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General: José Martí llegó a Caracas como cubano y salió como latinoamericano
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Respuesta  Mensaje 1 de 9 en el tema 
De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 28/01/2011 15:18
José Martí llegó a Caracas como cubano y se marchó como latinoamericano
Por: Correo del Orinoco
Fecha de publicación: 28/01/11
imprímelo    
28 ene. 2011 - “Quien dice Venezuela, dice América”, con esta sentencia quiso explicar José Martí el carácter de la Revista Venezolana, que lanzó en Caracas el 1° de julio de 1881 junto a figuras como Cecilio Acosta -quien murió una semana después-, Eduardo Blanco y Arístides Rojas, entre otros. Pero más allá de explicar la línea editorial de una publicación, el escritor cubano estaba anunciando un proyecto emancipador de dimensión continental, como lo revela Zaida Castro, directora de la Casa José Martí.

La profesora Castro sostiene que esa frase es “una muestra de que Martí estaba consciente de su liderazgo en el proceso libertario de las naciones de América, que desde su punto de vista tenían en común los mismos males y los mismos propósitos”. Y de esos males -señala el profesor Luis Navarrete- el mayor era el imperialismo yanqui, que ya hacía sentir su peso en el continente.

“Martí vino a Venezuela porque quería rendir tributo a Bolívar, a quien admiraba por su tenacidad tanto como por sus ideas. Él que era un hombre con una salud frágil, pero voluntarioso, veía en el Libertador al héroe sacrificado, que se podía sobreponer a cualquier dificultad. Y al mismo tiempo era como un faro ideológico, porque había sido un hombre con ideas liberales de avanzada y muy firmes en medio de una sociedad sumamente conservadora, a la que siempre desafió”.

ALMA ANTIIMPERIALISTA

Además de la afinidad de pensamiento y temperamentos, el poeta-prócer cubano tenía en común con Bolívar la inquietud de que Estados Unidos secuestrara la libertad que tanto le había costado a las nacientes repúblicas americanas. Como lo explica Navarrete, “Bolívar advirtió la amenaza del imperialismo, pero Martí lo vivió en carne propia”.

En este sentido, el profesor señala que Martí conocía por experiencia directa el estilo de vida estadounidense y comprendía que su política estaba orientada a someter bajo su dominio a Latinoamerica. Pero también estaba convencido de que para hacer frente al avance del gigante norteño, la gente de América debía sobreponerse a su influjo cultural.

Aferrado a esa visión llegó a Caracas, para conocer la experiencia de una república que había impulsado la instrucción pública gratuita y obligatoria, se había enfrentado al poder de la iglesia Católica e impulsaba planes de urbanismo y se enfrentaba al poder de la iglesia.

A los ojos de Martí, el de Guzmán Blanco era un gobierno de avanzada, pero más adelante descubriría que aquel era también “el gobierno más antigrancolombiano, enemigo de cualquier idea de integración o unidad grannacional”, advierte el historiador Néstor Castro.

No significa esto, sin embargo, que encontrara oposición a su visita. Como lo señala la investigadora Mirla Alcibiades en un trabajo recién publicado, Martí causó un gran impacto entre los círculos literarios e intelectuales, de Caracas por su gran bagaje cultural y por su poderosa oratoria.

VISIONES ENCONTRADAS

Navarrete señala que, ” aunque no se metió en la política”, fue un agitador que inquietó a los jóvenes venezolanos con quienes se relacionó. Pero entre él y sus interlocutores había una distancia difícil de salvar.

La idea de país que prevalecía entonces concebía el progreso como un proyecto europeizante, señala Navarrete, se miraba hacia culturas como la francesa en busca de respuestas. Martí, en cambio llegó a sintetizar su visión en una sentencia:

“Nuestra América ha de salvarse con sus indios”. No tenía la menor duda de que la lucha política contra la hegemonía yanqui fracasaría si los pueblos no libraban una lucha cultural. Y esa pelea debía sostenerse en la recuperación de la raíz indígena, de la que habría de surgir una nueva identidad, abarcadora de todos los gentilicios, que él llamaría años más tarde “Nuestra América”.

La profesora Castro dice que eso fue lo que quiso expresar Martí al declarar: “Quien dice Venezuela, dice América”. Y aunque no era en la Venezuela de entonces donde encontraría eco a ese planteamiento, al ver el rumbo que seguía la oligarquía local, comprendió que la suya tenía que ser una lucha continental. “De aquí se fue como latinaomericano”, remata Castro.

Y volvió a Nueva York, de donde partiría a Cuba que peleaba su libertad a toque de degüello. Sobre su tierra murió en combate el 19 de mayo de 1895, pero triunfó. Fue de esa misma tierra donde Nuestra América venció por primera vez al imperialismo.


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Respuesta  Mensaje 2 de 9 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 28/01/2011 21:30
" Nuestra América ha de salvarse con sus indios”..... José Martí .-

Respuesta  Mensaje 3 de 9 en el tema 
De: Nobotuma Enviado: 29/01/2011 01:56
"Quien dice Venezuela, dice América"
Hoy más que nunca...

Respuesta  Mensaje 4 de 9 en el tema 
De: residente Enviado: 29/01/2011 02:13
Este foro es un templo
Aquí está el santo Hugo

Respuesta  Mensaje 5 de 9 en el tema 
De: residente Enviado: 29/01/2011 02:25
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: residente  (Mensaje original) Enviado: 28/01/2011 18:14
 
Este foro es un templo
Aquí está el santo Hugo



Respuesta  Mensaje 6 de 9 en el tema 
De: residente Enviado: 30/01/2011 05:26
Marti no era socialista

Respuesta  Mensaje 7 de 9 en el tema 
De: Quico º Enviado: 30/01/2011 23:24
Marti no era fascista
 

Respuesta  Mensaje 8 de 9 en el tema 
De: residente Enviado: 31/01/2011 00:31
 
De: Quico º Enviado: 30/01/2011 15:24
Marti no era fascista
Claro que no era fascista(Resi)
 
Respuesta  Mensaje 1 de 7 en el tema 
De:

 

Comunismo y fascismo, el mismo perro

Es demasiado obvio que el socialismo marxista (comunismo) y el fascismo se parecen entre sí como dos gotas de agua fresca. Sin embargo, son poquísimos los historiadores y sociólogos que han comparado estas dos máximas expresiones del totalitarismo moderno, lo cual tiene un fuerte tufo ideológico.

La filósofa y politóloga alemana –de origen judío– Hannah Arendt sí hizo la comparación y en “Los orígenes del totalitarismo”, publicado en 1951, mostró que estos dos experientos sociales que vapulearon al siglo XX son hermanos gemelos.

Si nos remitimos a las enciclopedias y a los ensayos sobre el tema, el fascismo es una ideología política que plantea el colectivismo por encima del individualismo, coloca al Estado y la nación por encima de individuo, rechaza la “democracia burguesa”, el libre mercado, la competencia capitalista, y suprime todos los partidos políticos excepto el fascista, encargado de construir una sociedad perfecta.

El partido y el gobierno fascistas exigen total obediencia a las masas, a las que adoctrinan para la formación de un “hombre nuevo” superior y sumiso que será el protagonista de la sociedad nueva que se construye. El Estado asume el control absoluto de los medios de comunicación, suprime la libertad de prensa y crea una gran maquinaria de propaganda que machaca la superioridad del fascismo y exalta al líder supremo, en el que se concentran todos los poderes del país cual emperador romano.

A propósito, es importante destacar que al finalizar la Primera Guerra Mundial, aunque Italia fue uno de los aliados vencedores no recibió mucho crédito por ello. Benito Mussolini exacerbó ese resentimiento italiano e impulsó un nacionalismo revanchista que canalizó en 1919 al crear los “Fasci Italiani di Combattimento”, grupos armados que en 1920 pasaron a ser el Partido Nacional Fascista de Italia. Mussolini soñaba con un renacimiento del Imperio Romano y se inspiraba en los antiguos césares. Por eso levantaba su brazo derecho para saludar, como en la Roma imperial. Hitler luego haría lo mismo.

El líder y el partido fascistas siembran en la población el odio a un enemigo imaginario interior o exterior, para alentar el nacionalismo. La desinformación, la manipulación y la represión son los pilares básicos del sistema. Se identifica al líder supremo con la nación.

No se suprime la propiedad privada, pero las industrias son obligadas a producir lo que el gobierno les ordena y así quedan ensambladas al Estado. Los pequeños y medianos negocios se mantienen independientes, aunque pueden ser sometidos a las directrices fascistas.

El Estado paternalista interviene en todos los aspectos de la vida del individuo, al que libera así de su “miedo a la libertad”, al decir del psicólogo y filósofo alemán Erich Fromm. No existen los derechos individuales.

Hay algunas diferencias entre el fascismo alemán y el italiano. Este último se basa en el Estado como su piedra angular, al que considera el espíritu del pueblo.

El nationalsozialismus (nazismo), aunque estatista igualmente, tiene como eje gravitacional lo que el historiador polaco-judío Zeev Sternhell denomina el “determinismo biológico”, o sea, la “raza superior”, una corrupción grotesca del principio darwinista de la evolución de las especies. Se trata de un racismo demencial que canalizó el exterminio de los judíos y de los seres “inferiores” al ario alemán, el superhombre de que hablaba el filósofo racista Friederick Nietzsche.

Socialismo real: ‘nada contra el Estado’

Mussolini resumía la filosofía fascista con una frase: “Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado”.

En junio de 1961 Fidel Castro repitió esa misma frase al trazar la política cultural socialista cubana: “Dentro de la revolución (léase Estado) todo, contra la revolución, nada, ningún derecho”. ¿Casualidad? No lo creo, Castro en su juventud fue un gran admirador de Mussolini.

Las bases del comunismo son igualmente el colectivismo, el partido único, la propaganda y el adoctrinamiento de las “masas”, de las que exige total sumisión para formar al hombre nuevo que vivirá en la sociedad superior. Se suprime la libertad de prensa, se alienta el odio a un enemigo imaginario (el imperialismo y sus agentes internos) para exacerbar el nacionalismo patriótico y mantener una psicología permanente de plaza sitiada.

Todos los poderes del Estado se concentran en el primer secretario del Partido Comunista, que deviene César. El sistema se afinca igualmente sobre la represión, la desinformación y manipulación de la realidad nacional e internacional, prohíbe el libre mercado, identifica patria y pueblo con el líder supremo, y controla totalmente la vida del individuo, que es despojado de casi todos sus derechos.

El socialismo sí suprime toda la propiedad privada, no permite ningún pequeño negocio propio, ni que los ciudadanos inviertan un solo centavo en el país.

Expansión y represión

La expansión territorial nazi fue mediante la guerra más sangrienta ocurrida jamás y los crímenes más atroces, pero el comunismo desde sus orígenes igualmente planteó establecer la dictadura del proletariado a nivel planetario por medio de la violencia y no por la vía democrática de las urnas.

Desde la Internacional Comunista dirigida por Carlos Marx, el comunismo propugna la revolución social para imponerse a como dé lugar. Como decía el Che Guevara, convertir a cada revolucionario en “una perfecta máquina de matar”. La Unión Soviética expandió el socialismo a punta de bayoneta por Europa del Este y parte de Asia.

Cuba desde los años 60 diseminó por Latinoamérica guerrillas rurales, y urbanas que asaltaban bancos y cometían atentados terroristas. El plan de Castro y el Che era imponer continentalmente el comunismo.

En cuanto a represión, los nazis sobrepasaron todos los límites del horror, pero Stalin, Mao, Pol Pot, etc. no eran monjitas de la caridad. Mataron o provocaron la muerte por hambre a 100 millones de personas, según el “Libro negro del comunismo”, un estudio realizado por profesores europeos, casi todos de izquierda, publicado en 1997.

En Cuba, según las fuentes independientes, han sido fusilados unos 5,500 opositores desde 1959, muchos in situ, sin proceso legal alguno. En los 10 meses que estuvo al frente de la Fortaleza de La Cabaña, el Che Guevara ordenó la ejecución de 209 opositores sin el debido proceso legal, a muchos de los cuales él personalmente les dio el tiro de gracia en la cabeza.

El 17 de abril de 1961, horas después de Castro declarar el carácter comunista de la revolución y mientras desembarcaba una brigada de cubanos exiliados por Bahía de Cochinos, fueron arrestados y enviados a instalaciones y campos de concentración unos 340,000 ciudadanos, sin juicio, sólo porque no simpatizaban con el gobierno.

Entre 1960 y 1971 miles de familias campesinas completas fueron sacadas de sus hogares y tierras en la provincia central de Las Villas, donde unos 3,000 opositores se alzaron en armas contra Castro en los años 60, y reubicadas a la fuerza en la provincia occidental de Pinar del Río, a 400 kilómetros de distancia, lo que generó los llamados Pueblos Cautivos, 21 en total, que eran aldeas-presidios al estilo de las de Siberia durante la época de Stalin. Muchas de las mujeres fueron sacadas de esos pueblos cautivos y llevadas con sus hijos para el reparto Miramar en La Habana, con lo cual separaron a las familias como en Cambodia.

Hoy las torturas psicológicas y físicas siguen vigente en Cuba. La frase “pásale la mano” es común entre los jefes de prisiones para ordenar palizas a los presos de conciencia “que no se portan bien”.

En fin, parafraseando a José Martí –y salvando las circunstancias y el simbolismo patriótico de la frase martiana—es evidente que el comunismo y el fascismo son del totalitarismo las dos alas. O dicho popularmente, son el mismo perro con diferente collar.

http://www.hispanicla.com/comunismo-y-fascismo-el-mismo-perro-7453


Respuesta  Mensaje 9 de 9 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 31/01/2011 12:50
" Quien dice Venezuela , dice América  ". Y quien dice Argentina o Brasil, o México .. o Bolivia .. o Uruguay o Colombia  o Ecuador ... etc ... tambien dice América ...y por ello no podemos encerrarnos en los problemas y soluciones de  cada uno de nuestros paises ... los problemas de cualquier latinoamericano son los problemas de cualquiera de nosotros .-


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