La energía que dedicas a justificar tus limitaciones hace que éstas se mantengan firmes en su lugar. ¿Que pasaría si dedicases esa energía a alguna otra cosa?
El esfuerzo que pones en convencer a los demás de la validez de tus excusas, hace que éstas se vuelvan más concretas y abrumadoras. Imagina, en cambio y simplemente, dejarlas ir.
Si, por supuesto, la vida es absolutamente injusta. Si, por supuesto, las circunstancias y los hechos de tu vida te han amarrado cuidadosa y firmemente cual robusto e inquebrantable manojo de cables de acero.
Hay una manera de cortar esos cables. Porque eres tú quien ha puesto la mayor parte de ellos en su lugar.
Concentra tu mente, tu energía, tu espíritu, tus sentimientos y emociones en el escenario más alegre, pleno y feliz que puedas imaginar. Súbita y profundamente, tu realidad empieza a cambiar.
Pon la energía de tu espíritu en dar color y textura y sustancia y una sensación de concreta realidad a tus más preciados sueños. Eso, con certeza, te hará libre.