Fidel Castro, Campeón de los Dictadores Modernos
Hay sorprendentes rasgos comunes entre los 'hombres fuertes' más trascendentes de los últimos 100 años, sobre todo entre Hitler, Mussolini y el comandante cubano
ROBERTO ALVAREZ QUIÑONES
Ninguno de los que saludábamos a los "mau-mau" (como llamábamos a los rebeldes) que en los primeros días de enero de 1959 desfilaban en jeeps y camiones por el tramo avileño de la Carretera Central, y vitoreábamos a Fidel Castro como un Julio César llegado de las Galias, pudo imaginar que aquel joven líder sería el único gobernante en la historia que, sin ser rey, alcanzaría los 50 años en el poder.
Ni Julio Verne, rey de la imaginería literaria, habría sospechado algo semejante.
Pero así es. Castro, quien en noviembre de 2007 desplazó del primer lugar al norcoreano Kim Il Sun (quien gobernó 48 años, 4 meses y 29 días), el próximo día de Año Nuevo de 2009 implantará otro récord mundial: medio siglo como dictador.
Digo gobernante, porque aunque el anciano comandante no es ya presidente, sigue siendo el primer secretario del Partido Comunista, que según la Constitución socialista del país es la máxima instancia de poder en la isla.
O sea, es Fidel, y no Raúl Castro, el número uno de Cuba, y es el “Comandante” precisamente quien hace más miserable la vida de los cubanos al no permitir que su hermano haga algunas muy tímidas reformas económicas que al menos podrían aliviar la pobreza masiva que sufre hoy el que fuera uno de los tres países con más alto nivel de vida en América Latina.
Sólo un tercer colega de Fidel y Kim ha gobernado 40 años o más: el albanés Enver Hoxha (1945-1985), pero en 2009 se incorporará al exclusivo club el libio Moammar el Ghadafi, quien gobierna desde 1969.
Con motivo de este insólito récord de Castro, habría sido muy oportuno que alguna entidad académica hubiese realizado un estudio para determinar cuáles han sido los “hombres fuertes” más trascendentes de los últimos 100 años, tomando en cuenta no sólo el daño a sus pueblos, sino su impacto internacional.
Como nadie hizo esa selección, yo hice la mía propia: Adolfo Hitler, Benito Mussolini, José Stalin, Mao Tse Tung y Fidel Castro.
Pesos pesados como Pol Pot, Francisco Franco, Sadam Hussein, Idi Amin Dada, Rafael Leónidas Trujillo, Porfirio Díaz, Juan Vicente Gómez, Augusto Pinochet, Kim Il Sun, Mobutu Sese Seko, Suharto, o el líder talibán Mohammad Omar, no alcanzan la puntuación suficiente, pues no afectaron tanto a la comunidad internacional.
Pese a su rica fauna de caudillos, en América Latina no encontré a nadie capaz de relegar a Castro, quien además de trasladar su otrora próspero país al medioevo en pobreza y falta de libertad, de causar la muerte de miles de personas y de exportar la subversión y el terrorismo a toda América Latina, ha sido el único que ha conseguido presentarse como defensor de los pobres.
¿Cuál fue el más letal? El índice apunta hacia Hitler. Su megalomanía provocó la más sangrienta guerra ocurrida jamás, con 60 millones de muertos. Sometió e incendió a casi toda Europa y parte de Africa del Norte y de Asia.
No obstante, hay un dato sorprendente. Según El libro negro del comunismo, un estudio realizado por profesores universitarios europeos, casi todos de izquierda, publicado en 1997, Mao Tse Tung en materia de muertes fue más lejos que Hitler: 65 millones de chinos perdieron la vida durante su liderazgo (1949-1976), unos de hambre a causa de la colectivizacion de la tierra, y otros ejecutados, muchos de ellos durante la Santa Inquisición maoísta llamada “revolución cultural”.
De su influencia baste decir que en Asia y Latinoamérica hay todavía guerrillas o partidos maoístas.
Mussolini, cómplice de Hitler en el genocidio cometido en Europa, fue uno de los mentores ideológicos del Fuhrer, al crear en 1919 los “Fasci Italiani di Combattimento”, grupos armados que luego constituyeron el Partido Nacional Fascista de Italia, en 1920, cuatro años antes de que el “cabo Adolf” plasmara su filosofía fascista en Mein Kampf (Mi lucha).
Stalin causó la muerte de 20 millones de personas entre 1932 y 1941. La mitad de ellas pereció de inanición por la colectivización de las tierras. Los otros 10 millones fueron fusilados en los campos de concentración, según un informe presentado en 1960 por Olga Shatunovskaya, en un pleno del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, presidido por Nikita Kruschev.
O sea, Stalin causó un holocausto mayor que el de los nazis contra los judíos, pues anualmente llevó a la muerte a 2.2 millones de sus compatriotas en nueve años. Fue además la cabeza del movimiento comunista mundial durante tres décadas.
Semejanzas: socialistas radicales
Entre estos cinco caudillos hay muchas semejanzas, muy en particular entre Hitler, Mussolini y Castro.
Los tres comenzaron sus carreras políticas como hombres de izquierda. Hitler se definía a sí mismo como socialista, la bandera de su partido era roja y decretó el 1 de Mayo como día feriado. Odiaba a la burguesía y consideraba que el fascismo y el comunismo eran la misma cosa. El partido nazi fue fundado (1919) con el nombre de Partido de los Trabajadores Alemanes (DAP). La propia palabra nazi significaba socialismo, pues era la abreviatura del vocablo alemán “Nationalsozialismus”.
Mussolini, llamado Benito por su padre (un socialista) en honor a Benito Juárez, se inició como líder socialista simpatizante de Carlos Marx. Era un agitador revolucionario que movilizaba a los trabajadores en contra del orden “burgués”. En 1910 dirigió el semanario La Lotta di Classe y en 1913 fundó una revista llamada Utopía.
El don de la palabra fácil y electrizante y un gran carisma personal fue una ventaja de la que gozaron los tres, que a la vez padecieron por igual de narcisismo y de una enfermiza afición por escucharse a sí mismos.
Como excepcionales oradores, fueron aclamados como dioses terrenales y convencían a las “masas” de que lo blanco era negro, y viceversa. Los discursos de Hitler eran ovacionados por multitudes que lloraban de emoción. Algunas mujeres se desmayaban de la emoción. Por eso obtuvo 13 millones de votos en las elecciones de 1932.
Resulta asombroso ver en documentales de la época, algunos realizados por Leni Riefenstahl, la documentalista personal de Hitler, el gran parecido de Castro con el líder nazi al hablar en actos multitudinarios con el mismo tono agresivo y grandilocuente, y con las poses histriónicas y los gestos de Mussolini, cosa que se puede apreciar en el documental El fascismo corriente (1964), que el cineasta soviético Mijail Romm realizó a partir de materiales de archivo.
En fin, son tantas las coincidencias entre ellos que éstas dibujan una clara influencia de unos sobre otros.
Por ejemplo, Mussolini, creador del fascismo, fue uno de los mentores ideológicos del Fuhrer al crear en 1919 los “Fasci Italiani di Combattimento”, grupos armados que luego constituyeron el Partido Nacional Fascista de Italia, en 1920, cuatro años antes de que el “cabo Adolf” plasmara su filosofía fascista en Mein Kampf (Mi lucha).
En su obra, Hitler repite conceptos del Duce italiano y escribe que el futuro “Estado nacionalsocialista ha de desarrollar una política orientada hacia la justicia social, creando la organización social del trabajo”.
Fidel Castro en julio de 1953 dirigió el asalto a una fortaleza militar cubana, para capturar armas, derrocar al dictador Fulgencio Batista y llegar al poder. El mal organizado ataque fracasó y a su jefe lo encarcelaron.
Por cierto, casi nadie en Cuba sabe que a principios de los años 50 Castro visitó dos veces al general Batista en su finca Cuquine y lo alentó a que diera un golpe de Estado. Los encuentros los solicitó Fidel y fueron logrados gracias al cuñado de Castro, el político Rafael Díaz-Balart, quien estuvo presente y comentó luego que los dos personajes se tuvieron mutua admiración.
Castro, con su pasado gangsteril universitario, al parecer estaba consciente de que por la vía electoral nunca llegaría al poder y alentaba un golpe militar para rebelarse y tomar el poder por la vía armada. Y el 10 de marzo de 1952 Batista lo complació.
En el juicio por el asalto a la instalación militar, Castro terminó con una poética frase: “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”. Y ese fue el título que le puso al programa político y social que escribió en la cómoda y breve prisión que le tocó.
Pero muy pocos en la isla conocen que 30 años antes, para derrrocar primero al gobierno del estado de Bavaria y luego el de toda Alemania, Hitler asaltó el Ministerio de Guerra en Munich, el 9 de noviembre de 1923. El asalto fracasó y en el juicio que le siguieron dijo: "Aún cuando los jueces de este Estado puedan condenar nuestra acción, la historia, diosa de la verdad y de la ley, habrá de sonreír cuando anule el veredicto de este juicio y me declare libre de culpas".
Luego, en su prisión de nueve meses en la fortaleza de Landsberg, Hitler escribió su programa político e ideológico (Mein Kampf).
¿Pura casualidad?. Quizás no tanto. El sacerdote jesuita Armando Llorente, profesor, mentor y amigo de Fidel en el Colegio de Belén, quien con 94 años fue entrevistado en Miami el año pasado –entrevista que reproduce el semanario Elveraz.com--, cuenta que Fidel pidió en la bibloteca del colegio el libro de Hitler, el cual impresionó mucho al joven.
"Estudiaba y leía mucho, con especial predilección libros sobre los conquistadores españoles y escritos de los líderes del nazismo y del fascismo, como Hitler, Mussolini y José Antonio Primo de Rivera”, explicó el prelado español al periodista.
El religioso añadió: "(Fidel) cantó conmigo el "Cara al sol" veinte mil veces y con el brazo en alto". "Cara al sol” era el himno de la Falange Española, el partido fascista. Su letra se le atribuye al fundador (1933) y líder del partido, José Antonio Primo de Rivera, fusilado en 1936.
En diciembre de 1958 el padre Llorente logró llegar a la Sierra Maestra, haciéndose pasar por ganadero, para entrevistarse con su ex alumno, a quien le preguntó si la revolución era comunista y éste le respondió: "¡Padre, de dónde voy a sacar el comunismo si mi padre es más franquista que usted!".
Los 'gusanos' de Hitler y Fidel
El Fuhrer llamó gusanos a los judíos, para presentarlos como gentuza a la que se podía borrar de la faz de la Tierra, o avasallar.
Fidel Castro bautizó como gusanos a quienes no estaban de acuerdo con él, y los presentaba como “enemigos vendidos al imperio” que se podían humillar, expulsar del trabajo, despojar de sus propiedades, encarcelar, o fusilar.
La creación de bandas paramilitares de fanáticos son otro denominador común. El Duce creó las camisas negras, cientos de miles de jóvenes con los que entró en Roma y tomó el poder el 30 de octubre de 1922.
Hitler organizó las camisas pardas, convertidas luego en genocidas tropas de asalto. Castro organizó las Milicias Nacionales Revolucionarias, 20 años después las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), y por último las Brigadas de Respuesta Rápida, sin uniforme para que parezcan civiles, que son las bandas paramilitares que hoy envía el Partido Comunista a reprimir a golpes cualquier amago de protesta pacífica.
Pero Castro fue más lejos: creó los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), organización represiva a nivel de cuadra (espacio de 100 metros en los barrios cubanos) que establece que una mitad de la población vigile a la otra mitad y las dos juntas informen a la Policía sobre lo que hace cada ciudadano.
Otro enlace entre ellos es el de inventarse un mundo fantástico, creer en él, y aferrarse a ideas fijas desconectadas de la realidad.
Con Berlín ya ardiendo, y el Ejército Soviético casi a las puertas de su bunker, Hitler continuaba absorto contemplando los planos del futuro Berlín del Tercer Reich que los arquitectos Hermann Geisler y Albert Speer habían realizado.
Hoy, con el país soltando los pedazos y con los cubanos sumergidos en la pobreza profunda y la desesperanza que genera un sistema socieconómico inviable, Castro escribe en sus reflexiones que “el futuro pertenece por entero al socialismo”.
(Alvarez Quiñones, periodista y analista económico cubano con cuatro décadas de experiencia, radica en el sur de California, Estados Unidos. Hasta octubre de 2008 fue integrante del equipo de editores del diario La Opinión de Los Angeles. Es un experto en temas cubanos. Conoció personalmente a Fidel Castro, a Ernesto Che Guevara y a casi todos los dirigentes del régimen cubano).
http://www.contactomagazine.com/cuba50/castrodictadores1208.htm