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Cinco murales del artista mexicano Diego Rivera serán expuestos a partir del domingo en Nueva York, en una nueva exhibición que reúne trabajos de un amplio espectro social realizados durante la Gran Depresión.
Las obras, mostradas por primera vez en 1931 y 1932, son el centro de la exhibición “Diego Rivera, murales para el Museo de Arte Moderno” (MoMA) que estará abierta al público hasta el 14 de mayo.
Los murales fueron pintados en el MoMA, pero se vendieron todos a excepción de uno. El director del museo, Glenn Lowry, dijo que las obras, especialmente la llamada “Fondos congelados”, aún tienen resonancia social en la actualidad.
“Lo interesante sobre Rivera hoy en día en cuán proféticas fueron sus observaciones sobre Nueva York hace 80 años”, afirmó Lowry.
“No existe una mejor metáfora para lo que está ocurriendo con los numerosos movimientos Ocupa Wall Street en el país y el mundo que la estratificación revelada en las pinturas de Rivera, que te muestran a los desposeídos yuxtapuestos con las bóvedas bancarias y los ricos”, explicó.
Con un peso de casi 700 kilos, “Fondos congelados” fue llevado hasta Nueva York después de ser removido de su lugar permanente en el Museo Dolores Olmedo en Ciudad de México.
Otros murales, “La energía Eléctrica” y “El levantamiento”, también fueron trasladados para la exhibición desde México y se reunirán a trabajos que se encuentran en Estados Unidos: “Zapata líder campesino” y “Guerrero indio”.
“Fondos Congelados” presenta el horizonte de Nueva York sobre series de personas sin rostro y hombres indigentes dormidos. Debajo de ellos se ve a una enorme bóveda bancaria. También se ven mujeres elegantemente vestidas con un anciano que recuerda John D. Rockefeller Jr, de acuerdo al curador de la exposición Leah Dickerman.
La muestra registra también los tumultuosos lazos de Rivera con la familia Rockefeller, que encargó al artista mexicano el mural “El hombre en el cruce de caminos” en el Rockefeller Center, que estaba en construcción.
Pero en 1934 la familia le ordenó destruir el trabajo que estaba realizando, después de que Rivera se rehusara a borrar una imagen del líder soviético Vladimir Lenin, de acuerdo a documentos de la exhibición.
¿Por qué un hombre de enervado comunismo aceptó el encargo del MoMA de asistir a Nueva York para realizar una serie de murales portátiles? A 80 años del suceso, la nueva exposición del museo dedicada al artista lo deja claro.
Diego Rivera era hombre ancho, de frente amplia y nariz achatada, párpados caídos y papada colgante; bonachón y, al tiempo, de carácter fuerte. Esposo de Frida Kahlo y amigo de Siqueiros y Orozco. Muralista. Sumado a estas características, siempre que se pensaba en el artista mexicano se pensaba, también, en comunismo.
Apuntalaban las siete de la mañana mientras el barco rodeaba la bahía. Rivera observaba detenidamente la bruma marina y el sol pujante de Brooklyn, las luces matutinas y las sombras persistentes de la noche anterior, las embarcaciones y los marineros trabajando en el muelle. Repentino, levantó sus brazos y dijo: “Aquí están el poder, la energía, la tristeza y la gloria; la juventud de su tierra”.
Emiliano Zapata sosteniendo las bridas de su caballo, vestido completamente en blanco y seguido por una multitud de campesinos; un hombre jaguar apuñalando la armadura de un conquistador, son motivos recurrentes en la pintura de Rivera que dejan ver su tendencia política. Ambas imágenes pertenecen a una serie de murales portátiles encargada por el MoMA en 1931 para una exhibición individual. Inmediatamente después a esta exposición aceptó pintar en el Rockefeller Center, símbolo del capitalismo.
¿Por qué un hombre como Diego Rivera se trasladó al corazón del capitalismo y aceptó pintar para su museo representativo? Quizá, como dijo Frida, porque las mentiras de su obra son más ciertas que la misma verdad.
Quizá, como dijo el mismo artista, porque “los ingenieros que construyeron Nueva York son sus más grandes artistas”.