Ya lo hemos visto usar el prestigio de la revolución para apoyar a numerosos gobiernos latinoamericanos autodenomidos "progres", que no tomaron ni una sóla medida contra el imperialismo y se mantuvieron siempre en los marcos de las necesidades de la burguesía.
De esta forma, no sería ninguna novedad la distancia del castrismo de cualquier iniciativa revolucionaria en el terreno internacional, ya que es lo que viene haciendo hace décadas -incluso habiendo retaceado apoyo a Guevara cuando éste partió con unas tropas bastante recucidas, primero hacia el Congo y luego hacia Bolivia.
Pero ahora estamos viendo que, luego de varios días de la feroz masacre que viene realizando Gadafi contra su propio pueblo, Fidel sale a mostrar su apoyo al dictador Libio: habrá "que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira, o una mezcla de hechos de todo tipo que, en medio del caos, se produjeron en Libia".
Fidel le agrega un toque bizarro al anunciar que "el crimen que la OTAN se prepara a cometer contra el pueblo libio", como si en los últimos años el dictador no se hubiera reconciliado con la "comunidad internacional" de las potencias imperialistas, acompañando la lucha contra el terrorismo y ganando así el apoyo imperialista para sostener su regimen opresivo contra el pueblo libio.
Frente al cerrado rechazo de tanto populista latinoamericano de criticar a Castro ya que eso era "atacar la revolución", los trotskistas siempre hemos señalado el nefasto rol de la burocracia tanto para la defensa de la socialización de los medios de producción, como para transformar a la isla en una trinchera de la revolución internacional. Ésta defiende la economía nacionalizada en tanto que es fuente de sus privilegios, pero cada día va minando sus bases, permitiendo la extensión del mercado negro y el avance de relaciones capitalistas de la mano de distintas multinacionales. En el plano internacional su rol no tiene contradicciones: como muestra el gesto de Castro hacia Gadafi, esta burocracia es enemiga de la iniciativa independiente de las masas trabajadoras, y están dispuestos a bancar a dictadores que las reprimen.De esta forma, no sería ninguna novedad la distancia del castrismo de cualquier iniciativa revolucionaria en el terreno internacional, ya que es lo que viene haciendo hace décadas -incluso habiendo retaceado apoyo a Guevara cuando éste partió con unas tropas bastante recucidas, primero hacia el Congo y luego hacia Bolivia.
Pero ahora estamos viendo que, luego de varios días de la feroz masacre que viene realizando Gadafi contra su propio pueblo, Fidel sale a mostrar su apoyo al dictador Libio: habrá "que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira, o una mezcla de hechos de todo tipo que, en medio del caos, se produjeron en Libia".
Fidel le agrega un toque bizarro al anunciar que "el crimen que la OTAN se prepara a cometer contra el pueblo libio", como si en los últimos años el dictador no se hubiera reconciliado con la "comunidad internacional" de las potencias imperialistas, acompañando la lucha contra el terrorismo y ganando así el apoyo imperialista para sostener su regimen opresivo contra el pueblo libio.
Por eso, la única manera de defender seriamente a Cuba de las acechanzas de la restauración capitalista es impulsando una revolución política que expulse a la burocracia parásita y establezca organismos de democracia obrera que permitan regenerar las bases de la economía de transición y permitan a cuba ser un punto de apoyo para el desarrollo mundial de la revolución socialista.