dólar. Se establecieron controles sobre los precios internos, tasas sobre las importaciones y exportaciones, topes sobre los beneficios de las empresas, crecimiento en el gasto público, etc. Se rechazó de plano la entrada en la Zona de Libre Cambio de las Américas, impulsada por Washington y que hubiera precipitado a las economías sudamericanas hacia el abismo criminal en el que se devana el fallido estado de México tras su pertenencia a la zona de librecambio con EEUU y Canadá.

Argentina paso de ser el mejor alumno del neoliberalismo a ser la bestia negra que fomenta los "default" (suspensiones de pagos soberanas), los controles de capitales, las empresas dirigidas por los propios trabajadores, ...

Nordelta

Pero Argentina ya no es lo que era. "La recuperación" ha ido en beneficio de los cada vez más ricos que han decidido irse a vivir a Nordelta, una ciudad segura, privado-vigilada, vallada y alambrada, con escuelas y hospitales de lujo, ciudad de ensueño exclusiva para ricos evasores fiscales que se expatrian de la Argentina que explotan y sólo pagan contribuciones a su municipio privado.

Links:

Tom Lewis: Argentina's revolt

A. de la Torre, ... : Argentina's Financial Crisis. EL Yeyati, SL Schmukler - unpublished, World Bank, 2002 - econ.umn.edu

Pablo Bustelo: Los orígenes de la crisis financiera de Argentina. Una comparación con las crisis asiáticas. (pdf en internet)

 

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: albi Enviado: 10/01/2011 07:34

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 11/01/2011 13:09
 
Por qué las políticas de austeridad de gasto público son erróneas

El Plural

 

La economía mundial estuvo a punto de convertirse en la Gran Depresión, en el periodo 2008-2009. Una de las causas de que la Gran Recesión no se transformara en la Gran Depresión, fueron los estímulos económicos que los gobiernos (EEUU, países de la Unión Europea, Japón, China, Corea del Sur, India y Brasil) aprobaron. Estos estímulos económicos no fueron, sin embargo, la causa del crecimiento de los déficits públicos. Los elevados déficits públicos (EEUU 10.3% del PIB; promedio de la UE-15 6.8% del PIB), particularmente acentuados en Irlanda 14.3%; Grecia 13.6%; Gran Bretaña 11.4% y España 11.2%, no se debieron a un excesivo crecimiento del gasto público (tal como los economistas neoliberales están erróneamente afirmando), sino, tal como ha reconocido el Fondo Monetario Internacional, al descenso de los ingresos al estado, resultado del descenso de la actividad económica y, también, consecuencia de la disminución de las cargas impositivas que gran número de estos países (incluyendo España) llevaron a cabo en los años anteriores, creando un déficit estructural que apareció con toda su intensidad cuando la expansión económica colapsó.

Pero desde finales del 2009, y durante el 2010, se ha establecido una postura bastante generalizada de que hay que eliminar los estímulos económicos y reducir los déficits públicos, y ello a pesar de que la recuperación económica es extraordinariamente débil. En realidad, los economistas neoliberales atribuyen paradójicamente la lentitud en la recuperación económica a estos déficits. Argumentan que la crisis financiera se inició en Grecia y en los otros países llamados PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y Spain), extendiéndose desde ahí a otros países.

El argumento que utilizan con mayor frecuencia es que elevados déficits públicos crean desconfianza en los mercados financieros, pues tales mercados dudan de que los países endeudados puedan pagar la deuda pública generada por los elevados déficits públicos. De no reducir los déficits, los países deudores tendrán dificultades en atraer inversores, incluso pagando unos intereses elevados (Grecia, 13%). Pero este argumento es erróneo, como lo ha demostrado entre otros casos, Irlanda. Irlanda ha ido recortando y recortando el gasto público para reducir el déficit, y como consecuencia, la economía ha caído en picado, aumentando, todavía más, el déficit público.

En realidad, la confianza de los mercados financieros no viene definida por el tamaño del déficit, sino por la estabilidad y crecimiento de la economía, lo cual depende primordialmente de la demanda existente en el país. La encuesta realizada por el Banco de Inglaterra entre los inversores señala que “muchos inversores relacionan su baja confianza en la economía, en los recortes del gasto público que interpretan se traducirá en una gran bajada de la demanda” (citado en el Financial Times por Daniel Pimlott. 18.08.10). El gasto público es uno de los determinantes más importantes para configurar la demanda, en momentos de recesión como ahora. Es más, la enorme polarización de las rentas que ha ocurrido en los últimos años, en parte como consecuencia de las políticas fiscales regresivas, ha conducido a un descenso notable de la demanda, no sólo como consecuencia del descenso de la masa salarial (como porcentaje del PIB), sino también como resultado de que los ricos consumen mucho menos que la clases populares (es más, tienen tanto dinero que sólo consumen una parte del mismo, al revés que el trabajador, que consume casi toda la renta que recibe), con lo cual, al incrementarse el porcentaje de la renta nacional que va a los ricos, se ha disminuido todavía más la demanda. En EEUU, por ejemplo, el 1% de renta superior que tenía el 9% de la renta nacional en 1997, ha pasado a tener el 21%, reduciendo significativamente la renta disponible para consumo.

Para complicar todavía más la situación, el colapso de la burbuja inmobiliaria supone un notable empobrecimiento de la gente (pues su vivienda ha perdido capacidad adquisitiva), con lo cual pueden consumir menos. Así, en EEUU, el colapso de la burbuja inmobiliaria supuso que la riqueza del país (el PIB) descendiese 13.000.000 millones de dólares. Puesto que se calcula que por cada diez dólares de propiedad que desaparecen, una familia disminuye su demanda 30 centavos, el consumo familiar se ha reducido un 3%, lo cual significa 390.000 millones de dólares menos. Un tanto semejante ocurrió en España (que junto con EEUU, Gran Bretaña e Irlanda), es donde se sufrió el mayor boom inmobiliario.

LO QUE DEBIERA HACERSE

Es lógico, por lo tanto, que el gasto público debiera aumentar para llenar este enorme vacío de la demanda. Y a fin de tener un impacto fuerte en esta demanda, este gasto público debiera gastarse en cuatro áreas. Una de ellas, manteniendo y creando empleo (sobre todo en aquellas áreas, como los servicios públicos del estado del bienestar, donde hay un déficit enorme de personas adultas trabajando en ellos. En España sólo el 9%, comparado con el 16% en la UE-15 y 25% en Suecia). Hay también evidencia de que una de las causas del retraso económico de España es el escaso desarrollo de su sector público, y muy en especial de su inversión social.

La otra área donde debiera gastarse es en inversiones que supongan un ahorro futuro. Por ejemplo, si el estado incentiva la aclimatación de las viviendas ahorrará consumo energético en el futuro.

Una tercera área es el estímulo de la infraestructura física y transportes orientada a mejorar la calidad de vida de las clases populares, en lugar de la de las rentas superiores. Se están construyendo en España excesivas redes del AVE centradas en Madrid, a costa de mercancías y transportes entre las periferias.

Y una cuarta área es la provisión pública de crédito. La respuesta tradicional de los estados (y de la UE) frente a la recesión fue disminuir los intereses bancarios, lo cual es necesario pero insuficiente. El hecho es que los intereses bancarios, sean bajos (más bajos en EEUU que en la UE) no está resolviendo el problema, pues los ciudadanos y empresarios continúan teniendo problemas graves en su acceso al crédito. En realidad, los bancos, quienes consiguen dinero en condiciones muy favorables del Banco Central Europeo (el cual les cede préstamos a unos intereses muy bajos, 1%) no están utilizándolo para ofrecer crédito, sino para incrementar sus reservas. De ahí que los estados debieran establecer bancos públicos que garantizasen tales créditos. Tales bancos, que también deberían garantizar los préstamos, competirían favorablemente con la banca privada, causando una reestructuración del sector financiero, a todas luces, hoy excesivamente hipertrofiado. El estado debiera gravar a la banca mucho más de lo que lo hace, con el objetivo, no sólo de conseguir fondos, sino también de reducir su tamaño y su comportamiento especulativo.

Una última observación. Como era de esperar, una de las primeras medidas que está proponiendo el nuevo gobierno de la Generalitat de Catalunya liderado por Artur Mas, es reducir todavía más el gasto público social, concentrándose en el gasto público sanitario, considerado excesivo. Este argumento, reproducido extensamente en círculos neoliberales en España, se apoya en el supuesto erróneo de que España y sus Comunidades Autonómicas se están gastando más en su estado del bienestar de lo que sus economías pueden soportar.

Es un indicador del enorme poder del dogma neoliberal y de las cajas de resonancia que se ponen a su disposición en los mayores medios de información y persuasión del país, que tal postura se promueva cuando la evidencia científica, fácilmente accesible en las fuentes de datos de la Unión Europea (Eurostat) y del Observatorio Social de España, muestra claramente que ello no es cierto. Veamos los datos.

España es el país que tiene un gasto público social (que cubre las transferencias públicas, como las pensiones y los servicios públicos, como sanidad, educación y servicios sociales entre otros) por habitante más bajo de la UE-15 (después de Irlanda, el país, por cierto, que el Sr. Artur Mas había tomado como modelo antes de que colapsara). Un tanto semejante ocurre en Catalunya, cuyo gasto público social (incluyendo el sanitario), es de los más bajos de la UE-15, y ello a pesar de los incrementos notables que ocurrieron durante el gobierno tripartito.

Este subdesarrollo social no se debe a que España (y Catalunya) sean pobres y no puedan gastarse más. En realidad, España ya está al nivel de desarrollo económico de la UE-15. Su PIB per cápita es ya el 93% del promedio de la UE-15 (Catalunya es el 110% del promedio de la UE-15). Y en cambio, el gasto público social por habitante en España es sólo el 71% del promedio del gasto público social por habitante de la UE-15. Si fuera el 93% (en lugar del 71%) nos gastaríamos alrededor de 70.000 millones más de lo que nos gastamos en nuestro estado del bienestar. No es cierto que España (y Catalunya) no tenga recursos. Lo que ocurre es que el Estado (tanto el central como la Generalitat) no los recoge. España (y Catalunya) tienen los menores ingresos al estado en la UE-15 (después de Irlanda y Portugal), con el mayor fraude fiscal y mayor regresividad en su carga fiscal (es decir, que los ricos pagan menos que los demás).

Artur Mas argumenta constantemente que el enorme subdesarrollo social de Catalunya se debe a la excesiva retención de los fondos que los ciudadanos catalanes aportan al estado central, sin que se invierta suficientemente en Catalunya. Y aunque existe un elemento de verdad en ello (y que el gobierno tripartito anterior intentó corregir), la mayor causa de tal subdesarrollo no es el déficit fiscal (bestia negra de los nacionalistas), sino la regresividad y baja carga fiscal que se acentuará todavía más con los recortes de impuestos que el gobierno CiU ha propuesto.

Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University www.vnavarro.org





 
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