Tengo que reconocer con pena que no he dado la importancia que merecen a todos los mensajes que nos has traido albi .... no sé de donde voy a sacar tiempo ..pero lo sacaré para mirar en detalle todo lo grande y valioso que nos dás .-
Sócrates (469-399)
de google .
Casi todo lo que se refiere a
Sócrates está rodeado de cierto misterio y sometido a discusión. En efecto, no produjo textos escritos y los testimonios sobre él son a menudo contradictorios.
Aristófanes, por un lado, se burla de él, por el otro Platón exalta su figura en los diálogos, mientras que Aristóteles realiza comentarios más discretos.
La doctrina de Sócrates
Es difícil determinar cuál fue la doctrina de Sócrates y cuál la propia de Platón atribuída a su maestro. Contradictoriamente, Jenefonte no le atribuye doctrina alguna y Aristófanes le atribuye doctrinas de sofistas y de algún presocrático.
Conócete a tí mismo
Sócrates hizo propia la máxima escrita en el templo de Delfos: "Conócete a tí mismo".
Es posible que Sócrates escuchara a Arquelao (discípulo de Anaxágoras), en relación a la doctrina del "espíritu". Sin embargo, decepcionado de algunos plateos filosóficos, optó por dedicarse a reflexionar sobre sí mismo y sobre la vida del hombre en la ciudad. Los problemas éticos, por entonces, parecían los más urgentes.
Solo sé que no sé nada
Sócrates entiende la filosofía como una búsqueda colectiva basada en el diálogo. Ni pretende ser el dueño de la verdad ni poder encontrarla por sí solo. Esto significa, que cada hombre posee dentro de sí una parte de la verdad pero solo podrá descubrirla con la ayuda de otros. Esto explica las dos partes del método socrático.
La ironía:
Es el arte de hacer preguntas tales que hagan descubrir al otro su propia ignorancia. En otras palabras, comprender que no sabe nada.
La mayéutica:
Consiste en hacer preguntas de modo tal que el otro llegue a descubrir la verdad por sí mismo.
En esta línea, podría afirmarse que Sócrates no tiene doctrina alguna sino que ayuda a los demás y busca junto a ellos. Esta actitud de humildad frente al conocimiento contrasta notablemente con la actitud de los sofistas.
Razonamientos inductivos y definición de lo universal
Según Aristóteles dos cosas se pueden atribuir a Sócrates: los razonamientos inductivos y la definición de lo universal. Ambos logros refieren, naturalmente al principio de la ciencia.
Efectivamente, la pregunta esencial que hace Sócrates es: "¿Qué es?" y espera que el otro conteste con una definición. El método socrático se encamio a la construcción de definiciones, las cuales debn encerrar la esencia inmutable de la realidad investigada. De este modo, Sócrates se opone al convencionalismo de los sofistas e inaugura el camino de la búsqueda de escencias. El procedimiento para llegar a la definición verdadera (finalidad de la mayeútica) es inductivo: examen de casos particulares y ensayo de una generación que nos dé ya la definición buscada.
La búsqueda de Sócrates se centró en los conceptos morales y, curiosamente, esa búsqueda, tal como aparece en los primeros diálogos de Platón, terminó sin resultado: los diálogos Eutrifón sobre la piedad, Cármides sobre la templanza y Lisis sobre la amistad, concluyen en un aparente fracaso.
Intelectualismo ético
El interés de Sócrates se ha centrado especialmente en la problemática ética: la esencia de la virtud y la posibilidad de enseñarla (tema que los sofistas debatían con mucha frecuencia en ese momento).
El saber y la virtud coinciden de acuerdo a la doctrina socrática porque el que conoce lo recto actuará con rectitud y solo por ignorancia se hace el mal. Esta doctrina, que será criticada por Aristóteles solo puede ser comprendida si se tiene en cuenta que Sócrates defendía también el utilitarismo moral: lo bueno (moralmente) es lo útil.
Todo el mundo busca la felicidad y la utilidad y la virtud consiste en discernir qué es lo más útil en cada caso. Así pues, el saber del que habla sócrates no es un saber teórico sino un saber práctico a cerca d elo mejor y más útil en cada caso. Este saber virtuoso puede ser enseñado y aprendido porque no bastan las aptitudes naturales para alcanzar la bondad y la virtud.