Estados Unidos no vio venir la democracia al mundo árabe porque no quería verla.
Los neoconservadores nos dijeron que el camino a Jerusalén pasaba por Bagdad. Querían decir que invadir Iraq e instaurar allí una democracia llevaría a la paz en Israel y Palestina. El modo en que imaginaron esa paz fue una confiscación de tierras neocolonial: Un Gran Israel con porciones de Cisjordania amalgamadas por Jordania. Todavía es lo que creen, que creando la democracia en Iraq se conseguirá la paz en Palestina.
Esa idea ya está hecha añicos actualmente. Los papeles de Palestina han revelado que el proceso de paz era un caballo de Troya para el expansionismo israelí y que incluso el cliente de Estados Unidos en Cisjordania podría no aceptar un futuro Estado sin las colonias de Ariel y Ma’ale Adunim, los dedos largos del territorio judío.
Y las lecciones de Iraq, Túnez y Egipto son que no se puede instaurar la democracia en cualquier parte. No, la democracia debe surgir del propio pueblo. Y se causan daños en el proceso del establecimiento de la voluntad popular cuando se pretende imponer un sistema. La revolución democrática de Occidente también surgió de dentro.
La lección de Túnez y Egipto para la política extranjera estadounidense es que Estados Unidos es la fuerza más conservadora del mundo en esta región. No ha visto venir la democracia por que no quería verla llegar al mundo árabe y a los palacios a los que apoya. Y cuando llegó la democracia, Estados Unidos la elogia en Túnez y por el contrario apoya al dictador en Egipto.
El fracaso de Barak Obama en honrar a los manifestantes egipcios en su discurso del Estado de la Nación el martes por la noche y el frío rechazo de Joe Biden hacia ellos la noche pasada («no se están levantando contra un dictador, no podemos alentarles, esto no es el despertar de la Europa del Este») revelan la inquebrantable influencia del lobby israelí en nuestra vida pública y lo conservadora que es esa influencia. Las declaraciones del gobierno revelan que prefiere la estabilidad en Egipto, sin que importen los costes en derechos civiles y derechos humanos, a la libertad de los árabes. ¿Por qué? Porque la estabilidad egipcia preserva el estatu quo israelí, en el cual Israel encarcela a los manifestantes de Cisjordania sin una mirada del gobierno de Estados Unidos y destruye a la población civil en Gaza sin un parpadeo del supuesto agente del cambio en la Casa Blanca
Afortunadamente ayer Shihab Rattansi, de Al-Yazira, obligó a PJ Crowley a revelar su política y éste admitió que la diferencia entre las respuestas del gobierno de EEUU para Túnez y Egipto se deriva del hecho que Egipto tiene un tratado de paz con Israel y ha llegado a un acuerdo con respecto a la existencia de Israel, un modelo para la región. Y esta línea se repite en todas las noticias de Estados Unidos cuando dicen que Egipto está ayudando al “proceso de paz”, un proceso que sólo ha producido el sufrimiento y despojo de los palestinos.
Aquí el fondo del abismo es el miedo a que los árabes no hayan aceptado la existencia de Israel. No la aceptaron en Nueva York en 1947 y no la aceptaron en Jartum en 1967. Siempre advirtieron de que su presencia crearía inestabilidad en la región, el Departamento de Estado dijo que radicalizaría a los vecinos de Israel y 60 años después eso es más verdad que nunca. La Iniciativa Árabe de Paz de 2002 fue un gran gesto de realismo: los Estados árabes aceptaron la existencia de Israel en las fronteras de 1967. Pero no ha llegado nada de ese increíble cambio y Brian Baird nos dice que los principales congresistas estadounidenses, arropados por la noche por el lobby israelí, ni siquiera conocen la Iniciativa Árabe y que Israel se burló de la oferta porque tenía al poder estadounidense detrás de él.
Ahora en Túnez y Egipto las calles árabes han tomado la palabra de los neoconservadores y han dicho: Sí, queremos la democracia y la vamos a conseguir. Y la juventud árabe ha tomado Facebook y Twiter y han hecho más con esas herramientas de lo que han hecho los estadounidenses, y dicen queremos libertad de expresión y libertad social.
Y cuando las tengan –si no es este año será dentro de diez, Internet también es una fuerza dinámica, junto con Assange y al-Yazira-, cuando las tengan aparecerá el poder del lobby israelí de tal modo que incluso Chris Matthews tendrá que abordar las contradicciones Porque se ve que sólo tienen una política, la preservación de un Estado judío, aunque eso signifique Jim Crow, el apartheid y acabar con los movimientos democráticos por todas partes y tolerar el encarcelamiento de un millón y medio de personas inocentes en Gaza. He hablado más que nadie de la solución de dos Estados, en realidad me imaginé que la partición podría conservar la tranquilidad, pero cuando la democracia llegue a El Cairo la presión sobre Jerusalén para que exista la igualdad de derechos para todos los ciudadanos será masiva. Y la afirmación de que Israel es la única democracia de oriente próximo se disolverá por completo.
Verán la presión sobre Jerusalén comenzando en serio ahora, desde nuevos barrios. La ven en la conciencia del Almirante Mullen de que los estadounidenses vendrán a casa en silla de ruedas hasta que los palestinos tengan la libertad, en el llamamiento del senador Rand Paul pidiendo recortes en la ayuda militar a Israel.
Aquella presión debe llegar pronto sobre el partido demócrata. Es el lugar natural del reconocimiento de los derechos de las minorías y de la autodeterminación de los pueblos oprimidos. ¡Que triste que incluso Russ Feingold apenas puede hablar de la guerra de Obama cuando habla claro para una audiencia progresista y aún no puede hablar de Palestina. Patético!
Lo que vemos en El Cairo es la destrucción de las actitudes racistas estadounidenses. Hace alrededor de un año, un amigo judío me dijo que si los judíos pudieran tomar el lobby de Israel y reformar la política exterior estadounidense, sería un modelo para el liderazgo de los derechos humanos por todo el mundo. Estuve de acuerdo; y estamos trabajando en ello.
Pero esto fue una vanidad elitista. El liderazgo moral en la región no está viniendo de ningún movimiento estadounidense de nuestra imperfecta democracia. No, nosotros ahora somos el país más conservador del mundo, está viniendo de las calles de Túnez y Egipto.
Philip Weiss es coautor de «El Informe Goldstone: el legado de la investigación de referencia del conflicto de Gaza».
Fuente: http://www.salon.com/news/politics/war_room/2011/01/28/weiss_jerusalem_cairo