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General: La primavera árabe no logra aún la " democracia ."
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 25/11/2011 21:44

Tras derrocar a sus líderes, la primavera árabe no logra la democracia

Por: ANTONIO ALBIÑANA | 7:55 p.m. | 23 de Noviembre del 2011

Primavera árabe

Las protestas volvieron a la Plaza de Tahrir, de El Cairo (Egipto), esta semana.

Foto:
 

Los levantamientos en Túnez, Egipto y Libia podrían caer en manos de movimientos islamistas.

Nada de lo que se pensó que surgiría de las protestas que dieron al traste con regímenes despóticos en los países árabes parece conducir a la democracia.

Los levantamientos libertarios en las calles de Túnez, Egipto y Libia, iniciados hace un año por jóvenes, mujeres, profesionales, sindicalistas y defensores de derechos humanos, corren el riesgo inminente de su secuestro por parte de movimientos religiosos islamistas, que nada tuvieron que ver con las protestas, y de viejos protagonistas de los regímenes depuestos, que tratan de que algo cambie "para que todo siga igual", siguiendo el tópico de Lampedusa.

En Túnez, que marcó el camino de las liberaciones árabes con su "revolución de los jazmines", acaban de encenderse las "luces rojas" del fanatismo de los islamistas que se disponen a gobernar en un nuevo país en cuyas luchas por el cambio nada tuvieron que ver.

"Estamos en un momento histórico, divino, entramos en el ciclo de una nueva civilización bajo la égida del sexto califato", acaba de declarar Hamadi Jebell, número dos del partido islamista Ennahda (renacimiento), ganador de las primeras elecciones en Túnez, y probable futuro primer ministro.

Como en Egipto y Libia, se anuncia la sharía como guía de la futura normativa constitucional: la ley islámica, basada en las normas del Corán y en las sentencias del profeta, que incluyen la sumisión de la mujer, la poligamia, los castigos físicos, la persecución de la homosexualidad, la implantación de la censura...

¿Cómo una fuerza islámica como Ennahda, que no participó en los levantamientos contra la dictadura, carentes de cualquier mensaje religioso, ha conseguido, al menos por ahora, la hegemonía en el paisaje político tunecino?

En primer lugar, por el fraccionamiento de la oposición laica, dividida en más de 110 partidos, la mayoría de los cuales están apenas constituidos. Pero, fundamentalmente, por la capacidad de su movimiento de atraer a los más humildes, implantándose durante décadas en todo el territorio tunecino con instituciones de caridad y asistencia social que han contado con la generosa financiación de las monarquías del golfo Pérsico y la inspiración de los Hermanos Musulmanes egipcios.

Para el director del Le Nouvel Observateur, Jean Daniel, el triunfo de Ennahda y de su líder Ganuchi en las elecciones tunecinas del pasado octubre supone una "contrarrevolución": "Se pensaba que en el universo árabe-musulmán la revuelta tunecina había introducido la primacía de la libertad sobre la identidad, y la de los principios universales sobre la tradición étnico-religiosa. No hay nada de ello", sentencia este maestro de periodistas.

Y así como en Túnez el ejército se mantuvo al margen y su negativa a disparar contra los manifestantes fue uno de los detonantes de la huida del dictador, en Egipto ha seguido siendo la columna vertebral del sistema tras la evicción de Mubarak, y trata de condicionar el proceso político a costa de masacrar de nuevo a los manifestantes de la plaza Tahir, de El Cairo, como sucedió el pasado fin de semana. Desde la década de los 50, cuenta con el apoyo decisivo de Estados Unidos, que le gira cada año 1.300 millones de dólares en armas, como segundo receptor de ayuda, tras Israel.

El próximo 28 serán las elecciones parlamentarias en Egipto, en un ambiente incierto en el que crecen las opciones islamistas de los Hermanos Musulmanes y las listas presuntamente independientes que ocultan a los viejos partidarios de la dictadura.

La responsabilidad de la diplomacia occidental en el sesgo reaccionario que está marchitando las primaveras árabes es indudable. La ceguera cortoplacista y la apuesta por los presuntos "caballos ganadores" han incubado desde hace décadas los huevos de la serpiente integrista, sin que parezca aprenderse la lección desde las cancillerías.

Estados Unidos armó y entrenó a los talibanes afganos para que desalojaran al enemigo común soviético. El precio fue la formación del actual peor enemigo de los estadounidenses a escala universal. También apoyaron el desarrollo inicial de Hamás en Palestina, para debilitar a Arafat, y hoy consideran a esta organización como el máximo obstáculo para la paz en Oriente Próximo.

La secretaria de Estado Hillary Clinton ha admitido sus contactos recientes con los Hermanos Musulmanes egipcios, y los agentes de los islamistas tunecinos de Ennahda fueron recibidos en Washington el pasado mayo por los representantes del Departamento de Estado.

No se conocen contactos similares con los protagonistas laicos de las revoluciones árabes de Túnez o Egipto. Tampoco aparece interés alguno en fomentar una sociedad civil democrática, que carece en estos países de medios de expresión y actuación que puedan competir con la penetración del fanatismo religioso.

El caso libio, última de las tres primaveras árabes triunfantes, en este caso por la vía armada, no puede ser más preocupante, una vez eliminado el gadafismo del poder. Es un compendio de todo lo que puede ir mal en un proceso de transición a la democracia.

En primera instancia, porque en el Consejo Nacional de Transición se encuentran cómplices muy cualificados de la dictadura, algunos de los más sanguinarios, junto a destacados islamistas de Al Qaeda como Abdeb Hakim Belhaj, alias 'Abou Abadía Al-Sadek', antiguo líder del Grupo de Lucha Islamista de Libia y viejo combatiente en Afganistán, Chechenia e Irak, hoy comandante del Consejo Militar de la Libia pos-Gadafi.

Las mezquitas ya se han convertido en centros de adoctrinamiento, mientras que las organizaciones internacionales de derechos humanos hablan cada día de venganzas y terror.

Reflexionando ante la grabación difundida por Internet de un Gadafi malherido, obligado a caminar por una turba furiosa, mi amigo Reyes Mate, filósofo, premio Nacional de Ensayo y estudioso del Holocausto, señala que esos gestos contaminan de inmoralidad la nueva política que quieren poner en marcha: "Esas fotos de un Gadafi escarnecido no auguran nada bueno para el futuro de Libia.
Ese pueblo en armas que traduce los sufrimientos padecidos bajo la feroz dictadura en odio trueca los valores de la rebelión por las prácticas criminales contra las que se rebela. Al final, se pone al mismo nivel".

Un punto de vista más optimista es el del politólogo Sami Nair, que acaba de publicar el libro La lección de Túnez, sobre la 'primavera de los jazmines' (Círculo de Lectores), a la que considera "el acontecimiento más importante sucedido en el mundo árabe desde la II Guerra Mundial".

Será un largo proceso, pero, según Nair, a pesar de los tropiezos actuales, se llegará a una nueva época "con la construcción de naciones democráticas basadas en la comunidad de los ciudadanos independientemente de sus creencias, raza y origen".

Sobre Antonio Albiñana

 

Periodista y analista internacional. Corresponsal del diario español 'Público'. Autor y editor de varios libros sobre cuestiones internacionales, entre ellos 'Geopolítica del caos' (Ed. Debate).

ANTONIO ALBIÑANA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO


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De: marce702 Enviado: 26/11/2011 01:33
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