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General: Necesidad de democracia en Cuba
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De: residente (Mensaje original) |
Enviado: 15/03/2011 06:52 |
Necesidad de democracia en Cuba
Señor director:
Espero que en Cuba surjan movimientos similares a los que derribaron a los gobiernos dictatoriales de Túnez y Egipto, y al que tiene en la encrucijada al de Libia.
Cuba -y así me consta, pues he visitado la isla- padece los mismos males que muchos países del oriente medio: pobreza generalizada y escasez alimentaria, en contraste con los enormes privilegios de la clase gobernante. Sin capitalismo, hay una escandalosa desigualdad de ingresos entre el ciudadano común y los dignatarios del régimen. Sin democracia, desde hace más de 50 años se niegan a sus ciudadanos los más elementales derechos humanos individuales, sociales y políticos.
Tal como se ha hecho con los líderes autocráticos del Magreb, también habría que bloquear las cuentas bancarias que los próceres de la eterna revolución cubana tengan fuera de su país.
Es decir, las mismas causas que justifican el retorno a la democracia en la isla están tan latentes como en el norte de África.
Considero llamativo que el mundo occidental -interesado en la situación de Libia al punto de haber congelado activos, impuesto bloqueos e incluso encontrarse estudiando acciones militares- siga ignorando que en Cuba la situación es similar, y que se niegue a actuar en consecuencia. Ese país merece una solución del mismo corte, pero seguramente el hecho de no ser productor de petróleo perjudica los intereses democratizadores del pueblo cubano.
Es hora de que la ola democrática que recorre el Medio Oriente pase también por Cuba.
Enrique Estay P.
Diputado UDI
http://www.latercera.com/noticia/opinion/correos-de-los-lectores/2011/03/896-349380-9-necesidad-de-democracia-en-cuba.shtml
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Egipto y Cuba, diferencias y realidades
Represión en Cuba
Las represión es organizada por el régimen castrista, aquí en acto contra las activistas de derechos humanos el 25 de abril de 2010, enla Quinta Avenida de La Habana, donde seis Damas de Blanco fueron detenidas en el círculo por 7 horas.
Getty Images
Por el Dr. Darsi Ferrer
Los históricos acontecimientos que sacuden el mundo árabe, iniciados con las masivas protestas populares que en Túnez derrocaron al régimen dictatorial de Zine El Abidine Ben Ali, y luego se extendieron rápidamente a Egipto costándole la caída al régimen antidemocrático de Hosni Mubarak, y ahora inspiran las manifestaciones en otras naciones del área como Yemen, Libia, Bahréin, Argelia, Marruecos y hasta influyen en Irán, desataron la actual polémica que discurre sobre las posibilidades de que ese tipo de revueltas se desaten también en Cuba.
En no pocos analistas y diplomáticos predomina el criterio de que las diferencias entre estos pueblos son marcadas. Un punto significativo que señalan es la limitación de acceso de la sociedad cubana a las redes sociales y demás tecnologías modernas de las comunicaciones, herramientas que constituyen el vehículo de la ola revolucionaria del Próximo y Medio Oriente.
Otras comparaciones aludidas entre el mundo árabe y Cuba es el nivel de sometimiento del pueblo cubano, que en más de medio siglo apenas ha tomado las calles para rebelarse ante los abusos y arbitrariedades del régimen totalitario de los hermanos Castro. Hay quienes aseguran que los de la isla tienden a arriesgarse en el intento de escapar del terruño por cualquier vía, pero no se atreven a disputarle el poder a la dictadura.
No faltan argumentos que valoran como una considerable ventaja para las autoridades la geografía insular, a la hora que les sea preciso sofocar cualquier protesta del pueblo. Además, ven como un factor disuasorio de las reacciones masivas de malestar social el control casi absoluto de la población por el gobierno, y las conocidas capacidades de su enorme aparato represivo y la impunidad con la que opera.
Las razones anteriores y muchas otras expresan las divergencias entre las realidades del mundo árabe y Cuba. Sin embargo, no hacen la diferencia.
Es verdad que en la isla es limitado el acceso a la Internet y el uso de las redes sociales, así como los servicios de la telefonía móvil y la penetración de las señales de televisión satelital, en comparación a las naciones islámicas, pero dichas dificultades tienen compensación con la suma de algunas particularidades, como: la plena identificación de la sociedad con los conceptos y valores globales de la cultura occidental, la cercanía geográfica a los EEUU y los vínculos naturales e históricos entre ambos pueblos mediante la modernidad, el activismo político y las potencialidades del exilio muy comprometido con la situación de sus compatriotas, y el enorme foco que representa el tema cubano en la opinión pública internacional, entre otras.
Asumir la tesis de que el pueblo cubano padece de cobardía genética resulta doblemente absurdo. Las sociedades tunecina y egipcia soportaron el terror y la opresión durante décadas, y no fue hasta hace unas semanas que salieron valientemente a sacudirse el yugo de sus regímenes. Durante el medio siglo de dictadura los cubanos, a pesar de las apariencias, no se han comportado de modo obediente, por el contrario, los caracteriza un alto grado de insurrección en la esfera económica. Ese hecho se confirma con la magnitud del mercado negro, más extendido en esta sociedad que en los desaparecidos totalitarismos de Europa del Este.
La invulnerabilidad que le achacan a los mecanismos de terror impuestos por el aparato represivo, pasa por alto los acontecimientos en similares sociedades cerradas. El temible y despiadado aparato de control social manejado por la Stasi en la desaparecida Alemania Oriental, estaba a plena capacidad de funcionamiento cuando se desmoronó el Muro de Berlín y no tuvo modo de contener a las determinadas masas de personas que se lanzaron reclamando libertad. También en Rumanía, Checoslovaquia y Polonia el cambio de sistema sorprendió a los gobernantes totalitarios con sus respectivos aparatos de inteligencia y fuerzas de la policía política intactas. Lo mismo sucedió hace apenas unos días en Túnez y Egipto. ¿Por qué razones Cuba estaría condenada a un desenlace distinto de ocurrir posibles manifestaciones populares?
Las tropas del ministerio del interior tienen una esencia represiva, criminal y de insensibilidad hacia el pueblo. Están formadas en la práctica impune de ser los castigadores de la población, y responden fielmente como perros de presa a los designios de sus amos, esa casta gobernante que controla el poder mediante el uso despiadado de la fuerza y el servicio a su conveniencia de leyes arbitrarias e injustas.
Pero no es la situación del ejército. Los altos mandos se muestran leales a la élite política, porque condicionan su obediencia a la garantía de los privilegios y prebendas que reciben. Aunque esos militares de alto rango no son recuperables por su estado de comprometimiento con el poder, los cuadros intermedios y las tropas llanas difícilmente se presten para masacrar a sus coterráneos. Ellos no están preparados para disparar a mansalva a sus familiares, amigos y compatriotas, jamás ha sido parte de su misión. Llegado el momento los oficiales intermedios y soldados, como en Egipto, Túnez, Alemania o Rumanía, terminaran aliándose junto a su pueblo.
Con demasiada frecuencia los análisis sobre la situación cubana ignoran las circunstancias que han llevado a la población a evitar los costos del enfrentamiento político. El ser humano, ligado al instinto de conservación, tiende a buscar la salida menos traumática para resolver sus problemas vitales. Hasta ahora, la población ha utilizado como mecanismo de compensación para su supervivencia la vía de escape encontrada en el conjunto básico de los magros salarios de los trabajadores, los escasos servicios y recursos subsidiados por el Estado y el acceso cotidiano al imprescindible mercado negro.
Es precisamente este mecanismo compensatorio de supervivencia elemental el que está llamado a desaparecer o deprimirse considerablemente a consecuencia de la política que encabeza el gobernante Raúl Castro, quien asume la implementación de los denominados ¨Lineamientos del Partido¨ como la única alternativa de salvación de su fracasado Sistema. El diseño de ese engendro estratégico será sometido para su aprobación en el anunciado Congreso de los comunistas, que tendrá lugar a finales del mes de marzo.
En medio de las crecientes condiciones de miseria y encarecimiento de la vida, los Lineamientos del Partido plantean la necesidad insoslayable de expulsar de sus empleos a más de un millón de trabajadores, los que quedarán en total desamparo. Además, estipulan el cierre de las empresas estatales irrentables e insisten en la eliminación gradual de los servicios y productos que subsidia el Estado.
También se refiere en el documento partidista que la masa crítica de desempleados podrá ser absorbida por el emergente sector privado, al que denominan no estatal, y que recientemente fue autorizado a resurgir mediante la autorización de licencias que permiten la realización de 178 categorías de negocios privados, de poca significación económica y bajo reglas asfixiantes.
Para despejar la incógnita de por qué en Cuba no se han desarrollado grandes manifestaciones sociales, hay que valorar en su justa medida las variables que actúan directamente influyendo en la supervivencia.
Hace unos meses al mandatario boliviano, Evo Morales, se le ocurrió aprobar por decreto el aumento del precio de la gasolina, en lo que fue conocido como el ¨gasolinazo¨. Tal acción provocó manifestaciones y disturbios a gran escala en todo el país suramericano, hasta que el gobernante indígena dejó sin efecto la medida y ordenó restablecer los anteriores precios. Una medida parecida se adoptó en la isla, donde se incrementó por esos tiempos el precio de la gasolina y de la población no surgió la más mínima reacción de protesta.
La razón de estas diferencias radica en el hecho de que, al igual que en el resto de las naciones normales, la supervivencia del pueblo boliviano depende de la economía legal, donde se incluyen la privada y la estatal. Una subida de precio de un producto básico como la gasolina genera incremento en los demás productos de primera necesidad y afecta la dinámica de vida de la población. En cambio, la economía de subsistencia de los cubanos es el mercado negro y se abastece fundamentalmente de la corrupción, el desvío de recursos, el robo en las empresas estatales y otros actos de ilegalidad. Alternativa que sirve de colchón para compensar cualquier variación salida del monopolio casi absoluto de la economía del Estado.
A ningún cubano le rinden más allá de una a dos semanas las 4 libras de azúcar que el Estado distribuye por persona mensualmente a través de la cartilla de racionamiento. No obstante, en términos generales ningún cubano completa sus necesidades de azúcar comprando el faltante en la red de tiendas estatales que venden sus productos en divisas. Resulta que donde todos suplen esas necesidades es en el mercado negro. Igual sucede con la sal, el huevo, el arroz, la gasolina, el cemento y muchos otros productos y materias primas sustraídas de los almacenes y establecimientos estatales.
Ahora se puede razonar que de los 500 mil trabajadores que serán despedidos inicialmente unos 300 mil son activos participantes, de una u otra manera, en la dinámica de funcionamiento del mercado negro, donde una vez fuera de sus trabajos dejarán de aportar de golpe los recursos y productos a su alcance hasta ese momento. Digamos, los choferes le sustraen parte del combustible a sus automóviles del Estado y lo venden en la economía informal. Los farmacéuticos venden las medicinas y el alcohol que se roban de los dispensarios. Las oficinistas venden por la izquierda los paquetes de hojas que logran apropiarse subrepticiamente. Así sucesivamente se conforma la cadena general de la economía subterránea, donde la mayoría del pueblo encuentra alivio a sus desesperantes limitaciones y carencias.
Lo más significativo de toda esta historia es que por primera vez la cúpula gobernante amenaza con desarticular el mecanismo de escape de la población, único espacio que todavía le permite algún respiro para garantizarse la supervivencia, aunque sea en condiciones muy precarias. Este nuevo experimento suicida, contenido en la política de los Lineamientos, deja al pueblo acorralado y sin salida. Más si se consideran las circunstancias actuales matizadas por el colapso casi total de la economía nacional, responsable del desabastecimiento crónico y un malestar generalizado en la población.
Las autoridades del régimen no están ajenas a la realidad, tienen una nítida percepción del fracaso total de su modelo y de la única alternativa a la que empujan al pueblo; el Estallido Social. Lo peor de la encrucijada en que se encuentran es que comprenden que el Sistema que han sostenido por décadas está arruinado, su economía no funciona ni tiene posibilidades de reformarse bajo el actual modelo totalitario, y ellos no resisten la más mínima apertura política sin perder el control del poder. Su comprometida estabilidad está armada sobre la base del subsidio venezolano, el que cada día se torna más inseguro por la creciente pérdida de popularidad del presidente Hugo Chávez y el desgaste de su proyecto dictatorial, cuyas señales apuntan a que perderá las próximas elecciones presidenciales del 2012.
Lo anterior se comprueba observando que la élite política ha frenado los planificados despidos, también el anunciado cierre de las empresas no rentables, y resultan mínimos los productos eliminados hasta ahora de la cartilla de racionamiento. La lectura de esas vacilaciones de la cúpula gobernante es que por mucho temor que les despierte el resultado de sus drásticas medidas, no tienen opción, están obligados a implementarlas dado el insalvable nivel de su quiebra. El pueblo tampoco tiene alternativa, inmerso en su profunda miseria tendrá que responder como el gato una vez que el perro lo acorrala.
Hay quienes piensan que la actual crisis interna es comparable a la de los años 90´, cuando el régimen encontró paliativos que le ayudaron a salir del fondo en el que cayó. Eso es falso. En aquel momento tuvieron la opción de beneficiarse de la inversión extranjera, abrirse al turismo, permitir la circulación del dólar, estimular las remesas familiares y autorizar los negocios privados; alternativas que aportaron liquidez fresca y considerable a las arcas del Estado. Esas maniobras facilitaron, además, el desarrollo y consolidación del mercado negro y su rol en la supervivencia del pueblo.
En la actualidad la inversión extranjera está seriamente comprometida por el enorme endeudamiento de la nación y la ruptura de reglas básicas, como el incumplimiento en los pagos de los compromisos contraídos con el empresariado extranjero y el injustificable congelamiento de parte del dinero depositado por esos empresarios en los bancos cubanos. El turismo ha crecido en el número de visitantes pero decrece en las ganancias que reporta, principalmente por la pésima competitividad de sus servicios. Las remesas y el propio turismo han sido sensiblemente afectados por la medida draconiana de imponer al dólar un gravamen del 20 %, lo que desestimula el envío de dinero a la isla y encarece los precios a los turistas. Qué decir del abismo generado en la economía por la dualidad de monedas, problema al que no se le avizora posibilidad de solución en el corto o mediano plazo. Termina de ensombrecer el cuadro la espeluznante carencia de liquidez de ambas monedas, las divisas convertibles y también el peso cubano, de este último circulan miles de millones entre la población sin retorno al Estado, por la depauperación en la oferta de los productos y servicios estatales.
Un aparte merece la actual legalización de los negocios privados, que algunos politólogos consideran como apertura y hasta le encuentran parecido a las exitosas reformas económicas aplicadas en China y Vietnam, lo que resulta una valoración ingenua y equivocada.
Los modelos de capitalismo de Estado introducidos por las referidas naciones asiáticas, se debieron primero a un cambio en la mentalidad política de sus clases dirigentes, que facilitó la posterior apertura económica. En China fue Deng Xiaoping el que condujo las reformas a finales de los años 70´, y comenzó por ir liberando la economía y asumir la filosofía de que enriquecerse es glorioso. En el caso de Vietnam el despegue empezó tras alejarse de los esquemas de economía marxista, luego del Sexto Congreso del Partido en 1986, cuando decidieron, además, el retiro forzoso de los cuadros de mayor edad que se resistían a los novedosos cambios.
En Cuba la supuesta reforma económica la lideran los mismos ancianos que con su mentalidad retrógrada han hundido al país en la miseria, y no ocultan su intensión de combatir la creación de riquezas a manos del emergente empresariado privado. Tampoco dirigen los cambios al control de la economía por el mercado, sino que apuestan por mayor planificación y control estatal, cuestión que representa una radicalización del centralismo económico.
Entre las contradicciones insuperables de las actuales medidas económicas destacan, la inexistencia de una infraestructura mayorista que suministre las materias primas, y los comerciantes sólo pueden abastecerse de la red minorista a precios exorbitantes en divisas. Los impuestos estipulados para la legalización de los negocios son leoninos, sobrepasan el 60 % de las ganancias brutas, y no dan margen a que se consolide una red de negocios independientes. Los cambios económicos no se acompañan de una legislación jurídica que respalde el libre ejercicio de las actividades privadas. Aunque está planificado expulsar de sus trabajos al 25 % de la fuerza laboral, el gobierno asegura que harán todo lo posible por desestimular la contratación de mano de obra, aplicando un impuesto progresivo en la medida que sea mayor el número de trabajadores contratados por los comerciantes.
Constituyen otros serios obstáculos la grave descapitalización de la sociedad y el aplastante impacto de la incontrolable burocracia estatal, que con su dinámica viciosa se fortalece parapetada en la parálisis de las iniciativas de cambios. También influye que el Estado no cuenta con disponibilidad de abrir bancos de créditos para financiar los préstamos que necesitan la mayoría de los que pretenden aventurarse a montar negocios privados.
El desastre económico del régimen es tal que, a pesar de ser una nación netamente agrícola, importa cerca del 80 % de los productos agroalimentarios que se consumen en el país, por los que desembolsa anualmente alrededor de 1500 millones de dólares. Esta situación ocurre en una época donde se han disparado los precios de los alimentos en el mercado mundial, y los pronósticos no indican que bajarán en el futuro inmediato.
La luz al final del túnel para el saneamiento económico depende concretamente del éxito en la reforma de la agricultura. Los hermanos Castro han dejado claro que no aplicarán el único esquema con resultados positivos en medio de la inoperante centralización económica, el campesinado libre. En vez de apostar por entregar la tierra en propiedad a las personas que deseen hacerlas producir y liberalizar las actividades agrícolas, como funciona la agricultura en los demás países, prefieren insistir en el fracasado modelo del usufructo, o sea, otorgar parcelas de tierras ociosas manteniendo la titularidad estatal y sin abrirse al juego libre de la producción, distribución y comercialización. Algo nada estimulante.
La chispa que encendió las actuales revueltas populares en la región árabe del norte africano se relaciona con uno de los habituales atropellos de la policía contra un desesperado comerciante de poca monta. De ese incidente aparentemente insignificante surgió la reacción en cadena que ya lleva dos regímenes dictatoriales derrocados y amenaza con la caída de otros. En Cuba la pólvora está regada por todo el territorio nacional y cualquier evento fortuito puede convertirse en detonante. Sólo basta interpretar el significado de acontecimientos recientes, como la manifestación que protagonizaron decenas de jóvenes en un cine de Santa Clara, la huelga durante varios días de los cocheros en Guantánamo, el paro de los trabajadores del coloso azucarero Urbano Noris en Holguín, las manifestaciones populares desatadas por desalojos en Santiago de Cuba y Guantánamo, o la protesta callejera de vecinos en Punta Brava por la deprimente situación con el abasto de agua.
Soplan fuertes vientos democratizadores impulsados por la modernidad. La humanidad vive una nueva era revolucionaria donde prevalece el despertar de los pueblos ungido por los valores democráticos que propugna la cultura occidental. La sociedad cubana no está desconectada de la globalización que hoy define la convivencia de las naciones. Igual que la tunecina, la egipcia, la libia o iraní ya apesta demasiado la dictadura de los Castro. Más temprano que tarde la influencia de la ola libertaria del mundo árabe arrastrará a los cubanos a reclamar masivamente en las calles el cambio de régimen, libertad, aperturas democráticas y prosperidad. Absolutamente, no hay diferencias.
Observatorio de Análisis Político, afiliado a la plataforma Consenso Cívico.
http://radiomambi710.univision.com/el-balcon-de-mambi/article/2011-02-23/egipto-y-cuba-diferencias-y-realidades?refPath=/noticias/mundo/noticias/
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Las dictaduras no se reforman, se acaban
Hasta ahora ni Raúl Castro, ni Fidel Castro, han expresado que están dispuestos a dar por terminada la dictadura que existe en la Isla
Un zapatero mantiene su taller privado abierto hasta la noche, en La Habana, Cuba.
“¡Reformas de qué!”, exclamó Fidel Castro en uno de sus discursos en los inicios de la década de 1990. Sin embargo, en 1993, la dictadura aplicó algunas novedades que, entonces, podrían resultarles esperanzadoras a los que aún, de buena fe, creían en el proyecto comunista en la Isla. Con la excepción de la legalización de la tenencia de dólares, estas innovaciones desaparecieron poco después. Tanto entonces como hoy, las variantes que ha aplicado el régimen —a las cuales, ya lo sabemos, se ha visto obligado— no han llevado otro propósito que su supervivencia; de ningún modo han sido el resultado de una encomiable pretensión de mejorar el nivel de vida de la población, ni de proporcionarle a ésta libertades básicas.
Así las cosas, los cambios, reformas, mejoras, o como quiera llamársele a eso que hoy se fragua en la Isla, solo tienen el mismo propósito: preservar el régimen dictatorial. Estos “cambios” que anuncia el dictador heredero Raúl Castro, son tan infantiles que sólo pueden ser superados en este aspecto por el infantilismo de quienes creen ellos.
Así de simple: si una dictadura realmente se transforma, deja de serlo. Desaparece. Y hasta ahora ni Raúl Castro, ni Fidel Castro —quien aún lleva al menos parte de la batuta entre bambalinas— han expresado que están dispuestos a dar por terminada la dictadura. Por otra parte, hablar de “democratizar el socialismo” (léase tiranía comunista) es como decir que el canario habrá de mugir.
A estas alturas, ciertos pensadores cubanos residentes en la Isla y en el extranjero hacen públicas opiniones repletas de medias tintas, de titubeos, de paños tibios. O sea, muestran alguna fe o respaldan de alguna manera los “cambios”, las “reformas” que viene anunciando la dictadura bicastrista. Esto será por candor, por miedo o, en el peor de los casos, por cinismo o conveniencia (valga la redundancia). No encuentro otras razones. Nada descubro al afirmar que al radicalismo de ideas hay que oponerse con la mima arma. Quien de otra manera trate de negociar con la tiranía existente en Cuba, de pronto se dará cuenta de que está solicitando limosnas. “Los principios no se negocian”, ha repetido infinidad de veces Fidel Castro; con esta misma frase hay que enfrentarlo.
Otros destacados cubanos, de esos que llamamos hombres de ideas, tratan de atenuar la debacle que ha traído el castrismo para el pueblo exponiendo los “logros de la revolución”. Pero no. Ningún “logro” podrá equipararse con una tragedia de las magnitudes que hoy, y desde hace décadas, sufre el cubano. Sirvan de emblema los casi dos y medio millones que han abandonado su tierra en busca de pan y libertad.
Hablemos claro. Las dictaduras no se reforman. Se caen; a veces por la propia decisión de sus gestores. O las tumban, de la manera que sea posible. No hay de otra.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/las-dictaduras-no-se-reforman-se-acaban-256663
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La productividad del mileurista
CABE ENTENDER que Toxo, líder de un sindicato comunista, diga que los salarios han de seguir ligados al índice de precios de consumo; el famoso IPC. Es una característica esencial de las economías socializadas no premiar la capacidad personal, sino garantizar un poder adquisitivo para todos. Pero un poder mínimo con el que la población entera vive bajo el umbral de la miseria, como ocurrió en la extinta Unión Soviética durante más de setenta años y como lleva ocurriendo en Cuba desde hace más de medio siglo. Todos igual de pobres salvo la nomenclatura, por supuesto, porque los zares rojos vivieron igual de bien que los otros durante esos setenta años de dictadura del proletariado.
Vincular -o indexar, como dice Zapatero en un alarde de sapiencia académica de la que carece por completo- los salarios al IPC tiene la ventaja de mantener el poder adquisitivo de las familias. Por ahí perfecto. De hecho, ha funcionado en España, como ha señalado recientemente el ministro de Trabajo. Pero ha funcionado porque en la España de los últimos diez o quince años ha fluido el dinero a raudales desde el extranjero. Principalmente desde Alemania y Francia. No ya sólo el Estado y las diecisiete comunidades autónomas; los españoles en el ámbito personal -estoy hablando de la economía privada- le deben unos 200.000 millones de euros a los bancos franceses y otros 220.000 a los alemanes. Amén, insisto, de la deuda pública, que esa es otra. Nos han prestado dinero a mansalva con el aval de una economía sustentada en el ladrillo. Sobra recordar que sólo en 2006 se construyeron en España más viviendas que en Italia, Francia y Alemania en conjunto. Eso por lo que respecta al exterior. Internamente el mecanismo se sustentaba en una trampa que comenzaba cuando un trabajador con un sueldo más bien modesto -un mileurista, pongamos por caso- domiciliaba su nómina en la sucursal bancaria de la esquina. Muchas veces era un comercial de esa oficina, o incluso el propio director, quien se ponía en contacto con él para ofertarle indudables ventajas: 1.000 euros, o algo así, de crédito instantáneo y mil más con unos trámites adicionales muy sencillos. Y si se quería comprar una casa, le aprobaban una hipoteca no por el 60 por ciento, o como mucho el 80 de su valor, sino por el 100 y hasta el 120 por ciento. La hecatombe surgía en el momento de pagar. Entonces el mileurista, entrampado -o endrogado, como se dice por aquí- hasta las cejas, caía en la cuenta de que su sueldo real no era de 3.000 euros, sino tan sólo de mil.
Mal asunto. Porque en el ínterin, la cuenta del supermercado, la cuota de la hipoteca que ya no podía pagar, el seguro del coche, la gasolina, los zapatos del pibe y hasta la cuenta del restaurante donde almorzaba con la parienta, la prole y la suegra todos los fines de semana, no estaban ajustados a sus mil euros de salario, sino a 3.000; como mínimo. Sin embargo, él seguía produciendo en su empresa, si acaso, los 1.000 que cobraba. De ahí la desesperación de algunos por mantener los sueldos vinculados al IPC, pero no va a poder ser. No será posible salvo que condenemos a la quiebra al 90 por ciento de las empresas de este país. Algo que sabe Zapatero, Toxo y cualquiera que gaste dos minutos en reflexionar sobre ello.
rpeyt@yahoo.es
http://www.eldia.es/2011-03-15/CRITERIOS/5-productividad-mileurista.htm
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Reflexiones Libertarias |
Ricardo Valenzuela Hermosillo, Sonora, 13 de Marzo de 2011 |
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¿CUBA LIBRE INC?
Durante los años 60 la etiqueta “hecho en Japón”, era sinónimo de la escasa calidad del producto portador. Los japoneses, después de la segunda guerra mundial, de acuerdo al plan de rehabilitación se dedicaban a inundar al mundo con réplicas de manufacturas que ya cabalgaban los mercados, pero con el atractivo de ser infinitamente más baratos. Era el inicio de la segunda fase de una historia que ya en la década de los 80s se convertía en la admiración de la comunidad internacional.
Mc Arthur sería el arquitecto de un nuevo país que abrazaba la democracia y los mercados libres, convergiendo así la historia del ave Fénix de la segunda parte del siglo XX. Siendo Japón, al igual que México, un país en el cual no se había permitido el desarrollo de una saludable sociedad civil, era entendible al inicio una participación especial del Estado con el propósito de acelerar el desarrollo requerido por el destrozado país. Fue cuando su gobierno, mediante un agresivo activismo, desarrollara el concepto de Japón Inc.
Para el inicio de la década de los años 80 el experimento japonés no sólo había demostrado su eficacia, amenazaba con arrebatar el liderazgo a los EU como la economía más grande del planeta. Surgirían así los famosos revisionistas; un grupo de intelectuales advirtiendo que si los EU no adoptaban el modelo Japón Inc, estaban condenados a ser desplazados por los nipones. Sin embargo, pocos se daban cuenta de que en la isla el Estado nunca había abandonado ese papel interventor, y su capitalismo de estado mostraba la fatiga que siempre llega.
Cuando Reagan en EU desmantelaba el edificio keynesiano que los asfixiaba, los japoneses invadían los mercados mundiales no sólo con productos, invadían los mismos EU adquiriendo activos símbolos como edificios en Nueva York, bancos, campos de golf, compañías cinematográficas y, sobre todo, eran los propietarios de bonos del gobierno americano más importantes del globo. Los bancos japoneses eran ya los más grandes del mundo y sus mercados financieros se aproximaban con prisa a los niveles de Wall Street. Sin embargo, al inicio de la década de los 90s, la burbuja que sólo unos cuantos economistas detectaron, explotaba en una grave recesión de la cual todavía no se reponen.
Fue tal el desencanto con ese modelo que produjo sagaces observadores dirigieran su mirada hacia otro país oriental que, de forma silenciosa, cocinaba otro milagro: China. Habiendo lucrado de la experiencia japonesa y sobre todo de la rusa, China iniciaba una admirable transformación dándole la bienvenida a los mercados y, con medida precisión, desplazaban al Estado como el gran Zar económico con la genial creación de su visionario líder: Un país con dos sistemas.
El milagro chino emerge y deba convertirse en la gran historia del siglo XXI. Pero en el país de las excusas, ahora las autoridades mexicanas culpan a China de nuestras desgracias económicas. La lista es larga pero va desde el contrabando, la ilegal mano de obra, la mal intencionada manipulación del yuan, hasta los hechizos de Confucio en contra de la humanidad. En los EU se culpa a China por la pérdida de empleos en la rama de la manufactura. La realidad es que debido al aumento en productividad las manufacturas, en estos momentos, como porcentaje del PIB, son más altas que hace 30 años.
En EU, al igual que a finales del siglo XIX el empleo de la agricultura se desplazaba a la industria, ahora la economía de servicios lo importa de la manufactura. Pero en el caso de México la realidad es otra. Mientras los chinos agresivamente liberan su economía, nosotros seguimos atrapados por la misma tramitología y la voraz burocracia. China en su costa mantiene cerca de veinte zonas de libertad económica tipo Hong Kong y la creación de riqueza ha sido tal, que no pueden dilatar el ampliarlas hacia el interior del país. Han establecido ya su primera zona libre interior en la ciudad de Chongqing a orillas del río Yangtze, donde conjunta una población de más de 300 millones.
Este proceso liberatorio ha convertido a China en la segunda economía del mundo arrebatando el título a Japón. Chongjin es ya el centro de la mayor inversión internacional en China: Una sociedad entre BPPLC, China Petroleum, y Chemical Corporation.
Si México no inicia un proceso de agresiva liberación de su economía, estamos condenados a perder otra histórica oportunidad y, más triste, perder otro siglo sumergidos en la miseria. Milton Friedman lo aconsejaba hace veinte años: “El ejemplo de México a seguir no debe ser los EU, debe ser Hong Kong.” Pero seguimos inmersos en el aparatismo y la burocracia mientras China como aspiradora recibe la mayor parte de la inversión internacional y nosotros nos consolamos quejándonos de sus abusivas tácticas y pidiendo protección.
“Durante todos los años cincuenta, Cuba ocupaba EL SEGUNDO LUGAR EN INGRESO PER CÁPITA de Iberoamérica superando a Italia y más del doble de España. A pesar de su pequeña geografía y con sólo 6 millones de habitantes, en 1958 ocupaba la posición 29 entre las economías mayores del mundo”.
Dentro de muy poco tiempo México enfrentará otro reto y, aunque no de tal magnitud, será letal para algunas actividades de nuestra economía; Cuba. Los cubanos sólo esperan la muerte de Fidel para corregir ese histórico error que les hiciera perder medio siglo hundiéndolos en la miseria. Pero los cubanos cuentan con un feroz ejército de verdaderos capitalistas formados en las costas de Florida en un ambiente de lucha, riesgo e independencia. Un ejército que ha acumulado capital financiero—son dueños de varios bancos en EU--, pero sobre todo, capital humano. Cuba tiene además el antecedente de una vigorosa sociedad civil formada en los años de ocupación americana.
Una de las actividades que más deberá sufrir al momento que Cuba emerja abandonando el socialismo, es la agricultura de Sonora y Sinaloa. Seremos entonces testigos de la “Bacardí Produce Corporation” surtiendo el mercado de los EU con grandes ventajas sobre los agricultores mexicanos: Capital del exilio abundante, agresivo y disponible, mercados libres, un esquema legal de libertad y protección, costos inferiores y una nueva cultura del cubano isleño contagiado por la nueva generación libertaria en la Florida, lista para abrazar el desembarco con su hambre de libertad. Guantánamo, la primera ciudad libre de Cuba, succionará como un enorme embudo todas las maquiladoras del norte de México sufriendo de las extorciones del narco y los burócratas.
Será cuando el plan preparado por la influyente Fundación Cubano Americana se implemente y ejecute, en donde se habla de Carlos Alberto Montaner o Lincoln Diaz— Balart como posible presidente de la Cuba Libre. Tendremos así el primer país latino libertario a imagen y semejanza de Hong Kong, Dubái o Singapur, y el segundo desarrollado, rico y próspero de la mano con Chile.
| http://www.elreporterodelacomunidad.com/vernoticias.php?artid=109364&tipo=Noticias&cat=17&relacion=elreporterodelacomunidad | |
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Alberto Müller/ Desgaste de la dictadura cubana
Todos los sistemas autoritarios se desgastan y desaparecen, como ya ocurrió en la Unión Soviética y en Alemania
Alberto Muller/martinoticias.com 14 de marzo de 2011
Todas las dictaduras en la historia intentan perpetuarse en el poder por encima de la voluntad soberana de los pueblos. Durante el siglo XX sobresalieron dos grandes maestros de la represión, el encarcelamiento y la tortura, como José Stalin en la Rusia soviética y Adolfo Hitler en Alemania.
Se calcula que Stalin asesinó a más de diez millones de soviéticos en los campos de concentración y Hitler envió a las cámaras de gas a más de cinco millones de judíos y alemanes.
Pero estas dos figuras emblemáticas de la dictadura, tuvieron sus alumnos sobresalientes, como Pol Pot en Cambodia, Fidel Castro en Cuba, Kim-il Sung en Corea del Norte, Robert Mugabe en Zimbabwe y Muamar Gadafi en Libia, por mencionar sólo unos cuantos.
Pero al final, todos estos sistemas autoritarios se desgastan y desaparecen, como ya ocurrió en la Unión Soviética y en Alemania.
Ahora vemos el desgaste acelerado de las dictaduras en el Norte de África, que por años han prevalecido en esta zona pisoteando sin misericordia a sus pueblos:
Primero se desplomó Ben Alí el dictador de Túnez, con el levantamiento airado de los tunecinos. Como un efecto dominó le siguió Egipto y vimos la caída de Hosni Mubarak.
E inmediatamente le tocó su turno a Muamar Gadafi en Libia con un levantamiento masivo y popular en Trípoli que pedía su renuncia.
Pero Gadafi optó por la vía del genocidio y ordenó a su aviación y artillería masacrar al pueblo en las calles de Trípoli, con el saldo de más de mil libios muertos en apenas unas horas.
Los levantamientos han proseguido su curso en Yemén y Bahrein, pero lo que más atrae la atención de los observadores y humanistas contemporáneos, es que tanto el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Liga Árabe, la Organización del Atlántico Norte, la Unión Europea y todos los gobiernos del mundo libre, encabezados por Estados Unidos, Gran Bretaña, España y Francia, han condenado a Gadafi por genocida, menos Fidel Castro que es el único dirigente político del mundo actual –aunque retirado por enfermedad- que se ha atrevido a publicar tres notas defendiendo al dictador libio y como buen cómplice, silenciando la masacre reciente de Libia.
Esto ya de por sí, es un signo de desgaste moral del castrismo, aunque otros síntomas de miseria, quiebra económica y descontento generalizado en el país, van rondando el escenario cubano.
http://www.martinoticias.com/noticias/opinion/Alberto-Muller-Desgaste-de-la-dictadura-cubana-117930969.html
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